Resumen Latinoamericano, 22 de noviembre de 2020
(Ilustración Rocío Griffin)
Se acerca el publicitado eclipse y más allá de la promoción turística en la que se han embarcado los gobiernos, existe una señal que debe ser escuchada: la visión mapuche advierte el anuncio de un desequilibrio en el territorio.
Contundente ejemplo del antagonismo que existe entre la cultura mapuche y la hegemónica en Occidente, el próximo eclipse solar caerá lunes y si bien podrá advertirse desde buena parte de Sudamérica, la zona de máxima será una franja que incluirá San Antonio Este, Las Grutas, Valcheta, Ministro Ramos Mexía, Sierra Colorada, Piedra del Águila, Pucón y Villarrica.
Según anticipan los científicos, la Luna oscurecerá completamente al Sol por el lapso de 2 minutos y 10 segundos, entre las 13:05 y 13:25. Además del interés de especialistas, despierta expectativas desde el punto de vista económico, ya que varias localidades rionegrinas, neuquinas y chilenas aguardan capitalizar la curiosidad de miles de visitantes para sumar algo de oxígeno que pueda moderar la asfixia pandémica.
Pero para la manera mapuche de ver las cosas, estaremos frente a un desequilibrio que anunciará nuevas tragedias. La experiencia reciente argumenta a su favor.
La franja de máxima
Los eclipses son acontecimientos negativos para la cultura mapuche. Tanto los de Luna como de Sol son recibidos por los ancianos y ancianas con mucha preocupación porque según interpretan, anuncian sucesos funestos. Cada vez que acontecen, la sociedad mapuche toma nota porque nada bueno se aproxima. En el libro “Wenumapu. Astronomía y cosmología mapuche” (Ocholibros 2014), que tiene como autores a Gabriel Pozo Menares y Margarita Canio Llanquinao, hay varios testimonios al respecto.
Si bien la mayoría del “trabajo de campo” se concretó del lado actualmente chileno, también participaron de las consultas integrantes de las comunidades Chiuquilihuin, Aucapan y Nahuelmapu (Neuquén) y de Chacay Huarruca, Colitoro y Kurümawiza (Río Negro). Para los autores, los eclipses son claramente “un fenómeno negativo que se presenta cada cierto tiempo”, cuando se trata de la Luna. Según el sector territorial de que se trate, tales fenómenos se denominan en castellano “Luna que se muere”; “Luna que vienen a taparla”; “Luna que se oscurece” o “Luna que se oscurece lentamente”. En definitiva, “cuando ocurre esto, provoca mucha desesperación, llantos y se reacciona con rogativas”, señala la investigación.
Wenumapu
En 2008, Juan Canio, de la comunidad Kusako, aportó que después de producirse la anomalía, “si más o menos dentro de un año pasa un terremoto o un temblor, ahí uno dice ‘fue por el eclipse’ […] ‘Algo malo va a pasar’, dicen; algo malo, no se sabe qué puede pasar, puede ser un terremoto, erupción o guerra. En fin, pero ‘anuncia algo’, dicen. Va a pasar dentro de un par de años, un año o antes […] Es un susto grande que pasábamos, yo también pasé por eso. Igual la mamá tenía miedo y nosotros igual, y no se sabía qué pasaba. Ahí empezaban las lamentaciones”.
Un anuncio
El conocimiento mapuche es básicamente empírico. Afirman los autores: “La experiencia de vivir un eclipse de Luna, hace unos 50 años atrás (en la década de 1960), fue una situación muy preocupante; la gente sufría, tenía miedo. El eclipse se vivía con tristeza cuando lo observaban. Del mismo modo, Clementina Neculfilu comentó que en su juventud vivió un eclipse de Luna junto con su familia, lo cual recuerda muy bien ya que en aquel tiempo se produjo el terremoto más fuerte que ha presenciado”.
El recuerdo refiere al sismo de 1960, que en Bariloche provocó el célebre lago-moto. “Se registra que aquellos dos fenómenos tuvieron lugar en las siguientes fechas: el eclipse ocurrió el 13 de marzo, comenzó a las 1:35 y terminó a las 5:15 aproximadamente; mientras que el terremoto fue el 22 de mayo (con una magnitud de 9,5 grados) solo dos meses después”. Contemporáneamente, cabe recordar que en julio de 2019 se produjo un eclipse solar. Que ocho meses después el Covid19 arribara al antiguo territorio mapuche, otorga validez a la presunción de la gente anciana.
No obstante, el que precedió a la devastación de 1960 fue de Luna. Clementina Neculfilu compartió sus pareceres en 2010, en Chiuquilihuin, comunidad que queda un tanto al norte de Junín de los Andes: “Hubo un Puniküyen, la Luna también oscureció.
