Resumen Latinoamericano, 20 de julio de 2020
Quien fuera el máximo comandante de la Organización Montoneros en la década del 70, Mario Eduardo Firmenich, es el autor del siguiente documento en el que aborda a profundidad las causas que determinan el subdesarrollo y la dependencia nacional. A su vez formula propuestas dentro de un plan de reactivación para el corto plazo y aboga por un Pacto Constituyente «para un proyecto nacional». Firmenich ha ido tomando en los últimos meses, contacto con distintos referentes de la política, el sindicalismo y los movimientos sociales del país, a quienes acercó este y un primer documento a fin de cotejar puntos de vista con sus interlocutores en lo que hace a la grave situación económica y social que sufre hoy Argentina.
Damos a conocer el texto completo del documento Nº 2, al que su autor ha denominado:
SALIR SOSTENIBLEMENTE DE LA PANDEMIA
CON UN PLAN DE REACTIVACIÓN DE CORTO PLAZO ENMARCADO EN EL PACTO CONSTITUYENTE PARA UN PROYECTO NACIONAL
Documentos ya difundidos:
Documento de contexto global: “PÁNICO A LA ANDEMIA ¿DE QUÉ NOS DEFENDEMOS? ¿DE UN VIRUS O DE LA III GUERRA MUNDIAL? (28 de marzo de 2020) Documento no 1: “DÓNDE Y CÓMO ESTAMOS” (19 de mayo de 2020)
Este documento:
Documento no 2: “LOS PROBLEMAS ESTRUCTURALES ARGENTINOS” (11 de junio de 2020)
Próximos documentos:
Documento no 3: “La maqueta de infraestructuras: demografía, vivienda, industria, energía y transporte”.
Documento no 4: “Los fallos del mercado interno: oligopolios, monopolios y monopolios naturales. Propuestas de solución”.
Documento no 5: “Las políticas de largo plazo para el desarrollo sostenible del Siglo XXI”.
Documento no 6: “Algunas políticas de corto plazo para salir de la pandemia inscriptas en el proyecto de largo plazo”.
“LOS PROBLEMAS ESTRUCTURALES ARGENTINOS”
El texto que sigue es un borrador para ser sometido a discusión entre militantes organizados en la búsqueda de un consenso sobre un diagnóstico de los problemas sistémicos de la realidad argentina.
1. INTRODUCCIÓN.
La necesidad de elaborar una propuesta de Proyecto Nacional de largo plazo, constituido por
un conjunto de políticas de estado consensuadas, presupone la idea de que la realidad vigente es considerada como inconveniente, inadecuada, injusta y/o indeseable.
Para la postpandemia, dado un sistema socio-económico desquiciado, se hace imprescindible no sólo “reactivar” la economía sino reconstruir la economía y la propia estructura social. Se presenta así la oportunidad de refundar el sistema socioeconómico superando racionalmente los problemas estructurales que ya arrastraba el viejo sistema.
Las propuestas para construir una nueva realidad no surgirán de un futuro ideal imaginario;
un Proyecto Nacional gestado en un Pacto Constituyente no puede surgir de un “dogma
ideológico apriorístico”; se debe diseñar un conjunto de políticas de largo plazo que cambien las estructuras que sean consensuadas como un problema, una restricción, un lastre, una vergüenza o una carencia para el desarrollo integralmente sostenible en vistas a lo que resta del Siglo XXI.
Entendemos por desarrollo integralmente sostenible un desarrollo socialmente justo, económicamente eficiente, políticamente pluralista y ecológicamente sostenible, como sistema de una Nación Soberana que promueve la integración de la Patria Grande.
Muchos aspectos deseables para un desarrollo integralmente sostenible dejan hoy mucho que desear: salud pública universal, educación de excelencia generalizada, soberanía alimentaria, soberanía energética, soberanía monetaria, industria con tecnología de punta independiente, etc.
