Colom­bia. Uri­be tro­pie­za con la ley

Por Geral­di­na Colot­ti, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 7 agos­to 2020.-

La noti­cia esta­ba en el aire y cau­só sen­sa­ción: en Colom­bia, la Cor­te Supre­ma de Jus­ti­cia orde­nó casa por cár­cel al ex pre­si­den­te Álva­ro Uri­be, acu­sa­do de frau­de y soborno de tes­ti­gos. En la orden de deten­ción pre­ven­ti­va, que lue­go se trans­for­mó en deten­ción domi­ci­lia­ria, se afir­ma que exis­te el peli­gro de que el ex pre­si­den­te con­ta­mi­ne las prue­bas del jui­cio que lo invo­lu­cran y que tie­ne que ter­mi­nar al máxi­mo den­tro de un año. Una medi­da iné­di­ta que el pode­ro­so Uri­be, padrino del actual gober­nan­te Iván Duque, impug­nó de inme­dia­to, decla­ran­do de “sen­tir tris­te­za”, y dejan­do hablar el coro de pro­tes­ta de sus partidarios.

El cam­po opues­to, ani­ma­do por aque­llos que inten­ta­ron lle­var­lo a jui­cio por doce­nas de deli­tos, prin­ci­pal­men­te rela­cio­na­dos con vio­la­cio­nes de dere­chos huma­nos con­tra la opo­si­ción arma­da duran­te la déca­da de 1990, salió a la calle a cele­brar. Tam­bién hay muchas denun­cias pen­dien­tes con­tra Uri­be con res­pec­to a sus rela­cio­nes con el nar­co­trá­fi­co, en par­ti­cu­lar con el Car­tel de Mede­llín, cuan­do era direc­tor de la Fuer­za Aérea Civil y alcal­de de Medellín.

Los pro­ce­di­mien­tos en su con­tra son unos sesen­ta y van des­de ase­si­na­tos has­ta com­pra de votos. La Cor­te Supre­ma está exa­mi­nan­do 14 expe­dien­tes, mien­tras que se han pre­sen­ta­do otras 45 denun­cias a la Comi­sión de Inves­ti­ga­ción y Acu­sa­ción de la Cáma­ra de repre­sen­tan­tes. En su lar­ga vida polí­ti­ca, Uri­be tam­bién fue acu­sa­do de com­pli­ci­dad con el nar­co­tra­fi­can­te Pablo Esco­bar y de haber par­ti­ci­pa­do en la masa­cre de El Aro, don­de murie­ron 15 cam­pe­si­nos. El para­mi­li­tar que acu­só a Uri­be de ser el ins­ti­ga­dor de la masa­cre, per­pe­tra­do por las Auto­de­fen­sas, fue ase­si­na­do. Y se sos­pe­cha que Uri­be man­dó a matar tam­bién a su ex ami­go Pedro Juan Moreno, quien murió en un acci­den­te aéreo.

El ex pre­si­den­te de 68 años, oriun­do de Mede­llín, toda­vía muy pode­ro­so y popu­lar, siem­pre se las ha arre­gla­do para salir­se con la suya, pero esta vez pare­ce haber­se res­ba­la­do en la clá­si­ca cás­ca­ra de plá­tano: el dia­blo, como dicen, ace­cha en los detalles.

La his­to­ria comen­zó en 2014 cuan­do el sena­dor de izquier­da Iván Cepe­da, del par­ti­do Polo Demo­crá­ti­co Alter­na­ti­vo, duran­te un deba­te en el Con­gre­so acu­só a Uri­be de estar en con­ni­ven­cia con para­mi­li­ta­res y nar­co­tra­fi­can­tes. La que­ja se basó en las decla­ra­cio­nes de algu­nos ex para­mi­li­ta­res que mos­tra­ron cómo Uri­be, jun­to con su her­mano San­tia­go, habían fun­da­do un bra­zo de la Auto­de­fen­sas Uni­dad de Colom­bia (AUC), lla­ma­do Blo­que Metro.

Una ban­da arma­da que, des­de hace déca­das, ha cons­trui­do los lla­ma­dos «fal­sos posi­ti­vos» con los que ciu­da­da­nos de a pie, opo­si­to­res o men­di­gos eran ase­si­na­dos y se los hacían pasar por gue­rri­lle­ros. Duran­te los gobier­nos de Uri­be (2002−2006 y 2006 – 2010) hubo 5.763 víc­ti­mas civi­les. Esto fue para jus­ti­fi­car la gue­rra sucia con­tra la opo­si­ción, una gue­rra lujo­sa­men­te finan­cia­da por Esta­dos Uni­dos con el pre­tex­to de la «lucha con­tra el terro­ris­mo y el nar­co­trá­fi­co» pro­mo­vi­da en el pro­gra­ma guber­na­men­tal «Segu­ri­dad democrática».

