En el torbellino de noticias que diariamente ocupan los espacios informativos de todos los medios, nos parece que la presentación del libro «El mazo y la Cantera», de Julen Arzuaga, editorial Txalaparta, no ha tenido el eco que merece, y trata de un asunto que por otro lado ha hecho correr ríos de tinta durante muchos años y que por desgracia todavía resulta de actualidad
Desde La asociación Gurasoak consideramos que con la publicación de este libro queda definitivamente reforzado nuestro empeño y uno de los objetivos fundamentales que nos propusimos con la constitución de nuestra asociación: dar a conocer a la sociedad la persecución a la que esta siendo sometida una parte importante de la juventud vasca y los métodos que se están utilizando contra los jóvenes.
Los miembros de la asociación Gurasoak, madres y padres de jóvenes que han sufrido las consecuencias de esa persecución, no somos más que una pequeña parte de esos cientos de familias que han sido golpeadas por la represión del Estado español, la punta de un iceberg de sufrimiento que se ha ido acumulando a lo largo de sus catorce años de su existencia. Familias que conformamos un amplio abanico socio-económico y político y que, sin acabar de creérnoslo, nos enfrentamos en su día a una situación que cambió nuestras vidas por completo y para siempre.
Resulta muy duro vivir con personas tan cercanas como nuestros propios hijos e hijas una experiencia que cambió no sólo nuestra vida, sino también nuestra percepción de conceptos básicos como los derechos humanos, la ley, la justicia, etc.; del funcionamiento de instituciones que se autoproclaman democráticas, garantistas de los derechos de los ciudadanos… y comprobamos en nosotros mismos que «la respuesta exacerbada del Estado» a las acciones que les imputaban realmente era un eufemismo utilizado por los mismos que a cualquiera de esas acciones denominaban terroristas.
Es indescriptible el miedo, la impotencia y la rabia que se siente cuando asaltan tu casa encapuchados armados hasta los dientes, sacan a tu hijo o hija y te lo devuelven machacado y en medio de la más absoluta indefensión imputado en sumarios que harían temblar a los más duros delincuentes.
Todo ello con la cobertura de un despliegue mediático que se limita a airear las versiones policiales sin respetar un derecho tan básico como es la presunción de inocencia.
Creemos que la utilización de esas vivencias que hace el autor en el libro y su contextualización sociopolítica nos ayudará, a nosotros y a la sociedad en general, a entender una tragedia que desde hace demasiado tiempo estamos sufriendo personas y familias enteras y se está desarrollando en este pueblo sin que nuestro entorno social, arrastrado por la rutina y la desinformación, sea capaz de percibir y valorar en su justa dimensión.
A continuación, queremos rememorar un texto que escribimos ante el juicio que se celebró en la Audiencia Nacional española el 20 de diciembre de 2004 contra siete jóvenes, con una petición fiscal de 31 años para cada uno de ellos.
«No nos convencerán de la culpabilidad de los jóvenes, ni de la justeza de sus condenas, y continuaremos denunciando todas las irregularidades que se están cometiendo contra ellos y la hipocresía de una clase política cómplice que, en vez de ofrecer soluciones a los problemas de fondo, se dedican a montar un día sí y otro también sus espectáculos particulares en defensa de los derechos humanos.
Seguiremos trabajando para acabar con la impunidad de los torturadores, la parcialidad de los jueces de la Audiencia Nacional y la pseudo-legalidad que les permite aplicar sus métodos e imponer condenas exorbitadas conculcando los derechos más elementales de los imputados».
También queremos recordar a tres personas entrañables para nosotros y que para siempre quedarán ligados a la pequeña historia de Guraoak: Angel Berrueta, Kontxi Sanchiz y el juez Joaquín Navarro. Leyendo el libro sabréis por qué lo hacemos.
Fuente: gara