Bra­sil. ¿Se está coci­nan­do una nue­va pandemia?

Por João Peres. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 8 de sep­tiem­bre 2020.

Defo­res­ta­ción a gran esca­la. Ciu­da­des en áreas don­de algu­na vez hubo bos­ques. Acer­ca­mien­to entre ani­ma­les domés­ti­cos y sal­va­jes. Enor­mes comu­ni­da­des de galli­nas y cer­dos con­fi­na­dos. Debi­li­ta­ción del con­trol sobre cor­po­ra­cio­nes. Pro­tec­ción de datos pri­va­dos en detri­men­to de la salud públi­ca. El Bra­sil de Jair Bol­so­na­ro crea las con­di­cio­nes per­fec­tas para ser la cuna de las pró­xi­mas pandemias.

No deja de ser para­dó­ji­co que la pro­duc­ción de ani­ma­les con­fi­na­dos ame­na­ce a toda la huma­ni­dad al con­fi­na­mien­to. Una espe­cie bas­tan­te par­ti­cu­lar e injus­ta de Rebe­lión en la gran­ja, ya que los due­ños del agro­ne­go­cio demos­tra­ron tener for­tu­na sufi­cien­te para esca­par, con sus avio­nes y man­sio­nes, a las res­tric­cio­nes, cos­tos y ries­gos a los cua­les esta­mos some­ti­dos los demás, la mayo­ría de los habi­tan­tes del planeta. 

Una nue­va varia­ción del virus de influen­za tipo H1N2 fue detec­ta­da en una emplea­da de un fri­go­rí­fi­co en Para­ná, al Sur de Bra­sil. Des­pués de cin­co meses de con­fi­na­mien­to en Amé­ri­ca Lati­na, creer que seguir ence­rra­dos ya no será una excep­ción sino algo habi­tual no es cues­tión de sen­sa­cio­na­lis­mo sino de sensatez. 

Sen­sa­to sería tam­bién bus­car las cau­sas del pro­ble­ma para no ahon­dar­lo. Pero los gobier­nos de Suda­mé­ri­ca van en sen­ti­do opues­to, redo­bla la apues­ta con el agronegocio. 

En Argen­ti­na, ofre­cién­do­se como des­tino de millo­nes de puer­cos, jus­ta­men­te los ani­ma­les cria­dos en con­fi­na­mien­to con las mayo­res pro­ba­bi­li­da­des de trans­mi­tir sus virus a los humanos. 

En Bra­sil, el minis­tro de Medio Ambien­te dicien­do que “lle­gó la hora de pasar al gana­do” y fir­man­do dece­nas de decre­tos y nor­mas que des­man­te­lan cual­quier con­trol ambien­tal. En ambos paí­ses, con des­truc­ción sin pau­sa: tala en el Del­ta del Para­ná y defo­res­ta­ción récord del Ama­zo­nas. Todo en nom­bre de la soja, el maíz y la ganadería.

Con­fron­ta­dos con la pan­de­mia, muchos se apu­ra­ron en cul­par a los chi­nos. Mien­tras la ver­sión de que en Chi­na todos son sucios es puro per­jui­cio, el daño cau­sa­do por los agro­ne­go­cios es un con­cep­to sóli­do y claro.

Las cor­po­ra­cio­nes han pro­me­ti­do un mode­lo segu­ro des­de el pun­to de vis­ta bio­ló­gi­co. Car­nes que se pro­du­cen en gran­jas gigan­tes­cas y lue­go se ven­den en super­mer­ca­dos, en refri­ge­ra­do­res lumi­no­sos, empa­ca­das en plás­ti­co bri­llan­te. Esa ha sido has­ta aho­ra o en estos tiem­pos la mane­ra con­si­de­ra­da “con­fia­ble” de con­su­mir car­nes, dife­ren­cián­do­se del “atra­so” que supues­ta­men­te sig­ni­fi­ca criar ani­ma­les en gran­jas o patios, a peque­ña escala. 

Si alguien pue­de decir “yo avi­sé” es el epi­de­mió­lo­go evo­lu­ti­vo Rob Walla­ce, excon­sul­tor de la Orga­ni­za­ción de las Nacio­nes Uni­das para la Ali­men­ta­ción y Agri­cul­tu­ra (FAO), y del Cen­tro de Con­trol y Pre­ven­ción de Enfer­me­da­des (CDC) de los Esta­dos Unidos. 

