Bra­sil. Frei Bet­to sobre la situa­ción polí­ti­ca y la car­ta de los obis­pos cató­li­cos con­tra las medi­das de Bolsonaro

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 15 de agos­to de 2020.

El teó­lo­go bra­si­le­ño pre­sen­ta un libro en el que abor­da la situa­ción polí­ti­ca de su país.

Frei Bet­to, frai­le domi­ni­co, de fecun­da tra­yec­to­ria jun­to a los movi­mien­tos socia­les, par­ti­ci­pó en el pro­gra­ma Ham­bre Cero, duran­te el gobierno de Luiz Inácio Lula da Sil­va; sin embar­go, siem­pre tuvo una acti­tud auto­crí­ti­ca hacia la izquier­da bra­si­le­ña. El escri­tor de nume­ro­sos libros sobre teo­lo­gía, polí­ti­ca y lite­ra­tu­ra con­ver­só con la dia­ria sobre el lla­ma­do mun­dial de soli­da­ri­dad ante la situa­ción actual de Bra­sil, la que defi­ne como un “geno­ci­dio”. En con­so­nan­cia con esta preo­cu­pa­ción, comen­tó algu­nos con­te­ni­dos del duro pro­nun­cia­mien­to recien­te de 152 obis­pos bra­si­le­ños que cri­ti­can el gobierno de Jair Bolsonaro.

-¿Cuá­les son los acto­res pro­ta­gó­ni­cos en la tra­ma del poder en Bra­sil? ¿Qué papel jue­ga el fun­da­men­ta­lis­mo religioso?

En el con­gre­so bra­si­le­ño se des­ta­ca un gru­po par­la­men­ta­rio cono­ci­do como la “Ban­ca­da de la B”: buey, bala, Biblia, ban­co y bola (el fút­bol). Repre­sen­ta las más ricas y pode­ro­sas cor­po­ra­cio­nes del país, que están siem­pre en el poder, inclu­so cuan­do no están en el gobierno, como en los 13 años de gobierno del Par­ti­do de los Tra­ba­ja­do­res. Estas cor­po­ra­cio­nes con­cen­tran las acti­vi­da­des eco­nó­mi­cas que mue­ven la eco­no­mía bra­si­le­ña, una eco­no­mía que bene­fi­cia a los más ricos y sacri­fi­ca a los más pobres: 103 millo­nes de per­so­nas, la mitad de la pobla­ción del país, viven en la pobreza.

Esas fuer­zas se arti­cu­la­ron para derro­car a Dil­ma Rous­seff y, lue­go, ele­gir a Bol­so­na­ro, al que lla­mo Bol­so­Ne­ro. Este poder lo han cons­trui­do des­de dos trin­che­ras: las redes digi­ta­les, con poder para con­tro­lar bots y algo­rit­mos, y los sec­to­res cris­tia­nos fun­da­men­ta­lis­tas. Este tema lo tra­to en mi recien­te libro El dia­blo en la cor­te. Lec­tu­ra crí­ti­ca del Bra­sil actual.

-¿Cuál es la ima­gen de Dios que está en la base del dis­cur­so polí­ti­co de Bol­so­na­ro y cuá­les son sus prin­ci­pa­les argu­men­tos y obje­ti­vos político-religiosos?

Des­de los años 70, la polí­ti­ca de segu­ri­dad de Esta­dos Uni­dos con­tó con el impor­tan­te apo­yo de la CIA y otras agen­cias, cuan­do se die­ron cuen­ta de la impor­tan­cia del fac­tor reli­gio­so en la pobla­ción, sobre todo entre los pobres. Estos gru­pos, que no tie­nen acce­so a la edu­ca­ción de cali­dad, son influen­cia­dos fácil­men­te por una visión de mun­do cen­tra­da en la reli­gión y que des­con­fía de la ciencia.

En este con­tex­to, sur­ge la igle­sia “elec­tró­ni­ca”, igle­sias con un uso inten­si­vo de las redes socia­les y los medios de comu­ni­ca­ción, y cana­li­za­do­ras de un dis­cur­so fata­lis­ta. Estas igle­sias cum­plen una impor­tan­te fun­ción en la estra­te­gia del sis­te­ma capi­ta­lis­ta, influ­yen­do en las per­so­nas para que cam­bien la liber­tad por el mie­do. El mie­do se impo­ne por una ima­gen de Dios ven­ga­dor y cas­ti­ga­dor, y –en espe­cial– con un dis­cur­so sobre el dia­blo, que es el que nos pon­dría las trampas.

