Vene­zue­la. El 6D se fir­ma el acta de defun­ción del G4

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 30 de noviem­bre de 2020.

En el últi­mo tiem­po, el eco­sis­te­ma de par­ti­dos opo­si­to­res ha sufri­do cam­bios y trans­for­ma­cio­nes agre­si­vas. Los fra­ca­sos polí­ti­cos per­ma­nen­tes del deno­mi­na­do G4 (Volun­tad Popu­lar, Pri­me­ro Jus­ti­cia, Acción Demo­crá­ti­ca y Un Nue­vo Tiem­po), ins­tan­cia que ha coor­di­na­do los des­ti­nos del anti­cha­vis­mo des­de hace varios años, ha abier­to fisu­ras irre­pa­ra­bles en su capa­ci­dad de lide­raz­go y conducción.

El G4 ha cons­ti­tui­do his­tó­ri­ca­men­te el núcleo prin­ci­pal del gol­pis­mo en Vene­zue­la. El gobierno de Esta­dos Uni­dos apos­tó por esta coa­li­ción como un ins­tru­men­to para el «cam­bio de régi­men», lo que le per­mi­tió eri­gir­se como el prin­ci­pal fac­tor de uni­dad del espec­tro opo­si­tor venezolano.

Estos par­ti­dos de alcan­ce nacio­nal asu­mie­ron un rol cen­tral en la defi­ni­ción de estra­te­gias, tan­to a nivel polí­ti­co, insu­rrec­cio­nal como institucional.

El apo­yo de los medios de comu­ni­ca­ción, sus redes de con­tac­tos con polí­ti­cos esta­dou­ni­den­ses y euro­peos de alto per­fil y el ingen­te finan­cia­mien­to reci­bi­do para apun­ta­lar su posi­ción de lide­raz­go, cons­tru­yó la ima­gen arti­fi­cial de una repre­sen­ta­ción orgá­ni­ca de un amplio sec­tor opo­si­tor que con­fió en sus directrices.

Esta ima­gen se ha vis­to cues­tio­na­da en los últi­mos años tras cada fra­ca­so polí­ti­co en el terreno. Los par­ti­dos del G4 cami­na­ron en una agen­da uni­fi­ca­da en fun­ción de los intere­ses esta­dou­ni­den­ses, pero al paso del tiem­po han ido per­dien­do cre­di­bi­li­dad en el anti­cha­vis­mo, a lo que debe sumar­se gran­des epi­so­dios de cri­sis inter­nas y frac­tu­ras irre­con­ci­lia­bles entre sus prin­ci­pa­les liderazgos.

La capa­ci­dad de uni­fi­car cri­te­rios y de sos­te­ner la con­fian­za polí­ti­ca en el tiem­po se ha vis­to ero­sio­na­da lue­go de los fra­ca­sos del últi­mo ciclo polí­ti­co que ini­ció en el año 2014.

Las pro­me­sas de «gol­pe rápi­do» para sacar al cha­vis­mo del poder, la sobre­es­ti­ma­ción de que el empu­je inter­na­cio­nal sería sufi­cien­te o la fal­sa creen­cia de que una mez­cla de «san­cio­nes», ope­ra­cio­nes terro­ris­tas e inten­tos de gol­pes de Esta­do alcan­za­rían para lograr los obje­ti­vos plan­tea­dos, han cho­ca­do con­tra la reali­dad gene­ran­do una des­ban­da­da en la mili­tan­cia del G4, pro­ce­so que se ha vis­to acom­pa­ña­do por el naci­mien­to de alter­na­ti­vas mode­ra­das y elec­to­ra­lis­tas en el anti­cha­vis­mo, deri­van­do lógi­ca­men­te en la frag­men­ta­ción del eco­sis­te­ma de par­ti­dos: tres gran­des sec­to­res con apues­tas dife­ren­tes se ven mutua­men­te como ame­na­zas existenciales.

