Por Polo Martínez Agüero, Resumen Latinoamericano, 22 junio 2020
El mensaje de los hechos :
1) El rol del Estado :
El Estado siempre tiene propietarios. Dependerá de los intereses de quienes lo manejan los resultados que se lograrán a través de él.
Los trabajadores y los espacios populares no siempre han tenido la injerencia que los poderes oligárquicos instrumentan de manera casi permanente, con el arrebato y posterior usufructo de la “institucionalidad” que ellos utilizan como el complemento a su poder económico. Lo mismo ocurre en el plano de lo social y de lo cultural, que también ha sido del manejo de los sectores que se apropian del poder total.
Sin embargo, en la actualidad que estamos viviendo, aflora la contradicción del recurrente discurso de quienes, a lo largo de gran parte de la historia institucional, han sabido concentrar todo el poder – la estructura económica y el Estado – pues no sólo lo han demonizado como “el peor de todos los males a eliminar” sino que lo han modelado con su repetitivo mensaje de: “mientras menos Estado ….mejor”. Un elaborado entramado de métodos y conceptos que en la actual emergencia se desmoronó como un castillo de arena porque terminó mostrando todo lo contrario a lo que pregonan ya que el gran poder económico brilla por su ausencia, mientras que la administración de la crisis virósica es llevada a cabo irrefutablemente el Estado. Una realidad que está quedando clara, con matices, aprendizajes y/u errores, en nuestro país y en todo el mundo.
No son los grandes empresarios los que están solventando los sueldos de sus propios empleados, sino el Estado. Tampoco son las organizaciones benéficas o las fundaciones de los dueños de la economía las que están asumiendo la subsistencia de los espacios informales (que lo son como consecuencia del discurso y la lógica del eficientismo económico del mundo neoliberal). Hoy está a la vista de todos que es el Estado el que toma las decisiones políticas nutriéndose de los recursos dinerarios que le aporta el pueblo y el trabajador; ingresos que superan los aportes tributarios exiguos que tributan los “generadores de las divisas” con sus multimillonarias exportaciones.
2) La destrucción de nuestro ecosistema :
La realidad socioambiental ha sido motivo de la advertencia de amplios espacios sociales comprometidos por el presente y el futuro del planeta anticipando el colapso que los dueños del poder nos hicieron creer que nunca llegaría. En este caso también, los originantes de la debacle han persistido en denostar las innumerables advertencias – en defensa de sus propios intereses – generando la peyorativa categoría social que caracteriza a los movimientos que defienden al ecosistema como “los ambientalistas” ……… hasta que el colapso finalmente llegó. Sin embargo, insistentes con la lógica de los que priorizan la renta por sobre el ser humano y la sociedad ya empiezan a instalar, con la presión de los medios de difusión que les son propios, el dibujo del día después haciéndonos creer que la economía, basada en el capital, es la condición excluyente para salir de la pandemia. A esto le llaman “volver a la normalidad”. No asumen (ni van a asumir) que las luchas de los movimientos sociales predijeron por décadas los hechos que estamos viviendo. No reconocen que la verdadera justicia social va de la mano de la justicia socio-ambiental. Quieren instalar la “normalidad” postpandemia desde la recomposición de las interrelaciones y estrategias para la obtención de ganancias y ya han comenzado a delinear el regreso a la normalidad (operaciones periodísticas mediante), pretendiendo nuevamente imponer “su normalidad”. Se consideran a sí mismos como la nave insignia de la pandemia , justamente conformada por los países más importantes del “Grupo de los 7” en los que el virus está actuando de manera catastrófica lo que – más allá de la eliminación de su población sobrante que los beneficia – los pone en debilidad frente al resto de la comunidad global. Son el poder al que se le está cayendo la máscara y que sigue prometiendo modernismo. Ya no son creíbles ni siquiera como “potencias hipertecnológicas” , lo que nos vuelve a poner frente al desafío moral que siempre hemos abrazado: la construcción de una correlación de fuerzas que favorezca a los países más pobres y periféricos. Somos nosotros los que tenemos que plantearnos nuestro día después para construir la “normalidad de los pueblos”: nuestra normalidad.
