La reuni­fi­ca­ción de Corea, a los 10 años de la Decla­ra­ción Con­jun­ta- Juan Nogueira

El 15 de junio se con­me­mo­ra el 10º Ani­ver­sa­rio de la decla­ra­ción con­jun­ta entre el Nor­te y el Sur de Corea, en la que pare­cían poner los cimien­tos de un pro­ce­so de reunificación.

Sin embar­go, hoy nos encon­tra­mos con una situa­ción de máxi­ma ten­sión entre ambas par­tes. ¿Qué ha cam­bia­do en estos díez años? ¿Por qué exis­ten dos Coreas? ¿Exis­tió algu­na vez una Corea unificada?

Este artícu­lo tra­ta de pro­fun­di­zar en la his­to­ria de Corea, en el pro­ce­so de divi­sión y, sobre todo, en los inten­tos de reuni­fi­ca­ción y las pro­pues­tas en esa línea.

Ori­gen de la divi­sión de las dos Coreas

Corea es una de las nacio­nes más anti­guas del mun­do. Exis­ten res­tos que datan del 3000 a.C., aun­que el pri­mer rei­no uni­fi­ca­do para toda la Penín­su­la fue un régi­men feu­dal, el Kor­yo, cuya dinas­tía rigió los des­ti­nos de Corea duran­te 500 años. A fina­les del siglo XIV, una nue­va dinas­tía ‑los Ri- toma­ron el poder y gober­na­ron Corea duran­te 600 años. Para enten­der este lar­guí­si­mo perio­do, debe­mos exa­mi­nar dos momen­tos his­tó­ri­cos: uno al comien­zo y otro al final.

El pri­me­ro de ellos fue la inva­sión japo­ne­sa en 1592, cono­ci­da en Corea como la Gue­rra Patrió­ti­ca Imjin, que ter­mi­nó con una vic­to­ria corea­na sobre los inva­so­res, tras 7 años de lucha, pero al pre­cio de ago­tar total­men­te al país.

El segun­do momen­to se dio entre diciem­bre de 1884 y 1905. Corea era enton­ces un país fun­da­men­tal­men­te feu­dal y atra­sa­do. Las dispu­tas impe­ria­lis­tas en Asia enfren­ta­ban al vie­jo Impe­rio Zaris­ta con el Japón Mei­ji. Ambas poten­cias tenían ambi­cio­nes sobre Corea y Manchuria.

En diciem­bre de 1884, hubo un gol­pe de Esta­do en Corea. El gol­pe pre­ten­día una moder­ni­za­ción capi­ta­lis­ta de las estruc­tu­ras feu­da­les del país. Sin embar­go, el caos interno fue uti­li­za­do por Japón para inter­ve­nir en Corea, lo que fue con­tes­ta­do por una revuel­ta cam­pe­si­na que con­se­guió domi­nar la mayor par­te del país.

Japón ter­mi­nó reti­ran­do sus tro­pas de Corea, para lue­go inva­dir defi­ni­ti­va­men­te la Penín­su­la a par­tir de 1905, tras derro­tar mili­tar­men­te a su rival en la zona: Rusia. Comien­za enton­ces un bru­tal perio­do de 40 años de régi­men colonial.

El régi­men colo­nial japo­nés es uno de los ejem­plos más sal­va­jes de la des­truc­ción impe­ria­lis­ta de una nación.

Japón negó la iden­ti­dad nacio­nal corea­na, median­te la des­truc­ción de cual­quier res­to his­tó­ri­co que sir­vie­se para la cons­truc­ción de una iden­ti­dad nacio­nal pro­pia. Esto sig­ni­fi­có la des­truc­ción de tem­plos corea­nos, de las tum­bas de los reyes corea­nos más impor­tan­tes,… etc

La len­gua corea­na fue mar­gi­na­da de la vida públi­ca y de la ense­ñan­za y se ini­cia­ron polí­ti­cas de “reno­va­ción del ape­lli­do” (for­zar a la pobla­ción corea­na a nipo­ni­zar su ape­lli­do) y de cam­bio de los nom­bres de las ciu­da­des coreanas.