Hitos de un fra­ca­sa­do devenir

El camino de fra­ca­sos y erro­res polí­ti­cos que ha deri­va­do en el cua­dro actual de frag­men­ta­ción y divi­sio­nes pro­fun­das vie­ne de tiem­po atrás, lo que hace nece­sa­rio recons­truir algu­nos de sus hitos más importantes.

El gol­pe blan­do de 2014, la gue­rra eco­nó­mi­ca de 2015 y 2016 y la ame­na­za de apli­ca­ción de la Car­ta Demo­crá­ti­ca de la OEA, fue­ron las prin­ci­pa­les ofer­tas polí­ti­cas del G4 para con­ven­cer al anti­cha­vis­mo de que esta era la ruta correc­ta para ven­cer al cha­vis­mo. Todas estas estra­te­gias fra­ca­sa­ron y gene­ra­ron una sen­sa­ción de vacío y fal­ta de cre­di­bi­li­dad que abri­rían las pri­me­ras fisuras.

En el año 2017, una nue­va ope­ra­ción de gol­pe blan­do se posi­cio­nó como la ruta final. Esta opción tam­bién fra­ca­sa tras la ins­ta­la­ción de una Asam­blea Nacio­nal Cons­ti­tu­yen­te (ANC), y el cli­ma de des­cré­di­to aumen­ta ante un nue­vo fracaso.

Ese mis­mo año se con­vo­can a elec­cio­nes de gober­na­do­res, even­to en que par­ti­ci­pan acto­res opo­si­to­res del G4, espe­cí­fi­ca­men­te del par­ti­do Acción Demo­crá­ti­ca. Cin­co de ellos ganan las elec­cio­nes y se jura­men­tan fren­te a la ANC, con lo cual se frac­tu­ró la uni­dad en torno a los par­ti­dos golpistas.

En las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les de 2018, acto­res opo­si­to­res peri­fé­ri­cos del G4, visi­ble­men­te moles­tos por ser exclui­dos de sus prin­ci­pa­les espa­cios de deci­sión y vién­do­se mar­gi­na­dos de la defi­ni­ción de estra­te­gias, deci­den par­ti­ci­par en los comi­cios para acu­mu­lar capi­tal polí­ti­co y elec­to­ral y desa­fiar a la coa­li­ción tra­di­cio­nal. La frac­tu­ra se pro­fun­di­za y el G4 pier­de cen­tra­li­dad como el úni­co actor de poder del antichavismo.

A prin­ci­pios de 2020, dipu­tados de Pri­me­ro Jus­ti­cia desa­fían el inten­to de Juan Guai­dó de reno­var su posi­ción como pre­si­den­te del Par­la­men­to y jura­men­tan a un nue­vo jefe en la Jun­ta Direc­ti­va. Este epi­so­dio pro­fun­di­za la cri­sis en el G4 a nive­les iné­di­tos, abrien­do paso a una des­ban­da­da de mili­tan­tes de todas las orga­ni­za­cio­nes que con­clui­rá, a media­dos de año, en pro­ce­sos judi­cia­les exi­gi­dos por esos pro­pios mili­tan­tes para des­pla­zar a la capa diri­gen­te de los prin­ci­pa­les par­ti­dos del G4.

La estra­te­gia abs­ten­cio­nis­ta de los res­tos del G4 fren­te a las elec­cio­nes par­la­men­ta­rias del 6 de diciem­bre de 2020 ha con­so­li­da­do el posi­cio­na­mien­to de las alter­na­ti­vas mode­ra­das que han deci­di­do par­ti­ci­par. El cos­to polí­ti­co de par­ti­ci­par en unas elec­cio­nes ges­tio­na­das por un CNE, que ha reci­bi­do ata­ques a su cre­di­bi­li­dad duran­te años, repre­sen­ta el prin­ci­pal efec­to búme­ran al que se enfren­ta el debi­li­ta­do G4.

