Argen­ti­na. A 10 años de la muer­te de Nés­tor y a un año del triun­fo elec­to­ral del Fren­te de Todos, Cris­ti­na Kirch­ner hace balance

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 26 de octu­bre de 2020.

Las tres con­clu­sio­nes de Cris­ti­na Fer­nán­dez de Kirch­ner a un año del triun­fo elec­to­ral del Fren­te de Todos.

Como todos y todas saben, no con­cu­rro a acti­vi­da­des públi­cas u home­na­jes que ten­gan que ver con aquel 27 de octu­bre. Tal vez sea un meca­nis­mo incons­cien­te de no acep­ta­ción ante lo irre­ver­si­ble. No sé… Ya saben que la psi­co­lo­gía no es mi fuer­te. Pero ade­más resul­ta que maña­na tam­bién se cum­ple un año del triun­fo elec­to­ral del Fren­te de Todos. ¿Qué increí­ble, no? Que la elec­ción pre­si­den­cial en la que vol­vi­mos a ganar haya coin­ci­di­do jus­to con el 27 de octu­bre. Licen­cias que se toma la historia.

Cuan­do Nés­tor asu­mió la pre­si­den­cia en el 2003, el país había sufri­do, dos años antes, una cri­sis sin pre­ce­den­tes has­ta ese momen­to. Toda­vía recuer­do aque­lla mag­ní­fi­ca entre­vis­ta que Tor­cua­to Di Tella le hicie­ra y que se publi­có como libro bajo el títu­lo “Des­pués del derrum­be”. Per­fec­ta metá­fo­ra. El 10 de diciem­bre de 2019 a la Argen­ti­na otra vez la habían derrum­ba­do, pero nadie espe­ra­ba, ni siquie­ra podía ima­gi­nar, lo que iba a venir ape­nas unos meses después.

El freno a la eco­no­mía y la incer­ti­dum­bre gene­ra­li­za­da sobre que va a pasar con nues­tra vida son ago­bian­tes. No esta expli­ca­do en nin­gún libro ni hay teo­ría que lo resuel­va. No hay solu­cio­nes. Es per­ma­nen­te ensa­yo y error. O mejor dicho: bro­te, con­ta­gio y vol­ver otra vez para atrás. Aquí y en todas par­tes. Así y todo el tiem­po. Sin embar­go, aún en este mar­co de incer­ti­dum­bre por la pan­de­mia glo­bal y a casi un año de gobierno, sí pode­mos lle­gar a algu­nas cer­te­zas, al menos en el cam­po de la política.

Pri­me­ra certeza

Duran­te mucho tiem­po se sos­tu­vo que uno de los pro­ble­mas cen­tra­les duran­te mis dos man­da­tos como pre­si­den­ta eran las for­mas: “no escu­cha”, “es con­fron­ta­ti­va”, “no dia­lo­ga”, “no habla con los perio­dis­tas, “no res­pon­de pre­gun­tas”. Aún recuer­do un pro­gra­ma de tele­vi­sión que armó un “coro de perio­dis­tas” que gri­ta­ban “que­re­mos pre­gun­tar”. Por supues­to, nun­ca creí que ese fue­ra el pro­ble­ma. Como dice Máxi­mo y con­té en Sin­ce­ra­men­te: “¿Y vos que creías? ¿Qué lo de las AFJP, las reten­cio­nes, YPF, pari­ta­rias libres y jui­cios de lesa huma­ni­dad eran gratis?”.

