Por Pablo Jofré Leal, Resumen Latinoamericano, 25 junio 2020
foto: Drones israelíes
Mientras
gran parte de los países del mundo redoblan sus esfuerzos, para combatir la
pandemia del Covid 19, en otras regiones, la lucha contra la enfermedad va a la
par de las refriegas en el campo de batalla, las limitaciones en los procesos
migratorios, el lucro militar y del tráfico de personas.
Acciones
de lucha, ya sea contra grupos terroristas, agresiones de coaliciones
internacionales, ocupación y colonización de territorios, como también la
necesidad de escapar de esas guerras que originan millones de muerto, heridos,
la destrucción de infraestructura de esas naciones, como también millones de
refugiados, que buscan mejores perspectivas de vida y desplazados de sus
lugares de origen. Guerra en Irak, Afganistán, Siria, Yemen, Libia, Sudán del
Sur. Operaciones de desestabilización, sanciones, bloqueos, embargos contra
Corea del Norte, Venezuela, Cuba, Irán, El Líbano. Ocupación y colonización de
Palestina y la República Árabe Saharaui Democrática.
Un
panorama que debe contender, además, con las dificultades para acceder a
equipamiento, fármacos, apoyo internacional, que les permita bregar con
plenitud contra la pandemia. Un escenario que además presenta ejemplos
maravillosos, en que a pesar de esas dificultades, países como Cuba, no sólo hacen
frente a la pandemia, sino que son capaces de apoyar con sus brigadas médicas y
su conocimiento a países desarrollados y aquellos más afectados por su
deficitaria condición económica y social. También, en
este contexto de crisis internacional, desde el punto de vista sanitario y
económico, nos encontramos con entidades y regímenes, que suelen beneficiarse del
drama y el dolor de las sociedades. Siempre buscando la oportunidad de llenar
sus arcas con dinero gracias a la venta de suministros, equipamientos y
artefactos de guerra y seguridad, aunque este tenga un origen basado en el
sufrimiento y miseria de millones de seres humanos.
Tal es el hecho relacionado con los
inmigrantes, que desde el continente africano y en específico desde costas
libias, suelen embarcarse en sus precarias y frágiles barcazas, para buscar una
mejor vida al otro lado del Mar Mediterráneo. Según el enviado especial para el
Mediterráneo central de ACNUR, Vincent Cochetel, las salidas desde Libia
aumentaron un 290%, 6.629 intentos entre enero y finales de abril de este año
2020, en comparación con el mismo período del año pasado, y en el caso de
Túnez estás aumentaron un 156%.
Donde
el horizonte vislumbra dolor, lágrimas, separación de familias, incertidumbre,
otros ven ganancias al dedicarse al tráfico de personas o proporcionar
elementos de vigilancia, para que se impida que esos inmigrantes lleguen a
mejor destino y sean detenidos, previo a subir a sus frágiles embarcaciones o
en plena navegación, cuando la suerte permite que no los haya tragado ese
enorme cementerio para hombres, mujeres, entre ellos niños, muertos anónimos, en
que se ha convertido el otrora Mare Nostrum. Uno de esos oportunistas, en la
zona del Magreb en específico, es la industria militar, que no ha dejado de
hinchar sus bolsillos con la guerra, la intensificación de las agresiones y la
catalización del conflicto en Libia, que vive hoy la fragmentación de su
territorio. Una confrontación entre sus dos gobiernos alentados por países que
entregan su apoyo financiero, militar – incluyendo la venta de armamento en su
más amplia diversidad de uso – presencia
de tropas y mercenarios, que ha convertido al que hasta hace una década era
considerado el país con mejores indicadores de desarrollo humano de África, en
un remedo trágico de aquella realidad.
