Tras algunos ataques nocturnos contra las estatuas del rey belga [entre 1865 y 1909] Leopoldo II ahora le toca el turno al rey [entre 1951 y 1993] Balduino. En cualquier caso, desde un punto de vista histórico sería difícil poner en duda que la monarquía, como confluencia de las élites industriales, financieras, militares y políticas, representa una continuidad colonial y neocolonial, de Leopoldo II a Balduino.
No se debe limitar el campo de visión a un solo hombre llamado Leopoldo II. ¿Verdaderamente Leopoldo II fue el único responsable de esta política de terror que asoló el Estado Libre de Congo y de su tributo, que algunos demógrafos serios calculan en entre 3 y 6 millones de personas muertas?
Leopoldo nunca hubiera podido levantar su Estado Libre del Congo sin el decisivo apoyo y la colaboración de la élite belga. Aunque al principio el apoyo de Bruselas fue muy dubitativo ya que temía las reacciones agresivas de las grandes potencias vecinas que veían con malos ojos el insaciable apetito colonial del rey belga, no tardó en ser algo más que un simple gesto de aquiescencia. El déspota creó un pequeño ejército privado gracias a oficiales belgas destinados ahí que ejercieron su mando sobre mercenarios y segundones congoleños. Bruselas ocultó la operación poniéndolos a disposición del “Instituto Geográfico Militar”, tras lo cual fueron trasladados a Congo.
También fue decisivo el apoyo financiero de las autoridades belgas, de la empresa Société Générale y de toda una serie de banqueros: sin los préstamos concedidos en 1887, 1889 y 1890, no se habría ganado gran cosa con esta economía basada en el saqueo generalizado. Ya en 1890 las autoridades belgas lograron un acuerdo que estipulaba que un día Bélgica podría adquirir el Congo. La sangrante campaña por el tan codiciado caucho iba a despertar el apetito del capital privado, que se volvió claramente insaciable cuando quedó claro que el subsuelo del país rebosaba de riquezas fabulosas, lo que llevó al geólogo Jules Cornet, que estaba estupefacto, a llegar a la conclusión de que el Congo era “un escándalo geológico”.
Gracias a un colosal robo de tierras en en el que se confiscaron tierras baldías Leopoldo pudo distribuir concesiones gigantescas al capital privado, lo que llevó en 1906 a la fundación, entre otras, de la Union Minière (cobre) y de la Forminière [Sociedad Internacional Forestal y Minera] (diamantes). Ya entonces banqueros como Lambert, Empain, Nagelmackers y [el banco] Deutsche Bank ya habían invertido sumas enormes en el rico filón colonial.
La imbricación entre la monarquía, el capital privado y las élites políticas también prosiguió tras convertirse el Congo en una colonia de Bélgica en 1908 (1): es muy significativo que diez de los doce gobernadores de la Société Générale, el holding que supervisaba la gestión de las joyas coloniales de la corona, representaran a la monarquía. Esta red salió de la sombra en 1960 cuando contra todo pronóstico el nacionalista convencido Patrice Lumumba se convirtió en primer ministro del Congo.
En mi libro L’assassinat de Lumumba publico una carta dirigida por el rey Balduino a los adversarios de Lumumba: Tshombe, Mobutu y su entorno belga. En esa carta, fechada a finales de octubre de 1960, el rey ataca a Lumumba en unos términos inusualmente hirientes y elogia a Tshombe. En aquel momento Tshombe, apoyado por militares belgas y el capital, había escindido de la autoridad central la rica provincia minera (cobre) de Katanga. La carta es una respuesta a una nota que un oficial belga del entorno de Tshombe había dirigido unos días antes al rey Balduino en la que se mencionaba que se iba a tratar de matar a Lumumba. En ella se decía, literalmente, que querían “neutralizarlo, si es posible, físicamente”. Difícilmente se puede entender la carta de Balduino como algo que no fuera una aprobación implícita del proyecto de asesinato. En los términos eufemísticos de los expertos de la comisión parlamentaria sobre Lumumba era una reacción “abrumadora”.
Es de imaginar que los oficiales belgas que el 17 de enero de 1961 supervisaron del primero al último minuto el martirio y ejecución de Patrice Lumumba no habían olvidado esta reacción del soberano.
Ludo De Witte
(1) La Conferencia de Berlín de 1885 estableció el denominado Estado Libre del Congo, un dominio colonial africano propiedad privada del rey Leopoldo II de Bélgica, el cual lo administró desde ese momento de forma privada hasta 1908 en que pasó a convertirse en una colonia de Bélgica (N. de la t.).
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