El mensaje de Udalbiltza del 21 de mayo fue nítido: a pesar del calendario y del termómetro, es tiempo de tensión y de respuesta. Los encausados reclaman y el caso requiere una respuesta nacional, es decir, creativa, multitudinaria y plural
El deslumbrante parto en loor de multitudes de Udalbiltza no inducía a presagiar las turbulencias que la sacuden. Llegó primero el desembarco de algunos de sus fundadores; herida dolorosa que todavía no se ha cerrado; episodio ubicado en unas coordenadas que hoy parecen en vías de superación. Y luego, el asalto: una estocada que no fue, como pretendían los matones, mortal de necesidad. Aquel amargo 29 de abril de 2003, 13 miembros de nuestra institución nacional fueron a dar con los huesos en la cárcel; sus sedes, selladas a cal y canto; sus actividades, las del Consorcio y las del Fondo de Desarrollo, prohibidas. Y 400.000 euros pendientes de cumplir su encomiable cometido ricamente afanados. Udalbiltza quedaba lista para el descabello.
Las previsiones liquidadoras de Madrid fallaron. Udalbiltza sigue viva; a rastras con sus cadenas, no ha dejado de caminar; pese a las negras nubes que la envuelven, sigue siendo faro referente. Su actividad, siempre transparente y pública, invalida las ridículas acusaciones de que está siendo objeto. Su criminalización ha despertado encomiables y numerosos gestos de solidaridad: ha encontrado apoyo en instancias internacionales, en la ONU, en el Parlamento europeo; 2.000 concejales y ex cargos electos han pedido el archivo de la causa; el Parlamento vasco aprobó en 2008 una resolución que declaraba necesario el trabajo de Udalbiltza; numerosos agentes sociales suscribieron el manifiesto a su favor; el pasado octubre nació Udalbiltzari Sarea; en marzo asistimos a las Jornadas Internacionales que contaron con el respaldo de Conseu; recientemente, el municipio catalán de Arbucies aprobó una moción solidaria que a buen seguro tendrá continuidad en otros. Iniciativas alentadoras, pero que no dan margen a la tranquilidad.
Hay indicios preocupantes de que la justicia española afila sus navajas. Ha elegido para la vista oral unas fechas arteras ‑julio y septiembre- en las que nos entregamos a la molicie dando por supuesto que no hay asuntos apremiantes. El Tribunal juzgador está recurriendo al chanchulleo antes de abrir la sesión: ha rechazado la comparecencia de dos peritos y de varios testigos internacionales que la defensa considera muy importantes. Marrullerías que buscan ahuyentar testigos incómodos y miradas vigilantes ¿Se prepara una prevaricación? Todavía hay otro peligro, fruto éste de nuestras fantasías: suponer que el juicio que se avecina será un calco del de Egunkaria y que estos 22 encausados también saldrán absueltos. ¡Peligrosa suposición!
El 21 de mayo numerosos agentes sociales y personas individuales respondimos al llamado de Udalbiltza. Su mensaje fue nítido: a pesar del calendario y del termómetro, es tiempo de tensión y de respuesta. Los encausados reclaman y el caso requiere una respuesta nacional, es decir, creativa, multitudinaria y plural. Los nuevos vientos que soplan en Euskal Herria invitan a la confluencia.
Fuente: gara