Venezuela. Crímenes de lesa humanidad

Vene­zue­la. Crí­me­nes de lesa humanidad

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Por Ana Cris­ti­na Bra­cho. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 27 de octu­bre 2020.

Duran­te los últi­mos años, hemos escu­cha­do hablar ince­san­te­men­te de crí­me­nes de lesa huma­ni­dad. Un con­cep­to naci­do en el dere­cho inter­na­cio­nal y que repo­sa en el Esta­tu­to de Roma, docu­men­to en el que se basa la Cor­te Penal Inter­na­cio­nal (CPI).

Este con­cep­to es la últi­ma figu­ra que se incor­po­ró a las leyes pena­les inter­na­cio­na­les y tuvo una evo­lu­ción más com­ple­ja que los crí­me­nes de gue­rra o el geno­ci­dio, en tan­to, algu­nos con­si­de­ra­ban que era una noción dema­sia­do amplia.

El con­cep­to es una deno­mi­na­ción com­pues­ta pri­me­ro por el tér­mino «leso», que sig­ni­fi­ca agra­via­do u ofen­di­do. Lue­go por «huma­ni­dad», por­que se entien­de que estos actos, por su cruel­dad, supo­nen un agra­vio no sólo a las víc­ti­mas con­cre­tas sino a la Huma­ni­dad en su conjunto.

Aho­ra, en el pre­sen­te noso­tros vamos a obser­var esta idea, naci­da del pen­sa­mien­to de un ruso y simi­lar a con­cep­tos pre­vios que se habían usa­do en el Dere­cho nues­tro­ame­ri­cano, ser mani­pu­la­da para ser­vir como jus­ti­fi­ca­ción de doc­tri­nas como la Res­pon­sa­bi­li­dad de Pro­te­ger (R2P).

Sobre ello se ha dado un giro intere­san­te, pues­to que des­de el Gobierno Boli­va­riano se denun­cia que los actos coer­ci­ti­vos y los ata­ques que han afec­ta­do las prin­ci­pa­les infra­es­truc­tu­ras, como el sis­te­ma eléc­tri­co nacio­nal, son crí­me­nes de lesa huma­ni­dad con­tra el pue­blo vene­zo­lano, exi­gién­do­le a la Cor­te Penal Inter­na­cio­nal que de este modo sean juzgados.

La his­to­ria de un concepto

Según Ser­vín Rodrí­guez, «el tér­mino crí­me­nes con­tra la huma­ni­dad fue emplea­do por pri­me­ra vez en la decla­ra­ción que emi­tie­ran en con­jun­to Fran­cia, Ingla­te­rra y Rusia el 28 de mayo de 1915, con moti­vo de la masa­cre de más de un millón de arme­nios en Tur­quía duran­te la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial», aun­que iden­ti­fi­ca que «las raí­ces más pro­fun­das de la defi­ni­ción» repo­san en la Cláu­su­la Mar­tens de la Con­ven­ción de La Haya de 1907.

Esta nor­ma, reco­no­ci­da como un apor­te al Dere­cho Inter­na­cio­nal del juris­ta ruso Frie­drich Fromhold Mar­tens, afir­ma­ba que, inclu­so en el trans­cur­so de una gue­rra, las pobla­cio­nes per­ma­ne­cen bajo las garan­tías y el régi­men de los prin­ci­pios del Dere­cho de gen­tes y de las leyes de la humanidad.

Según la Cruz Roja, pese a que los juris­tas han deba­ti­do enor­me­men­te esta dis­po­si­ción, una inter­pre­ta­ción amplia sos­tie­ne que, habi­da cuen­ta de que son pocos los tra­ta­dos inter­na­cio­na­les rela­ti­vos al dere­cho de los con­flic­tos arma­dos que son com­ple­tos, según esta cláu­su­la debe enten­der­se que lo que no está explí­ci­ta­men­te prohi­bi­do por un tra­ta­do no pue­de enten­der­se que está permitido.