Las causas que determinan el subdesarrollo y la dependencia nacional, con sus facetas de injusticia social, dependencia de potencias y capitales y extranjeros, insostenibilidad ecológica y atrasos sociales o tecnológicos, pueden agruparse en seis grandes restricciones o malformaciones estructurales que deben ser superadas. En una brevísima enumeración tenemos:
a) EN LA TECNOLOGÍA. Dependencia tecnológica, retraso en las tecnologías de punta, plantas industriales sin economías de escala.
b) EN LA ENERGÍA. Infraestructura para energía eléctrica insuficiente en potencia y en predominio de fuentes renovables; alta dependencia de combustibles fósiles.
c) EN LA LOGÍSTICA DE TRANSPORTE. Red ferroviaria nacional obsoleta y casi desmantelada que conserva el trazado convergente en el puerto de Buenos Aires, ausencia de red nacional de autopistas y marina mercante desmantelada.
d) EN LA LOGÍSTICA DE COMUNICACIONES: dependencia tecnológica en la red de comunicaciones satelitales.
e) EN EL DESARROLLO SOCIAL.
e.1.) Escasa población para la potencialidad económica del territorio y más de un 10%
de la población escasa excluida del sistema socioeconómico pero residente en las principales ciudades;
e.2.) Concentración macrocefálica del 35% de la población en el Área Metropolitana de Buenos Aires con graves deseconomías de escala en servicios públicos;
e.3.) Aparato educativo decadente y obsoleto con declive social en lo cultural, técnico y profesional; más de un 30% de la fuerza laboral con trabajos informales y formación profesional obsoleta;
e.4.) Retraso y empobrecimiento de la infraestructura sanitaria pública y decadencia de las obras sociales; indefensión sanitaria ante pandemias.
f) EN EL SECTOR EXTERNO. Estrangulamiento reiterado de la balanza de pagos financiado con endeudamiento externo impagable y default recurrente. Exceso de demanda de dólares como reserva de valor ante una inflación sistemática desde hace décadas.
g) EN LA DEFENSA NACIONAL. Indefensión estratégica de la Nación ante cualquier tipo de hipótesis de guerra (convencional, biológica, ciberguerra, económica o nuclear).
Las propuestas del modelo deseable deben corregir los aspectos indeseables. En primer lugar
debemos consensuar un diagnóstico sobre los problemas estructurales que impiden el desarrollo sostenible en el aparato productivo, en la estructura social y en el aparato gubernativo. La elección de estos tres apartados surge de que el sistema, que es una unidad orgánica,
puede ser visto como la interacción dinámica entre un subsistema económico y un subsistema político. El subsistema económico comprende al aparato productivo y a la estructura social, en tanto que el subsistema político comprende el aparato gubernativo y también a la estructura social.
Las 7 categorías de restricciones estructurales se entrelazan y superponen en distintos aspectos particulares del aparato productivo, la estructura social y el aparato gubernativo.
En este diagnóstico se incluirá una esquemática descripción del funcionamiento del sistema, con sus aspectos favorables, destacando las restricciones estructurales que emergen en su dinámica.
La enumeración de problemas que sigue no pretende ser exhaustiva ni excluyente, aunque sí contiene los aspectos fundamentales.
2. DIAGNÓSTICO SOBRE EL APARATO PRODUCTIVO
2.1. La economía argentina tiene una reconocida ventaja comparativa mundial en la
producción agropecuaria.
El modelo agroexportador tuvo su apogeo en la hegemonía del imperio británico, en un país
de escasa población y con unos 10 vacunos por habitante. Este sistema entra en crisis en los años ’30 y queda fuera de la funcionalidad del sistema mundial con la hegemonía de los Estados Unidos. La emergencia de China, en el siglo XXI, resucitó este modelo con la exportación sojera.
2.2. El aparato productivo agroexportador se basa en la riqueza natural del suelo y no en costos fijos de inversión en instalaciones; es eficiente para exportar y generar de divisas, pero no genera empleo masivo por la explotación extensiva de la tierra y sus cadenas de valor muy cortas.
El costo salarial de la producción agroexportadora es irrelevante frente al valor final de la producción. Se exporta materia prima o productos con escaso valor agregado. En su cadena de valor intervienen pocos procesos, por lo que el valor final del producto no se distribuye entre múltiples agentes sociales; así, la renta de la ventaja comparativa de la tierra se concentra en pocas manos.
2.3. En las últimas décadas, los cambios en los procesos productivos agrícolas han generado la dependencia tecnológica de multinacionales por la implantación de semillas híbridas y
transgénicas y el uso de agroquímicos contaminantes para el medio ambiente (el sector exportador suma a la RESTRICCIÓN EXTERNA).
2.4. Los cereales y las carnes exportados forman parte de los “bienes salario”. El salario real de los trabajadores está definido por una cesta de bienes de consumo en la que los bienes de primera necesidad son los alimentos exportables generados en el sector agropecuario.
Dado que esta producción depende de ciclos naturales, después de la siembra o de la parición de las vacas, no hay cómo aumentar la producción ante un aumento de la demanda externa. En el corto plazo, en Argentina, aumentar las exportaciones agropecuarias es sinónimo
de comer menos y viceversa (dilema para la política económica entre la RESTRICCIÓN EXTERNA y el DESARROLLO SOCIAL).