Un tema de cam­pa­ña fuer­te para Uri­be, que había gana­do las elec­cio­nes de 2002 pro­me­tien­do redu­cir el gas­to públi­co y aca­bar con las gue­rri­llas. El her­mano San­tia­go, en pri­sión, se enfren­ta a un pro­ce­so de crea­ción de otro gru­po para­mi­li­tar, el de los Doce Apóstoles.

Gru­pos que, des­pués de la diso­lu­ción ofi­cial de las AUC, están ope­ran­do de la mis­ma mane­ra pero camu­fla­dos detrás de otras fun­cio­nes, como las de los con­tra­tis­tas de segu­ri­dad pri­va­da que acom­pa­ñan a las mul­ti­na­cio­na­les en la explo­ta­ción sal­va­je de los territorios.

Des­de la fir­ma de los «acuer­dos de paz», que debe­rían haber con­du­ci­do a una solu­ción polí­ti­ca del con­flic­to arma­do en Colom­bia, han sido ase­si­na­dos más de 250 indí­ge­nas, 210 ex com­ba­tien­tes, y Colom­bia tie­ne el tris­te his­to­rial de ambien­ta­lis­tas muertos.

Aun­que los ase­si­na­tos de ex gue­rri­lle­ros, cam­pe­si­ños o ambien­ta­lis­tas son casi dia­rios (más de 100 en 2020), para tri­via­li­zar su natu­ra­le­za polí­ti­ca, Uri­be acu­ñó una nue­va defi­ni­ción: BACRIM, que sig­ni­fi­ca Ban­das emer­gen­tes y Ban­das cri­mi­na­les. Un entorno que, según innu­me­ra­bles que­jas, el abo­ga­do y empre­sa­rio, líder del Cen­tro Demo­crá­ti­co, cono­ce bien.

Cuan­do Cepe­da moti­vó su denun­cia ante el Sena­do, Uri­be lo acu­só de sobor­nar a los ex para­mi­li­ta­res en pri­sión para acu­sar­lo. Des­pués de unos años de inves­ti­ga­ción, en 2018, la Cor­te Supre­ma de Jus­ti­cia absol­vió a Cepe­da y, en cam­bio, abrió pro­ce­di­mien­tos con­tra el ex pre­si­den­te por soborno de tes­ti­gos a tra­vés de uno de sus abo­ga­dos, Die­go Cadena.

Cen­tral es la figu­ra de Juan Gui­ller­mo Mon­sal­ve, uno de los 42 tes­ti­gos invo­lu­cra­dos en el caso, que cum­ple una con­de­na de 40 años de pri­sión como ex miem­bro del Blo­que Metro de las AUC. Mon­sal­ve, que había apo­ya­do la denun­cia de Cepe­da, dijo que dos de las masa­cres come­ti­das por para­mi­li­ta­res se orga­ni­za­ron en una fin­ca en Antio­quia, pro­pie­dad de la fami­lia Uri­be. El tes­ti­go lue­go tra­tó de retrac­tar­se, con­fe­san­do sin embar­go que había reci­bi­do pre­sión, como otros reclusos.

Los echos apa­ren­te­men­te casua­les que lle­va­ron tem­po­ral­men­te Uri­be a la deten­ción, se refe­ri­rían a la inter­sec­ción con otra inves­ti­ga­ción rea­li­za­da por la poli­cía judi­cial que, des­pués de horas de escu­chas tele­fó­ni­cas, habría des­cu­bier­to que una de las líneas bajo con­trol se refe­ría a Uribe.

Para esto, sus abo­ga­dos han tra­ta­do de evi­tar que se pre­sen­ten las escu­chas como evi­den­cia en la inves­ti­ga­ción por sobor­nos, pero has­ta aho­ra sin éxi­to, y en la orden de deten­ción domi­ci­lia­ria, la Cor­te Supre­ma de Jus­ti­cia afir­ma tener «prue­bas sóli­das y testigos”.

Mien­tras tan­to, mien­tras las muer­tes por coro­na­vi­rus en Colom­bia ya supe­ran las 11.600, el ex pre­si­den­te y sus dos hijos tam­bién die­ron posi­ti­vo por Covid-19, y un equi­po médi­co acu­dió a su fin­ca en Cór­do­ba. Y, mien­tras tan­to, las dis­cu­sio­nes, aná­li­sis, con­tro­ver­sias y con­je­tu­ras están en pleno apogeo.