Toda Corea fue pues­ta al ser­vi­cio del Impe­rio Japo­nés, tran­for­man­do las estruc­tu­ras eco­nó­mi­cas para hacer­la depen­dien­te. Más del 90% del inter­cam­bio comer­cial coreano se daba con Japón. Ade­más, millo­nes de corea­nos fue­ron lle­va­dos en con­di­cio­nes más o menos for­zo­sas a tra­ba­jar a Japón en los tra­ba­jos más duros, mien­tras toda la Penín­su­la Corea­na se trans­for­ma­ba en una gigan­tes­ca fábri­ca de armas para la inva­sión japo­ne­sa de China.

Los corea­nos no sólo fabri­ca­ban las balas con las que sus inva­so­res eje­cu­ta­ban a los revo­lu­cio­na­rios y patrio­tas, sino que tam­bién fue­ron for­za­dos a ser­vir en el Ejér­ci­to Japo­nés. Las muje­res corea­nas tam­bién fue­ron for­za­das a ser­vir en el Ejér­ci­to Impe­rial, pero no como sol­da­dos, sino como pros­ti­tu­tas y escla­vas sexua­les. Se cal­cu­la que en 40 años de régi­men colo­nial, cer­ca de 200’000 muje­res corea­nas pasa­ron por los cuar­te­les japoneses.

La espe­ran­za de vida en Corea era de 38’4 años y la mor­ta­li­dad infan­til del 204‰. El anal­fa­be­tis­mo era gene­ra­li­za­do y sólo el 4’6% de los niños en edad esco­lar esta­ban matri­cu­la­dos. El acce­so a la secun­da­ria seguía cri­te­rios cla­sis­tas, mien­tras que los corea­nos tenían veta­da la Edu­ca­ción supe­rior. En 1945, sólo 9 per­so­nas en toda Corea tenían un títu­lo universitario.

Ante esta situa­ción, exis­tía una opo­si­ción acti­va, pero frag­men­ta­da. El impe­ria­lis­mo japo­nés hizo manio­bras polí­ti­cas muy cui­da­das a la hora de inva­dir Corea. La vie­ja éli­te corea­na ‑la noble­za, los la monar­quía y los terra­te­nien­tes- no plan­ta­ron bata­lla a los japo­ne­ses; los dos pri­me­ros, cre­yen­do que sus pri­vi­le­gios se man­ten­dían bajo el nue­vo régi­men (Japón no eli­mi­nó auto­má­ti­ca­men­te las ins­ti­tu­cio­nes corea­nas, sino que ganó tiem­po con nego­cia­cio­nes far­sa mien­tras sus tro­pas toma­ban el con­trol de la Penín­su­la y des­ar­ma­ban al Ejér­ci­to Coreano). Para cuan­do Japón abo­lió la monar­quía corea­na, ya no exis­tían las tra­di­cio­na­les bases de su poder, lo que impi­dió que ejer­cie­ra nin­gún tipo de resistencia.

Los terra­te­nien­tes, por su par­te, siguie­ron ejer­cien­do un gran poder sobre el agro coreano, aun­que las mejo­res tie­rras fue­ron expro­pia­das por lati­fun­dis­tas y ofi­cia­les del ejér­ci­to japonés.

Con las vie­jas éli­tes fue­ra de jue­go, la opo­si­ción se divi­día en tres polos:

  • El nacio­na­lis­mo, gene­ral­men­te liga­do a anti­guos mili­ta­res del Ejér­ci­to Coreano. Su poder fue debi­li­tán­do­se con el paso del tiem­po, ante la fal­ta de una base social sobre la que apoyarse.
  • La opo­si­ción bur­gue­sa, repre­sen­ta­da por un Gobierno coreano en el exi­lio de Shanghai y figu­ras como Syg­mun Rhee, coreano afin­ca­do en Cali­for­nia. Ambas ten­den­cias repre­sen­ta­ban una opo­si­ción que bus­ca­ba la pre­sión inter­na­cio­nal y la sumi­sión a gran­des poten­cias, ya fue­ra el pro­pio Japón (un esta­tu­to de auto­no­mía) o los Esta­dos Uni­dos. No tenían pre­sen­cia den­tro de Corea.
  • La opo­si­ción comu­nis­ta y sus alia­dos, la úni­ca fuer­za con pre­sen­cia real den­tro de Corea. La gue­rri­lla enca­be­za­da por Kim Il Sung era la van­guar­dia de las fuer­zas comu­nis­tas den­tro de Corea, tras la des­apa­ri­ción en 1928 del PCC.