2.5. Las exportaciones agropecuarias han aumentado significativamente por el crecimiento de la demanda mundial de soja, impulsada por la demanda china.
La soja no es un bien salario para los argentinos, pero producir soja para exportar implica destinar tierra a su cultivo y no destinarla a producir los bienes salario de la canasta básica. Si se produce más soja para exportar, se produce menos cantidad de bienes salario para comer.
2.6. La industria argentina se desarrolló por la sustitución de importaciones en diversas coyunturas: satisfacer un mercado interno desabastecido en los años ’30, el desarrollo industrial con el peronismo (’45 – ’55) y el desarrollismo iniciado por Frondizi en los años ’60.
2.7. El aparato productivo industrial nace pensado para el mercado interno, es generador de muchos puestos de trabajo, sus bienes de capital e insumos intermedios críticos son importados y su producción no es competitiva internacionalmente (interdependencia entre RESTRICCIONES TECNOLÓGICA, EXTERNA y DESARROLLO SOCIAL).
2.8. Con el MERCOSUR se abrió la exportación industrial a Brasil, con el ensamblado de vehículos por las multinacionales. El aumento de exportación de autopartes se compensa con el aumento de importación de autopartes. Dada además la escala reducida del mercado del MERCOSUR, esta realidad no modifica el rasgo dominante de la estructura industrial descripta.
2.9. En la dinámica del aparato productivo surge un conflicto entre pleno empleo y equilibrio de la balanza de pagos: cuando el sector industrial crece hasta el pleno empleo, crecen las importaciones de bienes de capital e insumos intermedios por la dependencia tecnológica. Además, el pleno empleo incrementa el consumo de bienes importados por los asalariados y los sectores medios. Por otra parte, con pleno empleo aumentan la masa salarial y también el salario real; aumenta así el poder adquisitivo del mercado interno para consumir los bienes salario exportables.
El pleno empleo industrial significa aumento de las importaciones y reducción de las exportaciones, lo que lleva al estrangulamiento de la balanza de pagos (dilema para la política económica entre RESTRICCIONES TECNOLÓGICA, EXTERNA y DESARROLLO SOCIAL).
2.10. La receta convencional para corregir un déficit de balanza de pagos es la devaluación.
En los países centrales, la devaluación abarata la producción industrial nacional en moneda extranjera, aumentando las exportaciones industriales; el aumento de la demanda externa significa, a su vez, un aumento de la producción y del empleo. Por otra parte, la devaluación encarece los bienes de consumo importados, que son sustituidos por bienes de producción nacional.
En los países centrales, la devaluación reduce el salario real pero aumenta el empleo y la masa salarial, reactivando la economía al mismo tiempo que corrige el déficit de balanza de pagos.
2.11. En el aparato productivo argentino la devaluación genera una dinámica diferente.
Una devaluación abarata en moneda extranjera los alimentos producidos (los “bienes salario”) y los encarece en moneda nacional; pero la devaluación no aumenta la producción de cultivos ya sembrados o cosechados ni los vacunos en condiciones de ser faenados. Al abaratarse el precio en moneda extranjera de los bienes salario aumenta la venta al exterior del stock disponible y, al encarecerse el precio en el mercado interno, se reduce la cantidad consumida del mismo stock.
La devaluación encarece los bienes importados, reduciendo la importación de bienes de capital y de insumos. Esto conduce a una recesión industrial, que aumenta el desempleo y reduce el salario real, coherentemente con la reducción de alimentos disponibles en el mercado interno.
En el aparato productivo argentino, la corrección del déficit de balanza de pagos mediante una devaluación se concreta, en el corto plazo, gracias a una recesión industrial que reduce el empleo, la masa salarial y el salario real (dilema para la política económica entre RESTRICCIÓN EXTERNA, CRECIMIENTO ECONÓMICO y DESARROLLO SOCIAL).
2.12. La extensión y variedad del territorio argentino exige que el sistema de valor nacional, que abarca desde la producción o extracción de materias primas hasta la distribución al consumidor final o la exportación, pasando por la manufactura, necesite enormes redes de transporte y comunicaciones, de distribución de energía eléctrica y de la cadena de frío para alimentos frescos.
