Argen­ti­na. Tra­ba­ja­do­res del Bauen: «acá no ter­mi­na nada, acá empie­za todo»

Por Jonathan Raed, Tiem­po Argen­tino /​Resumen Lati­no­ame­ri­cano, 4 de octu­bre de 2020.

Dejan atrás el edi­fi­cio don­de se for­jó un hito colec­ti­vo, gol­pea­dos por el veto a la expro­pia­ción, los tari­fa­zos y la pan­de­mia, pero se lle­van a otra par­te, intac­ta, la cons­truc­ción de 17 años de lucha.

(Foto: Pedro Pérez) 

“Acá, no ter­mi­na nada. Acá, empie­za todo”, sen­ten­cia la car­ta que las y los tra­ba­ja­do­res del hotel coope­ra­ti­vo Bauen publi­can en esta edi­ción de Tiem­po, a fin de com­par­tir con la socie­dad la dolo­ro­sa y nece­sa­ria deci­sión de aban­do­nar el míti­co edificio.

“La cate­dral del coope­ra­ti­vis­mo” está de mudan­za. Si uno se acer­ca a Callao 360, se encon­tra­rá con una fami­lia emba­lan­do cosas, arman­do una feria ame­ri­ca­na para sacar­le unos man­gos a aque­llo que ya no ten­drá uti­li­dad en el nue­vo hogar. Como en toda mudan­za, hay estrés, sen­sa­cio­nes encon­tra­das y hay tam­bién nos­tal­gia por los recuer­dos que inva­den la men­te al dete­ner la mira­da en cada pared, en cada espejo.

A fuer­za de vetos, tari­fa­zos y clau­su­ras ensa­ña­das, el macris­mo dejó un hue­co de deu­das en el cora­zón de la coope­ra­ti­va. La pan­de­mia, en tan­to, hizo lo que mejor sabe y le dio el gol­pe de gracia.

Lo expli­ca Fede­ri­co Tona­re­lli, vice­pre­si­den­te de la coope­ra­ti­va Bauen y pre­si­den­te de la fede­ra­ción Argen­ti­na de Coope­ra­ti­vas de Tra­ba­ja­do­res Auto­ges­tio­na­dos (FACTA): “Veni­mos de una suce­sión de cues­tio­nes que ter­mi­nan con­flu­yen­do en esta situa­ción, que nadie espe­ra­ba ni supo­nía. La fun­da­men­tal es la acción per­ma­nen­te del macris­mo con­tra la coope­ra­ti­va Bauen, en todas sus for­mas. No solo con­tra lo que repre­sen­tó siem­pre sim­bó­li­ca­men­te, sino con cla­ros intere­ses mate­ria­les como par­te del con­flic­to. La máxi­ma expre­sión de ese accio­nar fue el veto de Mau­ri­cio Macri a la Ley de Expropiación”.

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(Foto: Pedro Pérez)

Eva Los­sa­da es la pre­si­den­ta de la coope­ra­ti­va. Entre lágri­mas, apun­ta: “Bauen, en ale­mán, sig­ni­fi­ca ‘cons­truc­ción’. Todo lo que cons­trui­mos no va a ser en vano, por­que ya está gra­ba­do a fue­go. Siem­pre fui­mos gol­pea­dos, y eso nos unió, nos dio fuer­za. Es muy dolo­ro­so, pero el edi­fi­cio no es todo”.

Remar­ca las bru­ta­les con­se­cuen­cias de las polí­ti­cas del macris­mo, pero tam­bién advier­te: “Acá no tene­mos ban­de­ra par­ti­da­ria. Nues­tra ban­de­ra es la del tra­ba­jo y es la que levan­ta­mos siem­pre. Hay sec­to­res de este gobierno que se lava­ron las manos con noso­tros. Ni siquie­ra tra­je­ron gen­te para asis­tir en el hotel, con la can­ti­dad de camas que hay, en la pan­de­mia. Estu­vi­mos siem­pre a dis­po­si­ción para cola­bo­rar con la aten­ción a pacien­tes leves, pero nada. Solo el Par­ti­do Soli­da­rio y los tra­ba­ja­do­res del Cre­di­coop nos die­ron una mano”.

Pese a todo, Eva eli­ge que­dar­se con el enor­me apren­di­za­je de estos 17 años. “Apren­dí mucho. Si tra­ba­jás bajo patrón, tenés has­ta un ran­go; o sea, si sos muca­ma, lle­gás has­ta ama de lla­ves y de ahí no pasás. En la coope­ra­ti­va no pasa eso. Para mane­jar la par­te admi­nis­tra­ti­va tuve que apren­der un mon­tón de cosas de las que antes no tenía idea. Y tuve que saber para pelear por mis compañeros”.

