Las cri­sis per­ma­nen­tes, Adam Smith y el cam­bio cli­má­ti­co por José Miguel Garcia

Hace un año ya que el Mun­do vive una cri­sis eco­nó­mi­ca glo­bal sólo com­pa­ra­ble al crack de 1929. Sus con­se­cuen­cias nega­ti­vas las veni­mos pade­cien­do día a día, a pesar de lo cual, pode­mos res­ca­tar algún aspec­to a des­ta­car de todo esto: esta deba­cle sin pre­ce­den­tes inme­dia­tos ha corri­do muchos velos, sobre todo, ha hecho caer los velos que des­de siem­pre han que­ri­do encu­brir los peo­res males del capi­ta­lis­mo, males que no son nue­vos, que son intrín­se­cos al sis­te­ma, pero que tam­bién, des­de siem­pre, se han tra­ta­do de man­te­ner ocul­tos, o fue­ra de “agen­da”, gra­cias al poder mediá­ti­co mul­ti­na­cio­nal que es tan fun­cio­nal a los intere­ses del dis­cur­so dominante.

Pero la por­fia­da reali­dad, des­de sep­tiem­bre de 2008, ha deja­do en evi­den­cia todas estas cala­mi­da­des y más aún, las ha pues­to en pri­me­ra pla­na a com­pe­tir con el “men­sa­je ofi­cial”, que­dan­do bien en cla­ro todos los flan­cos por don­de este mode­lo vie­ne hacien­do agua, y cómo, millo­nes de seres huma­nos más se han agre­ga­do a la lis­ta de los per­ju­di­ca­dos por la vorá­gi­ne capi­ta­lis­ta que se des­ató lue­go de la crisis.

Haga­mos, enton­ces, una bre­ve rese­ña, y tan sólo a vue­lo de pája­ro, de cómo algu­nas de estas cosas, han empeo­ra­do aún más en este últi­mo tiempo.

La FAO, en su recien­te cum­bre en Roma, esta­ble­ció que la cri­sis eco­nó­mi­ca mun­dial ele­vó el núme­ro de pobres de 850 a 1020 millo­nes en ape­nas un año. En su decla­ra­ción final esta­ble­ció: “Nos com­pro­me­te­mos para que deje inme­dia­ta­men­te de aumen­tar –y se reduz­ca con­si­de­ra­ble­men­te– el núme­ro de per­so­nas que sufren a cau­sa del ham­bre, la malnu­tri­ción y la inse­gu­ri­dad ali­men­ta­ria”. Eso sí, sigue sin saber­se ni cómo, ni en cuán­to tiem­po lograr­lo, ya que de los 44 mil millo­nes de dóla­res que nece­si­ta por año este orga­nis­mo para cum­plir con tales metas, los paí­ses indus­tria­li­za­dos se han que­da­do en meras pro­me­sas por cifras mucho meno­res a la mitad de lo exi­gi­do y toda­vía, sin nin­gún pla­zo definido.

Es que está cla­rí­si­mo, a los paí­ses cen­tra­les no les tiem­bla la mano cuan­do entre­gan billo­nes de dóla­res para sal­var a un sis­te­ma finan­cie­ro lleno de ban­que­ros corrup­tos, pero para nada se preo­cu­pan por erra­di­car la pobre­za en el Mun­do. Ni siquie­ra demues­tran inte­rés por hacer­lo en el seno de sus pro­pias socie­da­des don­de este fla­ge­lo tam­bién avan­za, ya sea por la pro­pia cri­sis como tam­bién por el hecho incon­tras­ta­ble de que las nacio­nes más desa­rro­lla­das, en los últi­mos 30 años, han con­cen­tra­do enor­me­men­te la dis­tri­bu­ción de la rique­za a favor de los más ricos, y redu­ci­do has­ta en casi un 30% los ingre­sos de los sec­to­res más pobres.

Pero esta cri­sis tam­bién ha demos­tra­do, sin medias tin­tas, que la espe­cu­la­ción desen­fre­na­da que ha crea­do enor­mes bur­bu­jas de capi­tal fic­ti­cio sigue intac­ta y fun­cio­nan­do como en sus mejo­res días, mien­tras que el tra­ba­jo digno, ese que enal­te­ce al esfuer­zo humano y que gene­ra la rique­za dig­na, sigue per­dien­do a todos los pre­mios: la OCDE (Orga­ni­za­ción para la Coope­ra­ción y el Desa­rro­llo Eco­nó­mi­co) entien­de que la rece­sión en los 30 paí­ses más desa­rro­lla­dos, entre 2009 y 2010, aumen­ta­rá el núme­ro de nue­vos des­em­plea­dos en 25 millo­nes. Y estas son cifras de un orga­nis­mo afín al sis­te­ma, por ende, por demás cau­te­lo­sas, ya que otros estu­dios hablan de cifras aún mayores.