«Los tira­nos quie­ren con­ven­cer­nos de que son into­ca­bles, que pue­den hacer lo que quie­ran con­tra la gen­te por­que de todos modos no pasa­rá nada, escri­bió el par­ti­do Farc, pero la ver­dad es que para into­ca­bles que sean, los pue­blos ter­mi­nan triun­fan­do sobre ellos”.

Pero pre­ci­sa­men­te la pre­sen­cia de las FARC en el Con­gre­so sir­ve al Cen­tro Demo­crá­ti­co como pre­tex­to para apo­yar a su máxi­mo repre­sen­tan­te: “Los terro­ris­tas estan en el Con­gre­so, disen, men­tra que el sena­dor más vota­do en la his­to­ria del país, con 875.554 pre­fe­ren­cias, está detenito”.

Has­ta aho­ra, Uri­be ha sido tam­bién el hom­bre capaz de resol­ver con­tin­gen­cias inter­nas, pero qui­zás las cosas están cam­bian­do. Toda­vía, para defen­der­lo (y defen­der­se a sí mis­mo), el par­ti­do tam­bién se está cen­tran­do en la pro­pues­ta de una Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te que tie­ne como obje­ti­vo «refor­mar la jus­ti­cia», obvia­men­te en bene­fi­cio de las oligarquías.

Los sena­do­res del Cen­tro Demo­crá­ti­co pro­po­nen una úni­ca Cor­te, quie­ren supri­mir la Cor­te Cons­ti­tu­cio­nal, la Cor­te Supre­ma y el Con­se­jo de Esta­do, y eli­mi­nar la Juris­dic­ción Espe­cial para la Paz (JEP).

Una pro­pues­ta recha­za­da por la opo­si­ción, y que tam­bién deja al pre­si­den­te Duke tibio. E inclu­so si Uri­be hubie­ra decla­ra­do que no vol­ve­ría a pos­tu­lar­se, su deten­ción está pro­yec­ta­da para las elec­cio­nes de 2022. ¿Esta sen­ten­cia debe con­si­de­rar­se una señal? ¿Se aca­bó la carre­ra polí­ti­ca de Uribe?

Cier­ta­men­te, la fuer­te pre­sen­cia de la izquier­da, demos­tra­da en las últi­mas elec­cio­nes, ha soca­va­do algu­nas nomi­na­cio­nes tam­bién en la esfe­ra judi­cial, por ejem­plo la del fis­cal gene­ral Ordo­ñez, el Tor­que­ma­da de Uri­be, y ha con­quis­ta­do peque­ños apalancamientos.

Sin embar­go, como está demos­tran­do el res­pal­do a favor de Uri­be, la fuer­za de la dere­cha en una demo­cra­cia blo­quea­da, mili­ta­ri­za­da y depen­dien­te de Esta­dos Uni­dos como es la de Colom­bia, sigue sien­do pode­ro­sa. Tam­bién podría pres­cin­dir de Uri­be, cuya popu­la­ri­dad fue ade­más a la baja, y bus­car otro repre­sen­tan­te más presentable.

De hecho, esta deci­sión podría anun­ciar la volun­tad de las cla­ses domi­nan­tes de cam­biar de caba­llo para pre­pa­rar­se para admi­nis­trar un país aún más sacu­di­do por lace­ran­tes con­tra­dic­cio­nes exa­cer­ba­das por la pandemia.

Lla­ma la aten­ción que el perió­di­co de cen­tro dere­cha, El Tiem­po, des­ta­có una inves­ti­ga­ción del Cen­tro Nacio­nal de Con­sul­to­ría (CNC), según la cual a Duque toda­vía ten­dría la apro­ba­ción del 61% de la población.

Sin embar­go, la infor­ma­ción des­ta­ca­da es cómo la mayo­ría de los encues­ta­dos (37%) con­si­de­ra que el prin­ci­pal pro­ble­ma que enfren­ta el país no es la pan­de­mia (pri­me­ra preo­cu­pa­ción para el 27%), sino la corrupción.

En ter­cer lugar, los colom­bia­nos están preo­cu­pa­dos por el des­em­pleo, mien­tras que las cifras ofi­cia­les dicen que, en junio, en las 13 ciu­da­des de las áreas metro­po­li­ta­nas, el des­em­pleo fue del 24,9%, y que el 46,1% se dedi­ca al tra­ba­jo infor­mal, muy incier­to duran­te la pandemia.

Duque tam­bién es cues­tio­na­do por un escán­da­lo judi­cial rela­cio­na­do con Samuel David Niño Cata­ño, pilo­to per­so­nal de Uri­be, en la pri­me­ra fila de la cam­pa­ña elec­to­ral de Duque, quien falle­ció el 3 de diciem­bre en la fron­te­ra entre Gua­te­ma­la y Méxi­co. Cata­ño es con­si­de­ra­do el víncu­lo entre el gobierno y el nar­co­tra­fi­can­te Her­nán­dez Apon­te, falle­ci­do en Bra­sil, invo­lu­cra­do en la com­pra y ven­ta de votos para la elec­ción de Duque.