La derro­ta defi­ni­ti­va de Japón se dio en agos­to de 1945. Has­ta el para­le­lo 38, la gue­rri­lla y las tro­pas sovié­ti­cas ocu­pa­ron las prin­ci­pa­les ciu­da­des. Cuan­do los gue­rri­lle­ros y los sovié­ti­cos se des­ple­ga­ron sobre el terri­to­rio libe­ra­do, se encon­tra­ron con que el pro­pio pue­blo coreano ya esta­ba crean­do un nue­vo órgano de poder: el comi­té popu­lar. Los gue­rri­lle­ros vie­ron el poten­cial de este nue­vo tipo de orga­ni­za­ción popu­lar y comen­za­ron a exten­der­lo por todas las ciu­da­des y villas.

Las tro­pas sovié­ti­cas se detu­vie­ron en el para­le­lo 38, debi­do al acuer­do al que habían lle­ga­do con Esta­dos Uni­dos para des­ar­mar al ejér­ci­to japo­nés. Sin embar­go, para ese enton­ces, el ejér­ci­to nor­te­ame­ri­cano esta­ba aún lejos de Corea y sólo lle­ga­ron tres sema­nas des­pués de la libe­ra­ción de Corea.

En teo­ría, la pre­sen­cia de ambos ejér­ci­tos (nor­te­ame­ri­cano y sovié­ti­co) sólo tenía un sen­ti­do: libe­rar Corea, crear las con­di­cio­nes para que los corea­nos pudie­sen regir­se a sí mis­mos ‑a tra­vés de una demo­cra­ti­za­ción y de elec­cio­nes gene­ra­les para todo el país- y retirarse.

Sin embar­go, Esta­dos Uni­dos lle­gó a Corea cuan­do su pre­sen­cia era ya irre­le­van­te para la libe­ra­ción del país y su pro­pó­si­to nun­ca fue la demo­cra­ti­za­ción. Cuan­do los nor­te­ame­ri­ca­nos lle­ga­ron, Corea del Sur era un her­vi­de­ro social, don­de los comi­tés popu­la­res se habían exten­di­do de for­ma autó­no­ma y con­tro­la­ban la situa­ción. Esta­dos Uni­dos repri­mió los comi­tés y devol­vió a sus pues­tos a los anti­guos gen­dar­mes del régi­men colo­nial. Una nue­va dic­ta­du­ra había naci­do, en la mitad de un país que que­ría ser inde­pen­dien­te y per­ma­ne­cer unido. 

Mien­tras las Unión Sovié­ti­ca reti­ra­ba sus últi­mas tro­pas de Corea en 1948, Esta­dos Uni­dos aún sigue man­te­nién­do­las a día de hoy. Corea del Sur se man­tie­ne aún hoy como un régi­men sin legi­ti­mi­dad his­tó­ri­ca y pro­duc­to de la inge­nie­ría polí­ti­ca impe­ria­lis­ta en Asia Oriental.

Por lo tan­to, la Revo­lu­ción en Corea ‑que nació como lucha inde­pen­den­tis­ta- es un pro­ce­so incon­clu­so: la mitad del país aún está ocu­pa­da por el impe­ria­lis­mo; el socia­lis­mo sólo se cons­tru­ye des­de 1948 en una par­te del territorio.