Y por si todo lo ante­rior fue­ra poco, gra­cias a la ban­ca­rro­ta capi­ta­lis­ta del últi­mo año, el Ban­co Mun­dial esti­ma que no habrá reduc­ción en la mor­ta­li­dad infan­til duran­te 2009 sino que, por el con­tra­rio, ésta cre­ce­rá en el Mun­do (400 mil niños más mori­rán según este infor­me, que se suma­rán a las cifras ya exis­ten­tes) por caren­cias de aten­ción sani­ta­ria, debi­do a la fal­ta de recur­sos por los dis­tin­tos recor­tes pre­su­pues­ta­rios apli­ca­dos para enfren­tar a la cri­sis (cla­ro está, recor­tes hechos exclu­si­va­men­te en las car­te­ras socia­les). Así que­da más que cla­ro cuál es la esen­cia de este mode­lo socio polí­ti­co que nos domi­na en los cua­tro pun­tos car­di­na­les: hay dine­ro para res­ca­tar a las finan­zas (y así parar el derrum­be del sis­te­ma capi­ta­lis­ta), pero no para sal­var niños.

Smith, Fried­man, y los prin­ci­pios capitalistas.
Pero esta cri­sis, qui­zás, haya teni­do una “vir­tud” aún mayor a lo ya rese­ña­do: sus desas­tro­sas con­se­cuen­cias, tam­bién, han soca­va­do los pila­res fun­da­men­ta­les don­de repo­sa el edi­fi­cio ideo­ló­gi­co del capi­ta­lis­mo, ya que ha pues­to en tela de jui­cio los prin­ci­pios filo­só­fi­cos sobre los que se sus­ten­ta el modelo.

Mode­lo que tie­ne como a su prin­ci­pal teó­ri­co a Adam Smith (y en su ver­sión actual a Mil­ton Fried­man y su escue­la neo­clá­si­ca o neo­li­be­ral) quien desa­rro­lló los prin­ci­pios rec­to­res del capi­ta­lis­mo en su libro “La rique­za de las Nacio­nes” en 1776. Su obra, en resu­mi­das cuen­tas, pos­tu­la dos prin­ci­pios bási­cos que hacen a la esen­cia del capi­ta­lis­mo. El pri­me­ro de ellos se refie­re a que cuan­to más se per­si­ga el bene­fi­cio indi­vi­dual (lucro), aun­que parez­ca para­dó­ji­co, mayor será el bene­fi­cio social resul­tan­te. Y segun­do, cuán­to más libre (sin nin­gún tipo de tra­bas o regu­la­cio­nes) sea el fun­cio­na­mien­to de los mer­ca­dos, se ase­gu­ra­rá la más correc­ta y efi­cien­te dis­tri­bu­ción de los recur­sos, y se gene­ra­rá la mayor rique­za posi­ble. Obvia­men­te que estos dos prin­ci­pios van uni­dos, es el lucro el motor del sis­te­ma que poten­cia la acu­mu­la­ción de la rique­za, y el es el mer­ca­do “trans­pa­ren­te” y en “com­pe­ten­cia per­fec­ta” el que asig­na los recur­sos de la for­ma más eficiente.

Eso es lo que dice la teo­ría, sin embar­go, más de cua­tro siglos de capi­ta­lis­mo (sal­va­je, expo­lia­dor, devas­ta­dor o inmo­ral, no le pone­mos adje­ti­vo por­que le van todos) nos demues­tran otra cosa muy dis­tin­ta, y esta cri­sis que esta­mos pade­cien­do, vie­ne a con­fir­mar­lo en for­ma contundente.

Hoy por hoy, has­ta el mayor de los incré­du­los, o él más acé­rri­mo defen­sor del sta­tus quo, lue­go de todo lo acon­te­ci­do en poco más de un año, ha debi­do admi­tir que el lucro desen­fre­na­do, (ese que en las últi­mas tres déca­das se ha tra­ta­do de impo­ner como un valor fun­da­men­tal, como el mejor y más efi­cien­te medio de orga­ni­zar a la socie­dad de acuer­do al neo­li­be­ra­lis­mo gober­nan­te en el Mun­do des­de Reagan y Thach­ter para acá) ha esta­do en el ori­gen de esta terri­ble deba­cle que lle­vó a que el sis­te­ma finan­cie­ro glo­bal se “tra­ga­ra” cien­tos de miles de millo­nes de dóla­res per­si­guien­do el mayor rédi­to posi­ble a como die­ra lugar, y sin impor­tar a quién se afec­ta­ra, o qué se derribara.

