Chi­le. Jóve­nes chi­le­nos ¡No suel­ten el timón!

Por Manuel Cabie­ses, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 26 de octu­bre de 2020.

El honor de enca­be­zar el arra­sa­dor triun­fo del Aprue­bo y Con­ven­ción Cons­ti­tu­cio­nal, hay que atri­buir­lo a los jóve­nes, tan­to a los de edad como a los de espí­ri­tu. Fue deci­si­va la par­ti­ci­pa­ción masi­va de jóve­nes que vota­ban pri­me­ra vez, y de los vie­jos robles que desa­fia­ron la pan­de­mia (más de 500 mil con­ta­gia­dos y 14 mil muer­tos en el país) para expre­sar su volun­tad. Ade­más ‑esto es muy impor­tan­te-: el 78,27% que apo­yó el Aprue­bo y el 78,99% la Con­ven­ción Cons­ti­tu­yen­te, son cifras que tie­nen un mar­ca­do ingre­dien­te de cla­se. En las comu­nas don­de la cla­se tra­ba­ja­do­ra tie­ne impor­tan­te inci­den­cia, ambas pre­fe­ren­cias del ple­bis­ci­to alcan­za­ron ran­gos ele­va­dos. Sobre el 80 y casi el 90% en algu­nos casos. Son nota­bles los resul­ta­dos en regio­nes del nor­te, de lar­ga tra­di­ción sin­di­cal y polí­ti­ca, y tam­bién en áreas rura­les cono­ci­das por su con­ser­va­du­ris­mo. En Chi­loé, por ejem­plo, tra­di­cio­nal bas­tión de la dere­cha, el Aprue­bo ganó has­ta en el campo.

En solo tres comu­nas del país, Las Con­des, Vita­cu­ra y Lo Bar­ne­chea, en la Región Metro­po­li­ta­na, trin­che­ras de las éli­tes, gana­ron el Recha­zo y la Con­ven­ción Mix­ta. A nivel nacio­nal ambas opcio­nes logra­ron 21,73% y 21,01%, respectivamente.

Antes de aban­do­nar la nume­ro­lo­gía polí­ti­ca ‑entre­te­ni­mien­to habi­tual de ana­lis­tas con patente‑, habría que con­si­de­rar algu­nas situa­cio­nes que van a pesar en el cua­dro político.

Una es la par­ti­ci­pa­ción elec­to­ral. Aun cuan­do es la más gran­de de la his­to­ria, como des­ta­ca­ra el direc­tor del Regis­tro Elec­to­ral, ese des­bor­de cívi­co alcan­zó sólo al 50,9%. Vota­ron 7.562.173 hom­bres y muje­res. Sin embar­go, el padrón alcan­za casi a 15 millo­nes de elec­to­res. Par­te de la abs­ten­ción se pue­de expli­car por diver­sos moti­vos. El temor a la pan­de­mia, por ejem­plo. Sin embar­go hay una impor­tan­te cifra de la abs­ten­ción que no vota por des­con­fian­za y recha­zo a los par­ti­dos cuyo des­pres­ti­gio teje tela­ra­ñas en los rin­co­nes de las ins­ti­tu­cio­nes. Hay aquí, enton­ces, una impor­tan­te tarea que aco­me­ter en estos meses: deba­tir los con­te­ni­dos de la nue­va Cons­ti­tu­ción y pro­mo­ver los can­di­da­tos inde­pen­dien­tes que en abril del 2021 con­for­ma­rán la Con­ven­ción Cons­ti­tu­cio­nal. Los can­di­da­tos que sur­jan des­de la base, com­pro­me­ti­dos sin ambi­güe­da­des con la volun­tad de cam­bio, darán ori­gen a una Cons­ti­tu­ción de ori­gen demo­crá­ti­co, la pri­me­ra en nues­tra historia.

