Por Joan Royo Gual. Resumen Latinoamericano, 21 de noviembre de 2020.
Un total de 30 personas trans, la gran mayoría mujeres, fueron elegidas en las elecciones municipales de Brasil, un aumento del 275% respecto a los comicios de 4 años atrás. El colectivo LGTBI lo celebró como un hito histórico en el Brasil de Jair Bolsonaro, como explica Linda Brasil, recién elegida concejala en Aracaju.
«Es un hecho histórico y simbólico, una respuesta de la sociedad sobre todo a algunas ideas reaccionarias, conservadoras y fascistas que estaban empezaron a dominar algunas ciudades, sobre todo después de la elección del actual presidente, un fascista, homófobo, machista y misógino declarado. Es un soplo de esperanza en esta coyuntura», comentó en la entrevista.
Linda pertenece al progresista Partido Socialismo y Libertad (PSOL) —la mayoría de personas trans fueron elegidas en partidos de izquierda)— y realizó una campaña muy austera a base de un megáfono y un altavoz. Asegura que le sorprendió la buena recepción en las calles. Es una de las muchas contradicciones que definen a Brasil, el país que mata más transexuales en el mundo. El año pasado fueron 124 personas, según el recuento de la Asociación Nacional de Travestis y Transexuales (ANTRA).
Formada en Educación, asegura que una de sus prioridades en la alcaldía será luchar por el respeto a la diversidad reforzando el trabajo de base en las escuelas. «Las iglesias evangélicas acaban convenciendo a sus fieles con ese discurso de que nosotros no somos hijos de Dios, que somos una perversión, así que la escuela puede hacer de puente», dice Linda, que lleva años dando conferencias sobre el tema. Sabe que la misión no será fácil y que encontrará resistencia en los espacios de poder en los que participará por primera vez. Dice que está dispuesta a dialogar con todos, pero no habrá tolerancia con los intolerantes: «Si no me respetan buscaré a la Justicia, porque aquí en Brasil la transfobia es un delito», advierte.
Una pionera en la universidad
Linda sabe bien lo que es luchar por sus derechos. Fue la primera mujer trans en estudiar en la Universidad Federal de Sergipe (UFS) , y tuvo que vivir en su piel el sabor amargo de las pioneras. La universidad se negó a usar su nombre de mujer y fue humillada en varias ocasiones en público por los profesores. Linda procesó a la universidad y ganó. Hoy en día ya hay una treintena de trans formadas en este mismo centro.
Linda nació en una aldea de 300 habitantes cerca de Santa Rosa, en el interior de Sergipe. «Mi padre es analfabeto, siempre trabajó en la tierra, y mi madre es ama de casa. Su sueño era que sus hijos estudiaran, por eso me vine a Aracaju», cuenta la nueva concejala. A pesar de que su madre siempre fue un referente y nunca se extrañó de su condición, asegura que la transición fue difícil: «Sufrí mucho bullying y violencia».
Ya en la capital, empezó a trabajar como peluquera, donde se dio cuenta que para ella, todo era «el doble» de difícil. Al final, fue «empujada a la prostitución». Acabó viajando a Italia, donde se prostituyó durante cinco años. Fue la época más dura de su vida. En las calles de Ospitaletto, al norte del país, recibió una paliza que casi le cuesta la vida. «Tres albaneses se bajaron de un coche con palas. Me tiraron al suelo, me pegaron patadas, pedradas.. Al principio quise reaccionar, pero al ver que no podía contuve la respiración y fingí que estaba muerta», recuerda.
Tras muchos episodios de violencia similares, Linda junto fuerzas para volver a Brasil y reconstruir su vida, aunque sabe que su caso todavía es una excepción. Muchas de sus compañeras no ven salida.
«La única referencia que yo tenía de lo que era ser travesti es la prostitución, la violencia, la droga… lo acabas viendo como la única posibilidad. Hoy esta victoria mía y de tantas personas hace que muchas otras se sientan representadas, que no acepten la prostitución como única forma de supervivencia», dice subrayando la importancia que tiene la representatividad en la política institucional.
Linda se empezó a interesar por la política cuando empezó a militar en el movimiento feminista, de Sergipe, mientras organizaba las marchas del 8 de marzo o pintaba pancartas con el lema «Fora Temer». Decidió afiliarse al PSOL inspirada por figuras como Jean Wyllys, un exdiputado e icono de los derechos LGTB en Brasil que actualmente se encuentra exiliado en Europa, tras recibir numerosas amenazas de muerte.
«Viviremos tiempos mejores. No queremos vivir en las esquinas o en los armarios. Estamos ocupando espacios que siempre nos fueron negados, estamos provocando transformaciones y estamos incomodando y amenazando a esa élite que siempre nos pisoteó», asegura Linda confiada.
De momento, antes de empezar con fuerza los cuatro años de mandato que tiene por delante sólo piensa en detener por un momento la vorágine electoral y en volver un día de estos a la aldea para poder abrazar a su madre, que tiene 89 años y tuvo que ser hospitalizada en plena campaña electoral. «Soy su alegría, su mayor orgullo».
Fuente: Sputnik