No es necesario ser un experto para defender que la selección española de fútbol es en este momento el mejor combinado a nivel mundial. Su juego maravilla a todo el mundo y así lo defienden grandes leyendas del fútbol como Franz Beckenbauer o Johan Cruyff. Ayer lo demostró y logró ganar la Copa del Mundo. Sin embargo, miles de personas en Euskal Herria y en Catalunya apoyaron a voz en cuello a la selección de Holanda y sintieron como propia la derrota de la Naranja Mecánica. Y eso es síntoma de algo que no es una patología. Tampoco significa que los españoles sepan más de fútbol que vascos y catalanes. Es simplemente que la selección española simboliza la negación de esas otras realidades nacionales, como mínimo a nivel deportivo. Así lo han decidido, para empezar, las instancias estatales que niegan a vascos y catalanes el derecho a tener sus propias selecciones.
Que nadie se lleve a engaño, en el fútbol, «ritual sublimación de la guerra, once hombres de pantalón corto son la espada del barrio, la ciudad o la nación». Se olvida el genial Galeano de los estados. Y el Estado español quiere usar su selección como lanza ‑o como red- contra el resto de naciones que lo componen. Paradójicamente, lo hace con un equipo compuesto sobre todo por aquellos a los que trata como ciudadanos de segunda, que hablan una lengua de segunda, por muy campeones que sean.
En todo caso la responsabilidad de esta situación no es de los jugadores vascos y catalanes que ayer defendieron «la roja». Aunque no deja de ser cierto que, dada su posición de poder, se les podría pedir algo más de coraje. No en vano muchos de ellos son también seleccionados de sus respectivos combinados nacionales, a los que el Estado español y su Federación les niegan el derecho a competir oficialmente. No se les pide por tanto que renuncien a sus sueños profesionales, sino que defiendan su derecho a jugar con la selección que elijan. Si no, sus seguidores están en su derecho de animar al adversario en vez de a quien les niega y discrimina por ser vascos o catalanes.