Cuando estaba casi por completa oscurecida, así un poquitito faltaba para que se oscureciera por completo, en ese momento salió mi abuelita fallecida e hizo rogativa en la noche, como a eso de las 4 (de la madrugada), como a esa hora se levantó mi abuela y dijo: ‘¡se está oscureciendo la Luna, levántense!’ Nos hizo levantar a todos y salir afuera, se arrodilló e hizo rogativa”.
La abuela de Clementina cantó así: “¿Puedes volver a vivir? Por favor, vuelve a vivir Luna Anciana, Luna Anciana, Anciano Luna, Anciano Luna. Vuelve a vivir, vuelve a vivir, no nos dejes tirados, no nos dejes tirados, vuelve a vivir”.
Completaron Pozo Menares y Canio Llanquinao que “en síntesis, durante gran parte de la noche y de la madrugada, desde que comenzó a oscurecerse y hasta que volvió a iluminar la Luna, la familia Neculfilu ‑con el apoyo fundamental de la abuelita Filomena- desarrollaron estas actividades ceremoniales y la forma práctica en que se reacciona frente a este tipo de fenómenos”. La pasividad no se admite en la cultura mapuche, no hay margen para los espectadores o espectadoras. Hay que sumarse a la rogativa
Tapar el Sol
En la zona cordillerana, tanto de Chile como de la Argentina, los testimonios que recogieron los investigadores establecieron diferencias entre los eclipses totales, de carácter negativo, y los parciales, positivos. “Algunas veces, cuando le ganan a la Luna, va a ocurrir algo muy malo en el mundo… Cuando le ganan a la Luna, cuando oscurece completa, a ella le ganan en su lucha. Y si gana la Luna, es señal de que estamos del otro lado, entonces no le pasa nada al mundo, se tranquiliza el mundo. Ella tiene dominada a la Tierra, lo domina todo”. El aporte corresponde a Juana Beltrán (2010) de la comunidad Kallawken, territorio pehuenche.
Con el Sol y sus eclipses sucede otro tanto. En castellano, se nombran a los fenómenos “vinieron a tapar el Sol” o “se oscureció lentamente el Sol”. La misma mujer pehuenche estableció paralelismos: “Cuando aparece para alumbrar a sus hijos e hijas el Antürei, el Sol, también le pasa eso, también tiene su eclipse: si le ganan, la tierra va a estar muy mal, la gente va a pasar una muy mala vivencia, va a pasar por sustos, la tierra estará con escasez, la gente no encontrará cosas para vivir. No sabe qué camino tomar, le tapan su camino. Ese conocimiento tengo en mi memoria”. A la luz de la experiencia en curso y si se tiene en cuenta que menos de dos años atrás se produjo un fenómeno similar, más vale preocuparse por otro tipo de cuestiones y no sólo por la probable afluencia turística.
Sin margen para espectadores
La misma Clementina vivió un eclipse, probablemente el que se produjo el 25 de enero de 1963. Su descripción es conmovedora: “También hubo un eclipse de Sol, dejó de iluminar. Gritaban los pajaritos, los animales gritaban, las vacas, los caballos relinchaban, las vacas bramaban, las ovejas balaban, las cabras, todos gritaron cuando se oscureció el Sol, nada de nada se iluminaba cuando oscureció. Entonces sólo con la caña coligüe se alumbraba, hicieron fuego afuera de la casa para hacer el zungulkan (rogativa con canto kümpen), sacaron comida, tabaco para hacer la rogativa ahí, alumbramos con caña coligüe cuando todo se oscureció.
Entonces, se hizo el zungulkan y al Sol se le dijo así, se le hizo una rogativa: ¿Puedes volver a vivir? ¿Puedes volver a vivir? Antükushe, Antükushe, Antüfücha, Antüfücha *. ¿Puedes volver a vivir? ¿Puedes volver a vivir? Antüülcha, Antüülcha, Antüweche, Antüweche. ¿Puedes volver a vivir? ¿Puedes volver a vivir? Ha llegado, ha llegado el momento de revivir, ha llegado el momento de revivir. Vuelve a vivir, vuelve a vivir para que ilumines el mundo. No nos dejes tirados, no nos dejes tirados, ilumina nuevamente, ilumina nuevamente en el mundo […] Eso solamente es un poquito de lo que tengo en memoria”.
Nadie que mantenga una mínima relación con la naturaleza en el territorio donde vive, sea cual fuera su origen étnico, debería desoír la sabiduría de la ancianidad mapuche.
* Sol Anciana, Sol Anciano, Sol Mujer joven, Sol Hombre joven.
FUENTE: En estos días