Por Eva Golinger, Resumen Latinoamericano, 01 de julio de 2020
Las imágenes de las masivas manifestaciones en contra del racismo y la brutalidad policial en EE.UU. han llamado la atención mundial. Decenas de miles de jóvenes han tomado las calles en decenas de ciudades a lo largo de la nación durante semanas, levantando sus voces en contra de las injusticias del sistema estadounidense. Esta vez, la chispa que incendió todo fue el horrífico video de un policía blanco que presionó con su rodilla sobre el cuello de un afroestadounidense, provocando su muerte. Resulta que George Floyd no estaba armado, ni era un violento, ni siquiera estaba acusado o bajo sospecha de un crimen. Lo andaban buscando por supuestamente haber usado un billete falso de veinte dólares en una tienda. Por eso fue asesinado, y de manera cruel y brutal. Su único delito fue su color de piel.
El video de ese policía blanco, Derek Chauvin, matando a Floyd con impunidad, sabiendo, además, que estaba siendo grabado por una joven testigo, es emblemático del racismo sistémico y real que sigue presente en cada aspecto de la sociedad estadounidense. Esta nación fue construida con el trabajo, la sangre y el alma de los esclavos africanos hace siglos, y esa historia nunca ha sido realmente reconciliada o reconocida en su totalidad. La misma Constitución que declaró que los africanos solo eran tres quintos de un ser humano, sigue impresa. Eso sí, las enmiendas 13, 14 y 15, que abolieron la esclavitud, reconocieron la igualdad y ciudadanía de toda persona nacida en territorio estadounidense y garantizaron el voto para los afroestadounidenses, han intentado remediar el racismo enmarcado profundamente en la carta magna.
Sin embargo, la discriminación y la deshumanización de la comunidad afroestadounidense persisten, y esos derechos otorgados en las enmiendas constitucionales aún no se respetan en muchas partes del país. El movimiento conocido como Black Lives Matter, que reclama por la importancia y la humanización de las vidas de los afroestadounidenses, fue fundado hace siete años en reacción a la brutalidad policial y el racismo de la sociedad, que aún intenta justificar las matanzas.
En el verano de 2013 apareció por primera vez la etiqueta #BlackLivesMatter, en respuesta al veredicto de «no culpable» para George Zimmerman, un hombre blanco que había matado al adolescente afroestadounidense Trayvon Martin cuando este caminaba por un vecindario con su ‘hoody’ sobre su cabeza y cargando un bolso con dulces. Zimmerman ‘sospechó’ de Martin, quien solo tenía 17 años y estaba en camino a la casa de la novia de su padre en Florida, y terminó disparándole en el pecho con un arma, matándolo a sangre fría. Cuando el jurado decidió a favor de Zimmerman, aunque Trayvon Martin no estaba armado y no había cometido ningún crimen, hubo una furia nacional. Y de allí nació Black Lives Matter. Es un movimiento no violento, de protesta cívica, que funciona de manera descentralizada, sin un liderazgo central o jerárquico.
En las últimas semanas, miles de personas –de todos colores– han levantado la bandera de Black Lives Matter para protestar no solamente por el asesinato de George Floyd e incontables afroestadounidenses a manos de la policía, sino también para reclamar grandes reformas policiales. Y aunque es un movimiento no violento y moderno, Black Lives Matter tiene muchas raíces en el polémico Partido de las Panteras Negras (BPP) de los años sesenta.
Las Panteras Negras eran ampliamente conocidas por la imagen de sus miembros afroestadounidenses, vestidos con chaquetas de cuero y cargando armas largas en público. Esa imagen del hombre negro armado provocaba un terror en la comunidad blanca y en el ‘establishment’ político del país. Aunque las Panteras Negras nunca fueron responsables de ningún acto de violencia masiva, sus miembros fueron considerados ‘terroristas’ por el estado, sobre todo por los cuerpos policiales.
Fundado en 1966 en la ciudad de Oakland, California, por Huey Newton y Bobby Seale, el Partido de las Panteras Negras por la Auto-Defensa era un movimiento militante del ‘poder negro’, que buscaba defender las comunidades de minorías frente al Gobierno estadounidense y promovía programas comunitarios que buscaban reducir las desigualdades sistémicas. Las Panteras Negras buscaban la emancipación de la clase trabajadora y la igualdad económica, social y política ‘real’ sin importar el género o color. El uso de las armas como parte integral de su imagen no era para amenazar a otros ni promover la violencia contra el Estado, sino un símbolo de sus opresores que estaban co-optando como mecanismo de defensa y poder político.
No obstante, esa imagen de los afroestadounidenses armados distraía de las ideas revolucionarias y sumamente progresistas de su plataforma política. Ideas e iniciativas que luego transformaron de manera muy positiva las vidas de millones de personas en el país. Por ejemplo, fueron las Panteras Negras quienes comenzaron el programa de desayuno gratuito para niños en la comunidad, para ayudar a los más necesitados. Luego, ese concepto fue incorporado a nivel nacional en las escuelas públicas y centros comunitarios, que hasta la fecha han suministrado desayuno gratuito a todo estudiante que lo necesita. Irónicamente, ese programa esta bajo amenaza por el Gobierno de Trump, que lo quiere eliminar.
Las Panteras Negras también promovían el concepto de la policía comunal: un cuerpo integrado en la comunidad, que la conozca porque procede de ella. La idea era convertir a un sector de la policía tradicional en servidores de protección para la comunidad, en lugar de ser enemigos de la misma, a la que supuestamente estaban protegiendo. Ese concepto ha sido revitalizado hoy por el movimiento Black Lives Matters, que reclama reformar y refinanciar a la policía para que dejen de atacar y perseguir a las comunidades que deberían estar protegiendo.
Otro concepto fundamental de las Panteras Negras presente hoy en Black Lives Matter es su demanda de parar inmediatamente la brutalidad policial y el asesinato de los afroestadounidenses. Eso fue la chispa que incendió las marchas recientes y se ha convertido en un ‘talking point’ principal de muchos líderes y representantes políticos a nivel nacional. Hasta los republicanos y demócratas están de acuerdo con la idea de reformar a los cuerpos policiales para acabar con la vieja cultura de brutalidad contra los afroestadounidenses y la impunidad de la que gozan los perpetradores.
Principalmente, las Panteras Negras luchaban por la dignidad de sus comunidades, su derecho al empleo, a la vivienda, a la alimentación, a la justicia, a la paz y a la vida. Aunque su movimiento fue fatalmente infiltrado por el FBI y destruido –y muchos de sus líderes fueron asesinados– sus ideas fundamentales –revolucionarios en su tiempo– siguen muy presentes y vigentes hoy. Y me atrevo a decir que ha vuelto lo mejor de las Panteras Negras y estas se han convertido en millones.
Fuente: RT