Hace una déca­da comen­zó a aler­tar que se ave­ci­na­ba una pan­de­mia y que Chi­na reu­nía todas las con­di­cio­nes para ser la cuna de algún virus trans­mi­ti­do de ani­ma­les a huma­nos. Walla­ce pos­tu­ló que la defo­res­ta­ción masi­va, con el con­se­cuen­te con­vi­vio entre ani­ma­les sal­va­jes y domés­ti­cos, la alta con­cen­tra­ción huma­na, una fuer­te pre­sen­cia de soro­ti­pos de influen­za e el hecho de que la gri­pe cir­cu­le todo al año hacían de Chi­na la can­di­da­ta cen­tral al sur­gi­mien­to de una pan­de­mia. Como pre­mio, ha per­di­do invi­ta­cio­nes y trabajos. 

En una char­la recien­te, el epi­de­miolo­gis­ta dice que es un error afir­mar que la pan­de­mia del SARS-COV2 fue cau­sa­da úni­ca­men­te por la migra­ción de mur­cié­la­gos a otros ani­ma­les sil­ves­tres y a humanos: 

“Decir que la agri­cul­tu­ra no tuvo nin­gún impac­to — tal como Chi­na esbo­zó ofi­cial­men­te — es tan absur­do como decir que el virus ni siquie­ra se ori­gi­nó en Chi­na, es poner en una situa­ción frá­gil a aque­llos que nie­gan el papel del agro­ne­go­cio en todo esto. ¿Cómo expli­car la trans­mi­sión del mur­cié­la­go al pan­go­lín, entre otras espe­cies inter­me­dia­rias, del cer­do al hom­bre, sin men­cio­nar siquie­ra la agri­cul­tu­ra (o de la tala a la mine­ría)? El virus no lle­va una impron­ta gené­ti­ca que haga pen­sar que fue un acci­den­te de laboratorio”.

Virus que no son acci­den­tes y que podrían nacer en Amé­ri­ca del Sur. El caso de influen­za H1N2 en Para­ná es sufi­cien­te moti­vo para estar atentos. 

La Fun­da­ción Osval­do Cruz (Fio­cruz), orga­ni­za­ción públi­ca de refe­ren­cia para inves­ti­ga­cio­nes de salud en Bra­sil, infor­mó a la Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud (OMS) sobre el sur­gi­mien­to de una nue­va varia­ción del virus influen­za A, detec­ta­do en una mujer de 22 años resi­den­te de Ibi­po­rã. De los 26 casos repor­ta­dos del A H1N2 des­de 2005, este es el segun­do regis­tra­do en Bra­sil y el segun­do caso en Para­ná, cuna de la indus­tria por­ci­na del país. Aun­que toda­vía se requie­re estu­diar más ejem­plos, más casos, Fio­cruz avi­sa que esta nue­va varie­dad de virus tie­ne un poten­cial pandémico

No es casua­li­dad que las muta­cio­nes de virus sean cada vez más fre­cuen­tes. La mejo­ra en los meca­nis­mos de detec­ción de enfer­me­da­des pue­de expli­car par­te de la situa­ción, pero no la totalidad. 

En las últi­mas tres déca­das, se ha trans­for­ma­do por com­ple­to el sis­te­ma ali­men­ta­rio, se ha vuel­to “glo­bal”: los cerea­les pro­du­ci­dos en Bra­sil y Argen­ti­na ali­men­tan ani­ma­les a miles de kiló­me­tros de dis­tan­cia; la car­ne bra­si­le­ña ter­mi­na­rá en mesas ingle­sas, chi­nas y rusas. 

En las últi­mas tres déca­das tam­bién en el mun­do se ha expan­di­do — y mul­ti­pli­ca­do de for­ma expo­nen­cial — la cría de ani­ma­les en con­fi­na­mien­to. Una prác­ti­ca aso­cia­da siem­pre a la defo­res­ta­ción y que apli­ca a los ani­ma­les gran­des can­ti­da­des de anti­bió­ti­cos, por­que es la úni­ca for­ma de garan­ti­zar la super­vi­ven­cia de millo­nes de aves, cer­dos y otras espe­cies en espa­cios redu­ci­dos. Pro­duc­tos que, apli­ca­dos de esa for­ma, afec­tan la resis­ten­cia de las mana­das y hacen que los ani­ma­les pue­dan ser más sus­cep­ti­bles a las enfermedades.

