Puerto Rico. El virus del odio

Puer­to Rico. El virus del odio

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 23 de junio de 2020

Las siglas LGBTTIQPA+ se usan para refe­rir­se a las per­so­nas les­bia­nas, gays, bise­xua­les, trans­gé­ne­ros, tran­se­xua­les, inter­se­xua­les, queer, pan­se­xua­les, ase­xua­les, entre otras. Las cate­go­rías son para com­pren­der las diver­si­da­des, no para enca­jo­nar. Las per­so­nas son diver­sas cul­tu­ral y bio­ló­gi­ca­men­te. La sexua­li­dad es com­ple­ja, diver­sa y cam­bian­te. Sin embar­go, la socie­dad se ha cons­trui­do segre­gan­do entre homo­se­xua­les y hete­ro­se­xua­les, exclu­yen­do las diver­si­da­des e impo­nien­do la hete­ro­se­xua­li­dad obligatoria.

La orien­ta­ción sexual, expre­sión e iden­ti­dad de géne­ro no son enfer­me­da­des. Así lo han decla­ra­do gre­mios pro­fe­sio­na­les tales como la Aso­cia­ción de Psi­co­lo­gía, Psi­quia­tría, Con­se­je­ría, Pedia­tría, Tra­ba­jo Social, la Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud, entre otras. Lo que afec­ta la salud es el odio. El odio se mani­fies­ta de múl­ti­ples for­mas tales como el racis­mo, el sexis­mo, el cla­sis­mo, la xeno­fo­bia, la trans­fo­bia, la homo­fo­bia, la geron­to­fo­bia, entre otras. El odio cau­sa las vio­len­cias. Las vio­len­cias gene­ran trau­mas. Los fac­to­res que per­pe­túan las vio­len­cias son estruc­tu­ra­les e ins­ti­tu­cio­na­les. La inequi­dad es estruc­tu­ral. La trans­fo­bia y la homo­fo­bia ins­ti­tu­cio­nal se legi­ti­man en ins­ti­tu­cio­nes socia­les tales como el Esta­do, las igle­sias, las fami­lias, los medios de comu­ni­ca­ción y las escue­las. Los dis­cur­sos de odio estig­ma­ti­zan, des­hu­ma­ni­zan y demo­ni­zan a las per­so­nas trans, no bina­rias y sexual­men­te diver­sas. El odio es social y es como un virus. Des­de bebes somos vul­ne­ra­bles al con­ta­gio. Duran­te el pro­ce­so de socia­li­za­ción vamos inter­na­li­zan­do dis­cur­sos de odio y pre­jui­cios. La pan­de­mia del odio se espar­ció en las socie­da­des huma­nas arre­ba­tan­do millo­nes de vidas alre­de­dor del mun­do. Son alar­man­tes las cifras de per­so­nas LGBTTIQPA+, afro­des­cen­dien­tes y muje­res tor­tu­ra­das, ase­si­na­das y vio­la­das. Aún en el siglo XXI hay paí­ses con pena de cár­cel y de muer­te para las per­so­nas LGBTTIQPA+. Esto vio­len­ta los dere­chos huma­nos a la no dis­cri­mi­na­ción, a la pro­tec­ción de la vida, a la segu­ri­dad, a no sufrir tor­tu­ras, entre otros.

