Estados Unidos. Desalojos en medio de una crisis que se avecina

Esta­dos Uni­dos. Des­alo­jos en medio de una cri­sis que se avecina

Por Aman­da Hol­puch, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 25 de agos­to de 2020.

Se esti­ma que entre 19 y 23 millo­nes de per­so­nas corren el ries­go de ser des­alo­ja­das des­pués de que los pro­gra­mas fede­ra­les para ayu­dar a 30 millo­nes de esta­dou­ni­den­ses des­em­plea­dos expi­ra­ran en julio.

La noche de la sema­na pasa­da, en lugar de dor­mir, Flo­ren­ce Hobbs sal­tó alre­de­dor de su apar­ta­men­to con un tobi­llo roto, tra­tan­do de empa­car todo lo que tenía lo más rápi­do posi­ble. Su case­ro le había dado un avi­so de des­alo­jo de 24 horas y ella no que­ría que tira­ran sus cosas del apar­ta­men­to en Char­les­ton, Caro­li­na del Sur, cuan­do el reloj se acabara.

La mujer de 51 años no había podi­do pagar el alqui­ler des­de abril, cuan­do su tra­ba­jo como cui­da­do­ra ter­mi­nó con la muer­te de su pacien­te. Lue­go se some­tió a una ciru­gía, con­tra­jo Covid-19 y se rom­pió el tobi­llo mien­tras tra­ba­ja­ba en un nue­vo tra­ba­jo. Sus ami­gos la ayu­da­ron a lim­piar el apar­ta­men­to y le están dan­do un lugar para que­dar­se, pero no sabe lo que se supo­ne que debe hacer a continuación.

“No se está hacien­do nada para mejo­rar mi situa­ción. Estoy en un lugar oscu­ro aho­ra mis­mo ”, dijo Hobbs.

Los defen­so­res de la vivien­da han adver­ti­do sobre una inmi­nen­te cri­sis de des­alo­jos des­pués de que los pro­gra­mas fede­ra­les para ayu­dar a los 30 millo­nes de esta­dou­ni­den­ses des­em­plea­dos y para pre­ve­nir los des­alo­jos duran­te la pan­de­mia expi­ra­ran a fines de julio. El Ins­ti­tu­to Aspen cal­cu­ló que entre 19 y 23 millo­nes de per­so­nas esta­ban en ries­go de ser des­alo­ja­das antes de fina­les de sep­tiem­bre debi­do a la cri­sis eco­nó­mi­ca. A fines de julio, 13,3 millo­nes de inqui­li­nos dije­ron a la Ofi­ci­na del Cen­so de los Esta­dos Uni­dos que no podían pagar el alqui­ler el mes anterior.

El 8 de agos­to, Donald Trump fir­mó una orden eje­cu­ti­va que, según dijo, mini­mi­za­ría los des­alo­jos y eje­cu­cio­nes hipo­te­ca­rias. La orden real no es, como se espe­ra­ba, una exten­sión de la mora­to­ria que expi­ró a fines de julio y no ha cum­pli­do con lo nece­sa­rio para pro­te­ger a los inqui­li­nos vulnerables.

Es impo­si­ble cal­cu­lar exac­ta­men­te cuán­tos des­alo­jos se han pro­du­ci­do duran­te la pan­de­mia por­que el gobierno no ras­trea esos datos. Lo más pare­ci­do a una base de datos nacio­nal, el Labo­ra­to­rio de Des­alo­jos de la Uni­ver­si­dad de Prin­ce­ton, aún no ha encon­tra­do un aumen­to sos­te­ni­do en los des­alo­jos, aun­que algu­nos esta­dos han vis­to picos des­pués de que ter­mi­na­ron las mora­to­rias de des­alo­jos locales.

Cea Wea­ver, coor­di­na­do­ra de cam­pa­ña de una coa­li­ción de inqui­li­nos y defen­so­res en Nue­va York, Jus­ti­cia para la vivien­da para todos, dijo que con las pro­tec­cio­nes con­tra el des­alo­jo des­apa­re­cien­do, el sis­te­ma que favo­re­ce a los pro­pie­ta­rios sobre los inqui­li­nos que­dó al descubierto.

“Creo que lo que esta­mos expe­ri­men­tan­do es una línea de base de cuán débi­les son las pro­tec­cio­nes de los inqui­li­nos en este país en com­pa­ra­ción con otros luga­res del mun­do”, dijo Weaver.

Las mora­to­rias de des­alo­jo frag­men­ta­das del país solo han aumen­ta­do la con­fu­sión sobre los dere­chos que real­men­te tie­nen las per­so­nas. En Aus­tin, Texas, por ejem­plo, hay una mora­to­ria de des­alo­jo has­ta sep­tiem­bre, aun­que el esta­do mis­mo nun­ca tuvo una.