Sin embar­go, no pocos diri­gen­tes en el pero­nis­mo pen­sa­ban que efec­ti­va­men­te el pro­ble­ma eran las for­mas y no el fon­do. Es más, muchos tam­bién le agre­ga­ban las cade­nas nacio­na­les y las carac­te­rís­ti­cas de mi retó­ri­ca (por decir­lo de un modo ele­gan­te). Y la ver­dad es que ese fue tam­bién uno de los moti­vos que cul­mi­nó en mi deci­sión del 18 de mayo de 2019. Es que en polí­ti­ca no sola­men­te es lo que uno cree, sino lo que ve e inter­pre­ta el con­jun­to. Y resul­ta­ba esen­cial la cons­truc­ción de un gran fren­te polí­ti­co y social que per­mi­tie­ra ganar las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les con la con­vic­ción de que un nue­vo man­da­to del macris­mo arra­sa­ría defi­ni­ti­va­men­te con la posi­bi­li­dad de un mode­lo de desa­rro­llo argen­tino con inclu­sión social y razo­na­ble autonomía.

El 10 de diciem­bre de 2019 asu­mió como pre­si­den­te de todos los argen­ti­nos y todas las argen­ti­nas Alber­to Fer­nán­dez. Fue Jefe de Gabi­ne­te duran­te toda la ges­tión de Nés­tor y duran­te los pri­me­ros meses de mi pri­mer man­da­to. Lue­go la his­to­ria es cono­ci­da por todos y todas: se fue del gobierno y se con­vir­tió en un duro crí­ti­co de mi ges­tión. Jus­to es decir­lo, no fue el úni­co. Sin embar­go, la expe­rien­cia macris­ta en el gobierno y la rela­ción de fuer­zas que sur­gió en el pero­nis­mo lue­go de las elec­cio­nes par­la­men­ta­rias del 2017, nos impu­so la res­pon­sa­bi­li­dad his­tó­ri­ca, a quie­nes expre­sá­ba­mos la volun­tad popu­lar, de gene­rar las con­di­cio­nes para que el 10 de diciem­bre de 2019 alum­bra­ra un nue­vo Gobierno.

Sus carac­te­rís­ti­cas per­so­na­les y su expe­rien­cia polí­ti­ca al lado de Nés­tor, sig­na­das por el diá­lo­go con dis­tin­tos sec­to­res, por la bús­que­da de con­sen­sos, por su ínti­mo y autén­ti­co com­pro­mi­so con el Esta­do de Dere­cho ‑tan vul­ne­ra­do duran­te el macrismo‑, su con­tac­to per­ma­nen­te con los medios de comu­ni­ca­ción cual­quie­ra fue­ra la orien­ta­ción de los mis­mos y final­men­te su arti­cu­la­ción con todos y cada uno de los sec­to­res del pero­nis­mo que, divi­di­do, nos había lle­va­do a la derro­ta elec­to­ral; deter­mi­na­ron que jun­to a mí, como vice­pre­si­den­ta, enca­be­za­ra la fór­mu­la del Fren­te de Todos que triun­fó en las elec­cio­nes del 27 de Octu­bre, hace exac­ta­men­te un año.

Así, en diciem­bre del año pasa­do asu­mi­mos des­pués de cua­tro años de gobierno de Mau­ri­cio Macri y nos encon­tra­mos otra vez con un nue­vo derrum­be. Cua­tro años en los que se vol­vió a endeu­dar al país a lími­tes insos­te­ni­bles, con el retorno del FMI a la Argen­ti­na que le sumó a la deu­da de los pri­va­dos 44 mil millo­nes de dóla­res más. Cua­tro años de tari­fa­zos impa­ga­bles en los ser­vi­cios públi­cos, cie­rre masi­vo de PyMES, pér­di­da del sala­rio y jubi­la­cio­nes, etc, etc, etc. Todo ello resul­ta­do de apli­car las polí­ti­cas públi­cas que los fac­to­res de poder eco­nó­mi­co y mediá­ti­co recla­ma­ron duran­te los 12 años y medio de nues­tros gobier­nos y que se com­pro­bó, lue­go de Macri, sólo con­du­cen al desas­tre gene­ra­li­za­do. Pero lo peor esta­ba por venir: en los pri­me­ros meses del 2020 devino un hecho iné­di­to, impen­sa­do e inima­gi­na­ble. Ni siquie­ra fue un cis­ne negro, sino una pan­de­mia incon­tro­la­ble que no ten­drá cau­ce ‑como lo com­pro­ba­mos a dia­rio en todo el pla­ne­ta- has­ta el sur­gi­mien­to de una vacu­na o de un tratamiento.