Estos gru­pos reli­gio­sos, ade­más, son afi­nes a la teo­lo­gía de la pros­pe­ri­dad, según la cual cuan­to más rica es una per­so­na, más está ben­de­ci­da por Dios. Han desa­rro­lla­do una fuer­te demo­ni­za­ción del Par­ti­do de los Tra­ba­ja­do­res, y refor­za­do una ópti­ca anti­pe­tis­ta gene­ra­da a par­tir de la Ope­ra­ción Lava Jato.

-La car­ta recien­te comien­za dicien­do que hay un geno­ci­dio con­tra el pue­blo bra­si­le­ño, ¿cómo se está usan­do el dis­cur­so reli­gio­so e inclu­so anti­cien­tí­fi­co para ata­car los dere­chos humanos?

¡En Bra­sil hay un geno­ci­dio! Es posi­ble que, mien­tras leas esta entre­vis­ta, las muer­tes ya superen las 100.000 per­so­nas. Cuan­do recuer­do que en la gue­rra de Viet­nam, duran­te más de 20 años, se sacri­fi­ca­ron 58.000 vidas del per­so­nal mili­tar de Esta­dos Uni­dos, ten­go una jus­ta medi­da de la gra­ve­dad de lo que suce­de en mi país. Este horror cau­sa indig­na­ción y eno­jo. Todos sabe­mos que las medi­das pre­ven­ti­vas y res­tric­ti­vas, adop­ta­das en tan­tos otros paí­ses, podrían haber evi­ta­do tal núme­ro de muertos.

Este geno­ci­dio no es el resul­ta­do de la indi­fe­ren­cia del gobierno de Bol­so­na­ro; es inten­cio­nal. Bol­so­na­ro está satis­fe­cho con la muer­te de otros. Cuan­do era dipu­tado fede­ral, en una entre­vis­ta tele­vi­si­va de 1999, decla­ró: “¡Al votar no cam­bia­rás nada en este país, nada, abso­lu­ta­men­te nada! Des­afor­tu­na­da­men­te, sólo cam­bia­rá si un día vamos a una gue­rra civil aquí, y hace­mos el tra­ba­jo que el régi­men mili­tar no hizo: matar a unos 30.000”.

Debe­mos recor­dar que Bol­so­na­ro, al votar a favor del jui­cio polí­ti­co con­tra la pre­si­den­ta Dil­ma Rous­seff, dedi­có su voto a la memo­ria del tor­tu­ra­dor más noto­rio del Ejér­ci­to: el coro­nel Car­los Brilhan­te Ustra. Está tan obse­sio­na­do con la muer­te que una de sus prin­ci­pa­les polí­ti­cas guber­na­men­ta­les es el libre comer­cio de armas y muni­cio­nes. Cuan­do se le pre­gun­tó, en la puer­ta del pala­cio pre­si­den­cial, si no le impor­ta­ban las víc­ti­mas de la pan­de­mia, res­pon­dió: “No creo en esos núme­ros” (27 de mar­zo, 92 muer­tes), “Todos mori­re­mos algún día” (29 de mar­zo, 136 muer­tes), “¿Y qué? ¿Qué quie­res que haga?” (28 de abril, 5.017 muertes).

En la car­ta que se envió recien­te­men­te para soli­ci­tar la denun­cia inter­na­cio­nal, se com­pa­ra a Nerón y el incen­dio de Roma con Bol­so­na­ro y la lógi­ca sacri­fi­cial. ¿Cómo se ins­ta­ló en nues­tras socie­da­des esta lógi­ca sacrificial?

-¿Por qué esta polí­ti­ca necrofílica?

La lógi­ca sacri­fi­cial está muy bien tra­ba­ja­da en las obras de René Girard y Michel Fou­cault. Como se dice en la car­ta, Bol­so­na­ro está obse­sio­na­do con la muer­te ¡de otros! Para él, libe­rar el comer­cio de armas es mucho más impor­tan­te que libe­rar recur­sos para sal­var la vida del pue­blo bra­si­le­ño. Y es inten­cio­nal de par­te de él aho­rrar recur­sos con la muer­te de pobres, vie­jos y per­so­nas con tra­ta­mien­tos cubier­tos por el sis­te­ma nacio­nal de salud.