Tribunal de Primera Instancia del Área Norte, donde se llevan a cabo las audiencias de desalojo en el condado de Charleston.  El condado de Charleston creó un tribunal de vivienda prototipo a fines de 2019, con múltiples grupos que ofrecen servicios legales pro bono.  En el caso de Florence Hobbs, fue desalojada antes de que pudiera participar en una audiencia.  (Foto de Cameron Pollack para The Guardian)
El tri­bu­nal don­de se lle­van a cabo las audien­cias de des­alo­jo en el con­da­do de Char­les­ton, que creó un tri­bu­nal de vivien­da pro­to­ti­po a fines de 2019, con múl­ti­ples gru­pos que ofre­cen ser­vi­cios lega­les pro bono. Flo­ren­ce Hobbs fue des­alo­ja­da antes de que pudie­ra par­ti­ci­par en una audien­cia. Foto­gra­fía: Came­ron Pollack /​The Guardian

“Los dife­ren­tes esta­dos tie­nen dife­ren­tes pro­tec­cio­nes, o no, y ha sido muy difí­cil para la gen­te saber qué está pasan­do”, dijo Wea­ver. «Eso sig­ni­fi­ca que escu­chas al gober­na­dor decir una cosa y al juez otra, y lue­go ves que [el secre­ta­rio del Teso­ro de Esta­dos Uni­dos] Ste­ve Mnu­chin o Trump dicen una tercera».

Con la comu­ni­ca­ción des­tro­za­da y la fal­ta de un plan nacio­nal para abor­dar la cri­sis de des­alo­jos, gru­pos como Hou­sing Jus­ti­ce for All han intervenido.

Igual­dad para Flat­bush, un miem­bro de la coa­li­ción, blo­queó los des­alo­jos en un enfren­ta­mien­to del 7 de julio con un pro­pie­ta­rio en Brooklyn. Y el apo­yo a la orga­ni­za­ción se ha dis­pa­ra­do. Wea­ver dijo que cuan­do comen­zó la pan­de­mia, su lis­ta de correo tenía 6.000 per­so­nas. Cin­co meses des­pués, había aumen­ta­do a más de 100.000.

“Hemos esta­do dicien­do duran­te mucho tiem­po que todos están a un che­que de pago de un des­alo­jo, eso es una espe­cie de ada­gio en el movi­mien­to de inqui­li­nos, pero creo que lo que está suce­dien­do es que todos se están dan­do cuen­ta de eso”, dijo Weaver.

El país entró en la pan­de­mia y la rece­sión eco­nó­mi­ca, con una cri­sis de des­alo­jos ya exis­ten­te. Los datos más recien­tes de Evic­tion Lab mues­tran que 2,3 millo­nes de esta­dou­ni­den­ses fue­ron des­alo­ja­dos de sus hoga­res en 2016.

En Caro­li­na del Sur, Nico­le Paluz­zi, abo­ga­da de vivien­da de Char­les­ton Pro Bono Legal Ser­vi­ces, ha esta­do duran­te mucho tiem­po al fren­te de la cri­sis. En 2016, Evic­tion Lab des­cu­brió que North Char­les­ton tenía la mayor can­ti­dad de des­alo­jos en el país, con un pro­me­dio de 10 por día.

La mora­to­ria de des­alo­jos de Caro­li­na del Sur ter­mi­nó en mayo. El día des­pués de que expi­ró, un tra­ba­ja­dor de la ofi­ci­na del secre­ta­rio de la cor­te le dijo a Paluz­zi que se habían pre­sen­ta­do 160 nue­vas pre­sen­ta­cio­nes antes de la hora del almuerzo.

“Anti­ci­pa­mos que las per­so­nas que vivían de suel­do a suel­do con muy pocos recur­sos de emer­gen­cia serían las pri­me­ras en ser afec­ta­das, pero tam­bién esta­mos vien­do per­so­nas que están dejan­do sus inqui­li­na­tos y regre­san­do con sus padres y tie­nen más de 30 años”, dijo Paluzzi.

Paluz­zi dijo que las per­so­nas que han sido des­alo­ja­das inclu­yen aque­llas con sala­rios de $ 80,000 a $ 120,000 al año. Un hom­bre que paga­ba $ 2,200 al mes en alqui­ler per­dió su tra­ba­jo y no podía pagar los pagos de prés­ta­mos estu­dian­ti­les pri­va­dos y otras fac­tu­ras. Esta­ba ven­dien­do su compu­tado­ra para lle­gar a fin de mes antes de ser desalojado.