¿Es que alguien podía tener algu­na duda de que el valor pri­me­ro del capi­ta­lis­mo fun­cio­na de este modo? La tozu­da reali­dad, a par­tir de sep­tiem­bre de 2008, res­pon­dió por sí sola.

Y qué decir de los mer­ca­dos: la com­pe­ten­cia per­fec­ta, los mer­ca­dos trans­pa­ren­tes y la libre ofer­ta con muchos com­pe­ti­do­res ofre­cien­do el mis­mo pro­duc­to, ya prác­ti­ca­men­te no fun­cio­nan, ni siquie­ra en el caso de los pro­duc­tos pri­ma­rios que son domi­na­dos por oli­go­po­lios a nivel local, o de acuer­do a los man­da­tos de algu­na mul­ti­na­cio­nal cuan­do los mis­mos tras­pa­san fron­te­ras, o por el jue­go espe­cu­la­ti­vo del capi­tal fic­ti­cio a tra­vés de los mer­ca­dos a futu­ro, que inflan los pre­cios de muchos ali­men­tos y sus for­mas de dis­tri­bu­ción, para empeo­rar aún más el pro­ble­ma del ham­bre en el Mun­do. Pero, aca­so, ¿ha exis­ti­do algu­na vez un mer­ca­do tan libe­ra­li­za­do, tan des­re­gu­la­do, tan por fue­ra de todo con­trol gra­cias al secre­to ban­ca­rio, como el nego­cio finan­cie­ro trans­na­cio­nal? ¿No eran estas las con­di­cio­nes idea­les para que la “mano invi­si­ble” obtu­vie­ra sus mejo­res resul­ta­dos? Y como en toda la his­to­ria del capi­ta­lis­mo, la mági­ca “mano invi­si­ble” arti­cu­ló su acción de la for­ma más “efi­cien­te”: pre­mió al lucro ram­pan­te y se lle­vó para el bol­si­llo de los ban­que­ros corrup­tos el dine­ro de los aho­rris­tas, con­de­nó a millo­nes de tra­ba­ja­do­res al des­em­pleo, a cien­tos de millo­nes de seres huma­nos a la pobre­za, y a cien­tos de miles de niños a que mue­ran por fal­ta de aten­ción médi­ca. Es que es así como ope­ra el lucro, la com­pe­ten­cia per­fec­ta y la “mano invi­si­ble”. Es que así es como actúan los valo­res pri­mor­dia­les del sis­te­ma. Es que así es por natu­ra­le­za el capi­ta­lis­mo des­de el prin­ci­pio de los tiempos.

La nue­va cri­sis capi­ta­lis­ta: el cam­bio climático.
Aho­ra bien, sea­mos cla­ros, todos los efec­tos de esta deba­cle que han sido rese­ña­dos en estas líneas, no son para nada nue­vos: en reali­dad, son las cri­sis per­ma­nen­tes del capi­ta­lis­mo que recru­de­cen y se hacen obs­ce­na­men­te visi­bles en estas coyun­tu­ras his­tó­ri­cas como la que hoy nos toca vivir. Eso, para noso­tros, está en la tapa del libro. Pero des­de hace unos pocos años a esta par­te, ver­da­de­ra­men­te, nos toca enfren­tar a una nue­va cri­sis del capi­ta­lis­mo cuyas con­se­cuen­cias recién empie­zan a hacer­se notar, y en muchos casos, con carac­te­rís­ti­cas de catástrofe.

Habla­mos con­cre­ta­men­te del cam­bio cli­má­ti­co. Cam­bio cli­má­ti­co que es el resul­ta­do direc­to de este modo de orga­ni­za­ción eco­nó­mi­ca, social y polí­ti­ca que nos rige, que ya no le bas­ta con expo­liar al Hom­bre como lo ha hecho des­de su géne­sis, aho­ra tam­bién nece­si­ta esquil­mar a la Tie­rra para satis­fa­cer sus incon­te­ni­bles ansias de lucro. Obvia­men­te la otra cara de esta mone­da es el con­su­mo des­me­di­do que el pro­pio sis­te­ma ali­men­ta y pro­pi­cia. En este esta­do de cosas, estos dos pro­ce­sos, con­for­man esta lógi­ca per­ver­sa de ir ago­tan­do valio­sí­si­mos recur­sos y con­ta­mi­nan­do al medio ambien­te de un modo irreversible.

Es lo que en algu­na oca­sión nos atre­vi­mos a defi­nir como la fase capi­ta­lis­ta de la devas­ta­ción, algo así como la “evo­lu­ción natu­ral” que el sis­te­ma capi­ta­lis­ta ha teni­do en estas últi­mas tres déca­das en las que el mode­lo ha avan­za­do sin nin­gún freno y con todo el terreno a sus anchas, gra­cias al empu­je ver­ti­gi­no­so del neo­li­be­ra­lis­mo y a la fal­ta de una fir­me y deci­di­da opo­si­ción de las corrien­tes mayo­ri­ta­rias de la Izquier­da, lue­go de ocu­rri­do el derrum­be del socia­lis­mo real.