Des­de el prin­ci­pio, decla­ró que lo impor­tan­te no era sal­var vidas, sino la eco­no­mía. De ahí su nega­ti­va a decla­rar un cie­rre, cum­plir con las pau­tas de la Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud e impor­tar res­pi­ra­do­res y equi­pos de pro­tec­ción per­so­nal. El Supre­mo Tri­bu­nal Fede­ral tuvo que dele­gar esa res­pon­sa­bi­li­dad en los gober­na­do­res y alcaldes.

Bol­so­na­ro ni siquie­ra res­pe­tó la auto­ri­dad de sus pro­pios minis­tros de Salud. Des­de febre­ro, Bra­sil ha teni­do dos, ambos des­pe­di­dos por negar­se a adop­tar la mis­ma acti­tud que el pre­si­den­te. Aho­ra, al fren­te del minis­te­rio está el gene­ral [Eduar­do] Pazue­llo, que no entien­de nada sobre temas de salud: tra­tó de ocul­tar los datos sobre la evo­lu­ción del núme­ro de víc­ti­mas del coro­na­vi­rus; empleó a 1.249 mili­ta­res en fun­cio­nes cla­ve del minis­te­rio, sin que estos tuvie­ran las cali­fi­ca­cio­nes reque­ri­das, y sus­pen­dió las con­fe­ren­cias de pren­sa, que eran la vía para que la pobla­ción reci­bie­ra orientaciones.

Las razo­nes de la inten­cio­na­li­dad cri­mi­nal del gobierno de Bol­so­na­ro son evi­den­tes: dejar morir a los ancia­nos, para aho­rrar recur­sos de la segu­ri­dad social; dejar morir a quie­nes tie­nen enfer­me­da­des pre­exis­ten­tes, para aho­rrar recur­sos del SUS, el sis­te­ma nacio­nal de salud; per­mi­tir que mue­ran los pobres, para aho­rrar recur­sos del pro­gra­ma de Ren­ta Fami­lia y otros pro­gra­mas socia­les para los 52,5 millo­nes de bra­si­le­ños que viven en la pobre­za y los 13,5 millo­nes que están en la pobre­za extre­ma (según datos del gobierno federal).

Mucho antes de que lo hicie­ra el perió­di­co The Eco­no­mist, en las redes digi­ta­les tra­to al pre­si­den­te como Bol­so­Ne­ro por­que, mien­tras Roma arde, él toca la lira y anun­cia que la clo­ro­qui­na, un medi­ca­men­to sin efi­ca­cia cien­tí­fi­ca, pero cuyos fabri­can­tes son alia­dos polí­ti­cos del pre­si­den­te, es efec­ti­va con­tra el nue­vo coronavirus.

-¿Qué expre­sio­nes cul­tu­ra­les, polí­ti­cas y reli­gio­sas han sali­do a la dispu­ta u ofre­cen resis­ten­cia al régi­men de “Bol­so­Ne­ro” en Brasil?

En la cul­tu­ra, son opo­si­ción a Bol­so­na­ro la mayo­ría de los artis­tas –de cine, tea­tro, tele­no­ve­la, pin­tu­ra, músi­ca, dan­za, etcé­te­ra– más cono­ci­dos. El pro­ble­ma está en las fuer­zas polí­ti­cas pro­gre­sis­tas, que no lle­gan a una arti­cu­la­ción y están toda­vía muy cen­tra­das en elec­cio­nes, en la dispu­ta entre sí. No tie­nen un pro­yec­to de Bra­sil. Una lás­ti­ma. Hoy la prin­ci­pal opo­si­ción reli­gio­sa son los obis­pos cató­li­cos pro­gre­sis­tas. En la car­ta, que fir­ma­ron 152 obis­pos de Bra­sil, hay crí­ti­cas muy duras al gobierno y se denun­cia la situa­ción que vive el país, que deno­mi­nan la “tor­men­ta per­fec­ta” [ver recuadro].

-¿Cuál es el papel que pue­den cum­plir o cum­plen los movi­mien­tos reli­gio­sos de la libe­ra­ción en la dispu­ta con el fun­da­men­ta­lis­mo y en alian­za con los movi­mien­tos sociales?

Pien­so que no hay que “dispu­tar” espa­cios con los fun­da­men­ta­lis­tas. Lo más impor­tan­te es vol­ver al tra­ba­jo de base popu­lar, a la meto­do­lo­gía de edu­ca­ción popu­lar (de Pau­lo Frei­re) y a res­ca­tar los seg­men­tos popu­la­res que, en los 70, 80 y 90, eran la base que sos­te­nía al Par­ti­do de los Tra­ba­ja­do­res y los movi­mien­tos popu­la­res como el MST [Movi­mien­to de los Sin Tie­rra]. Pero ¡qué difí­cil es con­ven­cer a gen­te de izquier­da de la impor­tan­cia del tra­ba­jo de base! Muy pocos quie­ren meter los zapa­tos en las calles rotas de las favelas.