Paluz­zi enfa­ti­zó que había pro­pie­ta­rios com­pren­si­vos y abo­ga­dos razo­na­bles, pero tam­bién había vis­to a pro­pie­ta­rios elu­dien­do las leyes de desalojo.

La mora­to­ria fede­ral solo impi­dió que las per­so­nas fue­ran des­alo­ja­das si no podían pagar el alqui­ler. Por eso, algu­nos pro­pie­ta­rios en Caro­li­na del Sur dirían que su soli­ci­tud de des­alo­jo fue por infrac­cio­nes como “oler marihua­na” y no por un pago atra­sa­do. No tenían que pro­bar que la acu­sa­ción era cier­ta para que su caso pasa­ra por un tri­bu­nal de desalojo.

Antes de la pan­de­mia, las per­so­nas con mayor ries­go de des­alo­jo eran muje­res de color de bajos ingre­sos. Paluz­zi dijo que esto se corro­bo­ra de mane­ra anec­dó­ti­ca en Char­les­ton y North Charleston.

“Mis clien­tes son en su mayo­ría muje­res negras sol­te­ras con hijos”, dijo Paluz­zi. “Mi clien­te de hoy lo fue y mi clien­te de ayer lo fue. Y todos mis clien­tes la sema­na pasa­da eran muje­res negras sol­te­ras con hijos «.

Esto inclu­ye a Hobbs, quien regre­sa­ba de una cita de admi­sión de salud men­tal cuan­do se ente­ró de que tenía 24 horas para salir de casa. Tie­ne una hija mayor y se man­te­nía sola en el apartamento.

Des­pués de per­der su tra­ba­jo y tener que pagar de su bol­si­llo por un pro­ce­di­mien­to médi­co, Hobbs bus­có la ayu­da de gru­pos de ayu­da. Fue apro­ba­da para reci­bir asis­ten­cia de alqui­ler en dos agen­cias sepa­ra­das, pero la finan­cia­ción se ago­tó antes de que pudie­ra cobrar­la. Ella se que­da con una ami­ga, pero solo pue­de con­tri­buir con los $ 260 en com­pen­sa­ción labo­ral que reci­be cada semana.

“Aho­ra ten­go que encon­trar una mane­ra de ayu­dar­lo [a mi ami­go] tam­bién”, dijo Hobbs. “Sus fac­tu­ras no se van a dete­ner. Las fac­tu­ras de nadie se van a dete­ner. Y aho­ra que me des­alo­ja­ron, esto tam­bién que­da­rá en mi registro «.

La pre­gun­ta de qué sigue es casi dema­sia­do gran­de para que Hobbs la abor­de. En cam­bio, se cen­tra en la supervivencia.

A unas 1,000 millas al noroes­te, She­ri y Dean Sla­ter, ambos de 64 años, tie­nen una sema­na para mudar­se de su apar­ta­men­to en Mil­wau­kee, Wisconsin.

Son vul­ne­ra­bles a los efec­tos de Covid-19 debi­do a su edad y con­di­cio­nes de salud sub­ya­cen­tes, pero todos los días, She­ri rea­li­za bús­que­das de horas en per­so­na y en línea para su pró­xi­mo hogar.

Florence Hobbs posa para un retrato en el sofá en el que duerme en la casa de su amiga en West Ashley, Charleston.
Flo­ren­ce Hobbs en la casa de su ami­ga en West Ash­ley, Char­les­ton, don­de se alo­ja. «Ten­go que encon­trar una mane­ra de ayu­dar­lo [a mi ami­go] tam­bién», dijo. «Sus fac­tu­ras no se van a dete­ner». Foto­gra­fía: Came­ron Pollack /​The Guardian

El pro­pie­ta­rio deci­dió que ya no que­ría ser pro­pie­ta­rio y una vez que las pro­tec­cio­nes de des­alo­jo en el esta­do se eva­po­ra­ron, le dijo a la pare­ja que bus­ca­ra otro lugar para vivir.

She­ri tie­ne enfer­me­da­des del cora­zón, dia­be­tes y artri­tis. Tie­ne que esfor­zar­se para man­te­ner la cal­ma cuan­do pien­sa en sus pro­ble­mas por­que le preo­cu­pa tener un cuar­to infar­to. Dean, quien per­dió su tra­ba­jo en una piz­ze­ría cuan­do comen­zó la pan­de­mia en mar­zo, aca­ba de ser diag­nos­ti­ca­do con un tras­torno del sis­te­ma nervioso.

Cada via­je que She­ri hace a una pro­pie­dad es un ries­go para la salud de la pare­ja debi­do a las otras per­so­nas que la visi­tan, pero no tie­ne otras opcio­nes. Cuan­do tie­ne que mover­se, le preo­cu­pa que se haga de for­ma segura.

