Noain y la ver­dad his­tó­ri­ca- Mikel Sorauren

No es posi­ble dejar de comen­tar un hecho que resu­me como nin­gún otro la sim­bo­lo­gía de la sobe­ra­nía nava­rra. A quie­nes pien­san que está de sobra, les diría que con­tem­plen con ecua­ni­mi­dad y dis­tan­cia la impor­tan­cia que los Esta­dos con­ce­den a estas repre­sen­ta­cio­nes que per­si­guen la vin­cu­la­ción de la con­cien­cia indi­vi­dual y colec­ti­va con cada pro­yec­to con­cre­to de Esta­do y Nación. Suce­de en el caso de Nava­rra que esa con­cien­cia ha sido secues­tra­da y se le ha inten­ta­do impo­ner un ima­gi­na­rio his­tó­ri­co que no es el suyo; en el caso de Nava­rra el espa­ñol y fran­cés. El mis­mo inten­to de recu­pe­ra­ción de la pro­pia con­cien­cia nacio­nal sus­ci­ta la reac­ción del colo­ni­za­dor, por­que entien­de que el colo­ni­za­do recla­ma­rá la liber­tad en el caso de que ter­mi­ne por no iden­ti­fi­car­se con el domi­na­dor. Se cons­ta­ta tal reali­dad, cuan­do se con­tem­pla a todo un sis­te­ma ins­ti­tu­cio­nal esta­tal –el espa­ñol- poner a fun­cio­nar a las ins­ti­tu­cio­nes cul­tu­ra­les de mayor relie­ve con el obje­ti­vo de apa­bu­llar los esfuer­zos de toda índo­le, sur­gi­dos en la socie­dad civil, que cues­tio­nen el ima­gi­na­rio his­tó­ri­co de la Nación dominante.

Está suce­dien­do en Nava­rra (C.F.N.) con­for­me se apro­xi­ma la con­me­mo­ra­ción cen­te­na­ria de 1512. Nos encon­tra­mos ante un vie­jo y con­flic­ti­vo deba­te, deri­va­do en últi­ma ins­tan­cia de plan­tea­mien­tos polí­ti­cos encon­tra­dos. Espa­ña se sien­te obli­ga­da a jus­ti­fi­car unos hechos de vio­len­cia con­quis­ta­do­ra, para no ver­se obli­ga­da a reco­no­cer la exis­ten­cia de una opre­sión, his­tó­ri­ca y pre­sen­te, sobre la Nación nava­rra –Eus­kal Herria cuan­do se quie­re evi­tar con­no­ta­cio­nes polí­ti­cas-. La admi­nis­tra­ción de la Nava­rra (C.F.N.) de obe­dien­cia espa­ño­la se ha encar­ga­do de orga­ni­zar actos de carác­ter aca­dé­mi­cos, teme­ro­sa del avan­ce expe­ri­men­ta­do por los plan­tea­mien­tos sobe­ra­nis­tas en el seno de nues­tra sociedad.

Es lla­ma­ti­vo que se haya con­vo­ca­do a las más altas ins­tan­cias ins­ti­tu­cio­na­les, con inclu­sión del minis­te­rio de cul­tu­ra espa­ñol, a his­to­ria­do­res espa­ño­les de mani­fies­ta ten­den­cio­si­dad y cier­tas ins­tan­cias con sede en Nava­rra, igual­men­te mar­ca­das por su ten­den­cia pro-espa­ño­la. Se ha teni­do cui­da­do de selec­cio­nar en los órga­nos de pre­pa­ra­ción de con­gre­sos y rea­li­za­ción de tra­ba­jos de inves­ti­ga­ción a per­so­nas cla­ra­men­te defi­ni­das en una direc­ción de la inves­ti­ga­ción, al igual que a mar­gi­nar a his­to­ria­do­res con­tra­rios a sus tesis. No se ten­dría que obje­tar nada de esto, caso de que la cita­da orga­ni­za­ción hubie­se sido abier­ta. Se ha pues­to nota­ble cui­da­do en que las cosas no sean de tal modo y una vez más que­da­rá en evi­den­cia la mala con­cien­cia de los orga­ni­za­do­res en su afán por mar­gi­nar a quie­nes cues­tio­nan la imposición.

Lo van a tener difí­cil. En su mis­mo impul­so para orga­ni­zar la con­me­mo­ra­ción del even­to, han sido movi­dos por la efi­ca­cia que mues­tran sus con­tra­rios. Es cier­to; estos pue­den pare­cer a pri­me­ra vis­ta care­cer de medios. No obs­tan­te la mues­tra más con­tun­den­te de su fuer­za se cons­ta­ta en que han lle­va­do la ini­cia­ti­va estra­té­gi­ca. De hecho, toda la con­me­mo­ra­ción ofi­cial tie­ne como refe­ren­cia la actua­ción de los soberanistas.

Es cono­ci­da la mane­ra de actuar de las ins­tan­cias ofi­cia­les pseu­do-nava­rris­tas, de color azul o pre­ten­di­da­men­te rojo, siem­pre sec­ta­rias e impo­si­ti­vas –muy pro­pia de la inte­lec­tua­li­dad espa­ño­la-. Por suer­te, ha sur­gi­do un poten­te gru­po de inves­ti­ga­do­res, cuyos tra­ba­jos, mucho más allá que limi­tar­se a cues­tio­nar las impo­si­cio­nes hechas sobre el ima­gi­na­rio his­tó­ri­co de Nava­rra, han per­mi­ti­do debe­lar el fal­sea­mien­to his­tó­ri­co sobre la Con­quis­ta espa­ño­la de lo que res­ta­ba del Rei­no de Nava­rra en los ini­cios del siglo XVI. El tra­ba­jo rea­li­za­do por la des­apa­re­ci­da María del Puy Hui­ci Goñi, fran­co y hones­to, qui­ta cual­quier argu­men­to a los defen­so­res de la con­quis­ta, des­de una pers­pec­ti­va nava­rra, enten­di­da como la actual C.F.N., es obli­ga­do reco­no­cer­lo y denun­ciar la mar­gi­na­ción de que fue obje­to por la ofi­cia­li­dad, a raíz de su publi­ca­ción. Lue­go han sur­gi­do los admi­ra­bles tra­ba­jos de Esar­te, Adot y aho­ra mis­mo el de Mon­teano, que pue­den pre­sen­tar mati­ces, pero son con­clu­yen­tes por su meto­do­lo­gía, rigor en la pre­sen­ta­ción docu­men­tal, has­ta el momen­to des­co­no­ci­da, y conclusiones.

No es nece­sa­rio decir más. Sola­men­te que­da denun­ciar de nue­vo el inten­to ter­gi­ver­sa­dor que refle­jan las acu­sa­cio­nes que aquí se hacen.

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