***

La car­ta de los obispos

En la misi­va a la que adhi­rió Frei Bet­to, los reli­gio­sos bra­si­le­ños defi­nen la situa­ción de Bra­sil como “la com­bi­na­ción de una cri­sis sani­ta­ria sin pre­ce­den­tes con un abru­ma­dor colap­so eco­nó­mi­co y la ten­sión que sacu­de los cimien­tos de la Repú­bli­ca, pro­vo­ca­da en gran medi­da por el pre­si­den­te de la Repú­bli­ca y otros sec­to­res de la socie­dad, lo que resul­tó en una pro­fun­da cri­sis polí­ti­ca y de gobernabilidad”.

En la car­ta, los obis­pos bra­si­le­ños denun­cian que la vida de los sec­to­res más vul­ne­ra­bles y exclui­dos, en esta socie­dad estruc­tu­ral­men­te des­igual, injus­ta y vio­len­ta, está en peli­gro y ellos no pue­den ser indi­fe­ren­tes. Inclu­so “la casa común [la tie­rra] está cons­tan­te­men­te ame­na­za­da por la acción sin escrú­pu­los de made­re­ros, bus­ca­do­res de oro y mine­ra­les, mine­ros, terra­te­nien­tes y otros defen­so­res de un desa­rro­llo que des­co­no­ce los dere­chos huma­nos y los de la madre tierra”.

Sobre el abor­da­je de la situa­ción de pan­de­mia, denun­cian “los dis­cur­sos anti­cien­tí­fi­cos, que inten­tan natu­ra­li­zar o nor­ma­li­zar el fla­ge­lo de los miles de muer­tes por covid-19, tra­tán­do­lo como fru­to del azar o un cas­ti­go divino”, así como “el caos socio­eco­nó­mi­co que se ave­ci­na, con el des­em­pleo y la ham­bru­na que se pro­yec­tan para los pró­xi­mos meses, y los arre­glos polí­ti­cos que apun­tan a man­te­ner el poder a cual­quier precio”.

Asi­mis­mo, los 152 obis­pos cató­li­cos bra­si­le­ños (un ter­cio de la Con­fe­ren­cia Epis­co­pal de Bra­sil) cri­ti­can la inca­pa­ci­dad del gobierno fede­ral para enfren­tar estas cri­sis, ya que el mode­lo neo­li­be­ral que se prac­ti­ca sólo aumen­tó el pri­vi­le­gio de los pode­ro­sos. “Las refor­mas labo­ra­les y de la segu­ri­dad social, que debe­rían mejo­rar la vida de los más pobres, resul­ta­ron ser obs­tácu­los que hicie­ron aún más pre­ca­ria la vida de las per­so­nas. Es cier­to que Bra­sil nece­si­ta medi­das y refor­mas serias, pero no como las que se hicie­ron, cuyos resul­ta­dos empeo­ra­ron la vida de los pobres, des­pro­te­gie­ron a los vul­ne­ra­bles, auto­ri­za­ron el uso de pla­gui­ci­das ante­rior­men­te prohi­bi­dos, aflo­ja­ron el con­trol de la defo­res­ta­ción y, por lo tan­to, no favo­re­cie­ron el bien común y la paz social”.

Citan­do al papa Fran­cis­co, afir­man que el sis­te­ma de gobierno actual no pone en el cen­tro a la per­so­na huma­na y el bien de todos, sino la defen­sa intran­si­gen­te de los intere­ses de “una eco­no­mía que mata”, cen­tra­da en el mer­ca­do y las ganan­cias a cual­quier pre­cio. Los obis­pos con­ti­núan su denun­cia seña­lan­do que la inca­pa­ci­dad e incom­pe­ten­cia del gobierno fede­ral para coor­di­nar accio­nes se ve agra­va­da por­que se opo­ne a la cien­cia, a los esta­dos y muni­ci­pios, a los pode­res de la Repú­bli­ca, y se acer­ca al tota­li­ta­ris­mo al uti­li­zar méto­dos ilí­ci­tos, como apo­yar y alen­tar actos con­tra la democracia.

* Fuen­te: La Dia­ria

Itu­rria /​Fuen­te

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