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(Foto: Pedro Pérez)

La cri­sis sani­ta­ria puso en jaque a muchas acti­vi­da­des. En el Bauen, pro­vo­có la tor­men­ta per­fec­ta: “Tene­mos la difi­cul­tad de con­cen­trar los que qui­zás sean los tres rubros más impac­ta­dos por la pan­de­mia: turis­mo, gas­tro­no­mía y espec­tácu­los”, ana­li­za Tona­re­lli, y defi­ne: “Sol­tar la mano del edi­fi­cio impi­de que se lle­ve pues­to todo lo cons­trui­do en estos 17 años. Es una deci­sión difí­cil, pero abso­lu­ta­men­te cons­cien­te. La cons­truc­ción que hici­mos la vamos a lle­var a otra par­te de la ciudad”.

El com­ple­jo cooperativo

El Bauen no solo alber­ga a los tra­ba­ja­do­res del hotel, sino tam­bién a otras cua­tro coope­ra­ti­vas que con­for­man el com­ple­jo coope­ra­ti­vo: El Des­cu­bri­dor, el Movi­mien­to Popu­lar La Dig­ni­dad, el colec­ti­vo La Pode­ro­sa y la revis­ta Cítrica.

Nacho Levy, refe­ren­te de La Pode­ro­sa, des­cri­be: “El Bauen es el nido del que nacie­ron casi todas las ban­da­das que vola­ron atrás de un sue­ño. De no haber exis­ti­do el Bauen, no exis­ti­ría La Pode­ro­sa. En Callao y Corrien­tes encon­tra­mos un hogar, allá por el 2004. Y un hogar no se com­po­ne sola­men­te de cua­tro pare­des y un techo, sino de cali­dez, con­ten­ción, humanidad”.

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(Foto: Pedro Pérez)

Levy plan­tea, ade­más, que “el com­pro­mi­so, la res­pon­sa­bi­li­dad y la obli­ga­ción del cam­po popu­lar es trac­cio­nar todas las res­pues­tas polí­ti­cas que sean nece­sa­rias para que el nom­bre del Bauen viva eter­na­men­te en el hori­zon­te de todas aque­llas per­so­nas que soña­mos un mun­do mucho más pare­ci­do al Bauen que a la eco­no­mía de mercado”.

Agus­tín Colom­bo, perio­dis­ta de la revis­ta Cítri­ca, da su pun­to de vis­ta: “El Bauen dejó de ser sola­men­te un hotel para pasar a ser un espa­cio que aglu­ti­nó a dis­tin­tas coope­ra­ti­vas, con el fin de for­mar algo mucho más gran­de: un hogar basa­do en la soli­da­ri­dad”. En ese sen­ti­do, ejem­pli­fi­ca: “Este hotel daba alo­ja­mien­to a per­so­nas del inte­rior que venían a hacer­se tra­ta­mien­tos médi­cos a Bue­nos Aires, en hos­pi­ta­les como el Garrahan, sin recu­rrir a una ero­ga­ción gran­de por los 15, 30 y has­ta 60 días que debían estar las fami­lias para tra­tar­se. No tenían el dine­ro para pagar un hotel y el Bauen les brin­da­ba ese servicio”.

Hora­cio Lalli, socio fun­da­dor de la coope­ra­ti­va Bauen, obser­va todo des­de la recep­ción: ”No habla­mos des­de la dema­go­gia, por­que lo más impor­tan­te del Bauen no somos los tra­ba­ja­do­res, sino las per­so­nas que nos acom­pa­ña­ron. No hubié­ra­mos podi­do hacer nada si un día León Gie­co no nos metía cin­co mil per­so­nas en la puer­ta para que no nos pudie­ran des­alo­jar. No pode­mos vin­cu­lar a la coope­ra­ti­va Bauen con el hotel, es una cues­tión mera­men­te comer­cial. El Bauen tie­ne muchas cosas más impor­tan­tes que el alqui­ler de habitaciones”.

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(Foto: Pedro Pérez)

El actor Manuel Callau es el pre­si­den­te de la coope­ra­ti­va El Des­cu­bri­dor, que se unió al com­ple­jo hace tres años. “Si uno se pone fren­te a la cons­truc­ción del Bauen, pue­de tener dos mira­das dife­ren­tes. Están quie­nes no se intere­san para nada por los tra­ba­ja­do­res y quie­ren tomar las estruc­tu­ras por­que les intere­sa el poder y el dine­ro. Y esta­mos los tra­ba­ja­do­res, que cons­trui­mos un espa­cio que exce­de la idea del edi­fi­cio. Parar­se fren­te a esta idea de la cons­truc­ción defi­ne los dos mun­dos que están hoy en pug­na, en la Argen­ti­na y en el mun­do”, analiza.

Callau remar­ca: “Estoy con­ven­ci­do de que este espa­cio coope­ra­ti­vo tie­ne una pro­yec­ción en el tiem­po que va a gene­rar nue­vas cosas, en el mar­co de esta nece­si­dad de reela­bo­ra­ción de para­dig­mas en el que vivi­mos. Esta cons­truc­ción no tie­ne en su eje la des­truc­ción del hom­bre por el hom­bre, sino al ser humano y a la solidaridad”.