Un
lustro atrás, refiriéndome a Libia, su invasión, la destrucción de su tejido
social, daba cuenta de la hipocresía de un occidente, que a pesar de haber
desintegrado un país, desestabilizado toda la zona del Magreb y Oriente Medio y
generado el mayor número de desplazados y refugiados en los últimos 70 años,
desea continuar el trabajo de destrucción, de crímenes y sometimiento para
millones de seres humanos. En el caso específico de Libia, la presencia de
intereses políticos, militares y económicos de Estados Unidos, Francia, Gran
Bretaña, Turquía, Catar, Egipto, Arabia saudí, Emiratos Árabes Unidos e Italia,
principalmente, no es para hacer florecer la democracia estilo occidental, es
lisa y llanamente para: usurpar el crudo libio, tanto el que se produce como
apropiarse de sus reservas. Además de frenar la salida de decenas de miles de
hombres y mujeres, que a riesgo de su vida zarpan desde puertos libios para
ingresar a la fortaleza europea. La meta es reflotar a Libia como Gendarme, a
punta de barcos, tropas y drones.
En
lo descrito existen acciones que generan
aún más indignación y ello se refiere a las operaciones encaminadas a
impedir el libre tránsito de las personas, imposibilitar la búsqueda de nuevas
oportunidades, vigilarlas aún antes que comiencen su tránsito a tierras desconocidas, como también en sus travesías e
incluso en aquellos lugares donde logran
desembarcar y de ese modo dar a aviso a las fuerzas policiales y militares para
aprehenderlos, encerrarlos y devolverlos a sus lugares de origen.
Los
impedidos de circular no son soldados, agentes de inteligencia o comandos
especializados en atacar objetivos específicos, sino que seres humanos que arriesgando
todo, dejando atrás familias, sus escasa pertenencias y su terruño, se
aventuran en un viaje sin certeza de llegar a término. Seres humanos que vienen
desde el África Subsahariana, de países del Sahel y del mismo Magreb, que se
aventuran a llegar a Libia para tratar de ocupar alguna de las embarcaciones,
que después del pago de miles de dólares los lleve a la frontera sur de Europa.
Se
ocupa esta ruta pues Ceuta y Melilla, enclaves coloniales españoles ubicados en
territorio de Marruecos, están convertidos en fortines casi inexpugnables, que
sólo tiene alguna posibilidad de uso, tanto ellas como las zonas cercanas, como
trampolín de salida de las pateras con inmigrantes, cuando la Monarquía
marroquí desea presionar a España en materia de conseguir ventajas en sus
acuerdos comerciales con Europa. Al igual que la llamada Ruta Canaria, que cada
vez tiene menos importancia en materia de número de salidas de inmigrantes al
continente europeo.
Una de las entidades involucradas en conseguir los mayores
réditos en sus ventas de armas, sistemas de vigilancia y otros aparatos que ha
conseguido insertar en el multimillonario comercio de armas y seguridad en el
mundo es el régimen israelí, que aprovechando sus vínculos con las castas
gobernantes y círculos militares en los organismos políticos europeos logra
suculentos contratos, como el firmado con la Agencia Europea de la Guardia de
Fronteras y Costas, signada con el nombre de Frontex y la Agencia Europea de
Seguridad Marítima , conocida como EMSA.
Ambas,
según reportes de prensa y denuncias de organismos defensores de derechos humanos
como la ONG Euro-Mediterranean Human Rights Monitor, que en palabras de Ramy
Abdo, presidente de esta organización “llevan
dos años invirtiendo millones de euros en drones con fines de control
fronterizo. Son, principalmente, drones fabricados por las empresas israelíes
Elbit Systems Ltd. e Israel Aerospace Industries”. Empresas, que además suelen
estar implicadas en hechos de corrupción como ha sido en el caso de sus
vínculos con las fuerzas armadas chilenas. (1)
Esta empresa israelí se adjudicó, en el mes de noviembre del
año 2018, una licitación por 60 millones de euros para hacer entrega de drones
a EMSA, durante dos años. Drones del tipo Hermes 900 cuyo testeo fue realizado
contra seres humanos en la agresión contra Gaza del año 2014 que se saldó con
2350 palestinos asesinados y 10 mil heridos. Para Abdo “Esta compra alentaría e
incentivaría a Israel a ejercer más brutalidades contra los palestinos para
demostrar la efectividad de su armamento a compradores potenciales. Además,
evitarían a las agencias de la UE la responsabilidad moral y legal de tener que
rescatar a los migrantes, angustiados en el mar”.