En este mar­co de derrum­be macris­ta más pan­de­mia, quie­nes idea­ron, impul­sa­ron y apo­ya­ron aque­llas polí­ti­cas, hoy mal­tra­tan a un Pre­si­den­te que, más allá de fun­cio­na­rios o fun­cio­na­rias que no fun­cio­nan y más allá de acier­tos o des­acier­tos, no tie­ne nin­guno de los “defec­tos” que me atri­buían y que según no pocos, eran los pro­ble­mas cen­tra­les de mi ges­tión. El pun­to cul­mi­ne de ese mal­tra­to per­ma­nen­te y sis­te­má­ti­co, se pro­du­jo hace pocos días en un famo­so encuen­tro empre­sa­rio auto­de­no­mi­na­do como lugar de ideas, en el que mien­tras el Pre­si­den­te de la Nación hacía uso de la pala­bra, los empre­sa­rios con­cu­rren­tes lo agre­dían en simul­tá­neo y le repro­cha­ban, entre otras cosas, lo mucho que hablaba.

Pri­me­ra cer­te­za: Cas­ti­gan al Pre­si­den­te como si tuvie­ra las mis­mas for­mas que tan­to me cri­ti­ca­ron duran­te años. A esta altu­ra ya resul­ta inocul­ta­ble que, en reali­dad, el pro­ble­ma nun­ca fue­ron las for­mas. En reali­dad, lo que no acep­tan es que el pero­nis­mo vol­vió al gobierno y que la apues­ta polí­ti­ca y mediá­ti­ca de un gobierno de empre­sa­rios con Mau­ri­cio Macri a la cabe­za, fra­ca­só. Es nota­ble, sobre todo en el empre­sa­ria­do argen­tino, el pre­jui­cio anti­pe­ro­nis­ta. Nota­ble y ade­más inen­ten­di­ble si uno mira los resul­ta­dos de los balan­ces de esas empre­sas duran­te la ges­tión de los gobier­nos pero­nis­tas o kirch­ne­ris­tas ‑como más les gus­te-. Este pre­jui­cio no encuen­tra expli­ca­ción ni des­de la polí­ti­ca, ni des­de la eco­no­mía, y a esta altu­ra me per­mi­to decir que ni siquie­ra des­de la psi­co­lo­gía… aun­que ya les adver­tí que de eso no sé. Pero no que­dan dudas que esta acti­tud incom­pren­si­ble ha sido y es una de las difi­cul­ta­des más gran­des para encau­zar defi­ni­ti­va­men­te a la Argentina.

Segun­da certeza

Como se han que­da­do sin la excu­sa de las for­mas, tuvie­ron que pasar a un segun­do guión: “Alber­to no gobier­na”, “la que deci­de todo es Cris­ti­na”, “ren­co­ro­sa” y “ven­ga­ti­va”, que sólo quie­re solu­cio­nar sus “pro­ble­mas judiciales”.

Debo reco­no­cer que son poco crea­ti­vos. El rela­to del “Pre­si­den­te títe­re” lo uti­li­za­ron con Nés­tor res­pec­to de Duhal­de, con­mi­go res­pec­to de Nés­tor y, aho­ra, con Alber­to res­pec­to de mí. Des­pués de haber desem­pe­ña­do la pri­me­ra magis­tra­tu­ra duran­te 2 perío­dos con­se­cu­ti­vos y de haber acom­pa­ña­do a Nés­tor duran­te los 4 años y medio de su pre­si­den­cia, si algo ten­go cla­ro es que el sis­te­ma de deci­sión en el Poder Eje­cu­ti­vo hace impo­si­ble que no sea el Pre­si­den­te el que tome las deci­sio­nes de gobierno. Es el que saca, pone o man­tie­ne fun­cio­na­rios. Es el que fija las polí­ti­cas públi­cas. Podrá gus­tar­te o no quien esté en la Casa Rosa­da. Pue­de ser Menem, De La Rúa, Duhal­de o Kirch­ner. Pero no es fác­ti­ca­men­te posi­ble que pri­me la opi­nión de cual­quier otra per­so­na que no sea la del Pre­si­den­te a la hora de las decisiones.

