Itxaso Apraiz, Ritxi Hernandez Abaitua y Tomi Etxeandia /Resumen Latinoamericano /20 de abril de 2020
Covid-19. Podemos afirmar que estamos viviendo otro momento histórico: si tenemos en cuenta que esta pandemia está afectando a todos los continentes, las generaciones presentes nunca hemos conocido nada similar. En estos días, lo que nos decían que era imposible se ha producido: todo se ha modificado, desde el funcionamiento de la sociedad hasta, por supuesto, nuestro modo de vida. Parece, en consecuencia, muy difícil, que, a partir de ahora, podamos seguir como si no hubiera pasado nada y sin que se realicen en nuestra sociedad cambios sustanciales.
Ahora bien, el rumbo de esos cambios no está escrito de antemano. Tenemos motivos para la preocupación, a la vista de las señales de autoritarismo, militarismo, control social y recentralización que estamos viviendo. No es aventurado afirmar que, al final de esta crisis sanitaria, existirá un grave riesgo de que ese «kit autoritario» se siga utilizando para poner en marcha otra «doctrina del shock», como siempre en beneficio exclusivo de las élites.
Por todo ello, es urgente que quienes trabajamos por ese «otro mundo posible» seamos capaces de colaborar en el diseño de un rumbo alternativo al que están promoviendo Confebask y sus socios económicos, políticos y mediáticos. No es el momento de especular, sino de ser audaces en nuestros planteamientos, tanto a la hora de compartir nuestros puntos de vista y propuestas, como a la hora de actuar conjuntamente y llevarlas a la práctica.
Una red con la vida como centro. Para que las medidas posteriores a esta crisis no se tomen de nuevo en beneficio de las élites, como ocurrió en 2008, por ejemplo, y para que no sigamos el camino del crecimiento ciego que nos lleva al abismo, de la mercantilización de todos los ámbitos de la vida y de la naturaleza, de la producción y del consumo desproporcionados que solo nos conducen al colapso, las personas que defendemos un modelo alternativo en Euskal Herria, podemos juntarnos, organizarnos y quizás dar pasos para constituir una red colaborativa, lo más amplia y plural posible, a favor de la Vida, incluso desde el actual confinamiento. Una red, lo cual no significará otro «chiringuito». Una red para conectar las diferentes iniciativas y plataformas ya en marcha y, en la medida de lo posible, coordinarlas en la misma dirección: La vida, la dignidad, la justicia y la defensa de la Madre Tierra.
Medidas urgentes. En este sentido, ya están surgiendo diferentes iniciativas proponiendo medidas urgentes necesarias para dar respuesta a la emergencia sanitaria actual. En Euskal Herria, por ejemplo, está la «mesa técnica» propuesta por el Movimiento Feminista o el documento de la Carta de Derechos Sociales definiendo diversas prioridades sociales o la defensa de la agricultura y los mercados locales. En el Estado español existe el «Plan de Choque Social» que está cosechando muchas adhesiones. Bienvenidas sean estas iniciativas.
Una mirada más a largo plazo. Existen medidas urgentes que deben adoptarse de forma inmediata, pero para responder adecuadamente a la crisis ecosocial, la cual volverá con toda su crudeza tras la emergencia sanitaria, habrá que proponer medidas de mayor alcance transformador, ya que de lo contrario volveríamos a la falsa normalidad. Es pues el momento de hacer una reflexión sobre el rumbo que queremos tomar desde ahora ‑con el horizonte en el 2030, por ejemplo‑, y diseñar un proyecto de país alternativo. Unificar el esfuerzo táctico y el estratégico, nos puede permitir mantener la coherencia entre medidas urgentes y las propuestas a medio y largo plazo. Esta crisis está dejando al descubierto una serie de mitos y mentiras que están en la base del neoliberalismo y ello facilita tratar de socializar, si somos audaces, el modelo alternativo que defendemos. En consecuencia, se hace más necesario que nunca, aunque sea desde nuestro confinamiento, en esta emergencia, reforzar la cooperación y el intercambio entre quienes desde diferentes puntos de vista y experiencias estamos apostando por ese profundo cambio de rumbo. Y, una de las herramientas válidas para ese futuro, pudiera ser esa «Red por la vida» (o algo similar) antes citada. Una red a favor de la vida de las personas y de los ecosistemas, es decir, de una sociedad justa y sostenible que garantice una vida digna para todas las personas y que respete los equilibrios y los ciclos de la naturaleza.
Por la vía del ecosocialismo-feminista. Una vez más creemos fundamental subrayar la dimensión ecosocial de la crisis y reivindicar una alternativa que debiera surgir de la síntesis de diferentes miradas. Fundir en un solo cuerpo las «cuatro miradas» (sindical, ecologista, feminista y de autogestión) que, por ejemplo, plantea Euskal Gune Ekosozialista (Espacio Ecosocialista Vasco), nos parece un buen camino. Estos son algunos criterios básicos que proponemos para pensar y actuar.
1) Priorizar y reforzar los servicios públicos que garanticen las necesidades básicas de salud, educación, alimentación, cuidado, energía, agua, vivienda, gestión de residuos etc. Para empezar, habría que revertir todos los recortes habidos hasta ahora, pero sin renunciar a reivindicar las nacionalizaciones-socializaciones que sean necesarias. Socializaciones que pueden dejar esos servicios básicos en manos de las comunidades (y no sólo del Estado): un ejemplo, pueden ser las comunidades energéticas descentralizadas. Servicios algunos que pueden y deben gestionarse como bienes comunes.
2) Establecer medidas, plazos y presupuesto para la construcción de una red universal, digna y gratuita de servicios colectivos de cuidados.
3) Impulsar la transición ecosocial, comenzando por la energética, y planificando con un horizonte en el año 2030; adoptar medidas para reducir la producción y el consumo de energía y materiales, promover los sectores clave que sirven para cubrir las necesidades básicas (agroecología, cuidados, sanidad …), priorizar la producción y el consumo local, suprimir y/o reconvertir los sectores más contaminantes y perjudiciales para la vida (armas, automóviles …).
4) Facilitar el reparto de la riqueza y del trabajo (productivo y reproductivo): instaurar una fiscalidad progresiva y redistributiva; impedir los despidos que se pretendan plantear en supuestas reestructuraciones. En relación con esto, creemos conveniente relanzar en sociedad debates tan necesarios como los relativos a las «limitaciones a la propiedad privada» o a la «renta básica universal».
5) Favorecer el empoderamiento de la ciudadanía, promover la participación y el poder de decisión de las comunidades y de los trabajadores y las trabajadoras en las empresas, apoyar y fortalecer las iniciativas autogestionadas y la economía social y solidaria. En esta época de confinamiento sería estimulante apoyar y difundir, las iniciativas comunitarias de solidaridad que están surgiendo en Euskal Herria.
A modo de conclusión, cuidar (red de cuidados), proteger (servicios públicos básicos), reducir (producción, consumo…), distribuir (riqueza y trabajo) y reforzar (empoderamiento de la ciudadanía). Estos son algunos de los fundamentos de nuestro ecosocialismo-feminista.
Itxaso Apraiz, Ritxi Hernandez Abaitua y Tomi Etxeandia (Euskal Gune Ekosozialista)
Imagen de las jornadas ecofeministas del Ayuntamiento de Barcelona