Ucra­nia. Una bom­ba de relo­je­ría (Opi­nión)

Por Vya­ches­lav Aza­rov. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 2 de sep­tiem­bre de 2020.

La comu­ni­dad inter­na­cio­nal que­dó horro­ri­za­da con la terri­ble tra­ge­dia de Bei­rut, don­de una poten­te explo­sión de nitra­to de amo­nio des­tru­yó el puer­to y par­te de la ciu­dad, cau­san­do la pér­di­da de gran can­ti­dad de vidas e innu­me­ra­bles daños. La inves­ti­ga­ción deter­mi­nó que el nitra­to de amo­nio había sido con­fis­ca­do del buque Rho­sus, con base en el puer­to mol­da­vo del Danu­bio de Griu­giu­les­ti. El due­ño era un empre­sa­rio de Jabá­rovsk que resi­de en Chipre. 

En sep­tiem­bre de 2013, el buque aca­bó en Bei­rut a cau­sa de una ave­ría en su ruta de Geor­gia a Mozam­bi­que. Las auto­ri­da­des del puer­to no per­mi­tie­ron que par­tie­ra a cau­sa de las nume­ro­sas infrac­cio­nes. El due­ño se decla­ró en ban­ca­rro­ta y dejó de pagar los sala­rios de la tri­pu­la­ción, que incluía ucra­nia­nos y mol­da­vos. El mate­rial incau­ta­do fue tras­la­da­do a los alma­ce­nes en los que ha pasa­do sie­te años has­ta que final­men­te explo­tó en el puerto.

La explo­sión en Bei­rut ha teni­do un dis­tan­te eco del colap­so de la indus­tria marí­ti­ma sovié­ti­ca. Tra­ba­jé como elec­tri­cis­ta en bar­cos pes­que­ros y buques de car­ga, así que recuer­do bien lo estric­tos que eran los con­tro­les téc­ni­cos, sin­di­ca­les y sani­ta­rios en aque­llos tiem­pos. Tras el colap­so de la Unión Sovié­ti­ca, la com­pa­ñía más gran­de del mar Negro tenía 225 buques dife­ren­tes. Pero, lo que es más impor­tan­te, tenía una repu­tación que se había gana­do duran­te gene­ra­cio­nes y que se basa­ba en el cum­pli­men­to estric­to de las nor­mas téc­ni­cas ope­ra­ti­vas. Sin embar­go, las com­pa­ñías marí­ti­mas post­so­vié­ti­cas fue­ron las pri­me­ras en pasar por el cuchi­llo de las refor­mas libe­ra­les de los años noven­ta. Los buques fue­ron lle­va­dos a tie­rra, ven­di­dos o uti­li­za­dos sin las repa­ra­cio­nes ni capa­ci­da­des ope­ra­ti­vas de las navie­ras, que pron­to fue­ron com­ple­ta­men­te des­trui­das. Este tipo de pro­ce­so se dio en los años noven­ta en todas par­tes: Ucra­nia, Geor­gia, Rusia, los paí­ses Bál­ti­cos y Moldavia.

La reten­ción de un buque en el puer­to de Bei­rut y la explo­sión del nitra­to de amo­nio no pue­den ser cali­fi­ca­das de trá­gi­ca coin­ci­den­cia: explo­tó la bom­ba de relo­je­ría que fue la des­truc­ción de un país enor­me y rico situa­do en el cen­tro de Euro­pa. Obvia­men­te, eso no absuel­ve a las auto­ri­da­des del puer­to de Bei­rut, que no hicie­ron nada por reti­rar el mate­rial poten­cial­men­te peli­gro­so en sie­te años y ni siquie­ra garan­ti­za­ron que estu­vie­ra correc­ta­men­te man­te­ni­do. Pero el vie­jo buque nun­ca debió salir al mar del puer­to geor­giano de Batu­mi, lo que posi­bi­li­tó el pos­te­rior desas­tre. Los ser­vi­cios de con­trol debe­rían haber regis­tra­do a su due­ño, cla­ri­fi­ca­do los tér­mi­nos de los con­tra­tos de la tri­pu­la­ción, deter­mi­na­do las con­di­cio­nes en las que se encon­tra­ba el Rho­sus y prohi­bi­do car­gar el nitra­to de amo­nio. Sin embar­go, los puer­tos post­so­vié­ti­cos a menu­do igno­ran esos deta­lles y las noti­cias de tri­pu­lan­tes ucra­nia­nos tra­ba­jan­do en com­pa­ñías pri­va­ti­za­das dete­ni­dos en algún lugar del mun­do apa­re­cen en la pren­sa de for­ma regu­lar. Enga­ña­dos por los empre­sa­rios, los tri­pu­lan­tes vigi­lan los buques duran­te meses, aban­do­na­dos por sus due­ños, sin sala­rios, sin com­bus­ti­ble e inclu­so sin comida.