No debe­mos enten­der el ori­gen de la divi­sión de Corea como resul­ta­do de la exis­ten­cia de dos pro­yec­tos polí­ti­cos dife­ren­tes, cada uno apo­ya­do por una par­te del pue­blo. Corea que­dó divi­di­da por­que una par­te de la mis­ma fue ocu­pa­da con­tra su volun­tad por Esta­dos Uni­dos, abor­tan­do en el sur el pro­ce­so de libe­ra­ción anti­im­pe­ria­lis­ta orien­ta­do hacia el socia­lis­mo que se daba en todo el país.

La pro­pues­ta del norte

Des­de 1945, la situa­ción de Corea se vol­vió bas­tan­te pecu­liar. Un país con casi 5000 años de his­to­ria común, que de repen­te se ve arti­fi­cial­men­te divi­di­do en dos zonas con sis­te­mas polí­ti­co-eco­nó­mi­cos antagónicos.

Des­de una pers­pec­ti­va revo­lu­cio­na­ria, las tareas en la par­te nor­te ‑don­de el pue­blo coreano había alcan­za­do la libe­ra­ción- era una revo­lu­ción demo­crá­ti­ca que se orien­ta­se hacia el socia­lis­mo, mien­tras que la lucha en la par­te sur con­ti­nua­ban sien­do las de la libe­ra­ción nacional.

Es decir, des­de una pers­pec­ti­va de cla­ses, la revo­lu­ción en Corea del Nor­te ‑al tener un carác­ter socia­lis­ta- tenía como suje­tos fun­da­men­ta­les a la cla­se obre­ra, el cam­pe­si­na­do pobre (la inmen­sa mayo­ría), los inte­lec­tua­les y algu­nos sec­to­res popu­la­res y de la peque­ña bur­gue­sía. En Corea del Sur, en cam­bio, algu­nos sec­to­res de la bur­gue­sía podían tomar par­te de la lucha, ya que no se bus­ca como tarea prio­ri­ta­ria la cons­truc­ción socia­lis­ta, sina la libe­ra­ción nacional.

En este sen­ti­do, la direc­ción revo­lu­cio­na­ria enca­be­za­da por Kim Il Sung inten­tó des­de un ini­cio una alian­za anti­im­pe­ria­lis­ta en toda Corea, entre las fuer­zas revo­lu­cio­na­rias del nor­te y las fuer­zas patrió­ti­cas del sur.

En 1948, se con­vo­có en Pyong­yang la Con­fe­ren­cia Con­jun­ta de los Repre­sen­tan­tes de los Par­ti­dos Polí­ti­cos y las Orga­ni­za­cio­nes Socia­les de Corea del Nor­te y el Sur. A ella, acu­die­ron todas las fuer­zas polí­ti­cas que no esta­ban com­pro­me­ti­das con Esta­dos Uni­dos. Esto impli­có a todos los par­ti­dos y orga­ni­za­cio­nes socia­les de Corea del Nor­te y a la mayo­ría de fuer­zas polí­ti­cas de Corea del Sur, inclu­yen­do a per­so­na­jes como Kim Gu, anti­guo líder del “Gobierno de Shanghai” y férreo anti­co­mu­nis­ta. A su regre­so a Corea del Sur, Kim Gu fue asesinado.

La gue­rra de Corea debe entron­car­se en este con­tex­to: la lucha entre dos pro­yec­tos anta­gó­ni­cos; el de una Corea libre y uni­fi­ca­da y el de exten­der a toda Corea la sumi­sión al impe­ria­lis­mo nor­te­ame­ri­cano. La gue­rra puso de mani­fies­to la volun­tad del pue­blo coreano de luchar has­ta el final por su inde­pen­den­cia y el socia­lis­mo y sólo el envío masi­vo de tro­pas nor­te­ame­ri­ca­nas pudo man­te­ner el régi­men neo­co­lo­nial en el sur, en cla­ra des­com­po­si­ción y sin apo­yo popular.

Sin embar­go, la gue­rra tam­bién radi­ca­li­zó las pos­tu­ras y con­lle­vó una repre­sión bru­tal, que anu­ló a las fuer­zas revo­lu­cio­na­rias en Corea del Sur.

