Por Vocesenlucha, Resumen Latinoamericano, 9 mayo 2020
En un intento
imposible de definir la poesía, Julio Cortázar comenzó con algo así: “Si tengo
que definir la poesía y no las tengo todas conmigo, si no me siento demasiado
seguro, digo algo como: «poesía es la expresión de la belleza por medio de
palabras artísticamente entretejidas»”
La guerra tiene muy
poco de poesía, nada de belleza y, aunque Sun Tzu se refiriera a ella como un arte, también
tiene muy poco de artístico. Está sin embargo penetrada por cientos de sentires.
Dolor, miedo, ira, venganza, ambición, codicia… Dependiendo de qué papel cumpla
el actor que hace parte de esa guerra, la cartografía sentimental se pronunciará
de una u otra forma. No será lo mismo ser soldado que presidente; mercenario
que miliciano; aviador que población civil; sargento que general. Aunque los
sentimientos puedan ser los mismos, tampoco será igual ser soldado de un
ejército invasor que de un ejército que defiende su independencia. Ambos
sentirán miedo; sin embargo, uno combate metiéndose en casa ajena y otro defiende
a sus espaldas su casa y su familia. Tampoco será lo mismo ser presidente de un
imperio invasor que de un país libre invadido. Ambos sentirán ambición, aunque
probablemente ésta tenga significados diferentes en cada caso. Y es que la
guerra en ocasiones va acompañada de otro tipo de emociones, no siempre de
carácter despreciable. El amor, la esperanza, la dignidad y otros sentires como
el patriotismo, pueden desplegarse en la guerra acompañadas de posiciones
políticas como la custodia de la soberanía, la resistencia, la defensa de un
proyecto de vida digna.
Apenas 4 días
después de que se filtrara un audio de Lorenzo Mendoza, presidente de Empresas
Polar, la mayor corporación de alimentos en Venezuela, donde hablaba de la
necesidad de un “ataque quirúrgico a las cabecillas y una intervención para
poner orden», y que el Secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo
anunciara que está listo para reabrir su embajada en Caracas, Venezuela recibe
un nuevo intento de invasión; en esta ocasión por vía marítima, a través de las
aguas del Mar Caribe.
En la madrugada del
domingo 3 de mayo, una lancha rápida procedente de Colombia llega a la playa de
Macuto, en La Guaira, a unos 20 kilómetros de Caracas. Un despliegue de fuerzas
policiales, militares y de inteligencia la está esperando. Comienza la
balacera. El enfrentamiento deja 8 mercenarios muertos y dos detenidos. Se
incauta armamento de alto calibre y equipos militares.
El mismo día, la
periodista de la derecha de Miami Patricia Poleo entrevista al contratista
Jordan Goudreau, propietario de una compañía de seguridad, veterano de guerra y
ex militar estadounidense, Boina Verde de Irak y Afganistán. Este Rambo venido
a menos, durante dicha entrevista, muestra el contrato cuya primera firma
pertenece a Juan Gerardo Guaidó, junto a la de su responsable de estrategia
política, Juan José Rendón. ¿Cuál ha sido el problema para que este señor cante
cual jilguero? “Hemos estado trabajando en esto durante un año y no nos han
pagado,… Jamás en mi vida he visto tal nivel de traición”, afirma. La cosa va
tomando color.
Goudreau fundó en
2018 la corporación de seguridad privada Silvercorp USA, con sede en Florida.
En 2019, participó en la seguridad del famoso concierto de la “ayuda
humanitaria” en la frontera colombo-venezolana, organizado por el multimillonario
británico Richard Branson.
En otro vídeo
lanzado por las redes el mismo día 3, Goudreau aparece junto al capitán venezolano
retirado Javier Nieto Quintero. Éste afirma que “hay hombres y mujeres
arriesgando la vida en este momento por la libertad de nuestra patria y de
nuestros presos políticos”. Dirigiéndose a las Fuerzas Armadas “herederas de
las glorias de Bolívar”, les pide que se unan “a esta fuerza libertaria”, a la
que le pone nombre: Operación Gedeón, “cuyo objetivo número uno es la captura
de la organización criminal que hoy desafortunadamente dirige los destinos de
la nación (…), un cartel narcotraficante” que está perpetrando un “genocidio
sistemático”. Recordando las películas de Rambo, dan ganas de quererlos.