En cuan­to a lo de “ren­co­ro­sa” y “ven­ga­ti­va”. A noso­tros nun­ca nos movió el ren­cor ni la ven­gan­za. Al con­tra­rio, la res­pon­sa­bi­li­dad his­tó­ri­ca y el deber polí­ti­co para con el pue­blo y la Patria guia­ron todas y cada una de nues­tras deci­sio­nes y accio­nes. No hay demos­tra­ción más cabal de ello que haber deci­di­do con el volu­men de nues­tra repre­sen­ta­ción popu­lar, resig­nar la pri­me­ra magis­tra­tu­ra para cons­truir un fren­te polí­ti­co con quie­nes no sólo cri­ti­ca­ron dura­men­te nues­tros años de ges­tión sino que has­ta pro­me­tie­ron cár­cel a los kirch­ne­ris­tas en actos públi­cos o escri­bie­ron y publi­ca­ron libros en mi con­tra. Debe­rán esfor­zar­se mucho para encon­trar en la his­to­ria argen­ti­na ejem­plos similares.

Por últi­mo, eso de que “sólo quie­re solu­cio­nar sus pro­ble­mas judi­cia­les” (SIC), a esta altu­ra ya resul­ta inacep­ta­ble. Lo úni­co que que­re­mos es el correc­to fun­cio­na­mien­to de las ins­ti­tu­cio­nes y que se garan­ti­ce la apli­ca­ción de la Cons­ti­tu­ción Nacio­nal y la ley a todos y todas por igual, sin doble vara ni pri­vi­le­gios. Resul­ta insos­la­ya­ble seña­lar que uti­li­zan el eufe­mis­mo “pro­ble­mas judi­cia­les” para ocul­tar lo que hicie­ron en Argen­ti­na y en la región con el Esta­do de Dere­cho: se lo lle­va­ron pues­to para pros­cri­bir a los líde­res popu­la­res. Con la arti­cu­la­ción de sec­to­res del Poder Judi­cial, los medios de comu­ni­ca­ción hege­mó­ni­cos y dis­tin­tas agen­cias del Esta­do, duran­te el gobierno macris­ta se per­pe­tró una per­se­cu­ción sin pre­ce­den­tes con­tra mi per­so­na, mi fami­lia y con­tra muchos diri­gen­tes de nues­tro espa­cio polí­ti­co. De ello hoy dan cuen­ta las escan­da­lo­sas reve­la­cio­nes y el hallaz­go de prue­bas a la luz del día, acer­ca de las con­duc­tas de perio­dis­tas, fis­ca­les, jue­ces, agen­tes de inte­li­gen­cia, diri­gen­tes polí­ti­cos y has­ta del mis­mí­si­mo Pre­si­den­te Macri invo­lu­cra­do per­so­nal­men­te en los meca­nis­mos de espio­na­je, extor­sión y persecución.

Sin ir más lejos, miren Boli­via. Nada menos que la OEA diri­gió un Gol­pe de Esta­do dicien­do que había habi­do frau­de en las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les del año pasa­do. El resul­ta­do de las recien­tes elec­cio­nes en ese país her­mano, me exi­men de mayo­res comen­ta­rios. Y des­pués dicen que el Law­fa­re no existe.

