Por Eric Nepomuceno. Resumen Latinoamericano, 24 de septiembre de 2020.
El video con el discurso que Jair Bolsonaro envió para la ceremonia de apertura de la asamblea general de la ONU (foto) expuso dos evidencias incontestables.
La primera: Bolsonaro sigue tropezando en las palabras a la hora de leer lo que otros escriben para él. Sus dificultades de lectura muestran deficiencias graves en su formación, si es que la tuvo en la infancia.
La segunda: con voracidad cada vez más escandalosa, el aprendiz de genocida refuerza su capacidad de mentir compulsivamente.
Su discurso del pasado martes expuso al mundo lo que los brasileños lúcidos ya se dieron cuenta hace mucho: Bolsonaro es un mentiroso compulsivo pero consciente. Habló no para las Naciones Unidas, sino para el rebaño de incondicionales fundamentalistas que lo siguen en su país.
Para esa manada ciega el ultraderechista aseguró que su gobierno creó un auxilio de emergencia de mil dólares que beneficia a millones de brasileños, que no hay desforestación, que los incendios brutales son obra de indígenas y habitantes de la floresta. Afirmó que atendió a más de 200 mil familias de indígenas, que su gobierno es un ejemplo de cómo enfrentar la pandemia de la covid-19, y otros delirios demenciales. Se dijo sentir orgulloso de que Brasil siga recibiendo pesadísimas inversiones externas.
La verdad es que el auxilio de emergencia, sumado, no supera los 720 dólares a lo largo de seis meses. La verdad es que desde hace décadas no se registraban tantos incendios intencionales y semejante desforestación, y que todo sigue fuera de cualquier control. No hay, al contrario de lo que dijo el ultraderechista, ninguna política de protección ambiental.
Al revés: hay incentivo a la destrucción disfrazado, por la vía de la omisión. La verdad es que Bolsonaro vetó la provisión de agua potable a los indígenas e impidió que brigadas de Médicos sin Frontera ingresaran en las reservas. La verdad es que la pandemia ya llevó a casi 140 mil personas e infectó a otros cuatro millones 700 mil. Y que su gobierno fue y es omiso. Y por eso criminal.
La verdad es que en este 2020 tuvimos la más espectacular fuga de inversiones externas y cotizaciones extranjeras en la Bolsa de Valores de la historia. Y ahora, empiezan a surgir barreras para exportar productos del campo brasileño. La verdad es nunca jamás tuvimos un presidente tan vejaminoso, que hunde a cada hora la imagen del país en el mundo.
Fuente: Página 12