La ley fede­ral de deli­tos de odio de 1969 fue enmen­da­da por la ley Matthew She­pard de 2009 para incluir los crí­me­nes moti­va­dos por géne­ro, orien­ta­ción sexual e iden­ti­dad de géne­ro (real o per­ci­bi­da). En Puer­to Rico la ley 46 de 2002 enmen­dó la regla 171 de pro­ce­di­mien­to cri­mi­nal para incluir el agra­van­te si el deli­to fue moti­va­do por razón de sexo, orien­ta­ción sexual, géne­ro e iden­ti­dad de géne­ro. Dichas cate­go­rías se logra­ron incluir en el Art. 72 del Códi­go Penal de 2004. Tam­bién, se luchó para que se man­tu­vie­ran en el Códi­go Penal de 2012 en el Art. 66. Sin embar­go, no ha sido sólo luchar la apro­ba­ción de leyes equi­ta­ti­vas, sino tam­bién para que se imple­men­ten. El agra­van­te de odio ha sido apli­ca­do en muy pocos casos gene­rán­do­se así la des­con­fian­za en las ins­ti­tu­cio­nes poli­cia­cas y judi­cia­les. La res­pues­ta a esta situa­ción ha sido la fis­ca­li­za­ción ciu­da­da­na de acti­vis­tas exi­gien­do que se reco­noz­can, inves­ti­guen y escla­rez­can los crí­me­nes de odio. Invi­si­bi­li­za­dos que­dan en los regis­tros ofi­cia­les muchos even­tos de vio­len­cias que a dia­rio afron­tan las per­so­nas sexual­men­te diver­sas. Los crí­me­nes de odio son la for­ma de vio­len­cia más visi­ble. Por ejem­plo, el Ángel de los Sol­te­ros, ase­sino en serie duran­te la déca­da de los 80. Es ate­rra­dor que el odio se per­pe­túa en el tiem­po. Even­tos recien­tes de crí­me­nes de odio alar­gan la lis­ta de per­so­nas LGBTTIQPA+ atroz­men­te ase­si­na­das. Por ejem­plo, la masa­cre de Pul­se, los crí­me­nes de odio de Neu­li­sa Ale­xa, Yam­pi, Sere­na Ange­li­que, Lay­la Pelaez, Pené­lo­pe, entre otres. Recien­te­men­te se esti­ma que 10 per­so­nas de las comu­ni­da­des LGBTTIQPA+ han sido ase­si­na­das en el tér­mino de 15 meses. La situa­ción de Ale­xa con­mo­cio­nó a la socie­dad puer­to­rri­que­ña por­que refle­ja la exclu­sión social y el dis­cri­men múl­ti­ple no sólo por ser trans, sino tam­bién por ser mujer empo­bre­ci­da, trau­ma­ti­za­da y sin vivien­da. A Ale­xa se le juz­gó social­men­te por usar el baño que corres­pon­día a su iden­ti­dad de géne­ro. Es indig­nan­te la impu­ni­dad para los res­pon­sa­bles del cri­men, ya que evi­den­cia la falla en la debi­da dili­gen­cia del Esta­do pre­ve­nir, inves­ti­gar, repa­rar daños a las víc­ti­mas y san­cio­nar a los res­pon­sa­bles del deli­to. Igual­men­te, indig­nan­te es que agen­tes de la poli­cía se refi­rie­ron a Ale­xa como un hom­bre ves­ti­do de mujer. Esto demos­tró públi­ca­men­te la vio­la­ción a la Orden Gene­ral de la poli­cía (624 de 2015) que esti­pu­la el deber de tra­tar a las per­so­nas trans según su iden­ti­dad. Más que refor­ma, la poli­cía nece­si­ta transformación.

Exis­ten pro­mo­to­res del odio que con­ti­núan gol­pean­do a las comu­ni­da­des LGBTTIQPA+. Con sus dis­cur­sos de odio con­de­nan a las comu­ni­da­des diver­sas a una vida no via­ble. Sin embar­go, el dere­cho a la liber­tad de expre­sión no pue­de ser invo­ca­do para jus­ti­fi­car las vio­len­cias. Por ejem­plo, el pro­gra­ma SuperX­clu­si­vo de Kob­bo San­ta­rro­sa tuvo que­re­llas en la FCC, boi­cot y reti­ro de sus aus­pi­cia­do­res por su dis­cur­so de odio. A Ricky Rose­lló el pue­blo lo des­pi­dió, tras salir a la luz públi­ca el infa­me chat con men­sa­jes homo­fó­bi­cos, misó­gi­nos, entre otros. Igual­men­te, la his­to­ria ates­ti­gua la pro­mo­ción del odio con dis­cur­sos públi­cos que salen de la boca de Wan­da Rolón, Jor­ge Rasch­ke, el sacer­do­te Car­los Pérez, Cesar Váz­quez, Ricky Rosa­do, Rive­ra Shatz, la Pas­to­ra Nay­da Vene­gas, María M. Char­bo­nier, Car­los Mén­dez, entre otrxs. Estos per­so­na­jes son res­pon­sa­bles de la vio­len­cia trans­fó­bi­ca y homo­fó­bi­ca por el “hate speech” que ver­ba­li­zan y que cons­ti­tu­ye una cam­pa­ña públi­ca de odio con­tra las comu­ni­da­des LGBTTIQPA+. No obs­tan­te, el odio se dis­fra­za y se nie­ga a sí mis­mo. Esto se obser­va en el mal lla­ma­do par­ti­do Pro­yec­to “Dig­ni­dad” cuyo por­ta­voz es Cesar Váz­quez, quien tie­ne un his­to­rial pro­ba­do de opo­si­ción a los dere­chos huma­nos de las comu­ni­da­des LGBTTIQPA+. En posi­cio­nes de poder se nece­si­ta a per­so­nas que defien­dan los dere­chos huma­nos. Estos gru­pos de odio fun­da­men­ta­lis­tas con­ti­núan impul­san­do la agen­da del odio. Las comu­ni­da­des LGBTTIQPA+ bata­lla­ron con­tra una ley de “liber­tad reli­gio­sa” que jus­ti­fi­ca­ba el dis­cri­men. Los fun­da­men­ta­lis­mos fun­da­men­tan el odio.