El lunes 4, otro
grupo de mercenarios alcanza la playa de Chuao, un pueblito pesquero de las costas
de Aragua al que solo se puede llegar por mar o aire. En esta ocasión, les
espera la comunidad organizada. Una operación cívico-militar y policial deja 8
detenidos, entre ellos dos exmilitares de las Fuerzas de Operaciones Especiales
de EEUU. También quien supuestamente comanda la operación, el capitán desertor
venezolano Antonio Sequea, quien en un vídeo señala el objetivo de la
operación: «acabar con la tiranía y la represión, imponer la libertad y
restaurar la democracia». Los tiranos acabando con la tiranía. La libertad
impuesta y no conquistada. La democracia restaurada acabando con ella manu
militari. El relato no dejaría de tener gracia si no fuera porque conforma la
argamasa de la guerra contra el neocórtex mundial.
Lo que de verdad
tiene gracia es ver los memes de estos días ante fotografías donde fornidos
militares de las fuerzas especiales aparecían tumbados y amarrados en el suelo
junto a milicianas y milicianos del pueblo. Al llegar a la playa en Chuao, los
pescadores detectan la embarcación. “Nos encontramos en la faena de la pesca y
observamos una lancha desconocida”, cuenta un pescador en un reportaje de
Telesur. Otro afirma: “lo que no se imaginan ellos es que un pescador pueda ser
miliciano, que el conuquero sea miliciano, el que está en la hacienda, el maestro,…
Todos somos milicianos, y en este pueblo lo demostramos ayer”. La comunidad
llevaba días en alerta de la operación irregular en la zona, activando lo que
se conoce como inteligencia popular. “Ellos son Rambos, nosotros un pueblo
humilde que siempre vamos a vencer con la verdad”, afirma otra voz. Ingrit
Cazaña, oficial de la Policía Regional de Aragua, relata cómo los agarraron: “con
unas simples armas, unas escopetas de polietileno, y las pistolas, nada para
las armas largas que ellos tenían. Cuando estaban en la proa buscando su
armamento para accionar contra nosotros yo les mando salir. Ellos salen y los
pescadores que estaban ahí nos ayudan con cuerdas a apresarlos”. Mientras
estaban amarrados esperando refuerzos, los mercenarios les pedían que los
liberaran y “que nos uniéramos a ellos, que este gobierno iba a caer, que ellos
tenían sus dólares. Pero por toda la plata que nos ofrezcan, primero está la
integridad y el honor hacia uno”. Son los otros sentires de la guerra de los
que hablábamos.
El lunes 4, se
captura a otros dos expolicías implicados en la operación, con armas y
chalecos. El saldo, 12 mercenarios detenidos y 8 muertos. La operación Gedeón,
de momento, es desactivada y deriva en fracaso monumental.
El asesor de Guaidó,
J. J. Rendón, admite que contrató a la compañía Silvercorp USA y que pagó
a Goudreau 50.000 dólares para efectuar
un ataque que acabara con la captura de “miembros del régimen”. Según él, el “acuerdo
preliminar no llegó a hacerse efectivo” y Goudreau no recibió luz verde para la
operación que sin embargo se ha efectuado. Los implicados afirman que nunca
recibieron el pago al cual se comprometieron, pero a pesar de ello continuaron
con la operación. ¿Por qué? Según ellos para liberar al pobre pueblo venezolano
de las garras de la dictadura.
Quedan muchos cabos
sueltos. Recordemos que a fines de marzo, el gobierno de Trump puso precio a la
captura del Presidente Maduro. ¿Los cazarrecompensas buscan su presa? Si el
equipo de Guaidó, teledirigido desde el centro de operaciones del mal, no
cumplió con el pago, ¿de dónde llegó la financiación para la operación? ¿Los
gobiernos norteamericano y colombiano, roto el acuerdo, se desentendieron del
asunto? ¿No conocían la operación, como afirma Goudreau? ¿Dirigieron en la
sombra? ¿Supieron y dejaron hacer? ¿Interesa la operación aun sabiendo que
estaba condenada al fracaso? ¿Había otras maniobras preparadas en otros puntos?