Duran­te el siglo XX, el tema del cri­men de lesa huma­ni­dad se dis­cu­tió y que­dó rele­ga­do en varios docu­men­tos. En par­te, por la posi­ción des­fa­vo­ra­ble de las dele­ga­cio­nes esta­dou­ni­den­ses que le cri­ti­ca­ban al con­cep­to que a dife­ren­cia de «las leyes y las cos­tum­bres de la gue­rra [que] son están­da­res cier­tos, que pue­den encon­trar­se en libros auto­ri­za­dos y en la prác­ti­ca de los Esta­dos. Las leyes y prin­ci­pios de la huma­ni­dad varían con cada individuo».

Des­pués de la Segun­da Gue­rra Mun­dial, al momen­to de redac­tar el Esta­tu­to del Tri­bu­nal de Nurem­berg, la pos­tu­ra esta­dou­ni­den­se había cam­bia­do y este tipo penal se inclu­yó como el ter­cer tipo de hechos que esa ins­tan­cia podía conocer.

En este docu­men­to, el cri­men de lesa huma­ni­dad es en prin­ci­pio un deli­to cono­ci­do por el Dere­cho Penal (el ase­si­na­to, el exter­mi­nio, el some­ti­mien­to a escla­vi­tud y otros) pero que se come­te en el mar­co de la gue­rra o con una inten­ción que exce­de la del deli­to común, en tan­to que impac­ta en su comi­sión no sólo a la víc­ti­ma sino a toda la humanidad.

Así, con sus varia­cio­nes y requi­si­tos que ha teni­do en los dis­tin­tos docu­men­tos (rela­cio­nar­se con la gue­rra, que­rer hacer un gran daño, etc.), el cri­men de lesa huma­ni­dad apa­re­ce en Nurem­berg como una vio­la­ción penal del dere­cho inter­na­cio­nal, que arro­ja res­pon­sa­bi­li­dad individual.

La actua­li­dad del concepto

El pri­mer hecho a seña­lar, des­de una visión posi­ti­vis­ta, es que el cri­men de lesa huma­ni­dad es el deli­to pre­vis­to en el artícu­lo 7 del Esta­tu­to de Roma don­de se enu­me­ra una serie de accio­nes que adquie­ren este ran­go cuan­do «se come­ta como par­te de un ata­que gene­ra­li­za­do o sis­te­má­ti­co con­tra una pobla­ción civil y con cono­ci­mien­to de dicho ataque».

Obser­ván­do­se que en su dimen­sión actual el Esta­tu­to de Roma reto­mó algu­nos ele­men­tos de los docu­men­tos que usa­ron la cate­go­ría en los años 90 (esta­tu­tos del TPIY y del TPIR) pero difie­re de ambos. Pues lo que carac­te­ri­za el cri­men, como hemos vis­to, es que las con­duc­tas prohi­bi­das se come­ten como par­te de un ata­que gene­ra­li­za­do o sistemático.

Sobre cuán­do esta­mos fren­te a un cri­men de lesa huma­ni­dad, la res­pues­ta debe bus­car­se en la lec­tu­ra del artícu­lo 7 del Esta­tu­to de Roma pero tam­bién toman­do en cuen­ta un lar­go (y no lineal) acer­vo juris­pru­den­cial, del cual extraemos:

Quien lo come­te debe haber teni­do la inten­ción de come­ter el cri­men sub­ya­cen­te por el que se lo acu­sa, y que debe haber sido cons­cien­te «de que hay un ata­que con­tra una pobla­ción civil, y que sus actos for­ma­ban par­te de ese ata­que, o al menos [que asu­mió] el ries­go de que sus actos for­ma­sen par­te del ataque».

Quien lo come­te debe tener el cono­ci­mien­to por par­te del acu­sa­do de que se está lle­van­do a cabo un ata­que con­tra la pobla­ción civil y que su acto es par­te del ataque.

