Nues­tra­mé­ri­ca. La ale­gría de los pue­blos dignos

Por Ilka Oli­va Cora­do. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 28 de octu­bre de 2020.

Lle­ga un momen­to en el que el abu­so y la injus­ti­cia can­san a los pue­blos y los hacen des­per­tar en indig­na­ción, así es como salen a bus­car la liber­tad y la demo­cra­cia. Unos tar­dan más que otros, cada uno con sus pro­ce­sos y su his­to­ria pero logran si se unen, ven­cer la impu­ni­dad y toda for­ma de dic­ta­du­ra. Son rare­zas eso sí, pero por eso son her­mo­sas estas albo­ra­das que como cam­pos flo­re­ci­dos lle­nan de ilu­sión y con­ta­gian la ale­gría de la gran fies­ta popular.

Para unir­se hay que tener sen­ti­do común y una sed inmen­sa por vivir en un terri­to­rio libre de neo­li­be­ra­lis­mo: sin abu­so guber­na­men­tal, sin saqueos de los recur­sos natu­ra­les, sin cen­su­ra, sin esta­dos de sitio y con la ple­na liber­tad de la emi­sión del pen­sa­mien­to. Para luchar hay que tener aga­llas, por­que no es solo cosa de des­po­tri­car cual­quier pala­bre­ría en redes socia­les o mani­fes­tar en las pla­zas los sába­dos de ir a bron­cear­se e ir por la tar­de a tomar­se las cer­ve­zas con los ami­gos para cele­brar la haza­ña de la nue­va foto de perfil. 

Por­que mucha ha sido la san­gre derra­ma­da en este con­ti­nen­te para que noso­tros aho­ra, de gran­des atra­ca­do­res de la moral ven­ga­mos con pre­ten­sio­nes de cham­bo­nes y haga­mos cha­pu­ces cuan­do lo que se nece­si­ta es valor y dig­ni­dad. Lo que suce­dió en Ecua­dor y la for­ma en que la poli­cía y el ejér­ci­to dis­pa­ra­ron con­tra su pro­pio pue­blo, es simi­lar a lo de Colom­bia hacien­do lo mis­mo, por las mis­mas razo­nes. Las mis­mas razo­nes que movi­li­za­ron al pue­blo chi­leno a vol­car­se a las calles y dar un ejem­plo al mun­do de cómo se lucha cuan­do un pue­blo está indig­na­do. Indig­na­do esta­ba el pue­blo boli­viano cuan­do salió a votar para recu­pe­rar la demo­cra­cia. El pue­blo hai­tiano ha vivi­do en indig­na­ción per­ma­nen­te pero, ¿quién lo escucha?

¿Cómo le hizo Boli­via? Eso es apo­teó­si­co, que pasa­rán gene­ra­cio­nes y esa haza­ña será una espe­cie de rela­to míti­co, tan míti­co y gran­dio­so como Túpac Kata­ri y Bar­to­li­na Sisa. Como fabu­lo­sa fue la pri­me­ra línea de jóve­nes chi­le­nos al fren­te de las mani­fes­ta­cio­nes, ponien­do el pecho en defen­sa de los que venían atrás acuer­pán­do­los. Esa pri­me­ra línea en Gua­te­ma­la y los que los acuer­pan siem­pre han sido de los pue­blos ori­gi­na­rios, ellos solos al fren­te y ellos mis­mos cubrién­do­se las espal­das por­que entre el Esta­do y la socie­dad racis­ta y cla­sis­ta, saben que la puña­la­da ven­drá por cual­quier lugar. No por gus­to en tiem­pos de dic­ta­du­ra se ensa­ña­ron con­tra ellos, tan­to que los que­rían exter­mi­nar para dar­les las tie­rras a los ladro­na­zos de siem­pre. A excep­cio­nes, cla­ro está, de los mes­ti­zos que die­ron la vida en la lucha por una socie­dad más jus­ta y los que sobre­vi­vie­ron a ese tiem­po de tor­tu­ra colectiva. 