La provincia de Mendoza, por tomar un ejemplo desde la realidad inmediata, sigue en una casi inédita emergencia hídrica que se mantiene desde los últimos doce años. La clase política mientras tanto vuelve a soslayarla con sus discusiones y espúreos enfrentamientos, propios de la elite que se aleja cada vez más del pueblo. Argumentan que se trata de la recuperación de recursos económicos adeudados por cuestiones de “coparticipación”, para “invertirlos” en la presa Portezuelo del Viento, que ya no tiene sentido por su obsolescencia en la generación de energía y porque cercena el derecho al agua de cinco provincias. Una megaobra que la casta política insiste en legitimar con el ya acostumbrado y poco creíble argumento de que “generará miles de empleos” y que, a diferencia de aquella estructura energética realizada para la industrialización y su función social vía sustitución de importaciones, parecería más bien destinada al avance de la logística de expoliación que requieren las multinacionales para operar sus megamineras, saqueantes y contaminantes: el Plan IIRSA.
Así, los funcionarios de la institucionalidad mendocina : Miriam Skalany (Dirección de Protección Ambiental), el Subsecretario de Energía y Minería, Emilio Guiñazú y el Secretario de Ambiente y Ordenamiento Territorial, Humberto Mingorance, son responsables de las áreas que direccionan la línea del extractivismo desde el Estado Mendocino que insiste en la racionalidad neoliberal economicista , mientras más se alejan de la realidad del pueblo.
Pero la pandemia también se ha vuelto en contra de la clase política, en nuestro país y en el mundo. Los ha sumido en su propia crisis debido a la debacle socioambiental de la cual han sido cómplices y los ha llevado a librar la batalla geopolítica para reposicionarse al frente de la hegemonía del entramado productivo/comercial que sobrevendrá, en el convencimiento del modelado de “su nuevo escenario”. Pretenden retomar el camino de la apología de la renta por sobre las consecuencias generadas. Necesitan (lo dejó clarísimo Bill Gates desde su sobreactuado rol en el filantro-capitalismo), la reducción demográfica de los espacios sociales que hoy ya les resultan un costo y se encaminan – cual si fuera una batalla geopolítica de última generación – hacia el duro enfrentamiento entre los poderes supremos de la multipolaridad Vs los de la unipolaridad, en forma de globalizadores Vs. antiglobalizadores.
En esa puja se incluye ahora lo científico de la mano de la industria farmacéutica y la competencia por “la vacuna y la medicación antivírica” porque hasta la desgracia por ellos generada aprovechan. También, en el nuevo contexto abruptamente instalado aparecen – porque no quieren quedar fuera – países como la India (potencia global y autosuficiente en vías de consolidación), u otros que ya sea por vía de lo económico o lo político inclinan la balanza en la disputa de alguna de las dos potencias hegemónicas ( EUA y China). Turquía por ejemplo también es una potencia en ciernes en la región que apuesta a los EUA. Rusia tampoco escapa a la nueva puja.
Mientras tanto, todavía no aparece ningún poderoso internado con Coronavirus….. salvo el descuido de Boris Johnson y algún que otro funcionario de segunda línea de la élite.
3) Desde la micro a la macroeconomía :
Al “hombre nuevo” del capitalismo – sujeto de la etapa formateado para el consumo – se lo ha complementado con la filosofía del “hombre pantalla”, dominado por las tendencias hacia el falso bienestar generado por las multinacionales, mediante la inducción mediática y la virtualidad (*). Es la otra “normalidad” a la que nos fuimos acostumbrando hasta que, de entre los mensajes que nos está dejando la pandemia, comenzamos a tomar nota de la economía real, la que por supuesto no “promocionan” los medios. Es que las restricciones a las diversas actividades económicas nos ha llevado a mantener en funcionamiento sólo lo que entendemos como “lo básico, justo y necesario para poder subsistir”. Y sorpresivamente….. hemos subsistido. La fabricación de automóviles se detuvo hasta llegar a cero, los artículos suntuarios tienen cerradas sus bocas de comercialización, y ni qué hablar de la indumentaria de última moda a la que muchos han debido momentáneamente renunciar. Y aún así subsistimos, lo que más allá de un “volver atrás” o un “retroceder a lo básico”, termina definiendo cuánto de lo que en la lógica consumista y sus espejitos de colores nos resulta necesario para sobrevivir. Una lógica de vida impuesta desde lo comercial que nos hace replantearnos la lógica biológica, la social y la solidaria, que de manera irrefutable nos está permitiendo re-descubrir la imponente cantidad de actividades y bienes económicos que exceden nuestras necesidades como especie humana.