«No sé cuán­to más pue­do mane­jar», dijo She­ri. “Estoy hacien­do lo mejor que pue­do. Y Dios no lo quie­ra, a fin de mes, si el gobierno no hace nada… no sé qué vamos a hacer ”.

Chris­ti­ne Donahoe, coor­di­na­do­ra de prio­ri­dad de vivien­da en Legal Action of Wis­con­sin, ayu­dó a los Sla­ter a con­se­guir un mes adi­cio­nal en su apar­ta­men­to des­pués de que el pro­pie­ta­rio les dije­ra que tenían que irse a fines de julio. Pero no exis­te nin­gu­na ley que expli­que los ries­gos de coro­na­vi­rus que algu­nos pue­den enfren­tar cuan­do se ven obli­ga­dos a mudarse.

«Esen­cial­men­te, esta­mos actuan­do como de cos­tum­bre cuan­do se tra­ta de des­alo­jos aquí en Wis­con­sin», dijo Donahoe.

Des­de fina­les de mar­zo has­ta fina­les de mayo, Wis­con­sin tuvo una mora­to­ria de des­alo­jo de 60 días. El esta­do tam­bién pro­por­cio­nó $ 25 millo­nes en asis­ten­cia para el alqui­ler. Donahoe dijo que la asis­ten­cia, con pro­gra­mas del gobierno fede­ral como la expan­sión del des­em­pleo, pare­cía haber redu­ci­do los posi­bles des­alo­jos. Pero una vez que se levan­tó la mora­to­ria, los des­alo­jos aumen­ta­ron un 25% en junio en com­pa­ra­ción con la can­ti­dad que se pre­sen­tó en junio de 2019.

Un cam­bio dura­de­ro es que algu­nos tri­bu­na­les de des­alo­jos solo cele­bran audien­cias en línea. Esto trae «un uni­ver­so de pro­ble­mas com­ple­ta­men­te nue­vo», dijo Donahoe, por­que las per­so­nas que están sien­do des­alo­ja­das tie­nen más pro­ba­bi­li­da­des de no poder pagar el acce­so a Internet.

En la sala del tri­bu­nal, los inqui­li­nos tam­bién se enfren­tan a jue­ces, abo­ga­dos y pro­pie­ta­rios que pue­den no tener la infor­ma­ción más recien­te sobre las leyes de desalojo.

“Al comien­zo de esto, hubo jue­ces que ni siquie­ra habían oído hablar de la mora­to­ria fede­ral de des­alo­jos duran­te sema­nas des­pués de que se ins­ti­tu­yó”, dijo Donahoe. «Y es com­pren­si­ble, pero tam­bién es real­men­te ate­rra­dor pen­sar en lo que nues­tros clien­tes e inqui­li­nos enfren­ta­rán en la cor­te si los jue­ces no están al día».

Tam­bién está preo­cu­pa­da por la base de datos del esta­do para los des­alo­jos. Los inqui­li­nos que tie­nen una deman­da en su con­tra luchan por encon­trar una vivien­da más ade­lan­te, inclu­so si el tri­bu­nal falla a su favor. Con tan­tos cam­bios en las leyes, se pue­den pre­sen­tar más des­alo­jos inde­bi­dos, dejan­do a más per­so­nas como malos inquilinos.

“Toda­vía hay muchas casas tapia­das y vecin­da­rios arrui­na­dos por el colap­so de la vivien­da, y eso fue hace más de 10 años, así que real­men­te me preo­cu­pa el impac­to que esto ten­drá”, dijo Donahoe.

She­ri Sla­ter dijo que la ciu­dad tenía un mer­ca­do difí­cil para los inqui­li­nos y que todos los luga­res que mira­ba se ago­ta­ban rápidamente.

En un mun­do ideal, otra per­so­na com­pra­ría la casa en la que vive y podría alqui­lar­la a esa per­so­na. En un momen­to, habían espe­ra­do com­prar ellos mis­mos la casa de cua­tro habi­ta­cio­nes, pero eso se des­car­tó cuan­do Dean per­dió su trabajo.

Los Sla­ter cre­cie­ron en el vecin­da­rio y dije­ron que la casa es cómo­da en los duros invier­nos y vera­nos calu­ro­sos de Wisconsin.

«No pare­ce que sea la reali­dad», dijo Sla­ter a media­dos de agos­to. “Pare­ce la peor pelí­cu­la que podrías ver en tu vida. Estoy fue­ra de mí. Tene­mos dos sema­nas hoy para encon­trar un lugar, empa­car todo, noso­tros dos, y mudarnos «.

Fuen­te: The Guar­dian

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