Para que los actos inhu­ma­nos sean carac­te­ri­za­dos como crí­me­nes de lesa huma­ni­dad, bas­ta con que se satis­fa­ga una de las con­di­cio­nes [a saber, gene­ra­li­za­do o sis­te­má­ti­co]. Sin embar­go, sigue sien­do cier­to que, en la prác­ti­ca, estos dos cri­te­rios son difí­ci­les de sepa­rar pues­to que un ata­que gene­ra­li­za­do con­tra una gran can­ti­dad de víc­ti­mas gene­ral­men­te se basa en algún tipo de pla­ni­fi­ca­ción u organización.

Bas­ta con demos­trar que un cier­to núme­ro de indi­vi­duos fue­ron ata­ca­dos en el trans­cur­so del ata­que, o que los indi­vi­duos fue­ron ata­ca­dos de mane­ra tal que de ello se pue­da infe­rir que el ata­que estu­vo, en los hechos, diri­gi­do con­tra una «pobla­ción» civil, más que con­tra una can­ti­dad de indi­vi­duos peque­ña y esco­gi­da al azar.

En la pre­ten­sión vene­zo­la­na de que la Cor­te Penal Inter­na­cio­nal deter­mi­ne judi­cial­men­te que las medi­das coer­ci­ti­vas uni­la­te­ra­les son un cri­men, se encuen­tran reu­ni­dos estos ele­men­tos que fue­ron sin­te­ti­za­dos para ser pre­sen­ta­dos al públi­co, afirmando:

«En el docu­men­to intro­du­ci­do ante la CPI Vene­zue­la rela­cio­na un gru­po de casos y de hechos que han impac­ta­do a la pobla­ción vene­zo­la­na, como el aumen­to de la mor­ta­li­dad infan­til y de per­so­nas adul­tas, el incre­men­to de enfer­me­da­des, la reduc­ción de la inges­ta caló­ri­ca, la con­trac­ción en la impor­ta­ción de ali­men­tos, la afec­ta­ción en ser­vi­cios públi­cos como la edu­ca­ción, el ser­vi­cio de agua pota­ble, el ser­vi­cio eléc­tri­co, y el trans­por­te; atri­bui­bles a las medi­das coer­ci­ti­vas uni­la­te­ra­les y demás ame­na­zas impues­tas a Venezuela.

«Vene­zue­la denun­cia los casos de muer­tes de pacien­tes en Vene­zue­la y en el extran­je­ro, some­ti­dos a tra­ta­mien­tos de alto cos­to que no pudie­ron ser paga­dos por el Gobierno de Vene­zue­la debi­do al blo­queo de cuen­tas ban­ca­rias y recur­sos en el sis­te­ma finan­cie­ro inter­na­cio­nal, como tra­ta­mien­tos de pacien­tes rena­les, tras­plan­te de médu­la ósea y tras­plan­te de hígado.

«Se expo­nen los fuer­tes impac­tos sobre las finan­zas públi­cas y en par­ti­cu­lar la reduc­ción de los ingre­sos del país por las res­tric­cio­nes apli­ca­das por el sis­te­ma finan­cie­ro inter­na­cio­nal, fenó­meno que ha mer­ma­do sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te la capa­ci­dad del Esta­do para dedi­car recur­sos a la aten­ción de los pro­ble­mas sociales.

«Final­men­te, la remi­sión rela­cio­na los impac­tos del blo­queo y la expro­pia­ción de acti­vos petro­le­ros en el comer­cio inter­na­cio­nal del petró­leo venezolano».

Con estos ele­men­tos en mano, pode­mos obser­var que la pre­ten­sión vene­zo­la­na de que las accio­nes coer­ci­ti­vas uni­la­te­ra­les sean tipi­fi­ca­das como crí­me­nes de lesa huma­ni­dad es plau­si­ble en tan­to estas accio­nes reunen las carac­te­rís­ti­cas antes señaladas.

Fuen­te: Misión Verdad

Itu­rria /​Fuen­te

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