Bra­sil. Una tra­ge­dia sin pre­ce­den­tes (Opi­nión)

Por Wla­di­mir Pomar. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 24 de agos­to de 2020.

Bra­sil superó la cifra de más de 100.000 muer­tes por la pan­de­mia. En tér­mi­nos com­pa­ra­ti­vos, aun­que el país tie­ne menos del 3% de la pobla­ción mun­dial, tal núme­ro de muer­tes sig­ni­fi­ca que nues­tro país repre­sen­ta más del 13% de las muer­tes mun­dia­les debi­das al Covid19.

A pesar de ello, y sin que se haya erra­di­ca­do la pan­de­mia, el Gobierno sigue igno­ran­do irres­pon­sa­ble­men­te su res­pon­sa­bi­li­dad en la tra­ge­dia, así como la ausen­cia de medi­das a cor­to y lar­go pla­zo para evi­tar que la tra­ge­dia alcan­ce una esca­la aún mayor. Es decir, como seña­lan muchos cien­tí­fi­cos, hay una ten­den­cia cre­cien­te a que la epi­de­mia se inten­si­fi­que en el Bra­sil, y podría supe­rar los 18 millo­nes de infec­ta­dos si sigue man­te­nien­do el pro­me­dio actual de infec­cio­nes. En tales con­di­cio­nes, no se pue­de des­car­tar la pre­dic­ción de que la tra­ge­dia sal­te a 200.000 muer­tos para fina­les de año, sien­do la pobla­ción pobre la prin­ci­pal víctima.

Por lo tan­to, la lucha con­tra la pan­de­mia, aún más que antes, se ha con­ver­ti­do en un pro­ble­ma de sal­va­ción nacio­nal, por enci­ma de todos los demás. Por enci­ma de todo lo que ya han hecho, las fuer­zas de la izquier­da están lla­ma­das a asu­mir el lide­raz­go prác­ti­co de este com­ba­te, pre­sio­nan­do a todos los demás sec­to­res eco­nó­mi­cos, socia­les, polí­ti­cos y judi­cia­les para que impul­sen medi­das de sal­va­ción nacional.

Esto inclu­ye, des­de el prin­ci­pio, deci­sio­nes para evi­tar el regre­so apre­su­ra­do a las cla­ses y al tra­ba­jo, pla­nes más cohe­ren­tes para apo­yar a las peque­ñas y media­nas empre­sas, pro­gra­mas de regre­so con­tro­la­do a las acti­vi­da­des indus­tria­les, ayu­da finan­cie­ra para los des­em­plea­dos, sus­pen­sión de las refor­mas des­ti­na­das a aumen­tar los bene­fi­cios del sis­te­ma finan­cie­ro a expen­sas de otros sec­to­res eco­nó­mi­cos, y dis­cu­sión de un pro­gra­ma de desa­rro­llo eco­nó­mi­co y social a lar­go pla­zo para la posepidemia.

Sin embar­go, para que esto suce­da, es casi segu­ro que será nece­sa­rio que la izquier­da bra­si­le­ña, espe­cial­men­te el PT, actúe para que las elec­cio­nes muni­ci­pa­les sean un plei­to nacio­nal que ten­ga como cen­tro uni­fi­ca­do el deba­te sobre la sal­va­guar­dia de millo­nes de bra­si­le­ños de los peli­gros, males y muer­tes de la pan­de­mia, cau­sa­da por la irres­pon­sa­bi­li­dad del gobierno de Bolsonaro.

En el caso con­cre­to del PT, no le bas­ta­rá con man­te­ner que ha tra­ba­ja­do para redu­cir la pobre­za median­te el cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co. Des­pués de todo, no logró reem­pla­zar el patrón oli­gár­qui­co de apro­pia­ción del poder y la rique­za con un mode­lo eco­nó­mi­co y social menos des­igual. Tam­po­co con­ta­ba con una estra­te­gia de lucha con­tra la corrup­ción que le per­mi­tie­ra des­nu­dar la fal­se­dad del lava­ja­tis­mo (alu­sión a la ope­ra­ción Lava Jato: ndt) y adop­tar medi­das efi­ca­ces para redu­cir esta pla­ga que tie­ne efec­tos desas­tro­sos en el desa­rro­llo eco­nó­mi­co, social y polí­ti­co del Brasil.

Ade­más, el PT no pue­de jus­ti­fi­car la exis­ten­cia, en su seno, de un fal­so demo­cra­tis­mo que acce­de a rea­li­zar alian­zas muni­ci­pa­les con corrien­tes bol­so­na­ris­tas. Nece­si­ta reto­mar su pasa­do de lucha cons­tan­te por los cam­bios demo­crá­ti­cos y popu­la­res. Es decir, medi­das que desa­rro­llen real­men­te el Bra­sil, aumen­ten las tasas de empleo, amplíen la edu­ca­ción, lle­ven a la mayo­ría de la pobla­ción a obte­ner mayo­res ingre­sos por su capa­ci­dad de tra­ba­jo, impi­dan las refor­mas des­ti­na­das a ali­men­tar el ape­ti­to de los pri­vi­le­gia­dos, luchen des­pia­da­da­men­te con­tra la corrup­ción y con­so­li­den y amplíen las direc­tri­ces demo­crá­ti­cas del pac­to cons­ti­tu­cio­nal de 1988.

Por lo tan­to, la lucha actual debe trans­for­mar­se, rápi­da­men­te, no sólo en una lucha con­tra la des­truc­ción de vidas por la pan­de­mia, sino tam­bién en una lucha por el desa­rro­llo nacio­nal de la edu­ca­ción, la salud, la eco­no­mía, la nacio­na­li­dad y la democracia.

Por un lado, Bra­sil no pue­de sen­tir­se orgu­llo­so de com­pe­tir con Trump por el pues­to de segun­do cam­peón mun­dial en la des­truc­ción de vidas huma­nas. Por otro, no pue­de seguir evo­lu­cio­nan­do en la direc­ción de vol­ver a la anti­gua con­di­ción de una colo­nia pro­duc­to­ra de bie­nes pri­ma­rios, en un momen­to en que el mun­do avan­za en una nue­va revo­lu­ción cien­tí­fi­ca y tec­no­ló­gi­ca, y aumen­ta las con­di­cio­nes para que su pro­duc­ti­vi­dad satis­fa­ga las nece­si­da­des de todos sus habitantes.

* Fuen­te: Correio da cidadania

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