Bra­sil. Entre­vis­ta con Lena Lavi­nas: pan­de­mia, gue­rra cul­tu­ral y precariedad

Por Pablo Ste­fa­no­ni. Resu­men lati­no­ame­ri­cano, 7 de junio de 2020. 

En estos años, Bra­sil expe­ri­men­tó pro­fun­dos cam­bios polí­ti­cos e ideo­ló­gi­cos. De un ciclo de cen­troiz­quier­da que había atraí­do sim­pa­tías más allá de sus fron­te­ras y que fue con­si­de­ra­do social­men­te exi­to­so, pasó a un gobierno ubi­ca­do en la extre­ma dere­cha que sumó al nega­cio­nis­mo cli­má­ti­co un nega­cio­nis­mo sobre la gra­ve­dad del covid-19 y que dio la espal­da a las reco­men­da­cio­nes inter­na­cio­na­les. ¿Qué expli­ca este giro, qué cam­bios está pro­vo­can­do y cómo se ubi­ca la opo­si­ción para enfren­tar­lo? Al mis­mo tiem­po, la pan­de­mia pone sobre la mesa la nece­si­dad de repen­sar la polí­ti­ca social y dis­cu­tir for­mas uni­ver­sa­les y des­mer­can­ti­li­za­das de pro­tec­ción social. En esta entre­vis­ta, Lena Lavi­nas dia­lo­gó con Nue­va Socie­dad sobre la situa­ción de Bra­sil, pero tam­bién sobre los efec­tos de la finan­cia­ri­za­ción de la pro­tec­ción social y sobre cómo repo­ner res­pues­tas de tipo uni­ver­sa­lis­ta por sobre la frag­men­ta­ción actual. 

Lena Lavi­nas es pro­fe­so­ra en el Ins­ti­tu­to de Eco­no­mía de la Uni­ver­si­dad Fede­ral de Río de Janei­ro y miem­bro de la Escue­la de Cien­cias Socia­les del Ins­ti­tu­to de Estu­dios Avan­za­dos de Prin­ce­ton y del Cen­tro Inter­dis­ci­pli­na­rio para el Estu­dio de Polí­ti­cas Públi­cas (ciepp) de Argentina.

El giro ideo­ló­gi­co de Bra­sil fue muy pro­fun­do, de la cen­troiz­quier­da a la extre­ma dere­cha. ¿Qué cam­bió en la polí­ti­ca y tam­bién en la socie­dad en este casi año y medio de gobierno de Jair Bolsonaro?

Que­rría hacer una con­tex­tua­li­za­ción de cómo ocu­rrió una radi­ca­li­za­ción de estas dimen­sio­nes. Pue­de ser difí­cil de enten­der una pola­ri­za­ción polí­ti­ca y social de la enver­ga­du­ra que vive Bra­sil. Hay que retro­ce­der al gobierno de Dil­ma Rous­seff, cuya pre­si­den­cia coin­ci­dió con el fin del ciclo de los com­mo­di­ties. El país cono­ció cam­bios impor­tan­tes duran­te las pre­si­den­cias de [Luiz Inácio] Lula da Sil­va, como un mayor con­su­mo de masas, un cre­ci­mien­to de los ingre­sos de las fami­lias; todo el mun­do pare­cía feliz, inclu­si­ve los empre­sa­rios. No hay que olvi­dar que Lula fue ele­gi­do tan­to por las cla­ses popu­la­res como por las cla­ses medias. Pero en la ges­tión de Dil­ma muchas cosas empe­za­ron a cam­biar. Con la orga­ni­za­ción de la Copa del Mun­do de 2014 y de los Jue­gos Olím­pi­cos de Río de Janei­ro de 2016 se impul­só una serie de inver­sio­nes para poder lle­var a cabo los dos mega­even­tos. Fue un momen­to de infle­xión en el apo­yo de las cla­ses medias y las cla­ses popu­la­res al Par­ti­do de los Tra­ba­ja­do­res (pt). En 2013, en las lla­ma­das Jor­na­das de Junio, miles de per­so­nas salie­ron espon­tá­nea­men­te a las calles, prin­ci­pal­men­te con recla­mos por las tari­fas del trans­por­te, pero sobre todo en deman­da de un mejor trans­por­te públi­co y tam­bién de salud y edu­ca­ción públi­ca de cali­dad. Exis­tió males­tar por­que se com­pa­ra­ban las inver­sio­nes para el Mun­dial con la insu­fi­cien­te inver­sión social. El pro­ble­ma es que, tras un momen­to de acer­ca­mien­to a los sec­to­res que pro­tes­ta­ban, la pre­si­den­ta se acer­có a los sec­to­res con­ser­va­do­res e impul­só una ley anti­te­rro­ris­ta; inclu­so el pro­yec­to fue pre­sen­ta­do por un dipu­tado del pt, lo que era una con­tra­dic­ción pro­fun­da. Los movi­mien­tos pro­gre­sis­tas aban­do­na­ron las calles y el espa­cio fue ocu­pa­do por los gru­pos de dere­cha, que se orga­ni­za­ron rápi­da­men­te con­tra el gobierno. Fue como si la pro­tes­ta en el cam­po demo­crá­ti­co hubie­ra sido secues­tra­da por las fuer­zas con­ser­va­do­ras que fue­ron ganan­do múscu­lo des­de entonces.

