Estas mujeres son las que están trabajando en primera línea de la pandemia, en precario, con contratos parciales y temporales, con sueldos que en ocasiones ni siquiera llegan al salario mínimo, sin medidas de prevención ni seguridad. En algunas ocasiones incluso carentes de derechos, como pueden ser muchas trabajadoras de hogar que se ven obligadas a trabajar sin contrato.
Por otro lado, desde Argitan denunciamos que esta crisis está poniendo de manifiesto otra crisis, que ya vivíamos anteriormente, que es la crisis de los cuidados. Planteamos que los cuidados tienen que ser una responsabilidad colectiva, de toda la sociedad, y que son las administraciones públicas quienes los garanticen, todos los cuidados necesarios para la sostenibilidad de la vida, tanto la atención a los y las menores como a las personas mayores. Es responsabilidad de las administraciones públicas garantizar unos servicios sociales en condiciones y unos servicios públicos, universales, gratuitos, de calidad e integrales… Guarderías, comedores, residencias, centros de día, etc. que puedan cubrir las necesidades de cuidados que necesitamos como sociedad y que nos permita a las mujeres poder salir del rol de cuidadoras que tenemos impuesto.
Argitan exige a las instituciones servicios públicos de calidad que den cobertura a todas las necesidades de cuidados que tenemos como sociedad y que, ahora mismo, son las mujeres las que se encargan de suplir estas carencias.
En esta situación de paro y precariedad consecuencia de la crisis del coronavirus, tenemos que hacer mención especial a las mujeres perceptoras de RGI y ayudas de emergencia social, que son mujeres desempleadas, pensionistas, mujeres solas con hijos menores a cargo, separadas o viudas o trabajadoras precarias que aun teniendo un empleo, necesitan de las prestaciones sociales para poder subsistir.
Desde Argitan demandamos un sistema de protección social integral que garantice además del acceso a una vivienda digna para todas las personas, unas prestaciones sociales rápidas y suficientes que permitan subsistir en condiciones dignas a los colectivos más desfavorecidos como son las mujeres precarizadas y empobrecidas, que en ocasiones se ven en la imposibilidad de escapar de situaciones de violencia machista por falta de recursos.
Además estamos viendo que en la realidad que vivimos, en la práctica, en el día a día, no se está ejerciendo la corresponsabilidad en las tareas de cuidados y en las tareas domésticas, y que estas casi siempre recaen sobre los hombros de las mujeres, con la sobrecarga de trabajo que esto nos acarrea.
Reclamamos una distribución equitativa de las tareas domésticas y de cuidados dentro de los hogares, ejerciendo en la práctica una corresponsabilidad real entre hombres y mujeres.