Mientras las burocracias sindicales españolas buscan excusas para justificar su estrategia de no-movilización, los sindicatos vascos preparan, junto a numerosos agentes políticos y sociales, una gran huelga general. Si alguien dedujera de esta constatación que en el territorio vasco la crisis ha tenido efectos más devastadores que en el resto del Estado, se equivocaría. El cuento del oasis vasco cuyas instituciones lo han hecho todo bien y por eso se «libra» del desastre es eso, un cuento, pero los datos nos aclaran dónde se está dejando sentir de forma más dolorosa la crisis. Las particularidades de la economía vasca han hecho que sus efectos no sean exactamente los mismos que en otras partes del Estado, entre otras razones porque la fortaleza histórica de la izquierda y los movimientos sociales en nuestro país ha hecho más difíciles algunas prácticas que tienen mucho que ver con la situación que vivimos.
Todo esto tiene que ver, precisamente, con la eficacia social y política de la combatividad. Las burocracias sindicales y las izquierdas o pseudoizquierdas domesticadas contribuyen decisivamente a una mayor capacidad de maniobra del capital. En cambio, la presión de una verdadera izquierda política y social acota los espacios de las élites económicas y políticas. Frente a tanta tontería de la autoproclamada izquierda española contra el independentismo vasco, la evolución histórica nos demuestra que ha sido precisamente el independentismo y en general el abertzalismo de izquierdas el principal enemigo del neoliberalismo y el capital, el freno más eficaz para sus políticas. Entre tanto, quienes han aceptado el marco español han sido los grandes aliados y cómplices del capital.
Vivimos tiempos no sólo de crisis sistémica, sino también de ofensiva neoliberal para utilizar el impacto social de la crisis como justificación para poder imponer medidas contrarias a los intereses de la mayor parte de la sociedad. No se trata sólo de hacer pagar a la gente la factura de la crisis y endosarse el coste de la reestructuración del sistema. También pretenden ganar terreno gracias al shock, instalando en la mentalidad de la gente ideas como la inviabilidad del sistema de pensiones, la conveniencia del trabajo precario, los efectos beneficiosos de dejar las manos libres a los empresarios, la inutilidad de subir impuestos a los ricos. Y en general, su idea principal: las prestaciones sociales, el llamado estado del bienestar, es inviable.
Hay que reducir el gasto público, apretarse el cinturón… con y sin crisis. Es más, la crisis actual es consecuencia de la implementación de la agenda neoliberal y demuestra que es perjudicial para la sociedad. No podemos permitir que los que nos han metido en este lío pretendan aprovecharlo para reforzar las estrategias que han creado esta situación.
Las huelgas y la movilización han sido las claves de los avances sociales y políticos. Son instrumento principal para el cambio. Sirven, son útiles y necesarias. La huelga general construye, crea nuevos escenarios, pone más difícil la agenda neoliberal. Contribuye a hacer el mundo meno