La infra­es­truc­tu­ra por­tua­ria de Ucra­nia se encuen­tra aho­ra en una pro­fun­da cri­sis. Los exper­tos en el cam­po de la tera­pia de cho­que y total pri­va­ti­za­ción que lle­ga­ron al poder en Euro­mai­dan están rea­li­zan­do con­ce­sio­nes de los puer­tos, una for­ma de ven­der­los a empre­sas pri­va­das. Y los nue­vos due­ños son inca­pa­ces de man­te­ner un nivel ade­cua­do de super­vi­sión de los buques asig­na­dos a esos puertos.

Un ejem­plo cla­ro de este colap­so es la épi­ca que duró más de seis meses con el car­gue­ro Delphi, que tam­bién nave­ga­ba con ban­de­ra de Mol­da­via. Este buque enca­lló el 21 de noviem­bre del año pasa­do. Una galer­na lo des­an­cló y lo gol­peó con­tra el rom­peo­las, tras lo cual que­dó enca­lla­do y se hun­dió. Fue posi­ble res­ca­tar a la tri­pu­la­ción, pero se pro­du­jo una fuga de com­bus­ti­ble. Todo ello a pesar de que sus due­ños bri­tá­ni­cos afir­ma­ban que no había petró­leo en el car­gue­ro. Lo hicie­ron para no enfren­tar­se a mul­tas. De hecho, se dice que el buque se dedi­ca­ba a repos­tar otros buques, ayu­dán­do­les a aho­rrar­se pagar tasas e impues­tos. Es la acti­vi­dad habi­tual de los car­gue­ros negros, que acti­va­men­te tra­ba­jan en los puer­tos de Ucra­nia y se lucran de las tra­mas corruptas.

Des­de enton­ces, el Delphi lle­va enca­lla­do en una pla­ya del cen­tro de Odes­sa. Y los infruc­tuo­sos inten­tos de reflo­tar­lo mues­tran el colap­so de la infra­es­truc­tu­ra por­tua­ria de Ucra­nia. En tiem­pos de la Navie­ra del Mar Negro, el pro­ble­ma de reflo­tar un peque­ño car­gue­ro de 1.600 tone­la­das se habría solu­cio­na­do en poco tiem­po, con una orden a una de las divi­sio­nes que enton­ces mane­ja­ban grúas flo­tan­tes. Aho­ra, las auto­ri­da­des han pasa­do seis meses tra­tan­do de nego­ciar con el due­ño del buque mien­tras este derra­ma­ba com­bus­ti­ble y con­ta­mi­na­ba el agua de una popu­lar zona de vaca­cio­nes. Los retra­sos han hecho que el epi­so­dio lle­gue a la tem­po­ra­da de verano, cuan­do los resi­den­tes del país en cua­ren­te­na han lle­ga­do a Odes­sa en masa. Y aho­ra no se pue­de reflo­tar el Delphi por­que la capa­ci­dad de res­ca­te de los puer­tos hace tiem­po que no existe.

La desas­tro­sa ope­ra­ción para reflo­tar el buque ha esta­do diri­gi­da por el empre­sa­rio Ale­xey Stav­nitzer, uno de los due­ños del puer­to pri­va­do más gran­de en Yuzhny. Pero los cables se rom­pie­ron, lo que el buque no pudo ser reflo­ta­do. Así que el Minis­te­rio de Infra­es­truc­tu­ras dio el habi­tual camino por la buro­cra­cia y en lugar de solu­cio­nar el pro­ble­ma comen­za­ron a ganar dine­ro con él. El minis­tro Kri­kliy anun­ció que la admi­nis­tra­ción de puer­tos de Ucra­nia recau­da­rá 25 millo­nes de griv­nas para reflo­tar el buque. Pero tenien­do en cuen­ta las tor­men­tas de la tem­po­ra­da oto­ño-invierno, es pro­ba­ble que el buque se que­de en la pla­ya de Odes­sa has­ta la pri­ma­ve­ra de 2021, ver­tien­do com­bus­ti­ble al agua. Y los exper­tos ya han comen­ta­do que el pre­cio de “mer­ca­do” para el tra­ba­jo de emer­gen­cia está inflado.

