Por Manuel Gonzalez*, Resumen Latinoamericano, 4 de noviembre de 2020.
Desde junio de 2017 los anexionistas puertorriqueños han estado afirmando que el 97% de los puertorriqueños apoyaban la anexión formal a Estados Unidos. Con ese cuento, y alegando que tenían un “mandato” claro, utilizaron fondos públicos, para cabildear en Washington. A nadie le decían que esa supuesta súper mayoría había nacido de un plebiscito trucado en el que sólo había participado el 23% de los electores inscritos. Hasta el Tribunal Supremo, en una opinión de Rafael Martínez, santificó ese 97% como un hecho probado. Sin embargo, el pasado 3 de noviembre, en otro plebiscito trucado, pero donde la mayoría participó, sus números bajaron de 97 a 52. Para los que impulsamos un Puerto Rico soberano, ese dato es el más importante de lo sucedido en las elecciones recién celebradas.
En la misma elección donde los anexionistas colaron el plebiscito, el candidato del Partido Independentista a la gobernación, Juan Dalmau, obtuvo el 14% de los votos. Este es el mejor resultado de un candidato que postula la independencia en más de 60 años. Atrás han quedado las cifras de dos o tres por ciento con que se ninguneaba a la lucha independentista boricua. Otra candidata, Alexandra Lúgaro, quien dice apoyar la independencia, aunque su partido, el Movimiento Victoria Ciudadana no asume posición en ese tema, obtuvo una cantidad similar a la de Dalmau.
Con esos números – en los que aparecen casi la mitad de los puertorriqueños rechazando la anexión y un número significativo de electores votando por el candidato de la independencia – la campaña en pro de la estadidad está muerta en Estados Unidos. Las pocas puertas que los anexionistas habían logrado abrir quedaron cerradas tras los resultados del 3 de noviembre.
Los datos anteriores no son los únicos que podemos calificar de buenos. Los dos partidos que todos los días los medios de prensa nos definen como “principales” y “mayoritarios”, el PNP y el PPD, apenas superaron el 30 por ciento de los votos. Gracias a la vigente legislación electoral, el candidato de uno de esos partidos, Pedro Pierluisi del PNP, fue declarado “ganador” a pesar de que casi el 70% de los electores lo rechazó en las urnas. En otros países ese resultado obligaría a una segunda vuelta para escoger el verdadero ganador, o a un gobierno de coalición, pero aquí tendremos a un individuo gobernando con el apoyo de menos de una tercera parte del electorado.
Según los mismos datos, ese “ganador” tendrá una Asamblea Legislativa dominada por la oposición en la que habrá una vigorosa representación de partidos que no son el PNP o el PPD. Aunque aún no tenemos los números finales, todo indica que en la próxima Legislatura habrá diez legisladores de otros partidos o independientes. Cinco de ellos fueron electos por el Movimiento Victoria Ciudadana. Esa composición apunta a que por primera vez habrá los números y las voces para poder hacer una verdadera fiscalización desde donde se aprueban las leyes. Como sabemos, ese cuerpo ha sido hasta ahora el ejemplo más sonado de la corrupción pública y en el último cuatrienio la podredumbre se desbordó por sus cuatro esquinas. Ahora será posible destapar lo que aún falta por descubrir, mientras se encaminan las urgentes reformas que hacen falta.
A todo lo anterior se añade el posible triunfo de Manuel Natal como alcalde de San Juan. Este joven denunció la corrupción en el PPD y abandonó ese partido donde se ubicaba en el sector anticolonialista. Pudo haberse postulado para la Legislatura donde tenía su reelección casi asegurada, pero optó por San Juan. Partiendo de cero fue construyendo alianzas y faltando 5% de los votos por contar se mantiene en la delantera.
Todas esas cosas son nuevas y muy buenas, pero por los próximos 4 años los expertos promoviendo la corrupción pública, los del PNP, estarán otra vez manejando el presupuesto y repartiendo contratos. En esa gestión, seguramente contarán con el apoyo y la colaboración del organismo que representa el verdadero poder en la colonia: la Junta de Control Fiscal que impuso el Congreso de Estados Unidos. Para satisfacción de ese grupo de procónsules, la persona que fue su abogado entre 2017 y 2019 estará recibiendo e implementando sus órdenes desde la Fortaleza.
La labor de la Legislatura podrá matizar ese “frente unido” que formarán Pierluisi y la JCF, pero todo indica que estamos ante otro cuatrienio difícil durante el cual el pueblo tendrá que tirarse a la calle con mayor frecuencia que en el pasado. Todos los problemas que enfrenta nuestro país se estarán agudizando en los próximos años y la calle será otra vez el mejor escenario.
Finalmente, hablemos de lo feo. Aunque en nuestro país hubo muchas cosas así adjetivadas, la mayor fealdad aparece en Estados Unidos donde el energúmeno Donald Trump, a pesar de todo lo que ha representado en estos últimos 4 años, ha estado muy cerca de obtener la reelección en las urnas, y la puede lograr gracias a los jueces del Tribunal Supremo que él mismo seleccionó. Si el resultado en cuanto a los votos finalmente no le favorece, desde antes de las elecciones anunció que pedirá el auxilio de sus magistrados. Al momento en que esto se escribe ese es el escenario que proyecta el país que hasta hace muy poco pretendía darle lecciones de democracia al resto del mundo.
*Fuente: Claridad