El aparato productivo argentino padece un subdesarrollo de infraestructuras ferroviarias, de autopistas, de aeropuertos, de acueductos, de energía eléctrica, de gas, de telecomunicaciones satelitales, etc. El subdesarrollo en infraestructuras aumenta los costos en procesos intermedios del sistema de valor, genera ineficiencia económica en la producción y subutilización y desperdicio de recursos naturales (RESTRICCIONES DE ENERGÍA Y DE LOGÍSTICA DE TRANSPORTE Y COMUNICACIONES)
2.13. La economía argentina ha sabido aprovechar en los mercados mundiales su ventaja comparativa en los recursos naturales agropecuarios, pero no ha sido capaz de generar ninguna ventaja competitiva en el comercio internacional. Abundan los ejemplos de desperdicios de las oportunidades generadas: en Argentina se inventó la Birome y se montó la primera fábrica de bolígrafos del mundo; pero la ausencia de una política industrial de Estado
determinó que Argentina no fuera nunca un productor significativo en el mercado mundial del bolígrafo (ausencia de política industrial que retroalimenta la RESTRICCIÓN TECNOLÓGICA).
3. DIAGNÓSTICO SOBRE LA ESTRUCTURA SOCIAL
Todos los puntos de este apartado se refieren a la RESTRICCIÓN EN EL DESARROLLO
SOCIAL.
3.1. La estructura social argentina se caracteriza por una población cuantitativamente escasa
para la superficie territorial y con una distribución social de la renta nacional enormemente desigual comparada con sociedades con un Estado de Bienestar más desarrollado.
3.2. La decadencia del aparato productivo argentino en las últimas décadas, consecuencia de la apertura indiscriminada de la economía, generó un sector social de unos 5 millones de personas estructuralmente excluido del sistema. Estas personas carecen de ingresos formales y reciben escasos recursos públicos, de modo que su supervivencia se basa en una economía sumergida de subsistencia vinculada con el delito.
3.3. La exclusión social incluye la exclusión de la formación laboral hasta en los oficios manuales elementales. Existen millones de personas en edad de Población Económicamente Activa que están fuera de la misma y que no pueden ser incorporadas al trabajo formal de un modo inmediato porque es una mano de obra con nula cualificación.
3.4. La distribución demográfica argentina tiene la deformación típica del subdesarrollo, con una megalópolis que integra en la conurbación a las ciudades incluidas en un radio de unos 70 Km desde el Km 0. Más del 35 % de la población está concentrada en una gigantesca urbe, que carece de administración municipal única para gestionar unos servicios públicos cuyas infraestructuras, según las zonas, son insuficientes, inadecuadas o inexistentes. Las deseconomías de escala de este conglomerado urbano son enormes, lo cual redunda en ineficiencias del aparato productivo.
3.5. Millones de personas excluidas del sistema hacinadas y otros millones de personas empobrecidas, con trabajos precarios, con viviendas y servicios públicos deficientes o inexistentes, implican que la concentración poblacional del AMBA es el peor escenario para la política de salud pública preventiva y ofrece una calidad de vida pésima para sus habitantes.
3.6. La pandemia del coronavirus puso en evidencia que el sistema hospitalario no tiene capacidad para hacer frente a catástrofes sanitarias. Dado el desequilibrio ecológico, son previsibles variados efectos sanitarios catastróficos (nuevos brotes de coronavirus, dengue, nueva pandemia de virus zoonóticos, fiebre amarilla, etc.) frente a los cuales no existe defensa biológica estructurada.
3.7. La destrucción del aparato productivo nacional, iniciada con Martínez de Hoz, exigió, como objetivo paralelo, la “obsolescencia programada” del sistema de educación pública. Los excluidos no necesitan ninguna educación; los que no serán obreros industriales no necesitan
ninguna educación técnica; los sectores medios que serán empobrecidos no deben tener universidades gratuitas de excelencia que les garanticen ascenso social.
Las reformas producidas en el sistema educativo ocultan con consideraciones pedagógicas y psicológicas la continua reducción de los contenidos y de la exigencia en la enseñanza primaria, secundaria y universitaria, cuya consecuencia es la falta de formación de capital humano con calificación de excelencia para impulsar el desarrollo integralmente sostenible.
3.8. La ancianidad de los niños que nacen en el presente (dentro de 80, 90 o más años), dependerá de la riqueza real que produzca en el futuro la población activa, que estará constituida por la cantidad de niños que nazcan dentro de 20, 30 y 40 años. La calidad de vida de los ancianos futuros que nacen hoy será la consecuencia de la política demográfica con que se gestione la pirámide de población en el presente y durante el próximo siglo.