Segun­da cer­te­za: en la Argen­ti­na el que deci­de es el Pre­si­den­te. Pue­de gus­tar­te o no lo que deci­da, pero el que deci­de es él. Que nadie te quie­ra con­ven­cer de lo con­tra­rio. Si alguien inten­ta­ra hacer­lo, pre­gun­ta­le que intere­ses lo o la mueven.

Ter­ce­ra certeza

Cuan­do ter­mi­né mi ges­tión el 10 de diciem­bre de 2015 la Argen­ti­na esta­ba des­en­deu­da­da, el FMI al que le debía­mos des­de el año 1957 era sólo un recuer­do de los mayo­res de 21 años, los pagos de la deu­da reestr­ctu­ra­da en el 2005 y en el 2010 se lle­va­ban a cabo con nor­ma­li­dad y sin recu­rrir a nue­vo endeu­da­mien­to y el per­fil de ven­ci­mien­tos para los años sub­si­guien­tes era más que sos­te­ni­ble. La des­ocu­pa­ción era del 5,9%, los sala­rios y las jubi­la­cio­nes ‑toma­das en dóla­res- eran las más altas de Amé­ri­ca Lati­na y la cober­tu­ra pre­vi­sio­nal había supe­ra­do con cre­ces el 90% de la pobla­ción. La infla­ción, medi­da por el Gobierno de la Ciu­dad de Bue­nos Aires, no supe­ra­ba el 25% anual.

Sin embar­go, la res­tric­ción exter­na ‑léa­se: esca­sez de dóla­res o exce­si­va deman­da de dicha mone­da; según como se mire- que apa­re­ció lue­go de haber sopor­ta­do 6 corri­das cam­bia­rias ‑la últi­ma duran­te el año 2011, en el que fui elec­ta por segun­da vez con­se­cu­ti­va Pre­si­den­ta de la Nación- moti­vó la regu­la­ción cam­bia­ria que los medios hege­mó­ni­cos bau­ti­za­ron “cepo”. Dicha regu­la­ción esta­ble­cía un tope para la com­pra de dóla­res para aho­rro que era de USD 2500 por mes. Si, tal como se lee: USD 2500 por mes. Si la ana­li­za­mos con pers­pec­ti­va, la res­tric­ción no sólo era razo­na­ble, sino que daba cuen­ta del nivel del poder adqui­si­ti­vo de cier­tos sala­rios de la épo­ca. Muchos com­pra­ban dóla­res y muchos com­pra­ban el tope men­sual. ¿Quién podría hoy acce­der a esos USD 2500 para aho­rrar mes a mes? Casi nadie. Sin embar­go, por haber esta­ble­ci­do dicha res­tric­ción cam­bia­ria, nues­tro gobierno fue ata­ca­do día a día por los medios hege­mó­ni­cos. Un ata­que sis­te­má­ti­co que has­ta inclu­yó movi­li­za­cio­nes con­vo­ca­das por la opo­si­ción polí­ti­ca y fogo­nea­das por aque­llos mis­mos medios.

Así las cosas, el 10 de diciem­bre de 2015 asu­mió Mau­ri­cio Macri como Pre­si­den­te de la Nación. De allí en ade­lan­te, las polí­ti­cas de la Repú­bli­ca Argen­ti­na gira­ron 180 gra­dos y se inau­gu­ró una ges­tión de gobierno con­du­ci­da por empre­sa­rios que recep­tó en sus polí­ti­cas públi­cas todas y cada una de las deman­das de los dis­tin­tos fac­to­res de poder eco­nó­mi­co de la Argen­ti­na, inclui­do su ali­nea­mien­to acrí­ti­co en mate­ria de polí­ti­ca exte­rior. Ape­nas asu­mió libe­ró la cuen­ta capi­tal, eli­mi­nó la regu­la­ción cam­bia­ria ‑levan­tó el “cepo”- y deci­dió la aper­tu­ra indis­cri­mi­na­da de impor­ta­cio­nes dan­do ini­cio al perío­do de endeu­da­mien­to más ver­ti­gi­no­so del que se ten­ga memo­ria y que cul­mi­nó con un iné­di­to prés­ta­mo para los argen­ti­nos y para el mis­mí­si­mo FMI de 44 mil millo­nes de dóla­res, des­ti­na­do a finan­ciar la cam­pa­ña elec­to­ral para la reelec­ción de Mau­ri­cio Macri como presidente.