Comien­za a ver­se que una vez pasa­dos el ciclo de los com­mo­di­ties y el aumen­to del con­su­mo, emer­gen a la super­fi­cie una insa­tis­fac­ción pro­fun­da y una rup­tu­ra de las bases de apo­yo del gobierno petis­ta. Ese aumen­to del con­su­mo se basó en impor­ta­cio­nes bara­tas, muchas de ellas pro­ve­nien­tes de Chi­na, gra­cias a un real enton­ces sobre­va­lua­do, mien­tras la estruc­tu­ra pro­duc­ti­va bra­si­le­ña se des­in­dus­tria­li­za­ba toda­vía más. Y a esto se agre­gó, duran­te el gobierno de Dil­ma, el aumen­to de la infla­ción y del endeu­da­mien­to de las fami­lias, sobre todo de los sec­to­res popu­la­res. Al dete­rio­ro eco­nó­mi­co se suma­ron las pri­me­ras denun­cias de corrup­ción en el mar­co de la mega­cau­sa del Lava Jato, que mues­tra que exis­te una red de corrup­ción con­for­ma­da por par­ti­dos polí­ti­cos, empre­sa­rios y empre­sas esta­ta­les, que con­sis­tía en el cobro de 1% a 3% de comi­sio­nes sobre los con­tra­tos de obras públi­cas. Ese dine­ro era lue­go redis­tri­bui­do entre los dife­ren­tes par­ti­dos. No se limi­ta­ba al pt. Solo que esto afec­tó más al PT en el mar­co del empeo­ra­mien­to eco­nó­mi­co. Entre tan­to, la dere­cha se fue apro­pian­do de las pro­tes­tas calle­je­ras que, en un comien­zo, tenían un públi­co amplio, que incluía tam­bién a votan­tes del pt.

En este mar­co se pro­du­cen las elec­cio­nes de 2014, que Dil­ma con­si­gue ganar pero enfren­ta­da a una dere­cha con una capa­ci­dad de movi­li­za­ción y de acción mucho más gran­de. Inclu­so el Par­ti­do de la Social­de­mo­cra­cia Bra­si­le­ña (psdb, cen­tro­de­re­cha) impul­sa un pro­ce­so para inves­ti­gar si las elec­cio­nes habían sido lim­pias. En 2015 la caí­da del pib fue de 3,8% y ahí es cuan­do Dil­ma nom­bra un minis­tro de Eco­no­mía orto­do­xo, Joa­quim Levy, que lle­gó para imple­men­tar una polí­ti­ca de aus­te­ri­dad fis­cal aún más pro­fun­da. Las pro­tes­tas anti­co­rrup­ción siguen en las calles y, como sabe­mos, esta con­jun­ción de fac­to­res deri­vó en el pro­ce­so de impeach­ment con­tra ella. En Bra­sil, las cri­sis eco­nó­mi­cas siem­pre lle­va­ron a cam­bios en las mayo­rías políticas.

El movi­mien­to de pro­tes­ta ali­men­tó una diná­mi­ca anti­pe­tis­ta que se trans­for­mó en una narra­ti­va anti­sis­te­ma. Entre 2015 y 2016, la caí­da lle­gó a 7,4%, la peor rece­sión que Bra­sil cono­ció en 100 años. Dil­ma per­dió el res­pal­do de sec­to­res pro­duc­ti­vos que habían apo­ya­do al pt, la izquier­da esta­ba divi­di­da y des­mo­vi­li­za­da –una par­te exi­gía una auto­crí­ti­ca que nun­ca lle­gó– y la dere­cha se escu­dó detrás de un dis­cur­so mora­lis­ta con­tra la corrup­ción. La gra­ve cri­sis eco­nó­mi­ca fue rápi­da­men­te apro­ve­cha­da por la dere­cha, como con­se­cuen­cia direc­ta de la corrup­ción. Pero cuan­do esta dere­cha habla­ba de aca­bar con todo lo que esta­ba mal, se refe­ría a aca­bar con una izquier­da que había toma­do el poder y que ten­dría valo­res anti­fa­mi­lia, anti­rre­li­gio­sos, etc. Este tipo de dis­cur­so anti­sis­te­ma iba en la mis­ma direc­ción que había toma­do en Tur­quía, en Hun­gría y en Esta­dos Uni­dos. Se abrió el pro­ce­so de impeach­ment con­tra Dil­ma Rous­sef y ahí sur­ge Jair Bol­so­na­ro como un outsi­der –pese a haber esta­do casi tres déca­das como dipu­tado irre­le­van­te y menos­pre­cia­do por la cla­se polí­ti­ca – . Dil­ma fue des­ti­tui­da en agos­to de 2016 y poco des­pués Lula fue dete­ni­do en el mar­co de la ope­ra­ción Lava Jato con prue­bas muy cues­tio­na­das. Estos dos hechos cons­ti­tu­ye­ron dos gol­pes durí­si­mos para la izquier­da, que fue inca­paz de orga­ni­zar­se para apo­yar a un can­di­da­to demo­crá­ti­co en las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les de 2018. El pt inten­tó man­te­ner a Lula como can­di­da­to des­de la pri­sión, pero aso­ciar la lucha con­tra la extre­ma dere­cha con la libe­ra­ción de Lula fue un error, por­que nadie quie­re votar a un can­di­da­to pre­so y Fer­nan­do Had­dad fue pos­tu­la­do dema­sia­do tar­de. Final­men­te, Bol­so­na­ro fue ele­gi­do con más de 57 millo­nes de votos váli­dos con­tra 47 millo­nes de Had­dad y 31 millo­nes de votos en blan­co, nulos y abstenciones.