3.9. La pirámide de población argentina está desarrollando la tendencia al envejecimiento de la población que es ya una realidad crítica de muchos países europeos. La estructura de la pirámide de población no es independiente de la estructura de la familia tipo de la sociedad, la cual, además, depende del costo económico de sostener una familia.
La gestión de la pirámide población a 90 años vista exige una política de estado salarial y fiscal en función de una familia tipo apropiada para la pirámide de población deseada.
4. DIAGNÓSTICO SOBRE EL APARATO GUBERNATIVO
4.1. El régimen político constitucional argentino es una República Representativa en la que
el pueblo no gobierna ni delibera sino por medio de sus representantes. Esta fórmula institucional decimonónica no da cuenta de la realidad actual.
Los cambios producidos en la estructura social, en la cultura política, en los usos y costumbres de la manifestación pública de la voluntad popular, además de los cambios tecnológicos, permiten nuevas y variadas formas de participación ciudadana directa en las decisiones políticas del Estado que no han sido institucionalizadas.
4.2. La división del poder político del Estado en tres instituciones (ejecutivo, legislativo y judicial) surgió con la finalidad de evitar el absolutismo; pero el poder político del soberano es uno e integral. En la democracia representativa se vota a los representantes del pueblo en los poderes legislativo y ejecutivo, pero la soberanía popular sobre el poder judicial de hecho no existe.
En nuestro régimen constitucional representativo, republicano y federal, la estructura del poder judicial del Estado Nacional no es ni representativa ni federal.
4.3. Existe una disfuncionalidad sistémica entre los tiempos de las políticas de estado necesarias para cambiar las restricciones estructurales y los tiempos de las estrategias políticas de partido regidos por la legislación electoral. Todas las políticas de estado necesarias tienen
tiempos medibles en décadas; todas las estrategias políticas tienen el tiempo de un año y medio para la próxima campaña electoral.
4.4. La elección de representantes en los poderes legislativo y ejecutivo y las decisiones políticas que los mismos adoptan están determinadas por la necesidad estratégica de supervivencia de los partidos como organización y de los políticos como individuos. Esto significa que el aparato gubernativo electoralmente representativo toma decisiones de Estado en función del corto plazo con un horizonte estratégico menor a dos años.
4.5. El poder judicial es un aparato gubernativo no representativo electoralmente; los jueces, una vez designados, son inamovibles. Los fallos judiciales que tienen significación política no están necesariamente determinados por el corto plazo; pero los fallos judiciales no definen Políticas de Estado para los planes estratégicos de desarrollo nacional.
4.6. El Estado no tiene ninguna institución estructuralmente definida para velar por los objetivos del largo plazo: ni para aprobar proyectos cuyos beneficios se verán mucho más allá del fin de los mandatos electorales vigentes, ni para impedir que decisiones políticas oportunistas, en función del corto plazo de la estrategia electoral, perjudiquen el desarrollo de un proyecto nacional en el largo plazo.
Todos los apartados que siguen se refieren a la RESTRICCIÓN EN DEFENSA NACIONAL
4.7. La imposición norteamericana de la “doctrina de seguridad nacional” en las FFAA argentinas, con la hipótesis de guerra centrada en “el enemigo interno”, produjo la inexistencia de industria logística estratégica para la defensa de la soberanía nacional, la degradación de la inteligencia estratégica, la corrupción moral de las FFAA en la represión de la dictadura y finalmente el desmantelamiento estratégico de las propias FFAA como consecuencia de la guerra de Malvinas.
4.8. Dadas la magnitud de su territorio, la cantidad y diversidad de sus recursos naturales, la escasez poblacional con grandes áreas despobladas como la Patagonia y dada la propia historia nacional de confrontación y rebeldía ante las potencias dominantes, la República Argentina no es un Estado que pueda concebir la defensa de su soberanía nacional como un estado neutral desarmado.
4.9. El mayor riesgo estratégico nacional en el mundo actual es que el Estado nacional tienda a desintegrarse convirtiéndose en un “Estado fallido”.
En la actualidad, las posibles causas de que Argentina derive hacia un “Estado fallido” surgen de la exacerbación de los conflictos sociales, económicos y/o políticos preexistentes hasta convertirse en conflictos violentos como modalidad “sui generis” de guerra civil que destruya el monopolio del Estado en el uso la fuerza armada. Las posibilidades podrían ser:
4.9.1. reanudación de la guerra política de larga data nunca reconciliada en un proyecto nacional compartido; en las últimas 7 décadas (desde 1951) la expresión de esto ha sido el enfrentamiento violento peronismo vs antiperonismo, con su variantes derivadas, la guerra sucia para el exterminio de los montoneros y la “grieta” kirchnerismo vs antikirchnerismo.