No se ha entrado en crisis por las restricciones que menguaron el consumo. Si – y hay que ponerlo sobre la mesa – por las restricciones a la producción, en especial las que terminan cortando la lógica de obtención de ganancias por lo más fino es decir: las suspensiones o despidos que en este momento llegan a más de cienmil desde el comienzo de la cuarentena en nuestro país. Cabría preguntarse entonces si la cantidad de cesanteados y su desgraciada situación obedece a la producción de aquello que necesita el capital, pero que no necesita el hombre.
Mientras tanto (lo que natura non da …….), el mismo gobierno nacional ya da visos de los planteos extorsivos de la normalidad de ellos y da señales de seguir sosteniendo a Mendoza como provincia minera , resaltando ahora la necesidad del cobre (algo que ya resolvió el pueblo mendocino defendiendo la ley 7722 , la guardiana del agua), con el rechazo al proyecto San Jorge de Uspallata. Nuevamente se pretende poner como imprescindibles a los negocios multinacionales que saquean, depredan y destruyen el hábitat para retomar la economía post – pandemia. Siguen sin hacerse cargo de su responsabilidad en el cambio climático que nos acerca lamentablemente al quiebre civilizatorio. Son las señales apuntan a resolver el acontecer económico con la misma lógica destructiva del contexto socioambiental que incluyó sin tapujos la devaluación del agua como fuente de vida.
Va quedando claro que la “normalidad” – a construir desde el pueblo y los trabajadores – requiere de manera indubitable la derrota del paradigma que transformó al agua como vehículo para la mayoría de las endemias que se han transmitido por vía de su contaminación tanto como para la diseminación del glifosato en el centro del país. Los pueblos cordilleranos sabemos de la escases, para bien de las megamineras. También sabemos que hay un agua desigual, como lo demostrara el pueblo de la provincia de Mendoza en el memorable diciembre de 2019 con las movilizaciones que, comparables con el Mendozazo de 1972 , se plantó ante la elite partidocrática (oficialismo y oposición), derrumbando la intentona gubernamental que pretendió hacernos creer que la Megaminería, que sólo beneficia a las multinacionales , es el milagro que nos generaría trabajo, bienestar y desarrollo.
Así como los pueblos debemos garantizar desde el Estado el derecho humano e inalienable al agua potable y a la integralidad de la salud, también debemos derrotar el paradigma económico para reemplazarlo por una nueva matriz que – como se está comprobando – permite de manera sostenible el desenvolvimiento de las actividades de producción e intercambio de manera soberana por medio de objetos de explotación socio-eco –sustentables, definidos desde el pueblo y los trabajadores y no desde los centros de inducción al consumo innecesario.
4) La pandemia que legitima el control social :
El inesperado caos sanitario mundial en el que se desenvuelve nuestra vida cotidiana no sólo nos está incorporando la aversión hacia la cercanía del prójimo que transita a menos de un metro de distancia sino que además, nos lleva a la conducta que legitima el “apartheid” hacia los multitudinarios espacios de población sobrante , en nuestro caso los representados por las Villas o asentamientos que, guardias pretorianas mediante, son transformados en ghettos rodeados por uniformados dispuestos a todo, para proteger a los pudientes de cualquier posible “contagio”. Así, muchas escenas sólo difundidas por las redes sociales no oficiales nos muestran cada semana la brutalidad policíaca que, cual si fuera aquél enemigo que no pudieron vencer en las Malvinas, desarma a patadas y golpes al pobre que no lleva el barbijo, o a la madre que es golpeada junto a su familia, justamente por ser Quom y vivir en Fontana , provincia del Chaco.
