Cuatro activistas se encuentran encerrados en las minas de Mariaratz. Encerrados para defender sus ideas y denunciar la «falta de sentido de los poderosos». Contra el TAV sus cuerpos son sus armas y la «acción directa» su camino. En octubre del año pasado varios activistas se encaramaron a árboles centenarios en Berostegi (Legorreta) para detener las obras del Tren de Alta Velocidad.
Ahora, cuatro opositores al proyecto se encuentran encadenados bajo tierra, sumergidos en las antiguas minas de Mariaratz entre Beasain y Ordizia. Cuatro personas encerradas, según los miembros de AHT Gelditu! Elkarlana, «sin posibilidad de salir». Pero los activistas no están solos, fuera se ha reunido mucha gente para protegerles y darles su apoyo. Han formado el grupo Haitzuloetako Aurkariak.
Cerca de las obras de Mariaratz hay explosiones diarias. Detonaciones que «destrozan» la tierra y todo lo que hay sobre ella. Una portavoz del grupo de apoyo a los activistas relató que «a consecuencia de las explosiones las minas pueden derrumbarse, poniendo en peligro la vida de estas cuatro personas». Conscientes de que el riesgo es alto y que su vida corre peligro, se han metido en las profundidades «para afianzar la tierra con sus cuerpos».
Así las cosas, después de ofrecer una rueda de prensa en Itsasondo, una veintena de personas se acercaron ayer por la mañana a las obras en Mariaratz, donde solicitaron poder hablar con el responsable de las obras sobre la situación de estos cuatro jóvenes y exigirle que paralizara las obras. Allí, los guardas de seguridad, confusos ante la situación, les decían que no había ningún responsable en el lugar y que lo que sucediera con los activistas no era su responsabilidad. Proclamaron gritos como «AHTrik ez!» y «Obrak gelditu!» mientras los camiones seguían yendo y viniendo. Media hora después, aproximadamente, un furgón de la Ertzaintza con agentes antidisturbio y otra patrulla se personaron en el lugar. Los miembros del Haitzuloetako Aurkariak explicaron de nuevo a los agentes lo que ocurría y les exigieron que hicieran algo por la vida de sus compañeros. Los policías les obligaron a abandonar el lugar, aunque tres de ellos decidieron quedarse «hasta que nos den alguna garantía de que no pondrán en peligro a los cuatro activistas». Hora y media más tarde, les informaban por teléfono de que iban a seguir con los trabajos y con las explosiones. La subdelegación del Gobierno español en la CAV autoriza el consumo diario de 6.000 kilos de explosivos, entre dinamitas, riogeles y anfos. Ante el peligro que supone para las cuatro personas que se encuentran en las minas, hoy interpondrán una denuncia en el Juzgado de Tolosa para pedir la suspensión cautelar de las obras.
Por su parte, ayer por la tarde, en el teléfono de información de Red Ferroviaria Vasca, se excusaban de que los responsables de prensa les habían dado órdenes de «no decir nada» sobre este tema. El trabajador aseguró a GARA que no tenía conocimiento sobre el estado de los cuatro activistas, ni sobre la paralización de las obras.
Consecuencias catastróficas
En la comparecencia que ofrecieron en Itsasondo antes de acercarse a las obras entre Beasain y Ordizia, miembros del Haitzuloetako Aurkariak, el concejal Danel Etxeberria y un ingeniero técnico de minas afirmaron que en Goierri la situación es « francamente grave». Actualmente están trabajando en cinco puntos: Olaberria, San Martin, Mariaratz, Itsasondo y Berostegi. Concretamente en el tramo conocido como Beasain-Este, un túnel de 1.968 metros de longitud sale a superficie al final del término municipal, lugar donde discurre el arroyo Mariaratz que actualmente se encuentra visiblemente afectado por las obras y por donde construirán un viaducto de 111 metros. El recorrido sigue con otro túnel de Ordizia a Itsasondo, de 2.814 metros.
«Los tienen que sacar y después podrán seguir con su trabajo». Así de tajante se pronunció el ingeniero técnico de minas Urdaspal Alberdi ante los agentes de seguridad de las obras y ante la Ertzaintza. Horas antes dio a conocer ante la prensa, en Itsasondo, un estudio geomorfológico realizado a petición de varias personas contrarias a la construcción del tren. El TAV, en el tramo Ordizia-Itsasondo discurre a través de una zona que tuvo una intensa actividad minera extractiva de pizarra entre los años 1940 y 1970. Alberdi recoge en su informe que el estado actual de las minas es de «abandono» y aseguró que en las diferentes galerías visitadas se observa «a simple vista» que el estado es «lamentable». «Si a esto le unimos la perforación mediante explosivos del túnel Ordizia-Itsasondo es probable que se repita el desplome de las galerías, como ya ocurrió en Itsasondo», dijo.
Asimismo, el ingeniero denunció que el firmante del proyecto constructivo del TAV en esta zona, IDOM-Geoconsult, reconoce que «no han determinado con exactitud el desarrollo de los indicios mineros» y que admite «la escasez de trabajos de reconocimiento necesarios para caracterizar adecuadamente los materiales del trazado». Alberdi concluye que las características físicas «son incompatibles con la construcción del túnel por las consecuencias catastróficas que se derivarían».