Ape­nas gana, Bol­so­na­ro lan­za una ver­da­de­ra gue­rra cul­tu­ral con­tra el mar­xis­mo, con­tra el comu­nis­mo. Tras su ven­ta­ja en la pri­me­ra vuel­ta, Bol­so­na­ro dijo que los «rojos van a ser expul­sa­dos de Bra­sil» y que Lula iba a «pudrir­se en la cár­cel»… 1/​Su gobierno vie­ne ponien­do en jaque una serie de prin­ci­pios demo­crá­ti­cos y de dere­chos reco­no­ci­dos en la pro­pia Cons­ti­tu­ción. Tie­ne un fuer­te apo­yo entre los gru­pos evan­gé­li­cos –los evan­gé­li­cos son más de 30% de la pobla­ción y hay pro­yec­cio­nes de que podrían lle­gar a ser mayo­ri­ta­rios en 2030 – , y estos han ido radi­ca­li­zán­do­se en estos años (hay que recor­dar que muchos de ellos apo­ya­ron en su momen­to a Lula y a Dil­ma). Un cam­bio adi­cio­nal que tra­jo el triun­fo de Bol­so­na­ro fue la vuel­ta de los mili­ta­res al Poder Eje­cu­ti­vo. De los 22 minis­tros, nue­ve son mili­ta­res. Y hay más de 2.100 en el gobierno fede­ral, tan­to acti­vos como reti­ra­dos. Al mis­mo tiem­po, Bol­so­na­ro entre­gó el Minis­te­rio de Eco­no­mía al ultra­li­be­ral Pau­lo Gue­des, quien tra­ba­jó con los Chica­go boys del gobierno de Augus­to Pino­chet en la déca­da de 1970 y que lo úni­co que dice es que hay que redu­cir al míni­mo el Esta­do para aca­bar con la corrup­ción y con los pri­vi­le­gios de los emplea­dos públi­cos. El giro ideo­ló­gi­co es muy pro­fun­do y comen­zó antes del triun­fo de Bolsonaro.

¿Qué cam­bios está intro­du­cien­do la pan­de­mia? Bol­so­na­ro pare­ce uno de los últi­mos nega­cio­nis­tas e inclu­so acti­va a sus bases con­tra el con­fi­na­mien­to social.

Como Donald Trump, Bol­so­na­ro está en con­tra del mul­ti­la­te­ra­lis­mo. En la Orga­ni­za­ción de las Nacio­nes Uni­das (onu) ha ali­nea­do a Bra­sil con EE UU y paí­ses como Ara­bia Sau­di­ta, y con­tri­bu­yó a debi­li­tar del todo el sis­te­ma mul­ti­la­te­ral, inclu­si­ve votan­do con­tra las polí­ti­cas de géne­ro y de reco­no­ci­mien­to de los dere­chos repro­duc­ti­vos. La ban­de­ra anti­abor­to y anti­de­re­chos repro­duc­ti­vos y de los gru­pos lgb­ti+ es cen­tral en la estra­te­gia de movi­li­za­ción bol­so­na­ris­ta. La pan­de­mia de covid-19 sur­ge en un momen­to en el que la pola­ri­za­ción polí­ti­ca ya era extre­ma­da­men­te alta. Des­pués de dos años de rece­sión (2015 y 2016), vinie­ron tres años de estan­ca­mien­to, y eso daba pie a pen­sar que algo podía pasar. No hay que olvi­dar que en 2019, en su pri­mer año de gobierno, Bol­so­na­ro solo con­si­guió apro­bar la refor­ma pre­vi­sio­nal, menos radi­cal de lo que se había pro­pues­to. Para eso uti­li­zó el dis­cur­so del fin de los pri­vi­le­gios. Cuan­do lle­gó el coro­na­vi­rus, el gobierno esta­ba en un impas­se y con un dis­cur­so en favor de más refor­mas libe­ra­les. Que­ría pro­fun­di­zar aún más las dos refor­mas labo­ra­les apro­ba­das en 2017, que ya habían fle­xi­bi­li­za­do y des­re­gu­la­do amplia­men­te el mer­ca­do de tra­ba­jo. Cuan­do lle­ga la cri­sis sani­ta­ria, tene­mos un cre­ci­mien­to medio­cre de 1,1%, 12 millo­nes de des­em­plea­dos y unos 49 millo­nes de tra­ba­ja­do­res en la infor­ma­li­dad –una infor­ma­li­dad que cre­ce en una cur­va ver­ti­gi­no­sa– y 50 millo­nes de per­so­nas bajo la línea de pobre­za, según datos del Ban­co Mun­dial. El ingre­so per cápi­ta del 20% más pobre cayó entre 2015 y 2019 11,5%, y el 20% más rico tuvo un aumen­to de 6% en tér­mi­nos reales. Es una situa­ción explo­si­va. De los 12 millo­nes de des­em­plea­dos, solo 500.000 eran bene­fi­cia­rios del segu­ro de des­em­pleo, lo que mues­tra que el sis­te­ma de pro­tec­ción social ya no era capaz de aten­der a esa pobla­ción. Los cri­te­rios de acce­so son cada vez más res­tric­ti­vos. Lo mis­mo ocu­rre con la pobre­za. En un momen­to de cri­sis, Bol­so­na­ro comen­zó a redu­cir la cober­tu­ra del pro­gra­ma Bol­sa Famí­lia, con el argu­men­to de que había mucha gen­te hacien­do frau­de en un pro­gra­ma que paga en pro­me­dio a cada fami­lia 200 reales por mes (unos 35 dóla­res al valor actual).