Al hablar de drones
refiero a la estrella de los aparatos de la aviación militar y las agencias de
inteligencia. Vehículos aéreos no tripulados, que suelen estar en el centro
noticioso por los bombardeos que realizan a enclaves de grupos en conflicto,
infraestructuras económicas, industriales, oleoductos, asesinatos selectivos y
en el caso que he mencionado al control y seguimiento de los seres humanos en
condición de inmigrantes. Herramientas, por tanto de represión y de apoyo a una
política de impedir el libre tránsito de personas, en clara divergencia con esa
idea de globalización, que para el poder hegemónico sólo implica el libre
tránsito de bienes y dinero, pero no de seres humanos.
Lo vergonzoso del uso de
estos aparatos de vigilancia de origen sionista, no es sólo que se ocupen en la
represión del derecho de movilización de los seres humanos, sino que tales
artilugios han sido probados, en los territorios palestinos ocupados donde su
utilización ha sido en el más amplio abanico de posibilidad: espionaje,
vigilancia de personas, bombardeos de ciudades de la Franja de Gaza, asesinatos
selectivos de cuadros políticos y militares de la resistencia palestina, bombardeos
indiscriminados, entre otras actividades.
La
Unión Europea y en general los organismos internacionales como la ONU a través
de sus instituciones – ACNUR, la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos – entre
otras, tienen responsabilidades innegables en virtud del derecho internacional,
ya sea proporcionando refugio a aquellos que cruzan el mediterráneo, proteger
la vida de estas personas y no usar equipos militares contra civiles. Y, en ese
marco, resulta absolutamente condenable y necesario de sancionar con la
aplicación de las herramientas legales que disponemos a entidades, organismos y
países que en forma miserable y oportunista se benefician de las guerras, los
procesos de inmigración y el tráfico de personas, ya se mediante la venta de
armas y equipos de vigilancia, como también aquellos que lucran de estos hechos
y que significa embolsarse cerca de 4 mil millones de dólares en este tráfico
que debe cesar.
A Europa poco le importa el número de muertos que el Mediterráneo día a día se lleva a sus profundidades. Escaso interés tiene en ofrecer lo que suelo sostener respecto a perspectivas de desarrollo económico, comercio justo, relaciones solidarias con el continente africano, que impidan, desde la base, el que sus hombres y mujeres abandonen su tierra. Nadie quiere dejar atrás familias, hogares, cultura, amores, sus entrañas sino es por una necesidad extrema. A Europa no le quita el sueño que cientos de miles de posible de inmigrantes se hacinen en las costas de Zabratha, Misrata, Trípoli o Zuwara esperando el momento de zarpar camino a la frontera sur europea. Y menos le remece la conciencia que mueran cien, mil o decenas de miles de seres considerados de segunda categoría. A Europa lo que verdaderamente le importa es que ninguno de esos “indeseables” toque suelo europeo y para eso, usar drones, agencias como Frontex, campos de concentración y luego deportar a los “indeseables” es parte de una realidad que imponen miserables y oportunistas.
- En julio del año 2018 en una
interesante investigación llevada a cabo por Radio Bio Bio https://www.biobiochile.cl/especial/noticias/reportajes/reportajes-reportajes/2018/07/09/milicogate-descubren-e-investigan-facturas-duplicadas-por-200-millones-de-dolares.shtml.
Investigaciones judiciales realizadas en chile dieron cuenta de una trama de
corrupción- facturas duplicadas – que involucraba al ejército chileno junto a
empresas de armamentos de diversos países, donde destacaban empresas de armas
de Estados Unidos y de Israel, por seiscientos sesenta y un millones de
dólares, realizadas a través de ciento cuarenta y siete proveedores. De ellas,
casi un tercio correspondió a facturas duplicadas, provenientes de solo diez
compañías. La nómina, según señaló una investigación periodística era encabezada
por FAMAE, la maestranza bélica estatal, con cuarenta y cuatro facturas
duplicadas por 83 millones de dólares. Eurocopter Chile asomó con cuatro
instrumentos duplicados por 29 millones de dólares, Elbit Systems Land and C4
Tadiran de Israel con 22 millones de dólares, Comercial Kaufmann con 20
millones de dólares y la compañía de armamento israelí Rafael Advance Defense
System con 19 millones de dólares.