No fue has­ta 1972 cuan­do hubo una pri­me­ra ten­ta­ti­va de nego­cia­ción entre los “gobier­nos” de Corea del Nor­te y del Sur. Kim Il Sung, como líder de la dele­ga­ción nor­co­rea­na, pro­pu­so tres prin­ci­pios para la reuni­fi­ca­ción de Corea. Son los siguientes:

a) Corea debe reuni­fi­car­se de mane­ra inde­pen­dien­te, sin depen­der de fuer­zas extran­je­ras ni tole­rar sus inter­ven­cio­nes. Tra­du­ci­do al con­tex­to de la Gue­rra Fría, ni Esta­dos Uni­dos, ni Chi­na, ni la Unión Sovié­ti­ca debían deter­mi­nar la cons­truc­ción nacio­nal de Corea, que sólo debía ser fru­to de la elec­ción de su pue­blo. Tan­to Chi­na como la Unión Sovié­ti­ca, habían ayu­da­do en momen­tos pun­tua­les a la RPD de Corea, pero su gobierno revo­lu­cio­na­rio siem­pre fue muy celo­so de su pro­pia inde­pen­den­cia y no per­mi­tió que las tro­pas extran­je­ras per­ma­ne­cie­sen en Corea. Por lo tan­to, era Corea del Sur la que debía des­ha­cer­se de la pre­sen­cia esta­dou­ni­den­se para lle­var a cabo el pro­ce­so de reunificación.

b) Pro­mo­ver la gran uni­dad nacio­nal por enci­ma de las dife­ren­cias de ideo­lo­gía, idea­les y régi­men. Este pun­to hay que enten­der­lo como una for­ma de lle­gar a la con­fian­za mutua, con­tra­po­ner la pro­pa­gan­da sur­co­rea­na (“agre­sión del nor­te para teñir de rojo a toda Corea”) y bus­car alian­zas en cla­ve anti­im­pe­ria­lis­ta con fuer­zas no socialistas.

c) Reuni­fi­ca­ción por vía pací­fi­ca, sin emplear las fuer­zas arma­das.

Estas con­ver­sa­cio­nes no lle­ga­ron a acuer­dos, debi­do a la natu­ra­le­za del régi­men sur­co­reano, depen­dien­te de Esta­dos Uni­dos y de gran­des monopolios.

Con la con­tra­rre­vo­lu­ción en el cam­po socia­lis­ta, hubo un nue­vo inten­to de Corea del Nor­te de lle­gar a pun­tos de enten­di­mien­to con las auto­ri­da­des de Corea del Sur, pre­ten­dien­do lle­gar a acuer­dos que per­mi­tie­sen el con­tac­to direc­to entre el pue­blo del Nor­te y del Sur, lo que con­tri­bui­ría a dar una base fir­me a la reunificación.

Kim Il Sung esbo­zó diez puntos:

  1. Fun­dar un Esta­do uni­fi­ca­do inde­pen­dien­te, pací­fi­co y neu­tral median­te la gran uni­dad pan­na­cio­nal. La estruc­tu­ra de este esta­do sería con­fe­de­ral con igual par­ti­ci­pa­ción de los dos gobier­nos regio­na­les del Nor­te y el Sur, y un Esta­do neu­tral, inde­pen­dien­te, pací­fi­co y no ali­nea­do, que no se incli­ne hacia nin­gu­na potencia.
  1. Lograr la uni­dad basa­da en el patrio­tis­mo y el espí­ri­tu de inde­pen­den­cia nacio­nal. Es decir, al mar­gen de plan­tea­mien­tos particularistas
  1. Coexis­ten­cia, copros­pe­ri­dad e intere­ses comunes.
  1. Fin a toda pug­na polí­ti­ca que fomen­te la divi­sión y el enfren­ta­mien­to entre los compatriotas.
  1. Con­fian­za mutua, fin del mie­do a la agre­sión mutua y fin de la pers­pec­ti­va de “vic­to­ria sobre el comu­nis­mo” o “comu­nis­ti­za­ción”.
  1. Demo­cra­cia.
  1. Reco­no­cer las pro­pie­da­des esta­ta­les, coope­ra­ti­vis­tas y pri­va­das y pro­te­ger el capi­tal y los bie­nes indi­vi­dua­les y colec­ti­vos, y las con­ce­sio­nes comu­nes con el capi­tal extranjero.
  1. Com­pren­sión y con­fian­za mutua median­te con­tac­tos, via­jes y diá­lo­gos entre los agen­tes socia­les de ambos lados.
  1. Soli­da­ri­dad y mayor uni­dad entre la pobla­ción del Nor­te, el Sur y ultra­mar para lograr la reunificación.
  1. Reco­no­ci­mien­to espe­cial a aque­llos que apor­ten a la lucha por la gran uni­dad nacio­nal y la reuni­fi­ca­ción de la Patria.