Enton­ces, cuan­do lle­gó la pan­de­mia, ¿qué dijo Bol­so­na­ro? Que todo el mun­do tie­ne que tra­ba­jar, por­que si la pan­de­mia va a cos­tar vidas, tam­bién va a cos­tar muer­tes de empre­sas. Pero ade­más dice que si la gen­te cree en Dios va a estar pro­te­gi­da, nues­tra fe va a pro­te­ger­nos. Cuan­do la Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud (oms) decla­ró el covid-19 como pan­de­mia y acon­se­jó obser­var una serie de cri­te­rios como el dis­tan­cia­mien­to social, él fue en sen­ti­do con­tra­rio, dicien­do que era un absur­do, que no hay evi­den­cia cien­tí­fi­ca, que las cua­ren­te­nas van a arrui­nar el país.

En los comien­zos de la pan­de­mia había dicho que el coro­na­vi­rus era una gri­pe­zinha y lle­gó a afir­mar que los bra­si­le­ños no se con­ta­gian, pues son capa­ces de bucear en una alcan­ta­ri­lla sin que les pase nada. Su lema es Dios enci­ma de todos. Hoy Bra­sil tie­ne más de 35.000 muer­tos por covid-19. Si bien la mayo­ría de las muer­tes son de mayo­res de 60 años, las cifras mues­tran que en Bra­sil se reju­ve­ne­ció el coro­na­vi­rus, pro­duc­to de su estruc­tu­ra demo­grá­fi­ca y de la fal­ta de dis­tan­cia­mien­to social. Más de 60% de los casos con­fir­ma­dos afec­tan a per­so­nas de entre 20 y 49 años, y Bra­sil tie­ne un récord mun­dial de muer­tes por deba­jo de 50 años.

La reali­dad es que en Bra­sil, como en otros paí­ses de la región, el con­fi­na­mien­to no es un dere­cho para gran par­te de la pobla­ción que vive haci­na­da en vivien­das pre­ca­rias. Hay apro­xi­ma­da­men­te 15 millo­nes de per­so­nas que viven en fave­las, 25 millo­nes no tie­nen acce­so a agua pota­ble, 40 millo­nes no tie­nen acce­so a sanea­mien­to ade­cua­do. Estas son tam­bién fallas de los 14 años de gobierno del pt, que en lugar de inver­tir en una red de pro­tec­ción real, en la mejo­ra de la infra­es­truc­tu­ra urba­na, en polí­ti­cas habi­ta­cio­na­les de cali­dad y en mejo­rar los ser­vi­cios públi­cos, puso el acen­to en polí­ti­cas como el acce­so al cré­di­to, el con­su­mo de masas, el pro­gra­ma Bol­sa Famí­lia, etc. Enton­ces hay gen­te que se tor­na pre­sa fácil de este gobierno nega­cio­nis­ta que mani­pu­la nece­si­da­des socia­les en favor de una radi­ca­li­za­ción con­ser­va­do­ra. A esto se suma que el gobierno apro­bó un ingre­so de 600 reales (algo más de 100 dóla­res) men­sua­les, duran­te tres meses, para los tra­ba­ja­do­res infor­ma­les y per­so­nas que se encuen­tran por deba­jo de la línea de la pobre­za. Hubo más de 50 millo­nes de ins­cri­tos. Pero un núme­ro sig­ni­fi­ca­ti­vo de per­so­nas has­ta aho­ra no han reci­bi­do el bene­fi­cio. Ni siquie­ra la pri­me­ra entre­ga. Esto ha lle­va­do a que miles de tra­ba­ja­do­res pobres hagan cola dia­ria­men­te en las puer­tas de los ban­cos en un inten­to de reci­bir el bene­fi­cio tem­po­ral. Una situa­ción que vuel­ve a agra­var las medi­das de dis­tan­cia­mien­to social y favo­re­ce la pro­pa­ga­ción del virus.

