Diríase que, en su disyuntiva «votos o bombas», el ministro de Interior está deseando que lleguen las segundas. Su fama de maquiavélico tacticista le precede. Y a buen seguro, Rubalcaba tendría sus razones en diciembre y las tendría la pasada semana para decir lo que dijo. Ninguna honesta. Otra cosa es que ni él se crea esos avisos.
Pero sean cuales sean esas «inexplicables» razones de «política antiterrorista» ‑según definición de Zapatero‑, lo único cierto es que el aviso no se ha correspondido con los hechos ni respondía a los elementos de análisis que ya había en diciembre.
El recurso a hablar de documentos incautados a éste o aquél supuesto dirigente de ETA no son más que ardides del Ministerio para vestir el santo. Los medios que siguen dando credibilidad a Rubalcaba debieran tenerlo en cuenta. Y su público también.
Recuérdese lo que alguien dijo el 13 de marzo de 2004: «Los ciudadanos españoles se merecen un Gobierno que les diga siempre la verdad».
Fuente: Gara