Bra­sil tie­ne 1,360 millo­nes de galli­nas, 172 millo­nes de vacas, 39 millo­nes de cer­dos, 15,6 millo­nes de pavos. En Cas­tro, la ciu­dad don­de se detec­tó por pri­me­ra vez en el país una nue­va cepa de H1N2, hay 276,000 cer­dos, según datos ofi­cia­les del últi­mo Cen­so Agro­pe­cua­rio. Para­ná, un peque­ño esta­do des­de un pun­to de vis­ta terri­to­rial, es la casa de 25% del ejér­ci­to bra­si­le­ño de pollos y gallinas.

Y que debe­mos hacer? Real­men­te me gus­ta­ría creer que es sufi­cien­te para usted, como indi­vi­duo, dejar de comer car­ne pro­du­ci­da a esca­la indus­trial. Pero eso no cam­bia­ría el hecho de que los suce­si­vos gobier­nos se eli­gen y se des­ha­cen a los sabo­res de la agro­in­dus­tria. Aun­que todos los argen­ti­nos, chi­le­nos, argen­ti­nos, boli­via­nos, ecua­to­ria­nos, colom­bia­nos, perua­nos, deja­ran de comer car­ne, segui­ría­mos pro­du­cien­do para enviar­la a otros luga­res del mundo.

Bra­sil cum­ple (cada vez más) las con­di­cio­nes para alber­gar la pró­xi­ma pan­de­mia (Foto: AdobeStock)

Tam­bién se podría creer en la idea de que la agro­in­dus­tria tie­ne una par­te moder­na y “civi­li­za­da”, que está ple­na­men­te com­pro­me­ti­da con el res­pe­to al medio ambien­te y a las socie­da­des. Es esta par­te la que en las últi­mas sema­nas se ha esta­do movien­do para evi­tar que el desas­tre ambien­tal del gobierno de Bol­so­na­ro pro­vo­que la pér­di­da de miles de millo­nes de dóla­res en inver­sio­nes de fon­dos extranjeros.

Y es esta par­te la que se mue­ve para no per­der un solo cen­ta­vo con­tra el coro­na­vi­rus. Los fri­go­rí­fi­cos son uno de los prin­ci­pa­les focos de con­ta­gio en Bra­sil y otros paí­ses. ¿Y qué hizo el gobierno de Para­ná ante la noti­cia sobre el H1N2, que se sumó al ries­go por Covid-19? Cedió a la pre­sión de las empre­sas, revo­can­do las res­tric­cio­nes sani­ta­rias impues­tas a las uni­da­des de pro­duc­ción, inclu­so la dis­tan­cia de un metro y medio entre los empleados. 

“A lar­go pla­zo” — dice Walla­ce —, “debe­mos aca­bar con la indus­tria gana­de­ra tal como la cono­ce­mos. Con ani­ma­les con­fi­na­dos, con reba­ños y mana­das tras­la­da­dos de una región a otra, trans­for­man­do la dis­tan­cia espa­cial en con­ve­nien­cia jus­to a tiem­po, varias cepas de influen­za se intro­du­cen con­ti­nua­men­te en luga­res lle­nos de pobla­cio­nes ani­ma­les sus­cep­ti­bles. Si se tuvie­ran en cuen­ta en sus balan­ces los cos­tes tota­les de los bro­tes, las gran­des ope­ra­cio­nes, como las cono­ce­mos, deja­rían de existir.”

Eli­mi­nar la gana­de­ría indus­trial, como dice Walla­ce, no sólo redu­ci­ría el ries­go de enfer­me­da­des, tam­bién los cos­tos de una indus­tria que pare­ce bara­ta cuan­do es muy cara. Por­que, más allá de las pan­de­mias, los gobier­nos que per­mi­ten estas gran­jas de millo­nes de ani­ma­les no están cal­cu­lan­do los ver­da­de­ros cos­tos a lar­go plazo.

Mien­tras tan­to, todos paga­mos la fac­tu­ra. Con vidas. Con des­em­pleo masi­vo. Con varios daños psi­co­ló­gi­cos. ¿Cuan­to cues­ta, real­men­te, el bis­tec del domingo?

Fuen­te: Boca­do

Itu­rria /​Fuen­te

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