Bol­so­na­ro vie­ne boi­co­tean­do las polí­ti­cas de dis­tan­cia­mien­to de los gober­na­do­res, lo que creó una nue­va cri­sis polí­ti­ca. La lógi­ca de Bol­so­na­ro es una lógi­ca de repro­duc­ción de la cri­sis y de enfren­ta­mien­to con­ti­nuo; él bus­ca una radi­ca­li­za­ción per­ma­nen­te por­que eso es lo que movi­li­za a sus bases. Qui­so prohi­bir a los Esta­dos y muni­ci­pios que legis­la­ran en favor del dis­tan­cia­mien­to social. Algu­nos gober­na­do­res están apli­can­do inclu­so la cua­ren­te­na. Fue nece­sa­rio que el Supre­mo Tri­bu­nal Fede­ral (stf) seña­la­ra que la Cons­ti­tu­ción bra­si­le­ña reco­no­ce la auto­no­mía de Esta­dos y muni­ci­pios y que tie­nen la potes­tad para adop­tar ese tipo de medidas.

Pero Bol­so­na­ro no se que­dó ahí. Con­vo­có una reu­nión en Bra­si­lia con los repre­sen­tan­tes de alre­de­dor del 46% del pib indus­trial de Bra­sil, unos 20 empre­sa­rios, para dis­cu­tir medi­das eco­nó­mi­cas de sali­da de la cri­sis y, una vez en Bra­si­lia, cam­bió la agen­da y los invi­tó a mar­char jun­tos al tri­bu­nal para pedir cam­bios en las reglas cons­ti­tu­cio­na­les; una esce­na dan­tes­ca y ver­gon­zo­sa 2/​. Fue una inva­sión a un poder inde­pen­dien­te. Tuvie­ron que abrir las puer­tas para escu­char las pre­sio­nes y la fal­ta de res­pe­to lide­ra­da por el pre­si­den­te, que vie­ne dicien­do en la calle No «aguan­to más«, «Yo soy la Cons­ti­tu­ción». Pare­ce un hom­bre com­ple­ta­men­te des­equi­li­bra­do, insano, tra­tan­do de impe­dir el lock­down. Has­ta aho­ra no tuvo una fra­se para las miles de fami­lias que per­die­ron a sus seres que­ri­dos. «Qué quie­ren que haga», res­pon­dió en una oca­sión. «No soy sepul­tu­re­ro para saber cuán­tas per­so­nas murie­ron», dijo. El minis­tro de Salud Nel­son Teich se dedi­ca­ba más al nego­cio de la salud que a su acti­vi­dad como médi­co. Poco des­pués de asu­mir el car­go, el nue­vo minis­tro des­pi­dió a fun­cio­na­rios de carre­ra y nom­bró a sie­te ofi­cia­les mili­ta­res para pues­tos estra­té­gi­cos en la car­te­ra. Ese mis­mo minis­tro se ente­ró en una con­fe­ren­cia de pren­sa de que el pre­si­den­te había fir­ma­do un decre­to, sin con­sul­tar­lo, hacien­do esen­cia­les no solo las acti­vi­da­des indus­tria­les y de cons­truc­ción, sino tam­bién las de bar­be­ría, pelu­que­ría y gim­na­sio. En otras pala­bras, el minis­tro no admi­nis­tra­ba la pan­de­mia. Teich duró menos de un mes en el car­go. Hay actual­men­te 12 mili­ta­res en fun­cio­nes en el Minis­te­rio de Salud y está pre­vis­to nom­brar a otros ocho; el gene­ral Eduar­do Pazue­llo, un mili­tar sin expe­rien­cia en el área, asu­mió como minis­tro inte­ri­no. Bol­so­na­ro movi­li­za a sus falan­ges para boi­co­tear las polí­ti­cas de los gober­na­do­res, con el argu­men­to de que Bra­sil «tie­ne que cre­cer», inter­vie­ne en las redes socia­les, cada día orga­ni­za sus míti­nes, la mayo­ría de las veces sin mas­ca­ri­lla y sin res­pe­tar el dis­tan­cia­mien­to social, insul­ta a la pren­sa y les gri­ta a los perio­dis­tas que se callen la boca. Hay un pro­ce­so de des­es­ta­bi­li­za­ción cons­tan­te de la ins­ti­tu­cio­na­li­dad demo­crá­ti­ca en el país. Nun­ca se había vis­to tan­ta vul­ga­ri­dad, gro­se­ría y agresividad.
Taboo­la – Body

Al mis­mo tiem­po, Bol­so­na­ro se ale­jó del par­ti­do que lo lle­vó al Pla­nal­to, el Par­ti­do Social Libe­ral, e inten­ta ter­mi­nar de orga­ni­zar un nue­vo par­ti­do. Como no tie­ne mayo­ría pro­pia en el Con­gre­so, se alió a los sec­to­res más corrup­tos del deno­mi­na­do cen­trão, que son la gen­te que él siem­pre denun­ció como el sec­tor más podri­do del Legis­la­ti­vo bra­si­le­ño. Aho­ra nego­cia car­gos con polí­ti­cos que esta­ban pre­sos has­ta hace poco tiem­po. Pero él pue­de hacer eso en la medi­da en que Sér­gio Moro dejó el gobierno en abril de este año. La renun­cia del ex-juez del Lava Jato lle­vó a una inves­ti­ga­ción a Bol­so­na­ro rea­li­za­da por el stf: Moro dice que el pre­si­den­te cam­bió al jefe de la Poli­cía Fede­ral para poder acce­der a casos que invo­lu­cran a su entorno. Aho­ra el futu­ro de Bol­so­na­ro está en manos del Poder Judi­cial y del Legis­la­ti­vo, por lo que posi­ble­men­te vamos a ver una pola­ri­za­ción de Bol­so­na­ro con estos dos pode­res. Todos los días, en Bra­si­lia, falan­ges bol­so­na­ris­tas orga­ni­zan peque­ñas mani­fes­ta­cio­nes, que aumen­tan los domin­gos, pidien­do el cie­rre del Con­gre­so y la Cor­te Suprema.