Este últi­mo dijo que, des­de que acu­dió al gobierno, en 2018, has­ta la fecha ha extra­di­ta­do a más de 300 nar­co­tra­fi­can­tes a Esta­dos Uni­dos, y ha rei­vin­di­ca­do la deci­sión de aco­ger la pre­sen­cia de un cen­te­nar de ofi­cia­les de las fuer­zas espe­cia­les esta­dou­ni­den­ses, inclu­so sin Auto­ri­za­ción del Con­gre­so, pro­gra­ma­da por cons­ti­tu­ción: «para ayu­dar a Colom­bia a com­ba­tir el narcotráfico».

La Bri­ga­da de éli­te SFAB, ya uti­li­za­da en otros esce­na­rios de gue­rra en Medio Orien­te y Áfri­ca, ha sido entre­na­da para hacer fren­te a «ame­na­zas y fac­to­res des­es­ta­bi­li­za­do­res», y en Fort Ben­ning, que es here­de­ro de la infa­me Escue­la de Las Amé­ri­cas, don­de la CIA entre­nó los dic­ta­do­res del Cono Sur.

El SFAB lle­gó a Colom­bia en junio, crean­do la con­si­guien­te alar­ma a la izquier­da, lue­go de las decla­ra­cio­nes ame­na­zan­tes de la admi­nis­tra­ción esta­dou­ni­den­se con­tra el gobierno boli­va­riano. «Es la pri­me­ra vez que esta bri­ga­da ha tra­ba­ja­do con un país lati­no­ame­ri­cano, un hecho que con­fir­ma una vez más el com­pro­mi­so de Esta­dos Uni­dos con Colom­bia, su mejor alia­do y ami­go en la región», escri­bió en un comu­ni­ca­do la diplo­ma­cia esta­dou­ni­den­se en Colombia.

Ante la denun­cia del sena­dor Iván Cepe­da, quien inter­pu­so un recur­so judi­cial por esa » pre­sen­cia inva­so­ra y hos­til en el terri­to­rio», un tri­bu­nal orde­nó la sus­pen­sión inme­dia­ta de esas acti­vi­da­des. Sin embar­go, el gobierno ape­ló, con­fian­do como de cos­tum­bre en la polí­ti­ca de hechos con­su­ma­dos de Trump.

El papel de la Colom­bia de Duque y Uri­be en la des­es­ta­bi­li­za­ción de los pro­ce­sos pro­gre­sis­tas de la región es igual al que ha juga­do Israel en Orien­te Medio en nom­bre de Esta­dos Uni­dos. Las denun­cias del gobierno boli­va­riano, que pre­sen­tó nume­ro­sas prue­bas, tam­bién fue­ron corro­bo­ra­das por la pren­sa nor­te­ame­ri­ca­na. La últi­ma alar­ma se refie­re al plan para infec­tar a los migran­tes que regre­san en masa a Venezuela.

El sis­te­ma de salud colom­biano está en colap­so, pero Duque ha recha­za­do la ayu­da de los médi­cos cuba­nos soli­ci­ta­dos, en cam­bio, por el alcal­de de Mede­llín, Daniel Quin­te­ro Calle, quien denun­ció cómo los hos­pi­ta­les están exhaus­tos ante la pandemia.

En Vene­zue­la, así comen­tó Roy Daza, miem­bro de la Comi­sión de Asun­tos Inter­na­cio­na­les del PSUV: “Hemos repe­ti­do una y mil veces que la paz de Colom­bia es la paz de Vene­zue­la, y que la paz de Vene­zue­la es la paz de Colom­bia, y que por ello, la uni­dad de nues­tros pue­blos es una de las palan­cas de un futu­ro soli­da­rio y de coope­ra­ción entre las dos naciones.

La vic­to­ria de la demo­cra­cia es obra de sena­do­res valien­tes como Iván Cepe­da, que le res­pon­die­ron con fir­me­za a Uri­be, de todo el lide­raz­go demo­crá­ti­co de Colom­bia, del avan­ce elec­to­ral que de mane­ra uni­fi­ca­da obtu­vie­ron las fuer­zas pro­gre­sis­tas en las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les y pro­duc­to de las mani­fes­ta­cio­nes mul­ti­tu­di­na­rias que impac­ta­ron a todas las regio­nes de Colom­bia en los últi­mos meses del año pasa­do y que son el ger­men de la nue­va demo­cra­cia, de la paz y de la coope­ra­ción, que nace des­de las vetas más hon­das de Colombia”.

Itu­rria /​Fuen­te

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