Pero no sólo las bravías fuerzas de seguridad (que reciben órdenes superiores de las gestiones gubernamentales), son las que instrumentan la legitimidad del control social. También y como si hubiera sido diseñado en un laboratorio, opera el virus que actúa no sólo sobre el que menos tiene sino – precisamente – sobre el que lucha y los representa como Carmen Canaviri (Villa 1−11−14), Ramona Medina (Villa 31) y Daniel Navarro ( Villa Azul). La pandemia pues, está operando sobre el color y la diferencia social. George Floyd – en Mineápolis – es un claro ejemplo de esta realidad global. No queremos un futuro de pandemias que militarizan el control de los pueblos con licencia social. El regreso a la normalidad y el tránsito hacia ella no pueden servir de argumento para el control del planeta en las dimensiones humana, cultural y económica, con tácticas y estrategias que en manos de los poderosos prometen resolvernos el regreso al consumo exacerbado e ilimitado, en un mundo que ya tiene menos habitantes.
5) Los miedos :
La ofensiva cultural emprendida por el neoliberalismo en los últimos cuarenta años se ve coronada por la frutilla del postre con los dos grandes miedos que no vienen del aire; tampoco surgen por generación espontánea. Son el miedo a la enfermedad y el miedo a la pobreza.
Siempre ha existido en la humanidad el rechazo y el miedo a la enfermedad pero el modo en que en el mundo se ha manejado la pandemia de Coronavirus ha acentuado éste temor natural y los poderes hegemónicos ya le encuentran sus beneficios. Un hecho concreto es lo ocurrido en Mendoza tras el famoso “caso 98” que disparó contagios numerosos por lo que el gobernador – ni lerdo ni perezoso – hizo uso de los miedos y de sus poderes institucionales para impedir la realización de una anunciada movilización en forma de caravana, ante la situación de los empleados estatales y de los educadores a quienes se les niega paritarias y se les pretende liquidar el aguinaldo en cuenta gotas. Docentes que en Mendoza se encuentran excedidos de trabajo hasta lo inhumano – extorsionados con el “ítem aula” y ahora con el “teletrabajo” cuyas condiciones se van instalando en todo el país en forma de regímenes de “vigilancia y cuarentena bio-políticas”. La llegada de la caravana a la casa de gobierno , justo después de que el gobernador decretara la vuelta atrás en las modalidades de “reunión” estuvo marcada, tal como ya es una costumbre en la Mendoza dictatorial, por un impresionante despliegue policial dispuesto a todo…….en función de “cuidarnos de la pandemia……”.
Por otro lado el miedo a la pobreza en esta situación crítica y global también se fortalece, por el arrastre de toda una historia de injusticia social y del naturalizado marco de injusticia socioambiental. Es un corset del que nos es difícil escapar porque casi no hay resquicio para salir del marco de desigualdad si no es por la lucha que nos debemos para hacer de la solidaridad de los pueblos un verdadero recambio del sistema. Es cierto que – en estas condiciones – las prescripciones de los virólogos e infectólogos en cuanto a la aplicación de los protocolos (distancia, tapabocas, alcohol en gel, etc. etc) son la única alternativa que nos queda ante la posibilidad de que un infectado genere la infección en un espacio social de mayor envergadura. Es el “nexo epidemiológico hacia la circulación comunitaria” aunque con el condicionamiento mayor que – más allá de sus determinantes – pasa a ser social, agravado en los sectores más vulnerables y precarizados. Una situación que no es nueva, desde el comienzo de la última versión del capitalismo mundial que redujo la población de ocupados sin producir para éstos otra respuesta que los subsidios, todo enraizado primordialmente en los países sometidos por las deudas externas. Pobreza, precarización, informalidad y deuda permanente, son el símbolo de la etapa neoliberal a que nos hemos acostumbrado en Latinoamérica y que hoy estalla en forma de “virus incontrolable”, como si fuera un hecho que sorprende.