Otra situa­ción a con­si­de­rar es la fuer­za que aun con­ser­va el reduc­to con­ser­va­dor. El 21,73% que alcan­zó el Recha­zo y el 21,01% la Con­ven­ción Mix­ta, no son datos a igno­rar para una estra­te­gia des­ti­na­da a reen­cau­zar al país por una sen­da de demo­crá­ti­ca. Des­de los años 90 la dere­cha retie­ne cer­ca del 40% elec­to­ral. En el ple­bis­ci­to se divi­dió y una por­ción de la clien­te­la dere­chis­ta votó Aprue­bo y Con­ven­ción Cons­ti­tu­yen­te. Se tra­ta de una dere­cha cons­cien­te de lo insos­te­ni­ble que resul­ta la cri­sis de las ins­ti­tu­cio­nes de la dic­ta­du­ra. Pero ese 20% de Recha­zo repre­sen­ta una dere­cha recal­ci­tran­te, pode­ro­sa en lo finan­cie­ro, polí­ti­co y mili­tar, y –como siem­pre- dis­pues­ta a todo. Las fuer­zas del cam­bio ten­drán que poner aten­ción a los movi­mien­tos de esa dere­cha que no ha vaci­la­do en derra­mar san­gre del pue­blo cuan­do sin­tió ame­na­za­dos sus intere­ses. Y una nue­va Cons­ti­tu­ción demo­crá­ti­ca, jun­to con las ins­ti­tu­cio­nes y leyes que de ella sur­gi­rán, cons­ti­tu­yen la peor ame­na­za para la ultra dere­cha, el mili­ta­ris­mo y los mer­ca­de­res de la Bol­sa de Comercio.

El domin­go 25 comen­za­mos a cavar la sepul­tu­ra de la Cons­ti­tu­ción pino­che­tis­ta y del mode­lo de eco­no­mía de mer­ca­do. No obs­tan­te, esta­mos en la fase ini­cial de un lar­go pro­ce­so. Si tene­mos éxi­to, no solo nos dota­re­mos de una Cons­ti­tu­ción demo­crá­ti­ca y sepul­ta­re­mos al neo­li­be­ra­lis­mo. Ese pro­ce­so de lucha ideo­ló­gi­ca y pro­pues­tas pro­gra­má­ti­cas, per­mi­ti­rá arti­cu­lar un amplio movi­mien­to polí­ti­co-social que con­du­ci­rá al país en los pró­xi­mos años. Los jóve­nes de hoy deben pre­pa­rar para gobernar.

Esa es una res­pon­sa­bi­li­dad his­tó­ri­ca de la juven­tud chi­le­na. Su cau­da­lo­sa par­ti­ci­pa­ción en el ple­bis­ci­to ‑en espe­cial de la juven­tud de las comu­nas popu­la­res- es una cla­ra señal de acep­ta­ción de esa responsabilidad.

La vota­ción de Con­ven­ción Cons­ti­tu­yen­te, inclu­so, superó la del Recha­zo. Es otra adver­ten­cia a la cas­ta polí­ti­ca para que no per­se­ve­re en su inten­to de coci­nar la nue­va Cons­ti­tu­ción en el fogón de la corrupción.

Cons­truir el nece­sa­rio movi­mien­to polí­ti­co-social que des­tie­rre sec­ta­ris­mos, reque­ri­rá una eta­pa difí­cil –y en cier­tos casos dolo­ro­sa- para cor­tar ama­rras con el pasa­do, actua­li­zar doc­tri­nas y cam­biar méto­dos de orga­ni­za­ción y lucha.

Para cum­plir esas tareas está jus­ta­men­te la juven­tud. Ella nace para cam­biar lo que hoy estor­ba el paso del pro­gre­so. La juven­tud chi­le­na cuen­ta con dece­nas de héroes cuyas luchas ser­vi­rán de ejem­plo a la actual gene­ra­ción. Sobre todo será la expe­rien­cia de sus luchas la que abri­rá paso al futu­ro del país. Los pró­xi­mos años nos dirán si la juven­tud del siglo XXI estu­vo a la altu­ra de su misión histórica.

Itu­rria /​Fuen­te

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