Por Rosario Granado. Resumen Latinoamericano, 26 de noviembre de 2020.
Mientras que en todo el mundo estamos atentos a la pandemia, sufriendo con el cierre de empresas y el paro, la ruina y la depresión, la enfermedad y la muerte, ellos, los comerciantes de armas, no descansan. Sus lucrativos negocios van viento en popa, sus fortunas crecen a buen ritmo.
Ellos, en sus zonas residenciales y en sus clubs privados siguen la vida como siempre, como si no pasara nada. Mientras la mayoría de la gente recibe con angustia las mononoticias sobre el Covid, ellos, los comerciantes de armas, viven felices ajenos al sentir general del común de los mortales. Y es que se están enriqueciendo como nunca antes con el negocio de las armas, el más lucrativo de todos los negocios, el que atrae más inversión porque es el que ofrece mayores beneficios. Es también el más opaco y el más corrupto. En España es así porque está amparado aún por la ley franquista de Secretos Oficiales de 1968, y por el Acuerdo del Consejo de Ministros de marzo de 1987 que cataloga como reservadas todas sus actas.
Siguiendo la política belicista impuesta por EEUU, los países miembros de la OTAN se han comprometido a dedicar como mínimo el 2% del PIB a gastos militares, y a que como mínimo el 20% de este gasto se dedique a armamento. Las fuerzas militares se refuerzan día a día de manera alarmante en número y en armas escorando cada vez más la industria y las finanzas hacia una economía de guerra.
En el caso de España, las exportaciones de armas no llegaban en el año 2008 a la cifra de 1000 millones de euros mientras que hoy la cifra media anual supera los 4000 millones. Las organizaciones que realizaron la campaña Armas bajo control (Amnistía Internacional, Greenpeace, Oxfan Intermón y Fundi Pau,) han pedido al gobierno que suspenda las exportaciones de armamento a Israel, Arabia Saudí y Emiratos Árabes, por ser una violación de la legislación vigente y exponerse a ser cómplice de la comisión de crímenes de derecho Internacional en los Territorios Palestinos Ocupados, en Yemen, Siria o Libia.
El incremento de la industria y el comercio de armas va paralelo a una escalada bélica con una serie de despliegues y maniobras militares que nos recuerda los peores años de la guerra fría. El despliegue masivo de soldados americanos por Europa no se ha parado por la pandemia. Se estima que las restricciones adoptadas ante la pandemia van a reducir el tráfico aéreo en Europa en un 60%, por lo que peligran siete millones de empleo, sin embargo el tráfico aéreo militar no deja de crecer.
Desde el 2018 la fuerza aérea de EEUU ha realizado en Europa más de 200 misiones. En Agosto de este año seis bombarderos B‑52 (US Air Force) sobrevolaron los 30 países de la OTAN en América del Norte y Europa, escoltados sucesivamente por 80 cazabombarderos de la Alianza. Estos B‑52 pueden transportar cada uno 35 toneladas de bombas y misiles, convencionales o nucleares. Estas maniobras de entrenamiento para la guerra son silenciadas en los medios de información.
Sus gastos son desorbitados. Para hacernos una idea un F‑35, (que puede transportar dos de las nuevas bombas nucleares B61-12), cuesta 130 millones de dólares. Cada hora de vuelo de este F‑35 cuesta unos 42.000 dólares. Cada hora de vuelo de un Eurofighter cuesta unos 66.000 dólares. Dólares que pagamos entre todos. Los recortes en sanidad, educación, vivienda, cultura… son inversamente proporcionales al aumento de los gastos militares. Para cubrir la necesidad de este comercio se realizan las ferias de armamento, como la que tendrá lugar en Sevilla, en el mes de Mayo del 2021.
En este mes de Noviembre estaba prevista la celebración de una feria de armamento en Liverpool, pero ha sido cancelada. Los organizadores han dicho que se ha suspendido por la pandemia, y en parte tienen razón, ya que la llegada a la ciudad de miles de personas de todo el mundo, sin duda, iba a tener una gran repercusión en el avance de la pandemia en la ciudad.
Pero hay algo más que no dicen, y es que ha habido una potente campaña en contra de esta feria por parte de la población, del movimiento pacifista y del movimiento BDS de boicot a Israel. Han conseguido además de la suspensión de la feria, que el alcalde de la ciudad se comprometa a no realizar ningún evento de este tipo en el futuro. Y esta feria, la Electronic Warfare Europe, es la que se celebrará en Sevilla del 25 al 27 de Mayo del 2021.
Para nosotros es una mala noticia porque la pandemia seguirá probablemente en Mayo y aunque supongamos que ya esté controlada, la llegada a Sevilla de miles de personas de todas partes del mundo, lo mismo que en Liverpool, es un riesgo que no debemos correr. Pero aunque no hubiera pandemia debemos oponernos a que esta feria se celebre.
No podemos permitir sin más, que estos mercados se realicen con total normalidad. Las armas que se exponen son las mismas que están matando a tanta gente inocente en Yemen; son las mismas que matan día a día a la población palestina. Son las mismas que se utilizan en las fronteras contra los refugiados y son las mismas que ya se utilizan o se utilizarán contra las propias poblaciones.
Nos escandaliza y nos conmueve pensar cómo eran en otro tiempo esos mercados de esclavos en los que se mercadeaba con seres humanos y a los que la gente asistía con total naturalidad. Salvando las diferencias, queremos pensar que las generaciones futuras se escandalizarán y se conmoverán al ver cómo se mercadea hoy con las armas, al ver cómo se exponen estas armas destacando sus cualidades mortíferas, su eficacia destructiva, su precisión en el blanco contra un enemigo que en las guerras actuales es siempre la población civil.
En esta feria estarán las principales empresas del mundo. Israel lidera el sector en los nuevos desarrollos tecnológicos. Sus empresas, como Elbit System, se promocionan haciendo gala de su experiencia tanto en combate como en seguridad fronteriza, El cineasta Yotam Feldman en su documental “The lab. Vendeurs de guerre” filmó en 2013 los argumentos utilizados por los conferenciantes en la feria celebrada en París aquel año. Ante un público formado en su mayor parte por militares y políticos de varias naciones puede escucharse: «Miren qué maravilla, han sido probadas en Gaza con excelentes resultados… su letalidad está garantizada». Ante el estupor del público frente a las imágenes de asesinatos selectivos en Cisjordania, el conferenciante bromea: «Todos vamos a morir a fin de cuentas, nosotros y ellos, nosotros simplemente les adelantamos la fecha».
Contra la celebración de la feria anunciada en Sevilla, como ya pasara en Liverpool, ha surgido una iniciativa andaluza desde numerosos colectivos sociales con el objetivo de lograr la suspensión de este evento aberrante. La cultura andaluza se ha caracterizado históricamente por ser una cultura de paz y no solamente porque así lo exprese el estatuto de autonomía.
Nadie quiere la guerra, ni los preparativos de guerra, ni los gastos de guerra. Queremos que se gaste el dinero en sanidad, en enseñanza, en políticas de empleo. Sería una vergüenza que en medio de las necesidades acuciantes del sistema sanitario enfrentando una pandemia mundial, nuestras instituciones se gastaran el dinero en alimentar los conflictos bélicos propiciando el comercio de armas y las inmorales comisiones inherentes a este tipo de tráfico. No debemos permitirlo; todo nuestro esfuerzo y todo nuestro empeño en impedirlo.
Fuente: La otra Andalucía