A con­se­cuen­cia de Euro­mai­dan, cor­po­ra­cio­nes y Gobier­nos extran­je­ros toma­ron el con­trol de la eco­no­mía de la des­in­dus­tria­li­za­da Ucra­nia para apro­piar­se de sus recur­sos, mer­ca­dos y para con­se­guir mano de obra bara­ta. La estra­te­gia del Gobierno, que obe­dien­te­men­te se arras­tra bajo el yugo del domi­nio exte­rior, se ase­me­ja al lema de “tocar fon­do y des­pués salir”, solo que al revés. Quie­ren des­truir y pri­va­ti­zar los res­tos de la indus­tria e infra­es­truc­tu­ras sovié­ti­cas mien­tras des­tru­yen tam­bién todo res­to de las vic­to­rias socia­les de la cla­se obre­ra. Así podrán explo­tar a los ucra­nia­nos con impunidad.

La otra cara del pogro­mo de pri­va­ti­za­cio­nes ha sido la crí­ti­ca caí­da de con­trol téc­ni­co, medioam­bien­tal y ope­ra­ti­vo, que ha hecho de Ucra­nia una zona de cons­tan­tes desas­tres que podrían haber­se pre­ve­ni­do. Las tube­rías explo­tan, los puen­tes se caen, la vivien­da no se ha repa­ra­do en años y tam­bién se colap­sa y se cae y ni la inter­ven­ción per­so­nal del pre­si­den­te ha podi­do reflo­tar a la cos­ta un peque­ño car­gue­ro. En estas con­di­cio­nes, las auto­ri­da­des feliz­men­te dan la bien­ve­ni­da a cual­quier inver­sor, al que per­do­nan cual­quier infrac­ción gra­ve. Y debi­li­ta aún más el con­trol esta­tal sobre las ope­ra­cio­nes portuarias.

Tras la tra­ge­dia en Bei­rut, el Gobierno orde­nó una ins­pec­ción urgen­te de las con­di­cio­nes de las sus­tan­cias explo­si­vas alma­ce­na­das en los puer­tos ucra­nia­nos. Rápi­da­men­te se des­cu­brió que 10.000 tone­la­das de nitra­to de amo­nio ‑el tri­ple que la can­ti­dad que explo­tó en Bei­rut- se encuen­tran en una zona abier­ta del puer­to de Yuzhny. Los ofi­cia­les afir­man que no es explo­si­vo, pero nadie con­fía en sus pala­bras. Así lo evi­den­cia una serie de explo­sio­nes que se han pro­du­ci­do en los alma­ce­nes mili­ta­res en nume­ro­sas regio­nes del país, tras las cua­les había un inten­to de tapar el ram­pan­te robo de misi­les y pro­yec­ti­les uti­li­za­dos en tra­mas corrup­tas por ofi­cia­les de las más altas esfe­ras del Gobierno ucraniano.

Ya es hora de com­pren­der que los pro­ble­mas de segu­ri­dad y man­te­ni­mien­to se están per­mi­tien­do cada vez más en Ucra­nia. La per­pe­tua fal­ta de fon­dos e inten­to de recor­tar gas­tos de repa­ra­ción lle­van a la acu­mu­la­ción de pro­ble­mas de natu­ra­le­za téc­ni­ca. Los oli­gar­cas loca­les e inver­so­res extran­je­ros están muy ocu­pa­dos lle­ván­do­se los bene­fi­cios y no quie­ren pagar cos­tes adi­cio­na­les. Para rever­tir la situa­ción, los ciu­da­da­nos de Ucra­nia ten­drán que recu­pe­rar el con­trol de su alie­na­do país. O con­ver­ti­rán el país en un cemen­te­rio de buques hun­di­dos, un pue­blo arrui­na­do y edi­fi­cios que se caen.

Fuen­te: Slav​yan​grad​.es

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