Todos estos pun­tos se deben enten­der den­tro de una pers­pec­ti­va dia­léc­ti­ca. Es decir, en nin­gún caso pue­de enten­der­se que el obje­ti­vo final de los revo­lu­cio­na­rios corea­nos no sea el socia­lis­mo y la inde­pen­den­cia nacio­nal. Sin embar­go, hay que enten­der dos cla­ves políticas:

  • Corea del Sur está ‑aún hoy- some­ti­da a uno de los mayo­res des­plie­gues impe­ria­lis­tas de la era moder­na y es nece­sa­rio supe­rar esa fase median­te la lucha y la movi­li­za­ción de todo el pue­blo de Corea del Sur. Los 10 pun­tos de Kim Il Sung son una pla­ta­for­ma de míni­mos hacia la uni­dad, que plan­tea como obje­ti­vo la libe­ra­ción nacio­nal, pero qui­tan­do de en medio el mayor obs­tácu­lo que a deter­mi­na­dos sec­to­res de Corea del Sur les hacen optar por Esta­dos Uni­dos antes que por sus com­pa­trio­tas del nor­te: el socia­lis­mo. La libe­ra­ción nacio­nal es una tarea que inclu­ye a más fuer­zas que la cons­truc­ción del socia­lis­mo aun­que, de for­ma natu­ral, pue­da desem­bo­car en el socialismo.
  • La revo­lu­ción en Corea se hizo en nom­bre del socia­lis­mo, pero tam­bién de la inde­pen­den­cia. Para los corea­nos, la inde­pen­den­cia nacio­nal es casi tan impor­tan­te como la cons­truc­ción del socia­lis­mo. No debe­mos per­der de vis­ta este aspec­to a la hora de ana­li­zar la Revo­lu­ción coreana.

La decla­ra­ción con­jun­ta y los acuerdos

La línea de acer­ca­mien­to del gobierno nor­co­reano no pudo mate­ria­li­zar­se en acuer­dos con­cre­tos has­ta que hubo el pri­mer gobierno social-demó­cra­ta de la his­to­ria Corea del Sur que no fue abor­ta­do por un gol­pe mili­tar, enca­be­za­do por Kim Dae Jung, anti­guo pre­so político.

El 15 de junio del año 2000, se fir­mó la his­tó­ri­ca decla­ra­ción entre Nor­te y Sur, que con­tie­ne los siguien­tes acuerdos:

  1. El nor­te y el sur acuer­dan resol­ver la cues­tión de la reuni­fi­ca­ción nacio­nal de for­ma inde­pen­dien­te, basán­do­la en los esfuer­zos uni­dos de la nación coreana.
  1. El nor­te y el sur, reco­no­cen que hay pun­tos en común entre la pro­pues­ta de fede­ra­ción como pun­to de par­ti­da (pro­pues­ta por el nor­te) y la pro­pues­ta de con­fe­de­ra­ción (impul­sa­da por el sur), y acuer­dan tra­ba­jar sobre estos pun­tos comu­nes en el futuro.
  1. El nor­te y el sur acuer­dan comen­zar a resol­ver los asun­tos huma­ni­ta­rios antes del día 15 de agos­to del año 2000, inclu­yen­do el inter­cam­bio de gru­pos de fami­lia­res sepa­ra­dos y el asun­to de los pre­sos polí­ti­cos de lar­ga duración.
  1. El nor­te y el sur acuer­dan pro­mo­ver el desa­rro­llo equi­li­bra­do de la eco­no­mía nacio­nal, a tra­vés de la coope­ra­ción eco­nó­mi­ca y acti­van­do los inter­cam­bios y la ayu­da mutua en todos los ámbi­tos: socia­les, cul­tu­ra­les, depor­ti­vos, sani­ta­rios, medioam­bien­ta­les y otros.
  1. El nor­te y el sur acuer­dan man­te­ner diá­lo­gos entre las auto­ri­da­des de ambas par­tes para inten­tar poner en mar­cha los pun­tos seña­la­dos en el futu­ro próximo.