Macri ter­mi­nó su gobierno con una deu­da impa­ga­ble, con el FMI ins­ta­la­do otra vez en nues­tro país, con una des­ocu­pa­ción ron­dan­do los dos dígi­tos, con sala­rios y jubi­la­cio­nes por el piso, con tari­fas dola­ri­za­das e impa­ga­bles y con una infla­ción muy supe­rior al 50%. Sin embar­go, a pesar de los miles de millo­nes de dóla­res ingre­sa­dos al país como deu­da, Macri tuvo que rees­ta­ble­cer el deno­mi­na­do “cepo” cam­bia­rio pero con una res­tric­ción mucho mayor: sólo podían com­prar­se para aho­rro USD 200 por mes ‑menos del 10% de aque­llos tan cues­tio­na­dos USD 2500-. Des­pués de cua­tro años, el gobierno de los empre­sa­rios y de la dere­cha argen­ti­na, dis­pa­ró al infi­ni­to el pro­ble­ma de la res­tric­ción exter­na, al endeu­dar a la Argen­ti­na como nun­ca nadie lo había hecho antes.

Hoy, lue­go del derrum­be macris­ta y en ple­na pan­de­mia, y pese a no tener obli­ga­cio­nes de pago en mone­da extran­je­ra en lo inme­dia­to gra­cias a la rees­truc­tu­ra­ción de deu­da lle­va­da a cabo por el Gobierno, con supe­rá­vit comer­cial y mayor nivel de reser­vas en el BCRA que cuan­do ter­mi­nó mi ges­tión, con­ti­nua­mos con la res­tric­ción exter­na de esa mone­da ‑o fal­tan dóla­res o hay dema­sia­da deman­da- a la que se suma una más que evi­den­te extor­sión devaluatoria.

Es que la Argen­ti­na es el úni­co país con una eco­no­mía bimo­ne­ta­ria: se uti­li­za el peso argen­tino que el país emi­te para las tran­sac­cio­nes coti­dia­nas y el dólar esta­dou­ni­den­se que el país ‑obvia­men­te- no emi­te, como mone­da de aho­rro y para deter­mi­na­das tran­sac­cio­nes como las que tie­nen lugar en el mer­ca­do inmo­bi­lia­rio. ¿Alguien pue­de pen­sar seria­men­te que la eco­no­mía de un país pue­da fun­cio­nar con nor­ma­li­dad de esa manera?

El pro­ble­ma de la eco­no­mía bimo­ne­ta­ria no es ideo­ló­gi­co. No es de izquier­da ni de dere­cha. Ni siquie­ra del cen­tro. Y no hay prue­ba más obje­ti­va de esto que la alter­nan­cia de mode­los polí­ti­cos y eco­nó­mi­cos opues­tos que se ope­ró el 10 de diciem­bre de 2015. Todos los gobier­nos nos hemos topa­do con él. Unos inten­ta­mos ges­tio­nar­lo con res­pon­sa­bi­li­dad, des­en­deu­dan­do al país en un mar­co de inclu­sión social y desa­rro­llo indus­trial. Otros de orien­ta­ción inver­sa ‑como el de Mau­ri­cio Macri- siem­pre han “cho­ca­do la cale­si­ta” con endeu­da­mien­to y fuga. Pero lo cier­to es que ese fun­cio­na­mien­to bimo­ne­ta­rio es un pro­ble­ma estruc­tu­ral de la eco­no­mía argentina.