¿Se prepara algo mayor?
Toda esta
telenovela por entregas de superhéroes frustrados, de verdades y mentiras enredadas,
viene coleando desde hace rato. Si recuerdan, hace más de un mes, el general
retirado Clíver Alcalá, en una entrevista a W Radio, emisora colombiana del
grupo Prisa español, confiesa que dirigía una operación con base en Colombia
que tenía como intención incursionar en Venezuela para liberarla. Allí menciona
un contrato firmado con Guaidó que no había sido cumplido. Guaidó lo niega.
Ahora, Goudreau muestra dicho contrato. Estos días, el rompecabezas se va
completando. Durante varios meses, mercenarios y desertores de la FANB, reciben
entrenamiento militar en 3 campamentos de La Guajira. El coordinador de la
operación es Clíver Alcalá, a quien la DEA, la agencia antidrogas
norteamericana, puso en un avión desde Colombia rumbo a EEUU, donde hoy está
preso acusado de narcotráfico. Siguen quedando muchas piezas sueltas que toca
interpretar.
El famoso contrato,
según el periódico estadounidense The Washington Post, se firmó en septiembre
de 2019 en un rascacielos de Miami, donde representantes del autoproclamado
Guaidó se reunieron con Goudreau para planificar una salida de Nicolás Maduro.
¿De qué tipo? Los hechos de estos días demuestran que la vía electoral no sirve
cuando no logra destituir gobiernos subversivos. Un viejito pescador de Chuao, dice:
“así no se tumban gobiernos, si ellos quieren sacar a Maduro, tendrán que ir a
elecciones, pero yo así no comparto estas cosas”.
Muchos medios de
comunicación popular han definido estos acontecimientos como un pequeño “Bahía
de Cochinos”, la invasión en 1961 por parte de cubanos exiliados apoyados por
el gobierno de EEUU en Playa Girón, Cuba. En 65 horas, las milicias y las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, bajo la dirección militar de Fidel
Castro, derrotaron la invasión y canjearon los prisioneros a EEUU por
medicamentos y compota para niños. Son, de nuevo, los otros sentires de la
guerra.
En este caso, el
gobierno de EEUU no reconoce su participación directa. La película se llama la
privatización de la guerra. La Proxy war, término utilizado por el Pentágono, consiste
en tercerizar la guerra utilizando fuerzas irregulares subcontratadas. Una
estrategia ya utilizada por EEUU en conflictos como Siria. Forma muy eficaz de
no ensuciarse demasiado las manos, en especial, como en esta ocasión, si la
cosa deriva en semejante desastre.
EEUU, mediante su
industria cultural y cinematográfica, lleva décadas preparándonos para asimilar
al héroe individual o al equipo privado y salvador, es decir, mercenario. Un
compañero colombiano, conversando en estos días sobre el asunto, ponía el
ejemplo de la serie de los años 80 “Los magníficos”, conocida en tierras castellanas
como “El Equipo A”. Recordamos con simpatía a esos entrañables y divertidos
personajes que eran contratados para hacer el bien y cumplir misiones que
entendíamos necesarias y salvadoras.
Operación Gedeón
es, como decíamos, el nombre con el que los nuevos héroes salvadores de la
película de Hollywood en que se ha convertido la realidad, bautizaron a la trama
mercenaria. La guerra sabe poco de poesía pero mucho de símbolos. Gedeón, en hebreo,
significa “guerrero poderoso” o “destructor”. El nombre elegido por Venezuela
para la operación defensiva ante la identificación de esta maniobra
intervencionista es “Operación Negro Primero”. Negro Primero no fue ningún
guerrero destructor, sino un prócer de la independencia de Venezuela de origen
afrodescendiente que desde las filas realistas se pasó al bando de las fuerzas
patrióticas para luchar por soberanía e independencia. Soberanía e
independencia que hoy pretende ser de nuevo arrebatada a un pueblo en lucha por
su “Segunda Independencia”, esa a la que se refirió Martí en Cuba, esa a la que
se refirió el Presidente Allende en Chile.