En Colom­bia, los pue­blos que deben salir huyen­do de sus terri­to­rios se apu­ñus­can en cual­quier lugar, con­vir­tién­do­se en des­pla­za­dos que no impor­tan al Esta­do por­que el mis­mo Esta­do y su sis­te­ma de para­mi­li­ta­ris­mo los vio­len­tan has­ta hacer­los renun­ciar a sus tie­rras. La min­ga los dig­ni­fi­ca, la min­ga es dig­ni­dad, resis­ten­cia, es voz de lucha, es pala­bra de pue­blo pre­sen­te y fir­me en la bús­que­da de sus dere­chos. Cuan­do la min­ga toma la carre­te­ra y va en bus­ca de los tira­nos, los tira­nos se escon­den por­que es tan gran­de la dig­ni­dad de los pue­blos ori­gi­na­rios que nin­gu­na impu­ni­dad pue­de con su luz. 

Lati­noa­mé­ri­ca está heri­da de muer­te, nos han seca­do los ríos, nos han tala­do las sel­vas y que­ma­ron el folla­je, un eco­ci­dio tras otro. Los mine­ra­les salen de nues­tros terri­to­rios para ser uti­li­za­dos en otros, lejos, muy lejos y a noso­tros nos dejan la bur­la. La limos­na se la lle­van los ladro­na­zos de siem­pre que cuan­do lle­ga el tiem­po reci­ben su pata­da en el culo. Edu­ca­ción, salud, pri­va­ti­za­das por­que un pue­blo enfer­mo e igno­ran­te es nece­sa­rio para que la impu­ni­dad ejer­za su man­do terri­to­rial. Des­apa­ri­cio­nes for­za­das, lim­pie­zas socia­les, tie­rra arra­sa­da y líde­res ase­si­na­dos por­que los pue­blos teme­ro­sos y angus­tia­dos son nece­sa­rios para que un Esta­do saquea­dor y abu­sa­dor fun­cio­ne. Bra­sil de los últi­mos cua­tro años es un ejem­plo claro. 

Cele­bra­mos el cora­je de la min­ga colom­bia­na, como la haza­ña del pue­blo boli­viano y la dig­ni­dad del pue­blo chi­leno, pero tam­bién nos pre­gun­ta­mos, ¿cuán­do se can­sa­rán los otros pue­blos lati­no­ame­ri­ca­nos que viven de rodi­llas en sis­te­mas de impu­ni­dad y neo­li­be­ra­les? ¿Cuán­do el valor y la indig­na­ción toma­rán las calles y dirán bas­ta al saqueo? ¿Cuán­do hon­ra­rán la memo­ria de los que lucha­ron por libe­rar sus terri­to­rios? ¿Cuán­do pen­sa­rán en el lega­do que les deja­rán a las gene­ra­cio­nes que vie­nen nacien­do? Ese lega­do es decir; el país, ¿qué país quie­ren que vivan los que vie­nen? ¿El mis­mo país que reci­bi­mos o un país con socie­da­des más jus­tas, con salud y edu­ca­ción públi­cas? ¿Un país don­de se pue­da cami­nar libre­men­te sin temor a des­apa­re­cer? ¿Un país don­de no sea cas­ti­ga­do ser mujer, homo­se­xual, indí­ge­na o negro? Un país don­de el desa­rro­llo para una vida inte­gral no sea sola­men­te un tex­to de pla­ni­fi­ca­ción magisterial. 

Un país don­de la belle­za del rocío sobre el péta­lo de una flor no sea una quimera. 

Un país don­de la ale­gría de los pue­blos dig­nos sea per­ma­nen­te. ¿Quién sue­ña con eso? Yo, sí. 

Fuen­te: TeleSUR

Itu­rria /​Fuen­te

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