Todo esto sir­vió para poner en mar­cha nume­ro­sos encuen­tros entre orga­ni­za­cio­nes popu­la­res de nor­te y sur, así como abrir zonas de coope­ra­ción eco­nó­mi­ca, como el la zona turís­ti­ca del mon­te Kum­gang o el com­ple­jo indus­trial de Kaesong.

Lee Myong Bak y el caso del Cheonan

La lle­ga­da al poder de Lee Myong Bak ha supues­to un retro­ce­so his­tó­ri­co en cuan­to al pro­ce­so de reuni­fi­ca­ción nacio­nal abier­to el 15 de junio de 2000. 

Lee Myong Bak es uno de los máxi­mos jefes del mono­po­lio Hyun­dai y fue alcal­de de Seúl. Su man­da­to fue con­flic­ti­vo y fue inves­ti­ga­do en dos oca­sio­nes por la jus­ti­cia por nume­ro­sas irre­gu­la­ri­da­des inmo­bi­lia­rias y de lega­li­dad en los pro­ce­sos electivos.

Lle­gó al poder por el des­gas­te eco­nó­mi­co del gobierno social-demó­cra­ta e inclu­yó en su pro­gra­ma elec­to­ral pro­pues­tas de gran impac­to medioam­bien­tal y espe­cu­la­ti­vo, como el Gran Canal Coreano (la pro­pues­ta de uni­fi­car todos los ríos nave­ga­bles de Corea del Sur por una red de cana­les). Este tipo de pro­pues­tas fue­ron des­he­cha­das una vez ascen­dió a la presidencia.

Sin embar­go, la polí­ti­ca de Lee Myong Bak estu­vo en todo momen­to cen­tra­da en la con­fron­ta­ción con­tra la RPD de Corea. Recu­pe­ró gran par­te de la prá­xis polí­ti­ca de la épo­ca fas­cis­ta de Corea del Sur, como las acu­sa­cio­nes a los sec­to­res pro­gre­sis­tas de estar orga­ni­za­dos por “fuer­zas en las som­bras” (es decir, por Corea del Nor­te), la per­se­cu­ción de los comu­nis­tas y sus alia­dos y la defi­ni­ción del Nor­te como el prin­ci­pal enemi­go de Seúl.

Ha refor­za­do la sumi­sión de Corea del Sur hacia Esta­dos Uni­dos. Lee Myong Bak fue el pri­mer pre­si­den­te tras los acuer­dos del 15 de junio en no cele­brar la pers­pec­ti­va de la reuni­fi­ca­ción en el ani­ver­sa­rio, optan­do por via­jar a Esta­dos Uni­dos en esa fecha.

Ha roto acuer­dos logra­dos por el gobierno social­de­mó­cra­ta como el que per­mi­tía a Corea del Sur recu­pe­rar el con­trol sobre su ejér­ci­to en tiem­pos de paz, con­trol que aho­ra recae sobre el Esta­do Mayor yanki.

Tam­bién levan­tó la prohi­bi­ción de impor­tar car­ne de vaca nor­te­ame­ri­ca­na, prohi­bi­ción que se había rea­li­za­do ante las sos­pe­chas de que podía con­te­ner la enfer­me­dad de las vacas locas. Todo esto pro­vo­có mani­fes­ta­cio­nes masi­vas que fue­ron dura­men­te reprimidas.

