Gu gira Eus­ka­di­ko, gaz­te­di berria por Mar­tin Garitano

Entris­te­ce, y de qué mane­ra, la esce­na de dece­nas de jóve­nes caza­dos a lazo como si de ali­ma­ñas se tra­ta­ra. Y es tris­te con­sue­lo saber que la ima­gen se repi­te en la his­to­ria de todos los pue­blos opri­mi­dos del mun­do. Segu­ra­men­te des­de que el mun­do es mun­do. Así de pri­mi­ti­vos y pri­ma­rios son nues­tros opresores.

Hay un pasa­je en la obra de José Anto­nio Agi­rre «De Ger­ni­ka a Nue­va York pasan­do por Ber­lín» que sigue emo­cio­nán­do­me: «Estan­do yo en San­tan­der, tres días antes de su caí­da, olvi­dé por un momen­to las amar­gu­ras que está­ba­mos vivien­do y, lla­man­do a un nota­ble músi­co vas­co, le hablé así: “Es posi­ble que noso­tros no poda­mos salir de aquí pero, por eso, no ha de con­cluir la lucha. Le encar­go a usted sal­ga inme­dia­ta­men­te para Fran­cia y for­me entre nues­tros refu­gia­dos el coro más selec­to posi­ble que lle­ve por el mun­do, a tra­vés de nues­tras melo­días, el recuer­do de un pue­blo que mue­re por la liber­tad, por­que toda­vía no saben en el extran­je­ro que se lucha por ella”».

Son éstos tam­bién días de pro­fun­da zozo­bra en la Eus­kal Herria de hoy, la que no murió en el 39 aun­que muchos lle­ga­ran a creer el fal­so cer­ti­fi­ca­do de defun­ción que sus­cri­bie­ron Fran­co y sus secua­ces. E igual­men­te hoy es pre­ci­so salir al extran­je­ro y can­tar y con­tar que la lucha por la liber­tad no pue­de ser cas­ti­ga­da por tri­bu­na­les que se pre­ten­den neu­tra­les, que las nacio­nes que se sien­ten libres no pue­den cola­bo­rar en la opre­sión a las que aspi­ran a esa mis­ma libertad.

Hoy, como en aque­llos angus­tio­sos días del 37, ten­dre­mos que vol­ver a can­tar ante el mun­do ‑y ante muchos de nues­tros pro­pios pai­sa­nos- para dar a cono­cer la bar­ba­ri­dad que pade­ce­mos por el mero hecho de recla­mar lo mis­mo que el res­to de los pue­blos del mun­do ente­ro. Ni más ni menos.

Can­ta­re­mos, pues, ante el con­cier­to de las nacio­nes y can­ta­re­mos con orgu­llo «Gu gira Eus­ka­di­ko gaz­te­ri berria». Por­que, que nadie lo cues­tio­ne, del árbol muti­la­do siem­pre sur­gen nue­vos bro­tes. Más recios que los poda­dos, sin duda.

Gara

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