En declaraciones en
Cadena Nacional, el Presidente legítimo de Venezuela Nicolás Maduro, afirma que
uno de los mercenarios detenidos estos días, el venezolano Juan Alberto
Socorro, es agente de la DEA. Según explicó el mandatario, la DEA estaría implicada
en el entrenamiento en Colombia de los equipos mercenarios que llegaron a
Venezuela. El presidente Iván Duque, en su última visita a la Casa Blanca el
pasado 2 de marzo, habría recibido órdenes de Trump de activar las acciones. La
operación contaría con financiación de capos y cárteles de la Alta Guajira.
Maduro mostró el vídeo de uno de los estadounidenses detenidos, Luke Denman,
quien afirma que el objetivo era tomar el control del aeropuerto de Caracas
para trasladar a Maduro a Estados Unidos. Igualmente, debían tomar la Dirección
General de Inteligencia Militar, el Servicio Bolivariano de Inteligencia y el
Palacio de Miraflores.
Sin embargo, su
compañero Erin Berry, en otro vídeo similar donde responde algunas preguntas,
contradice la versión de Luke respecto a la toma del aeropuerto para trasladar
a Maduro a EEUU. La toma del aeropuerto tendría el propósito de “traer otros
aviones”. Sin embargo, uno de los objetivos de la misión, afirma, era “asesinar
a Maduro”. Este excombatiente militar en Irak, dice que llegó a Colombia en
enero contratado por Goudreau, que fue recibido por Antonio Sequea, que se
alojó en 3 casas diferentes de Riohacha, capital de La Guajira, Colombia, y se
encargó del entrenamiento de unas 50 a 60 personas. “¿Por qué EEUU insiste en
atacar Venezuela cuando no es una amenaza para ellos?”, se le pregunta. “No
entiendo por qué los americanos harían eso”, responde. “¿Por qué entrenas
fuerzas irregulares sabiendo que es ilegal?”. “Ahora sé que es ilegal, antes
tenía otro conocimiento”. “¿Tus derechos humanos están siendo respetados
durante el tiempo que has estado aquí confinado?”. “Sí, hasta ahora sí”. Al
final del vídeo, Berry muestra el famoso contrato. “Este contrato fue publicado
hace varios días por J. Goudreau y describe mis responsabilidades con Silvercorp.
Está firmado por Juan Guaidó, J. Goudreau y Juan Rendón”.
La Comunidad
Internacional no ha condenado el intento de invasión. Nada nuevo bajo el sol
imperial. Los medios corporativos de desinformación, en los primeros momentos
invisibilizaron la estrepitosa chapuza o le dieron un tratamiento de montaje en
la línea Guaidó, para pasar luego a explicar las razones del fracaso del
intento de liberar Venezuela de la opresión.
En el diario
español el Mundo, el 7 de mayo, debajo de un titular que reza “Operación
Gedeón: las seis claves de la misión suicida contra Nicolás Maduro “, leemos: “El
chavismo encarcela a 13 integrantes del comando que protagonizó la fallida
‘operación Gedeón’ para «restaurar la democracia en Venezuela».
El día de ayer 7 de
mayo pasaron otras cosas menores pero significativas.
- Tres senadores de EEUU pidieron al
gobierno de Trump que explicara si conocía el intento de ataque al gobierno de
Venezuela por medio de exmilitares estadounidenses, así como si los fondos
procedían de Washington. - En una entrevista del periodista
Napoleón Bravo, el excapitán Quintero afirma que la operación sigue en marcha, que
el día “D” y la hora “H” no ha llegado, y la incursión en Macuto solo fue “una
avanzada de reconocimiento táctico,… Hay operaciones en desarrollo para golpear
en el corazón del enemigo,… Son muchos grupos que están distribuidos y están
bajo una planificación específica”. - Michael Kozak, secretario de
Estados Unidos para Asuntos del Hemisferio Occidental, aseguró en un twitter:
“quienes dicen que quieren aliviar el sufrimiento de los venezolanos y devolver
la libertad a Venezuela deberían considerar el marco de transición democrática”. - El presidente Donald Trump, en el
programa Fox News, negó la participación de su gobierno en la acción. “Yo no
enviaría un pequeño grupito, no, no, no, se llamaría Ejército,… Si nosotros
alguna vez hacemos algo con Venezuela, no sería de esa manera, sería un poquito
diferente, se llamaría invasión”.