Los militantes sabemos que los miedos siempre son superados por medio de la lucha, mientras haya una clara conciencia de la coyuntura que se atraviesa y de los frentes a los que hay que doblegar. Sólo basta recordar que días antes del estallido virósico, el contexto al que se encaminaban los espacios en lucha de diversos países del globo comenzaba a hacer historia en la contraofensiva al sistema. El mundo estalló en marchas que se diseminaban como reguero de pólvora contra la desigualdad con plena conciencia de los luchadores de que mientras siga en vigencia el actual sistema y su “normalidad del día después”, habría muchos que caerán en el combate que siempre ha trascendido los miedos inducidos.
Así, lo que pocos días antes de la aparición de la pandemia global veíamos atónitos, con las decenas de jóvenes que caían víctimas de los carabineros chilenos y su refinado método represivo para manifestantes con las perdigonadas en los ojos, hoy lo tenemos en la lucha de los médicos – pésimamente pagos – quienes más allá de su rango profesional, están dedicados y entregados con un invalorable compromiso en una lucha a muerte por la vida para cubrir la salud en todas sus formas aunque – en la mayoría de los casos – sobreexplotados por la necesidad de mostrar una “ efectiva administración política” de la pandemia que sólo se refleja en las estadísticas – sin nombre – cada una de las jornadas en las que a los facultativos , se los desaparece en su monumental entrega y compromiso.
La patología médica que ha impregnado al planeta con los números y estadísticas de cada zona, continente o país y sus secuelas de mortandad graficadas matemáticamente son el hecho objetivo del momento pero, no se nos escapa que el gran enfermo, la gran enfermedad, es el sistema , el gran Titán a quien tenemos que derrotar, como David derrotó a Goliat porque la vulnerabilidad y mortandad humana no son democráticas, son funcionales a la institucionalidad de las superestructura que dominan el planeta.
Hay que asumirlo: unos y otros estamos enfrascados en anticiparnos al día después. El nuestro dependerá de que asumamos la unidad y la acción en el marco de la gran solidaridad de los pueblos para integrarnos en un espacio compacto, posible, creíble y fáctico, en el camino a la derrota del día después de los poderes hegemónicos.
El cerebro también necesita un abrazo de compañeros.
(*) = Así como desde nuestra perspectiva siempre hemos considerado necesario la construcción del hombre nuevo, el sistema capitalista fue creando el suyo a manera de antítesis. Hoy queda más claro que nunca con el new deal (nuevo orden), expresado en el hombre pantalla, el avance naturalizado en la sociedad planetaria que puja por el gran debate parteaguas del 5G, integrando al tecnologismo en todos los planos de la vida. Nos están llevando al futuro sin contacto humano cual “laboratorio vivo” en el que la experimentación e investigación nos hace rememorar los avances que en distintas disciplinas se obtuvieron en los campos de concentración como en la genética, la hepatología y la virología entre otras. Estamos a las puertas pues de un futuro que apunta a terminar con lo personal, lo humano y lo social a través de la conectividad digital de alta velocidad. Un modelo que se va filtrando poco a poco en los planos de la Eduación y la Salud; un futuro con menos médicos y menos trabajadores sanitarios . Con menos maestros y educadores a quienes ya está supliendo la tecnología ( velocidad warp = forma teórica de moverse más rápido que la luz). Es la realidad cientificista que se nos muestra como la panacea nos resolverá el control del o de los virus generadores de las futuras pandemias….. La nueva realidad que promueve Bill Gates, camino de la inteligencia artificial.
Han tratado de torcer el camino de la vida y de la historia. Más allá de los denodados esfuerzos de Bill Gates y Eric Schmidt por demostrar que todo se puede resolver con la tecnología y las grandes bases de datos que, pandemia de por medio, lograron incluir hasta a los informales y los migrantes, pero nunca podrán reemplazar el sentir ni el amor de una madre, la interacción humana y presencial y menos que menos el accionar grupal y masivo de una asamblea o de un movimiento popular, haciendo frente a un poder autoritario al que hay que desplazar.
*Montoneros Mendoza