Resumen Latinoamericano, 30 de mayo de 2020—
El primer ministro Benjamin Netanyahu aseguró que los palestinos nunca serán ciudadanos israelíes, aunque residan en los territorios ocupados que Tel Aviv anunció para una futura anexión.
En declaraciones a la prensa israelí, Netanyahu ratificó que las ciudades y poblados palestinos, bajo control israelí, seguirán siendo enclaves palestinos, un recuerdo del sistema de Bantustanes que en su tiempo impuso la racista Sudáfrica contra la población autóctona del país austral.
La única razón, si podría haberla, para el despecho a la comunidad internacional y a resoluciones de la ONU contra ese paso violatorio, es la intención del jefe del gobierno israelí de desviar la atención sobre un juicio que se le sigue por corrupción.
Ya se las vio difícil para mantenerse al frente del Ejecutivo mediante un acuerdo con su rival electoral, después de varios ejercicios comiciales que nunca le dieron la mayoría en la Knesset (parlamento).
Estados Unidos, el aliado principal de Tel Aviv, sugirió dilatar la anexión, porque prevé una rebelión regional y se esfumen futuros acercamientos al Estado sionista de otros de la comunidad árabe cercanos a Washington.
De golpe y porrazo, Netanyahu obviará todas las decisiones de Naciones Unidas.
Un recuento de estas es el siguiente.
Votada el 29 de noviembre de 1947, el decreto del máximo organismo mundial estableció la partición de Palestina en un Estado judío, uno árabe y una zona bajo régimen internacional con los lugares sacros de Belén y Al Quds (Jerusalén).
También se disponía una unión económica, aduanera y monetaria entre esas regiones y que aprobaron con 33 votos a favor (incluidos Estados Unidos y la Unión Soviética) frente a 13 en contra y 10 abstenciones.
Esa decisión la rechazaron los Estados árabes y recibió críticas de los representantes del sionismo, pese a lo cual éstos últimos la acataron.
Empero, nunca se aplicó y el 15 de mayo de 1948, al finalizar el mandato de Reino Unido sobre Palestina, se proclamó el Estado de Israel al que dos días después declararon la guerra los árabes.
La resolución 194 de la ONU, adoptada el 11 de diciembre de 1948, decidió, a consecuencia de la expulsión de centenares de miles de árabes (palestinos), ha lugar permitir a los refugiados el regreso a sus hogares lo más pronto posible y vivir en paz con sus vecinos.
De igual manera que recibirían los que decidieron no volver, indemnizaciones a título de compensación por pérdidas o daños de sus propiedades.
En ningún caso, Tel Aviv respetó esos principios del derecho internacional o de equidad, obligatorios por ser potencia ocupante.
Y fue a más su irrespeto al ignorar un decreto de la ONU, aprobado el 22 de noviembre de 1967, a seis meses de la guerra de los seis días, que exigió la instauración de una paz justa y perdurable en Medio Oriente.
De igual manera, recabó la retirada israelí de territorios ocupados (Cisjordania, Alturas de Golán, de Siria, y Granjas de Sheeba, de El Líbano) al término de ese conflicto.
Esa Resolución, la 242 demandó respeto y reconocimiento de la soberanía, de la integridad territorial y de la independencia política de cada Estado de la región, y su derecho a vivir en paz en el interior de sus fronteras reconocidas.
Esa orden del Consejo de Seguridad de la ONU figura en cada una de las posteriores negociaciones para finalizar el contencioso árabe-israelí.
A Benjamín Netanyahu y el régimen sionista que representa no le importa la comunidad mundial, toda la cual debía estar alerta por si algún día a la concepción religiosa de la “tierra prometida” agregan otros territorios en el entorno de Medio Oriente y más allá.
Fuente: Al Mayadeen