El secre­ta­rio de El Des­cu­bri­dor, Nacho Iam­brich, des­ta­ca: “El Bauen ha sufri­do ame­na­zas de clau­su­ra, con ata­ques per­ma­nen­tes de un sec­tor polí­ti­co-eco­nó­mi­co con­cen­tra­do, que tie­ne como obje­ti­vo poner de rodi­llas a los tra­ba­ja­do­res por­que ven inad­mi­si­ble que en pleno cen­tro de Bue­nos Aires estén demos­tran­do que se pue­den hacer las cosas de otra mane­ra. Con la fuer­za del tra­ba­jo y sin que nadie se apro­ve­che de otro; sin un patrón vivien­do en Puer­to Made­ro y un gru­po de labu­ran­tes con ape­nas lo jus­to para vivir”.

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(Foto: Pedro Pérez)

“Esta­mos tra­ba­jan­do con el INAES en la bús­que­da de un nue­vo espa­cio. Tam­bién esta­mos en con­ver­sa­cio­nes con otros orga­nis­mos del Esta­do, como el Minis­te­rio de Cul­tu­ra. Has­ta la apa­ri­ción del nue­vo espa­cio, tra­ba­ja­re­mos en la par­te admi­nis­tra­ti­va en las ofi­ci­nas del Movi­mien­to Coope­ra­ti­vo y tam­bién en la sede de la CTA de la Ciu­dad de Bue­nos Aires”, fina­li­za Tona­re­lli. Toda­vía no sabe dón­de, pero el Bauen sigue. Joa­quín Sabi­na resu­mi­ría: “Pero todo se aca­ba, ya es hora de decir­te ciao /​Me ha cita­do la luna en Corrien­tes, esqui­na Callao”. «

Cró­ni­ca de un vacia­mien­to que visi­bi­li­za­ron los trabajadores

Para el Mun­dial de 1978, la fir­ma Bauen S.A. con­si­guió un cré­di­to blan­do por par­te del gobierno de fac­to para cons­truir el hotel y alber­gar a turis­tas. El titu­lar de la com­pa­ñía era Mar­ce­lo Iur­co­vich, quien tenía flui­dos con­tac­tos con la Arma­da Argentina.

“Es una his­to­ria tris­te, bas­tan­te oscu­ra. Todo ese gru­po que con­du­cía el país por aque­llos años arma­ba empre­sas para des­pués esta­far al Esta­do. Y esto no se visua­li­zó sino a tra­vés de la coope­ra­ti­va Bauen, por­que nun­ca el Esta­do recla­mó lo que legí­ti­ma­men­te le per­te­ne­ce, que es este edi­fi­cio”, resu­me Hora­cio Lalli.

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(Foto: Pedro Pérez)

El cré­di­to blan­do jamás fue paga­do y el hotel pasó por varias ven­tas dudo­sas. El Esta­do podría recla­mar­lo, pero esto nun­ca ocu­rrió. En más de una opor­tu­ni­dad, los tra­ba­ja­do­res del Bauen pro­mo­vie­ron la opción de que el Esta­do recla­me el hotel y dé la con­ce­sión a los tra­ba­ja­do­res, pero esto tam­po­co prosperó.

Según la inves­ti­ga­ción del perio­dis­ta Gui­ller­mo Bera­sa­te­gui, Iur­co­vich tenía un vicio: “Cam­biar el nom­bre de su fir­ma para que los emplea­dos per­die­ran dere­chos y bene­fi­cios socia­les, lo que ori­gi­nó una amplia red de empre­sas fan­tas­ma que, entre otras cosas, lo ayu­da­ron a evadir”.

Nacho Iam­brich apun­ta: “Duran­te 20 años, hubo una empre­sa que lucró y se lle­vó mucho dine­ro. Abrió otros hote­les en otros paí­ses y apro­ve­chó lue­go una cri­sis del país para vaciar el edi­fi­cio”. En los ’90, una empre­sa chi­le­na com­pró el hotel, pero solo pagó una par­te y fue a la quie­bra. Iur­co­vich pidió devol­ver el dine­ro reci­bi­do y que­dar­se con el hotel, pero nun­ca lo devol­vió. Hoy, su empre­sa Mer­co­te­les S.A. recla­ma la pro­pie­dad del hotel y, según últi­ma reso­lu­ción de la jue­za que lle­va la cau­sa, debe­rá pagar una indem­ni­za­ción a los tra­ba­ja­do­res cuan­do estos deci­dan irse.

“Cam­bia­ron cin­co veces de razón social, levan­ta­ban hipo­te­cas por un día –afir­mó Lalli – . Ese es nues­tro dolor, que el edi­fi­cio se lo que­den estos tipos y no el Esta­do, que es el legí­ti­mo dueño”.

Itu­rria /​Fuen­te

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