Tam­po­co es una cues­tión de cla­se: los dóla­res los com­pran tan­to tra­ba­ja­do­res para aho­rrar o para hacer una dife­ren­cia que mejo­re el sala­rio, como empre­sa­rios para pagar las impor­ta­cio­nes nece­sa­rias para hacer fun­cio­nar su empre­sa, para aho­rrar y tam­bién, bueno es decir­lo, para fugar for­man­do acti­vos finan­cie­ros en el exte­rior, sien­do esta últi­ma acti­tud una de las que más han con­tri­bui­do a las cri­sis cícli­cas de la Argentina.

Tam­po­co es pro­duc­to de las expe­rien­cias hiper­in­fla­cio­na­rias de la Argen­ti­na. Cir­cu­la en redes un peque­ño video de un reco­no­ci­do humo­ris­ta ya falle­ci­do, sobre la pasión nacio­nal por el dólar. El video data de 1962: Artu­ro Illia no había asu­mi­do como Pre­si­den­te y Raúl Alfon­sín esta­ría toda­vía de pan­ta­lo­nes cor­tos en Chas­co­mús. La coar­ta­da de la “hiper” para expli­car el pro­ble­ma es tam­bién insu­fi­cien­te. Bas­ta recor­dar a Perón Pre­si­den­te en la déca­da del ’50 pre­gun­tan­do: “¿Alguien vio algu­na vez un dólar?”

Ter­ce­ra cer­te­za: la Argen­ti­na es ese extra­ño lugar en don­de mue­ren todas las teo­rías. Por eso, el pro­ble­ma de la eco­no­mía bimo­ne­ta­ria que es, sin dudas, el más gra­ve que tie­ne nues­tro país, es de impo­si­ble solu­ción sin un acuer­do que abar­que al con­jun­to de los sec­to­res polí­ti­cos, eco­nó­mi­cos, mediá­ti­cos y socia­les de la Repú­bli­ca Argen­ti­na. Nos gus­te o no nos gus­te, esa es la reali­dad y con ella se pue­de hacer cual­quier cosa menos ignorarla.

En este 27 de octu­bre, quie­ro agra­de­cer a todos y cada uno de los argen­ti­nos y las argen­ti­nas, las mues­tras de reco­no­ci­mien­to, cari­ño y amor hacia quien fue­ra mi com­pa­ñe­ro de vida.

Y espe­cial­men­te a Alber­to, tan­to por la deci­sión de repa­triar la figu­ra de bron­ce de Nés­tor que algu­na vez empla­za­mos en la sede de la UNASUR en Qui­to, allí en la exac­ta mitad del mun­do, como la de su nue­vo empla­za­mien­to en el hall del Cen­tro Cul­tu­ral Kirch­ner. Sin­ce­ra­men­te, es una cari­cia al alma.

Nés­tor ama­ba ese lugar. Cuan­do lo reco­rri­mos jun­tos el 24 de mayo del 2010 en el mar­co de los fes­te­jos del Bicen­te­na­rio para inau­gu­rar la pri­me­ra par­te de la obra que cul­mi­na­ría en el cen­tro cul­tu­ral más gran­de de Lati­noa­mé­ri­ca, me comen­tó que a ese lugar su padre ‑a quien ado­ra­ba- lo lle­va­ba cada vez que venía a Bue­nos Aires. Es que el abue­lo de mis hijos era emplea­do del Correo, lle­gan­do a ser su teso­re­ro allá en San­ta Cruz. Nés­tor me con­tó que le ense­ña­ba con orgu­llo la gran­dio­si­dad del lugar, como si fue­ra suyo, una carac­te­rís­ti­ca de los emplea­dos del Correo Argen­tino… Orgu­llo de per­te­ne­cer. Mien­tras me con­ta­ba se le vidria­ban los ojos, como cada vez que se acor­da­ba de su padre. Sí, defi­ni­ti­va­men­te es un buen lugar para él.

Itu­rria /​Fuen­te

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