No es posible dejar de comentar un hecho que resume como ningún otro la simbología de la soberanía navarra. A quienes piensan que está de sobra, les diría que contemplen con ecuanimidad y distancia la importancia que los Estados conceden a estas representaciones que persiguen la vinculación de la conciencia individual y colectiva con cada proyecto concreto de Estado y Nación. Sucede en el caso de Navarra que esa conciencia ha sido secuestrada y se le ha intentado imponer un imaginario histórico que no es el suyo; en el caso de Navarra el español y francés. El mismo intento de recuperación de la propia conciencia nacional suscita la reacción del colonizador, porque entiende que el colonizado reclamará la libertad en el caso de que termine por no identificarse con el dominador. Se constata tal realidad, cuando se contempla a todo un sistema institucional estatal –el español- poner a funcionar a las instituciones culturales de mayor relieve con el objetivo de apabullar los esfuerzos de toda índole, surgidos en la sociedad civil, que cuestionen el imaginario histórico de la Nación dominante.
Está sucediendo en Navarra (C.F.N.) conforme se aproxima la conmemoración centenaria de 1512. Nos encontramos ante un viejo y conflictivo debate, derivado en última instancia de planteamientos políticos encontrados. España se siente obligada a justificar unos hechos de violencia conquistadora, para no verse obligada a reconocer la existencia de una opresión, histórica y presente, sobre la Nación navarra –Euskal Herria cuando se quiere evitar connotaciones políticas-. La administración de la Navarra (C.F.N.) de obediencia española se ha encargado de organizar actos de carácter académicos, temerosa del avance experimentado por los planteamientos soberanistas en el seno de nuestra sociedad.
Es llamativo que se haya convocado a las más altas instancias institucionales, con inclusión del ministerio de cultura español, a historiadores españoles de manifiesta tendenciosidad y ciertas instancias con sede en Navarra, igualmente marcadas por su tendencia pro-española. Se ha tenido cuidado de seleccionar en los órganos de preparación de congresos y realización de trabajos de investigación a personas claramente definidas en una dirección de la investigación, al igual que a marginar a historiadores contrarios a sus tesis. No se tendría que objetar nada de esto, caso de que la citada organización hubiese sido abierta. Se ha puesto notable cuidado en que las cosas no sean de tal modo y una vez más quedará en evidencia la mala conciencia de los organizadores en su afán por marginar a quienes cuestionan la imposición.
Lo van a tener difícil. En su mismo impulso para organizar la conmemoración del evento, han sido movidos por la eficacia que muestran sus contrarios. Es cierto; estos pueden parecer a primera vista carecer de medios. No obstante la muestra más contundente de su fuerza se constata en que han llevado la iniciativa estratégica. De hecho, toda la conmemoración oficial tiene como referencia la actuación de los soberanistas.
Es conocida la manera de actuar de las instancias oficiales pseudo-navarristas, de color azul o pretendidamente rojo, siempre sectarias e impositivas –muy propia de la intelectualidad española-. Por suerte, ha surgido un potente grupo de investigadores, cuyos trabajos, mucho más allá que limitarse a cuestionar las imposiciones hechas sobre el imaginario histórico de Navarra, han permitido debelar el falseamiento histórico sobre la Conquista española de lo que restaba del Reino de Navarra en los inicios del siglo XVI. El trabajo realizado por la desaparecida María del Puy Huici Goñi, franco y honesto, quita cualquier argumento a los defensores de la conquista, desde una perspectiva navarra, entendida como la actual C.F.N., es obligado reconocerlo y denunciar la marginación de que fue objeto por la oficialidad, a raíz de su publicación. Luego han surgido los admirables trabajos de Esarte, Adot y ahora mismo el de Monteano, que pueden presentar matices, pero son concluyentes por su metodología, rigor en la presentación documental, hasta el momento desconocida, y conclusiones.
No es necesario decir más. Solamente queda denunciar de nuevo el intento tergiversador que reflejan las acusaciones que aquí se hacen.