4.9.2. agudización de los conflictos entre el Estado Nacional y los pueblos originarios Mapuche, Qoms (y eventualmente otros), ya reprimidos violentamente.
4.9.3. profundización del desafío al monopolio estatal de la fuerza por parte de bandas narcotraficantes, con manifestación ya evidente en Rosario.
4.9.4. desarrollo de las “maras”, como en algunos países centroamericanos, como organizaciones sociales paramilitares que dan identidad y dinero a jóvenes excluidos del sistema.
4.9.5. desnaturalización y desintegración del aparato de seguridad del Estado, con el desarrollo del poder de mafias policiales no controladas por el poder político.
4.10. Dados tanto los graves desequilibrios ecológicos como los variados métodos de enfrentamiento de la III Guerra Mundial, la Argentina queda expuesta a una serie de amenazas para las cuales no existe una defensa nacional estructurada:
4.10.1. devastadores incendios forestales
4.10.2. inundaciones catastróficas
4.10.3. sequías socioeconómicamente graves
4.10.4. epidemias de enfermedades tropicales en zonas antes templadas 4.10.5. nuevas epidemias y/o pandemias de virus zoonóticos
4.10.6. pestes y plagas que destruyan masivamente cultivos y stocks ganaderos de cualquier tipo y/o flora y fauna silvestre.
4.11. No existen riesgos de guerra convencional con ninguno de los países vecinos; por el contrario, en función del tercerismo latinoamericanista debería impulsarse un pacto militar regional de ayuda mutua en defensa de la soberanía de nuestros recursos naturales, como mínimo, entre todos los países hermanos del Cono Sur, siendo deseable su extensión al resto de Sudamérica e idealmente a toda América Latina.
5. COMENTARIO FINAL
Superar y corregir las restricciones, deformaciones y debilidades sistémicas descriptas
implica un cambio de estructuras, lo que significa una transformación del sistema.
No es este el lugar para una discusión teórica sobre la clasificación de los sistemas socio- económico-políticos. Baste decir ahora que la inestabilidad histórica de la Argentina demuestra que no tiene ningún sistema consolidado, lo que genera su dinámica stop and go con alternancia de
hegemonía política en la dirección del sistema.
Cualquier sistema estable se basa en un contrato social; para Rousseau ese contrato era tácito. En Argentina no hay contrato social desde la guerra entre peronismo y antiperonismo. En la “sociedad del conocimiento” parece ineludible que un contrato social sea explícito y cuantificado.
La búsqueda de un consenso sobre las restricciones, deformaciones y debilidades estructurales de nuestro país es el punto de partida para negociar un nuevo contrato social, concretado en un conjunto de políticas de estado que permitan un desarrollo integralmente sostenible superando las limitaciones estructurales.
La idea de “unidad nacional” no puede ser la expresión infantil de un “buenismo político”. No significa que “seamos todos buenos” ni tampoco significa que haya acuerdo absoluto entre el 100% de los argentinos. Pero sí se requiere que una inmensa mayoría absoluta nacional multisectorial concuerde en un conjunto de políticas de estado a desarrollar durante las próximas décadas en torno a intereses comunes.
La historia nacional demuestra que ningún “proyecto nacional partidista” ha podido imponerse en el largo plazo ejerciendo arbitrariamente el poder del Estado. Cualquiera que detente el poder político del Estado puede imponer a su antojo por ley, por “decreto-ley” o por Decreto de Necesidad y Urgencia medidas que pretenden cambiar las estructuras según su propio modelo ideológico; pero los intentos de cambios de estructuras “de prepo” desde el gobierno de una minoría sociopolítica generan inevitablemente resentimientos y voluntad de revancha del resto de la Nación y está escrito en la sabiduría tanguera que “toda carta tiene contra y toda contra se da”.
La necesidad de salir sosteniblemente de la pandemia con un plan de reactivación de corto plazo, enmarcado en el pacto constituyente para un proyecto nacional, nos exige negociar en un Consejo Político Económico y Social medidas que reconstruyan la economía, pero con políticas que, aunque parciales, contribuyan a superar alguna de las restricciones, deformaciones y debilidades estructurales de nuestro sistema, que es indefinido e inestable por ausencia de contrato social.
Mario Eduardo Firmenich 11 de junio de 2020
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