Muy posi­ble­men­te, en los pró­xi­mos días, en la Cum­bre sobre Cam­bio Cli­má­ti­co que se va a lle­var a cabo en Copenha­gue, los máxi­mos diri­gen­tes de los paí­ses cen­tra­les (que a su vez son los mayo­res emi­so­res de gases de efec­to inver­na­de­ro) con Oba­ma a la cabe­za, posa­rán son­rien­tes para la foto lue­go de que hayan con­ve­ni­do algu­nos cam­bios de super­fi­cie para que todas las cosas sigan como están. Segu­ra­men­te harán públi­ca una decla­ra­ción que esta­blez­ca algu­nos por­cen­ta­jes de reduc­ción en la emi­sión de gases con­ta­mi­nan­tes, de pla­zos muy lar­gos para con­cre­tar­lo, y de la crea­ción de un fon­do para ayu­dar con­tra este fla­ge­lo a los paí­ses más pobres que ya sufren muchas de las catas­tró­fi­cas con­se­cuen­cias de este fenómeno.

Así, se cal­ma­rán las con­cien­cias de algu­nos eco­lo­gis­tas que no ven el pro­ble­ma de fon­do, y lo más impor­tan­te, las mul­ti­na­cio­na­les de los paí­ses ricos ten­drán nue­va car­ta blan­ca para seguir hora­dan­do sin lími­tes al Pla­ne­ta has­ta con­ver­tir­lo en pai­sa­je lunar, y no dejar de con­ta­mi­nar a los ríos y de secar a las tie­rras, para que el lucro capi­ta­lis­ta con­ti­núe pros­pe­ran­do (que tan­ta fal­ta le hace a estas nacio­nes ricas en estos duros momen­tos de crisis).

Así tam­bién, se podrá poten­ciar, sin car­go de con­cien­cia, el con­su­mis­mo desen­fre­na­do del Pri­mer Mun­do, que esta­ba algo depri­mi­do en este últi­mo tiem­po, pero que segu­ra­men­te vol­ve­rá a tre­par has­ta los cie­los, en cla­ra mues­tra de derro­che y de des­pil­fa­rro que nos rati­fi­que que el capi­ta­lis­mo está bien sano de nue­vo, total, con ese fon­do segu­ra­men­te tam­bién se va a auxi­liar a los 1020 millo­nes de pobres que ape­nas si logran con­su­mir las 15oo calo­rías dia­rias para ase­gu­rar la vida.

Aho­ra bien, y a modo de con­clu­sión, lo que más nos due­le de todo esto, y has­ta el tué­tano, es que la Izquier­da aggior­na­da del pre­sen­te (la que domi­na en Euro­pa y la que gobier­na en todo el Cono­sur ame­ri­cano), esa que se ha enquis­ta­do en este mode­lo, y que se ha vuel­to fun­cio­nal al mis­mo, no nos da nin­gu­na alter­na­ti­va, nin­gu­na acción para que esto comien­ce a cam­biar en for­ma radical.

Qui­zás, haya lle­ga­do la hora de rever­de­cer las vie­jas uto­pías a pesar de los escép­ti­cos, de las izquier­das de uti­le­ría y de los des­orien­ta­dos de izquier­da (otro­ra revo­lu­cio­na­rios de armas tomar a los que algún peda­zo del Muro de Ber­lín les debe haber gol­pea­do la cabe­za y pro­du­ci­do amne­sia, por­que han olvi­da­do toda idea de socia­lis­mo). Qui­zás, sea el tiem­po jus­to de plan­tear los nue­vos para­dig­mas, por­que la cons­truc­ción de un nue­vo Mun­do, no sólo es impres­cin­di­ble, sino que ade­más, es impostergable.

Mien­tras tan­to, por lo menos, debe­mos ser cons­cien­tes, y más que nada, debe­mos crear con­cien­cia: el reloj del Pla­ne­ta se echó a andar y ya comen­zó con la cuen­ta regre­si­va. Todo se lo debe­mos al capi­ta­lis­mo que nació nutrién­do­se de la san­gre de los escla­vos, de la san­gre de los opri­mi­dos, y de la san­gre de los tra­ba­ja­do­res, pero que aho­ra, más voraz e insa­cia­ble que nun­ca, ade­más, nece­si­ta de la san­gre de la Tie­rra, y si no le pone­mos freno, nada lo va a parar has­ta dejar­la yer­ma y rala.

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