Seguramente en los
próximos días sigan apareciendo nuevas informaciones que ayuden a completar el
puzzle. A día de hoy, son muchos los cabos sueltos pero muchas también las
certezas. Y lo cierto es que, ante tales hechos, y en medio de la batalla
contra el Coronavirus, al pueblo de Venezuela le toca seguir pendiente de otra
batalla enmarañada en una misma guerra que viene librando desde hace dos
décadas. Mientras Rambo, el Equipo A y Gedeón sigan en marcha, el Negro Primero
seguirá alumbrando al digno pueblo venezolano.
En este sentido, el
ejemplo del pueblo de pescadores de Chuao, población con gran presencia afrodescendiente,
ha sido fundamental. Como nos cuenta Jesús Parra, colaborador de la CORETANs
Venezuela en Trujillo, “una activación de las redes de inteligencia social y
comunitarias que para nosotros tiene gran importancia simbólica, y más en este
eje que normalmente no es tan visible, sobre todo en el caso de la milicia,
donde hay una concepción generalizada de que los milicianos eran los
trabajadores de fábrica, los compañeros de los sectores populares urbanos…,
pero esta vez el sujeto protagónico lo están jugando nuestros pescadores y
pescadoras, que están en el mar en el día a día, resistiendo también a las
lógicas del mercado y planteándose sus niveles de vida”. Jesús cree “que lo
mismo que intentaron por la costa van a intentar reactivarlo por otro lado con
otros grupos inclusive dentro del propio país para tratar de generar esa
presión. Presión que en este caso fue contraproducente, porque el sector
oposición no activó el llamado. No hubo ninguna movilización de ningún partido
político, ni siquiera de los sectores más extremistas”.
El analista venezolano
Sergio Rodríguez Gelfenstein insiste en su último artículo en estar alerta,
dado que EEUU podría estar preparando una acción mayor. Destaca las recientes
maniobras navales de la OTAN, dirigidas por EEUU en el Caribe y su despliegue
en islas cercanas a Venezuela “bajo disfraz de operaciones antinarcóticos en
una región por la que sólo transita el 4% del total de cocaína que Colombia
envía a Estados Unidos”[1].
La lucha contra el
narcoterrorismo, como explica Gelfenstein, fue el nuevo enemigo creado por EEUU
para desplegar su política intervencionista una vez desmoronado el llamado
“campo socialista”. Estrategia que comenzó con el Plan Colombia y se extendió
por el planeta subordinada a intereses geopolíticos. Controlar pueblos,
territorios y recursos por la vía cultural o militar. Provocar caos, sembrar
violencia, destruir conciencias, desplegar guerra.
Julio Cortázar
continuaba así su intento frustrado de definir la poesía: “Esta definición
podría valer para un diccionario o para un libro de texto, pero a nosotros nos
parece poco convincente. Hay algo mucho más importante: algo que nos animaría
no sólo a seguir ensayando la poesía, sino a disfrutarla y a sentir que lo
sabemos todo sobre ella”. En el fragor de esta guerra de cuarta generación,
seguiremos sintiendo y defendiendo el caminar hacia la Segunda Independencia de
la Quinta República, la República bolivariana de Venezuela y de todos los
pueblos. Seguiremos sintiendo la necesidad de un mundo libre donde los
mercenarios se disuelvan en polvo de palabra, las armas en versos, las balas en
besos y los ejércitos en poesía. Mientras tanto, seguiremos alimentando los
otros sentires de la guerra.
Bogotá,
8 de mayo de 2020
Vocesenlucha. Comunicación
popular. Pueblos América Latina, el Caribe y Estado español
[1] Ver artículo de Sergio Rodríguez Gelfenstein, “Alerta,
más que nunca, alerta: EEUU puede estar preparando algo mayor”, en
vocesenlucha.com