¿Cómo ve a la izquier­da bra­si­le­ña? Lula da Sil­va está libre pro­vi­so­ria­men­te, no emer­gie­ron nue­vos liderazgos…

La izquier­da está muy divi­di­da ya des­de hace mucho tiem­po. Inclu­so podría­mos decir que el cam­po demo­crá­ti­co está divi­di­do. Eso se mani­fes­tó en la segun­da vuel­ta, cuan­do Bol­so­na­ro enfren­tó a Had­dad. Varios can­di­da­tos que no logra­ron lle­gar, como Ciro Gomes, del Par­ti­do Demo­crá­ti­co Labo­ris­ta [pdt, por sus siglas en por­tu­gués], que no apo­yó a Had­dad. O Fer­nan­do Hen­ri­que Car­do­so. Des­de ese momen­to, la izquier­da no con­si­gue encon­trar un camino. Están los par­ti­dos ubi­ca­dos más a la izquier­da, como el Par­ti­do Socia­lis­mo y Liber­tad (psol), que tie­ne una muy bue­na actua­ción par­la­men­ta­ria, y tam­bién el Par­ti­do Socia­lis­ta Bra­si­le­ño, que se está reor­ga­ni­zan­do a esca­la nacio­nal. Entre los mejo­res dipu­tados hoy están Mar­ce­lo Frei­xo, del psol, que com­ba­te las mili­cias en Río de Janei­ro 3/​, y Ales­san­dro Molon, que aban­do­nó el pt por su fal­ta de auto­crí­ti­ca. La izquier­da sigue muy divi­di­da. Por ejem­plo, hoy exis­ten 36 pedi­dos de impeach­ment con­tra Bol­so­na­ro por crí­me­nes de res­pon­sa­bi­li­dad y obs­truc­ción de jus­ti­cia; nin­guno de ellos fue pre­sen­ta­do por el pt. Al mis­mo tiem­po es ver­dad, como dicen muchos ana­lis­tas y par­la­men­ta­rios, que hoy no exis­ten con­di­cio­nes para apar­tar del poder a Bol­so­na­ro. No obs­tan­te, la sali­da de Moro y sus denun­cias con­tra el pre­si­den­te favo­re­cen un pedi­do de impeach­ment que podría tener pro­gre­si­va­men­te más apo­yo. Dicho esto, hoy Bra­sil tie­ne una divi­sión en tres ter­cios: un ter­cio que es bol­so­na­ris­ta, un ter­cio que es lulis­ta y un ter­cio que no se iden­ti­fi­ca con nin­guno de los dos de mane­ra esta­ble. Lula, en este momen­to, debe ser pre­ca­vi­do con sus decla­ra­cio­nes, pero es cla­ro que no está apo­yan­do la uni­dad de la izquier­da. Recien­te­men­te, salió a decir que Bol­so­na­ro «no está cali­fi­ca­do como ser humano para pre­si­dir un país», aun­que antes había teni­do una decla­ra­ción poco feliz dicien­do que tenía dere­cho a cam­biar al jefe de Poli­cía e inter­fe­rir en la Poli­cía, que eso es una pre­rro­ga­ti­va cons­ti­tu­cio­nal del pre­si­den­te de la República.

¿Cómo que­da Bol­so­na­ro en medio de la cri­sis por la renun­cia de Sér­gio Moro?

Bol­so­na­ro se des­gas­tó con la sali­da de Moro. Per­dió el apo­yo de los sec­to­res más edu­ca­dos y aco­mo­da­dos. Dicho esto, con­ser­va un elec­to­ra­do total­men­te fiel de 20% a 25%, dis­pues­to a salir a la calle a defen­der­lo con­tra el comu­nis­mo. Y ade­más, hay que recor­dar el apo­yo de las Fuer­zas Arma­das. En estas sema­nas, Bol­so­na­ro salió varias veces a la calle dicien­do que «hay que cerrar el Con­gre­so», que hay que «cerrar el STF», «las Fuer­zas Arma­das nos apo­yan», «están con el pue­blo», etc. En la pri­me­ra sema­na de mayo, el minis­tro de Defen­sa publi­có una nota dicien­do que «las Fuer­zas Arma­das defien­den el Esta­do de dere­cho y la Cons­ti­tu­ción». Pero en la medi­da en que los mili­ta­res for­man par­te del gobierno, o en algún momen­to dejan el gobierno o comien­zan a defen­der­lo. A pesar de las múl­ti­ples pro­pues­tas de impeach­ment, Bol­so­na­ro con­ti­núa tenien­do una base sóli­da en los medios popu­la­res y entre los miem­bros de bajo ran­go de las Fuer­zas Arma­das y de segu­ri­dad. Una gran par­te de la base de estas fuer­zas son evan­gé­li­cos. En febre­ro de este año hubo un amo­ti­na­mien­to poli­cial en el esta­do de Cea­rá y los bol­so­na­ris­tas apo­ya­ron la huel­ga poli­cial. Eso encien­de una luz de aler­ta sobre el papel de las bases del Ejér­ci­to y la Poli­cía en caso de que el pre­si­den­te se radicalice.

