Vene­zue­la. Con­tra vien­to, asfi­xia y marea (Opi­nión)

Por Caro­la Chá­vez. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 18 de sep­tiem­bre de 2020.

Con­vo­car a elec­cio­nes bajo el feroz y cri­mi­nal ata­que que supo­ne el blo­queo que nos impo­ne la Casa Blan­ca es un acto de valen­tía y con­vic­ción democrática.

Des­de EEUU cal­cu­la­ron que si nos asfi­xia­ban, deses­pe­ra­dos, nos ren­di­ría­mos los vene­zo­la­nos, desis­ti­ría­mos en nues­tro empe­ño de ser libres y sobe­ra­nos, se que­bra­ría nues­tra ter­ca volun­tad de que­rer vivir de pie, de tomar nues­tras pro­pias deci­sio­nes, de inven­tar el modo que nos sir­va a noso­tros; con­tra­rio al que nos quie­ren impo­ner, el que sir­ve a otro, al que nos saquea. Apre­ta­ron, apre­ta­ron, aprie­tan… y vamos a elec­cio­nes, por­que nues­tra Cons­ti­tu­ción nos manda.

¡Elec­cio­nes no! –cla­man los “defen­so­res de la demo­cra­cia” des­de el Nor­te – , como si tuvie­ran vela en este entie­rro, que es pre­ci­sa­men­te el entie­rro de sus pla­nes maca­bros con­tra noso­tros, los vene­zo­la­nos. Raros demó­cra­tas estos que impo­nen pre­si­den­tes a dedo, que apo­yan gol­pes de Esta­do, que le tie­nen terror al voto popu­lar… aun cuan­do nos asfi­xian, nos siguen tenien­do miedo.

Todos sus cálcu­los erra­dos: hace cin­co años lle­ga­ron a la Asam­blea Nacio­nal y cal­cu­la­ron seis meses para aca­bar con el cha­vis­mo. La ima­gen de Ramos Allup vuel­to loco, Wil­fri­do, cru­zan­do, de lado a lado con su dedo índi­ce y su gar­gan­ta pelle­júa, anun­cian­do la muer­te que para noso­tros desea­ba y pla­nea­ba. Comien­zan las manio­bras para la entre­ga del poder legis­la­ti­vo a una poten­cia extran­je­ra, para agre­dir a nues­tro país como lo han hecho. Inha­bi­li­ta­dos para repre­sen­tar al pue­blo que votó por ellos, por­que ellos repre­sen­tan al Depar­ta­men­to de Esta­do. Las caras de dig­nos dipu­tados, caras de tabla, apro­ban­do –sin quó­rum, ¡qué impor­ta!– paso a paso, según les dic­ta­ban, el saqueo de nues­tras rique­zas; alla­na­do el camino, desean­do sali­van­tes una inter­ven­ción mili­tar que lle­na­rá nues­tras vidas de humo, terror y san­gre, y que a ellos les lle­na­rá los bol­si­llos, que es al final lo úni­co que les importa.

Seis meses que fue­ron un año; lle­gó y Julio Bor­ges arras­trán­do­se por el mun­do en nom­bre de la AN, para que por favor­ci­to nos blo­quea­ran, que per­si­guie­ran nues­tro petró­leo, nues­tro oro, nues­tras cuen­tas ban­ca­rias, todo. Y no por­que el nau­sea­bun­do Bor­ges tuvie­ra el poder para pedir­le a gobierno alguno seme­jan­tes accio­nes, sino por­que los grin­gos, sus jefes, lo man­da­ron, como facha­da “legal”, a pedir­las. Un empu­jón del enton­ces mayor Lugo, en nom­bre de la dig­ni­dad de los vene­zo­la­nos, dejó las cosas bien cla­ras. Aquí no man­dan los grin­gos ni sus mandaderos.

Se fue Bor­ges por don­de vino y ter­mi­nó escon­di­do a todo tra­po en Bogo­tá. Se sien­te la asfi­xia y Loren­zo está en gue­rra, mi pana. La iner­cia de la asfi­xia pla­ni­fi­ca­da sigue apre­tan­do. Asfi­xia que sabe a esca­sez, bacha­que­ros, angus­tia. Apa­re­cen cuar­tos lle­nos de bille­tes vene­zo­la­nos en Para­guay, Bra­sil, ¡has­ta en Ruma­nia! No se nota la cons­pi­ra­ción, you know.

Tam­po­co se nota que des­de esa Asam­blea no sale ni una pala­bra que no sea para favo­re­cer el ata­que, que en todo caso los dipu­tados anti­cha­vis­tas sólo sir­vie­ron para anun­ciar, sin poder ocul­tar su entu­sias­mo, los ata­ques que ven­drían, y venían. Y decían con­ten­tí­si­mos, ¡se los diji­mos!, y se daban pal­ma­di­tas en la espal­da, y le movían la coli­ta al amo siem­pre incon­for­me por­que el tiem­po pasa­ba y sus perros inú­ti­les y carí­si­mos no logra­ban nada.