El actual pro­ble­ma en torno al Cheo­nan deben enten­der­se en la diná­mi­ca de con­fron­ta­ción del gobierno del Gran Par­ti­do Nacio­nal. Es una fabri­ca­ción diri­gi­da a legi­ti­mar toda la polí­ti­ca agre­si­va ante­rior y jus­ti­fi­car la nue­va. De hecho, los des­en­cuen­tros han sido cons­tan­tes des­de que Lee Myong Bak asu­mió el poder, mucho antes del hun­di­mien­to del Cheo­nan. Pero la actual cri­sis ha ser­vi­do para ter­mi­nar con todo tipo de comer­cio entre las dos Coreas (por ejem­plo, se rom­pió uni­la­te­ral­men­te las impor­ta­cio­nes de are­na des­de Corea del Nor­te), las inver­sio­nes en zonas con­jun­tas (aun­que aún hay 120 empre­sas en la zona mix­ta de Kae­song), se han con­ge­la­do los fon­dos nor­co­rea­nos en el Sur, Corea del Sur está pre­sio­nan­do para que cese todo tipo de acuer­do que inclu­ya ayu­das hacia Pyong­yang, al tiem­po que pide a Chi­na que prohí­ba el turis­mo chino en una de las zonas más bellas de Corea del Nor­te: el mon­te Kum­gang, y ‑final­men­te- se van a inten­tar for­zar nue­vas san­cio­nes des­de Nacio­nes Unidas.

No es nece­sa­rio comen­tar más sobre este asun­to, que ha sido dufi­cien­te­men­te tra­ta­do en otros artículos.

Con­clu­sión

Si toma­mos un mapa­mun­di, vemos que Corea es una nación leja­na. Sin embar­go, la dis­tan­cia psi­co­ló­gi­ca a la que esta­mos de ellos es aún más gran­de, debi­do a la cons­tan­te agre­sión mediá­ti­ca del imperialismo.

Ante ella, los comu­nis­tas del Esta­do Espa­ñol debe­mos mos­trar nues­tra más férrea soli­da­ri­dad inter­na­cio­na­lis­ta y apo­yar a los revo­lu­cio­na­rios corea­nos en su lucha por el socia­lis­mo y la libe­ra­ción nacional.

El 15 de junio del año 2000 se abrió un pro­ce­so diri­gi­do hacia la reuni­fi­ca­ción, que la oli­gar­quía sur­co­rea­na y el impe­ria­lis­mo nor­te­ame­ri­cano ‑a tra­vés de su títe­re, Lee Myong Bak- deci­dió abor­tar de for­ma abrup­ta a par­tir de 2007.

En cual­quier caso, se han abier­tos las pri­me­ras bre­chas y han sal­ta­do con­tra­dic­cio­nes den­tro del blo­que domi­nan­te en Corea del Sur. No sólo eso, un nume­ro cre­cien­te de empre­sas sur­co­rea­nas han vis­to el poten­cial de la coope­ra­ción con Corea del Nor­te, en lugar de la con­fron­ta­ción, con lo que se ponen en total con­tra­dic­ción con la polí­ti­ca del Gran Par­ti­do Nacio­nal. Estas con­tra­dic­cio­nes pue­den ser mayo­res en el futu­ro, de la mano de la caí­da de la popu­la­ri­dad de Lee Myong Bak des­de el mis­mo año 2007 en que asu­mió la Presidencia.

Estas con­tra­dic­cio­nes, uni­das a las pro­tes­tas masi­vas que pro­du­je­ron las con­ce­sio­nes a Esta­dos Uni­dos en Corea del Sur, pue­den deri­var en el futu­ro a la alian­za anti­im­pe­ria­lis­ta de toda la nación que Corea del Nor­te ha teo­ri­za­do des­de 1948.

Des­de el Esta­do Espa­ñol solo nos que­da enviar todo nues­tro apo­yo y soli­da­ri­dad con el pue­blo coreano.


Juan Noguei­ra López
Secre­ta­rio de Comunicaciones
Aso­cia­ción de Amis­tad con Corea en el Esta­do Español

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