Hoy hay varios esce­na­rios posi­bles: que avan­ce el jui­cio polí­ti­co; que Bol­so­na­ro ter­mi­ne dicien­do que es per­se­gui­do por el sis­te­ma y tra­te de radi­ca­li­zar­se, y ahí no sabe­mos cómo pue­den actuar dife­ren­tes gru­pos arma­dos; que se debi­li­te y sea suce­di­do por el vice­pre­si­den­te y gene­ral Hamil­ton Mou­rão. Hoy hay muchas pro­tes­tas frag­men­ta­das: ex-minis­tros de Medio Ambien­te con­tra las polí­ti­cas ambien­ta­les nega­cio­nis­tas del cam­bio cli­má­ti­co; ex-minis­tros de Rela­cio­nes Exte­rio­res con­tra la posi­ción anti­mul­ti­la­te­ra­lis­ta y los ali­nea­mien­tos inter­na­cio­na­les; ex-minis­tros de Edu­ca­ción con­tra las ver­gon­zo­sas polí­ti­cas edu­ca­ti­vas; pero no hay una estra­te­gia uni­ta­ria con­tra Bol­so­na­ro. Hay muchas pos­tu­ras vehe­men­te­men­te crí­ti­cas con­tra las accio­nes del gobierno de Bol­so­na­ro, pero nada de esto ha lle­va­do has­ta aho­ra a la for­ma­ción de un fren­te sóli­do y efec­ti­vo en favor de la democracia.

¿Qué nos dice la pan­de­mia sobre el futu­ro de la pro­tec­ción social?

Es impor­tan­te enten­der lo que fue el des­man­te­la­mien­to de los sis­te­mas de pro­tec­ción social en Amé­ri­ca Lati­na, ya incom­ple­tos e inade­cua­dos. Nun­ca se logró implan­tar un sis­te­ma úni­co de salud que com­pren­da a los tra­ba­ja­do­res infor­ma­les. Al gene­ra­li­zar­se las polí­ti­cas de aus­te­ri­dad fis­cal, ha empeo­ra­do la fal­ta de finan­cia­ción de los ser­vi­cios públi­cos, lo que ha dado lugar a un dete­rio­ro de su cober­tu­ra y cali­dad. En los últi­mos años hubo una con­ver­gen­cia entre órga­nos mul­ti­la­te­ra­les –des­de el Fon­do Mone­ta­rio Inter­na­cio­nal (fmi), la Orga­ni­za­ción Inter­na­cio­nal del Tra­ba­jo (OIT) y el sis­te­ma de las Nacio­nes Uni­das has­ta el Ban­co Mun­dial – , ade­más de figu­ras como la ex-pre­si­den­ta de Chi­le Miche­lle Bache­let, en seña­lar que lo impor­tan­te son los pisos de pro­tec­ción social. Pero estos son un retro­ce­so en paí­ses como Argen­ti­na, Cos­ta Rica, inclu­so Bra­sil, que con­si­guie­ron avan­zar en un sis­te­ma de pro­tec­ción social, toda­vía seg­men­ta­do y que muchas veces deja un sec­tor públi­co de baja cali­dad para los pobres, pero con voca­ción uni­ver­sal. Los pisos de pro­tec­ción social con­sis­ten sobre todo en trans­fe­ren­cias de ren­ta de poco valor para los gru­pos vul­ne­ra­bles y lo que es pro­vi­sión públi­ca des­mer­can­ti­li­za­da se redu­ce a un míni­mo: edu­ca­ción bási­ca y algu­nos ser­vi­cios de salud des­ti­na­dos a pro­te­ger a las madres y los niños peque­ños, como pro­gra­mas de vacu­na­ción. Quie­nes deseen más que eso deben bus­car cober­tu­ra en el sec­tor pri­va­do, a tra­vés de prés­ta­mos o la com­pra de segu­ros, cuya cober­tu­ra depen­de de la capa­ci­dad de pago. Hoy el sis­te­ma finan­cie­ro domi­na el sis­te­ma de pro­tec­ción social a esca­la glo­bal (jubi­la­cio­nes, sis­te­ma de salud, edu­ca­ción). Es dra­má­ti­co. En el caso de Bra­sil, la polí­ti­ca social sir­vió para con­so­li­dar el mode­lo de con­su­mo social­de­sa­rro­llis­ta, que con­sis­tió en pro­mo­ver la tran­si­ción hacia una socie­dad de con­su­mo de masas, a tra­vés del acce­so al sis­te­ma finan­cie­ro. La nove­dad del mode­lo social­de­sa­rro­llis­ta es la de haber ins­ti­tui­do la lógi­ca de la finan­cia­ri­za­ción en todo el sis­te­ma de pro­tec­ción social, ya sea median­te el acce­so al mer­ca­do de cré­di­to, ya sea vía la expan­sión de los pla­nes de salud pri­va­da, cré­di­to edu­ca­ti­vo, etc. Fue­ron años de pro­mo­ción de una agre­si­va estra­te­gia de inclu­sión finan­cie­ra. Asis­ti­mos de este modo a un pro­ce­so de finan­cia­ri­za­ción ace­le­ra­da, que se sir­ve del sis­te­ma de pro­tec­ción social para ven­cer la barre­ra de la «hete­ro­ge­nei­dad estruc­tu­ral», que fre­na­ba en Amé­ri­ca Lati­na la expan­sión de la socie­dad de mer­ca­do. Lo que nos ense­ña la pan­de­mia es que no se debe­ría seguir acep­tan­do la frag­men­ta­ción y la seg­men­ta­ción por ingre­so en el acce­so a la salud, la edu­ca­ción y la segu­ri­dad públi­ca de acuer­do con los ingre­sos. Hay que rein­ven­tar meca­nis­mos de finan­cia­mien­to de sis­te­mas uni­ver­sa­les sufra­ga­dos por los más ricos y por el sis­te­ma finan­cie­ro, que siguen tenien­do enor­mes bene­fi­cios inclu­so en perio­dos de cri­sis. Aho­ra mis­mo, mien­tras el virus mata, las empre­sas pri­va­das de salud prác­ti­ca­men­te recu­pe­ra­ron des­de media­dos de abril lo que habían per­di­do al ini­cio de la pan­de­mia, en mar­zo, en la Bol­sa de Valo­res. Se inten­tó cen­tra­li­zar y redis­tri­buir las camas de hos­pi­tal, pero el sec­tor pri­va­do se opu­so y eso segu­ra­men­te con­tri­bu­yó a mejo­rar su posi­ción en las bol­sas. Sus accio­nes recu­pe­ra­ron 60% o 70% de su valor, en un momen­to en que hay miles de muertos.