Pasa­ron los años y los pre­si­den­tes de la Asam­blea, cada uno con su regue­ro de fra­ca­sos, que no por ser fra­ca­sos deja­ron de hacer­nos a todos mucho daño.

Impul­sa­ron san­cio­nes, las mez­cla­ron con cam­pa­ñas psi­co­ló­gi­cas y mediá­ti­cas para pre­sen­tar a este país, que vive en paz, como un país en gue­rra, como una ame­na­za para la región. Un país de liber­ta­des, a veces has­ta exce­si­vas, como una dic­ta­du­ra atroz; a un gobierno que hace lo impo­si­ble para miti­gar el efec­to del blo­queo en el pue­blo, como el cul­pa­ble del cri­men que otro cometió.

Así, mien­tras la asfi­xia apre­ta­ba, cabal­ga­ron sobre ella, denun­cian­do el “éxo­do de millo­nes que huían de la dic­ta­du­ra que los mata­ba de ham­bre”. Mien­tras coor­di­na­ban con gobier­nos extran­je­ros y enemi­gos para que ni un gra­ni­to de arroz entra­ra a Vene­zue­la. Ni una aspi­ri­na, ni un tor­ni­lli­to. Nada, para que el país se quie­bre y se cai­ga a peda­zos “cul­pe­Ma­du­ro”.

Un des­fi­le anual de pre­si­den­tes de la AN, cada uno más nefas­to que el otro, nin­guno más nefas­to que Juan Guai­dó, nin­guno más cri­mi­nal, nin­guno más cíni­co. Nin­guno más apo­ya­do por el poder grin­go, nin­guno más fracasado.

Mien­tras más fra­ca­sa Guai­dó, más tie­nen que cas­ti­gar­nos a ver si aflo­ja­mos. Más, más blo­queo, más per­se­cu­ción. Nos roban el oro que nece­si­ta­mos para com­ba­tir la pan­de­mia, se mue­ve el Coman­do Sur al Cari­be para blo­quear nues­tras cos­tas. “Las san­cio­nes que sólo afec­tan a Madu­ro” le esta­llan en la cara a quie­nes des­de la calle las aplau­die­ron, cre­yén­do­les a los que lle­van 20 años metién­do­les mentiras.

Es año elec­to­ral y se le aca­ba la gaso­li­na al para­pe­to pseu­do legal de impo­ner­nos a un mama­rra­cho des­de Washing­ton. Se les aca­ba la gaso­li­na y nos qui­tan la gaso­li­na, y nos van a qui­tar la luz, como nos han tra­ta­do de qui­tar la comi­da. Y qui­tan­do y qui­tan­do, se qui­tan, en su deses­pe­ro, las care­tas y Guai­dó pro­me­te que si le hace­mos el favor de tum­bar a Madu­ro, él en 15 días trae la gaso­li­na y todo lo demás. “Si me das la car­te­ra, no te disparo”.

Y así, bajo el ase­dio más bru­tal que haya vivi­do cual­quier país de este con­ti­nen­te, bajo la ame­na­za de la poten­cia mili­tar más ase­si­na de todas, bajo la cam­pa­ña mediá­ti­ca inter­na­cio­nal más retor­ci­da, bajo una cons­tan­te cons­pi­ra­ción mer­ce­na­ria, en medio de una feroz gue­rra no con­ven­cio­nal, el pre­si­den­te Madu­ro, pudien­do ale­gar que la extor­sión que supo­ne el blo­queo afec­ta la liber­tad de deci­dir del pue­blo vene­zo­lano, pudien­do pedir que se retra­se o que se can­ce­le la elec­ción, que se obvie el man­da­to cons­ti­tu­cio­nal por­que las cir­cuns­tan­cias que nos impo­ne el blo­queo son extra­or­di­na­rias, pudien­do aco­ger­se a la ima­gen de dic­ta­dor que el enemi­go le ha crea­do y ya, no lo hace sino que se empe­ña en el camino elec­to­ral que man­da la Cons­ti­tu­ción. ¡Vaya dic­ta­du­ra esta!

Así, el 6 de diciem­bre muchos vota­re­mos por el gobierno, otros vota­rán por la opo­si­ción; pero todos, todos, todos, esta­re­mos votan­do con­tra el blo­queo cri­mi­nal que tan­to daño y tan­to dolor nos ha pro­vo­ca­do, y que se ges­tio­nó des­de la Asam­blea Nacio­nal por unos cri­mi­na­les que usa­ron el voto para inten­tar ven­der a nues­tro país. La Asam­blea Nacio­nal tie­ne que vol­ver a ser una ins­ti­tu­ción vene­zo­la­na, no el bra­zo del Depar­ta­men­to de Esta­do en el que la con­vir­tie­ron estos mise­ra­bles que pasa­ron por ahí.

El 6 de diciem­bre, con­tra vien­to, asfi­xia y marea, los vene­zo­la­nos vota­re­mos por la inde­pen­den­cia, la sobe­ra­nía y la paz.

¡Noso­tros, todos, venceremos!


Fuen­te: Ciu­dad CCS

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