His­tó­ri­ca­men­te los dere­chos han sido lucha­dos. Las leyes equi­ta­ti­vas han sido apro­ba­das a cuen­ta­go­tas y están bajo ame­na­za. Algu­nos dere­chos tales como poder casar­se y adop­tar han apli­ca­do a Puer­to Rico por deci­sión de la Cor­te Supre­ma de los EE. UU. Los gobier­nos le dan para ade­lan­te y para atrás a las polí­ti­cas públi­cas equi­ta­ti­vas. Por ejem­plo, en el Depar­ta­men­to de Edu­ca­ción se han apro­ba­do y se han dero­ga­do polí­ti­cas de equi­dad tales como la edu­ca­ción con pers­pec­ti­va de géne­ro y ves­tir­se según la iden­ti­dad de géne­ro. Recien­te­men­te defen­sorxs de dere­chos huma­nos exi­gían públi­ca­men­te a la Gober­na­do­ra, Wan­da Váz­quez Gar­ced, que vete­ra el pro­yec­to del nue­vo Códi­go Civil. El pro­yec­to de ley de la auto­ría de María Mila­gros Char­bo­nier y el sacer­do­te Car­los Pérez tuvo que ser enmen­da­do por­que res­ta­ba dere­chos y fue ela­bo­ra­do des­de la pers­pec­ti­va del con­ser­va­du­ris­mo reli­gio­so. Peri­tos han seña­la­do que no fue un pro­ce­so par­ti­ci­pa­ti­vo y en algu­nos artícu­los es ambi­guo y las leyes deben ser cla­ras. Por ejem­plo, se eli­mi­nó de dicho códi­go cual­quier refe­ren­cia a orien­ta­ción sexual e iden­ti­dad de géne­ro. El nue­vo Códi­go Civil sigue exclu­yen­do del acce­so igua­li­ta­rio a las unio­nes civi­les. No inclu­yó la orien­ta­ción sexual, la iden­ti­dad y expre­sión de géne­ro como cate­go­rías legal­men­te pro­te­gi­das ante la invi­si­bi­li­dad y dis­cri­mi­na­ción his­tó­ri­ca con­tra la dis­cri­mi­na­ción de las comu­ni­da­des LGBTIQPA+. Siguen sin legis­lar­se leyes pro­tec­to­ras anti­dis­cri­men en áreas tales como el acce­so a los bie­nes y ser­vi­cios, la vivien­da y la aten­ción de la salud. El acce­so a la ciru­gía de afir­ma­ción de sexo, tera­pia hor­mo­nal y prohi­bir las «tera­pias» de con­ver­sión, en par­ti­cu­lar en menores.

Urge res­ca­tar y crear entes fis­ca­li­za­do­res impar­cia­les con las facul­ta­des de inves­ti­gar que­re­llas de vio­la­cio­nes de dere­chos huma­nos y el obser­va­to­rio que reco­pi­le esta­dís­ti­cas con­fia­bles. La fis­ca­li­za­ción ciu­da­da­na y la acción social sur­gen como res­pues­ta ante la injus­ti­cia y la fal­ta de entes fis­ca­li­za­do­res impar­cia­les, que no sea el cabro velan­do a las lechu­gas. Sin embar­go, la auto­ges­tión comu­ni­ta­ria no jus­ti­fi­ca que el Esta­do se zapa­tee su res­pon­sa­bi­li­dad. Por el con­tra­rio, la par­ti­ci­pa­ción ciu­da­da­na impli­ca­ría cons­truir la demo­cra­cia participativa.

Las fami­lias, comu­ni­da­des y escue­las debe­rían ser espa­cios segu­ros. Es un dere­cho desa­rro­llar­se en un ambien­te sano y segu­ro. Las comu­ni­da­des LGBTIQPA+ tie­nen que lidiar con dis­tin­tas moda­li­da­des de vio­len­cias des­de la niñez y juven­tud. Sobre­vi­vir a con­tex­tos de des­in­for­ma­ción, dis­cri­men en la fami­lia y aco­so esco­lar. Las vio­len­cias psi­co­ló­gi­ca, físi­ca y sexual duran­te la niñez y juven­tud son detri­men­ta­les para la salud y cau­san trau­ma, depre­sión, ansie­dad, cri­sis sui­ci­da, entre otras. El odio dete­rio­ra la cali­dad de las rela­cio­nes socia­les. Defen­der la equi­dad es pro­mo­ción de la salud. Erra­di­car el odio es un fin social. La cul­tu­ra de odio pue­de cam­biar­se ins­ti­tu­cio­nal­men­te con polí­ti­cas de equi­dad. El odio va de la mano del mie­do, la des­in­for­ma­ción, los pre­jui­cios, la indi­fe­ren­cia y la insen­si­bi­li­dad. El antí­do­to es la edu­ca­ción basa­da en los valo­res de res­pe­to a las diver­si­da­des, la jus­ti­cia social, la equi­dad e igual­dad. La no vio­len­cia tam­bién se apren­de, como mis­mo se apren­den los pre­jui­cios. El com­por­ta­mien­to social pue­de cons­truir­se des­de la pers­pec­ti­va de los dere­chos huma­nos. Muchas per­so­nas se han sana­do de los pre­jui­cios, la opre­sión y el odio inter­na­li­za­do. Se pue­den cons­truir rela­cio­nes socia­les des­de la soli­da­ri­dad, la empa­tía, la sen­si­bi­li­dad y el amor.

FUENTE: 80 grados

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