Esta pan­de­mia nos ense­ña que no hay futu­ro sin dere­chos uni­ver­sa­les. El covid-19 ente­rró de una vez por todas la idea de que pode­mos vivir indi­fe­ren­tes a lo que les pasa a nues­tros veci­nos. Demos­tró que no se pue­de seguir pos­po­nien­do una solu­ción dig­na para pro­por­cio­nar una vivien­da decen­te a los millo­nes de tra­ba­ja­do­res de todo el mun­do que viven en con­di­cio­nes infra­hu­ma­nas. Esto impli­ca repen­sar nues­tras prio­ri­da­des ante la ple­na evi­den­cia de que somos inter­de­pen­dien­tes a esca­la mun­dial. Hay algo que nos une más allá de la ban­da ancha de inter­net. Por el momen­to, las medi­das de emer­gen­cia adop­ta­das en nume­ro­sos paí­ses para garan­ti­zar la liqui­dez del sis­te­ma capi­ta­lis­ta están demos­tran­do ser bas­tan­te gene­ro­sas. Pero la reanu­da­ción será difí­cil, lar­ga y dolo­ro­sa. Con la cri­sis sani­ta­ria tem­po­ral­men­te bajo con­trol, y con el fin de las pres­ta­cio­nes que a menu­do se han apli­ca­do fue­ra de los sis­te­mas de pro­tec­ción social, de mane­ra ad hoc, ¿qué se espe­ra? ¿El regre­so a un pasa­do que ya no nos sir­ve y solo repro­du­ce el sufri­mien­to, la exclu­sión y la dis­cri­mi­na­ción? Tene­mos una cer­te­za: que­re­mos más lo públi­co. Repen­se­mos y refor­me­mos la esfe­ra públi­ca, el espa­cio colec­ti­vo que alber­ga y aco­ge por­que se basa en valo­res uni­ver­sa­les. For­ta­lez­ca­mos la demo­cra­cia par­ti­ci­pa­ti­va, la creen­cia en la cien­cia y la nece­si­dad urgen­te de rede­fi­nir nues­tros mode­los de desa­rro­llo, enfren­tan­do con posi­bi­li­da­des de éxi­to a mediano y lar­go pla­zo la cri­sis ambien­tal. Debe­mos rein­ven­tar la izquier­da y cons­truir un dis­cur­so que arti­cu­le y cree nue­vas iden­ti­da­des polí­ti­cas que tan­to nece­si­ta­mos. Ha lle­ga­do el momen­to de cons­truir uto­pías para supe­rar la dis­to­pía. El camino será tor­tuo­so, atra­ve­sa­do por esco­llos y tram­pas. Y será lar­go. Reque­ri­rá tiem­po, ener­gía y solu­cio­nes a esca­la mun­dial. Por aho­ra, la úni­ca cer­te­za que nos pue­de acer­car es la con­cien­cia de la direc­ción a tomar. Ya es un comien­zo que con­lle­va pro­me­sas transformadoras.

Itu­rria /​Fuen­te

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