En ese mar­co, los par­ti­dos peri­fé­ri­cos y acto­res his­tó­ri­ca­men­te exclui­dos por la dic­ta­du­ra del G4 bus­can con­quis­tar el espa­cio vacío deja­do por Guai­dó para alcan­zar posi­cio­nes de poder e influen­cia social e ins­ti­tu­cio­nal que des­pla­cen defi­ni­ti­va­men­te a los par­ti­dos tra­di­cio­na­les del golpismo.

Estos par­ti­dos exclui­dos, apro­ve­chan­do la cri­sis del G4, bus­can eri­gir­se como una nue­va con­duc­ción polí­ti­ca del antichavismo.

Las pró­xi­mas elec­cio­nes par­la­men­ta­rias del 6 de diciem­bre de 2020 abren la opor­tu­ni­dad para que aque­llos sec­to­res par­ti­ci­pen sin cor­ta­pi­sas de estra­te­gias forá­neas en la esce­na polí­ti­ca venezolana.

Con­se­cuen­cias del 6d en el g4

El 6 de diciem­bre que­da­rá sella­da el acta de defun­ción del deno­mi­na­do G4, éli­te que ha soca­va­do la sobe­ra­nía nacio­nal y des­es­ta­bi­li­za­do inte­gral­men­te la vida social y polí­ti­ca de la República.

Asi­mis­mo, las elec­cio­nes par­la­men­ta­rias repre­sen­tan el epi­so­dio final de la gue­rra intes­ti­na entre par­ti­dos anti­cha­vis­tas que ini­ció en el año 2017 con la ins­ta­la­ción de la ANC.

Es decir, que de las elec­cio­nes del 6 de diciem­bre nace­rá un nue­vo eco­sis­te­ma de par­ti­dos polí­ti­cos de Vene­zue­la, nue­vas ins­tan­cias de repre­sen­ta­ción social y elec­to­ral, don­de encon­tra­rán voz y acom­pa­ña­mien­to miles de per­so­nas que apues­tan por opcio­nes cohe­ren­tes y pací­fi­cas en el mar­co cons­ti­tu­cio­nal de la República.

Y la estra­te­gia anti­cha­vis­ta, por otra par­te, se con­vir­tió en una vio­len­ta cam­pa­ña de ata­que y con­fron­ta­ción con­tra la auto­ri­dad elec­to­ral vene­zo­la­na, que ha ter­mi­na­do en un efec­to búme­ran: los par­ti­dos gol­pis­tas no pue­den medir­se elec­to­ral­men­te por­que con­ven­cie­ron a sus segui­do­res de la supues­ta inuti­li­dad de los pro­ce­sos elec­to­ra­les. Un tiro al pie.

La legi­ti­mi­dad de las ins­ti­tu­cio­nes polí­ti­cas vene­zo­la­nas, es decir, de sus repre­sen­tan­tes en el Par­la­men­to y otros espa­cios de direc­ción del Esta­do, pro­vie­ne de la vota­ción popu­lar, no del finan­cia­mien­to de la Casa Blan­ca o de la red de con­tac­tos con polí­ti­cos y pode­res eco­nó­mi­cos extranjeros.

En ese sen­ti­do, las elec­cio­nes par­la­men­ta­rias del 6 de diciem­bre repre­sen­tan una opor­tu­ni­dad para recu­pe­rar la demo­cra­cia, en su sen­ti­do más ori­gi­nal: el deba­te de ideas y pro­pues­tas en un mar­co con reglas de jue­go bási­cas y respetadas.

Pero tam­bién repre­sen­tan una opor­tu­ni­dad para sacar del jue­go, con votos, a todas las fran­qui­cias polí­ti­cas que han hecho de la gue­rra, la con­fron­ta­ción inú­til y el blo­queo su prin­ci­pal ofer­ta política.

Cabe con­cluir que el Par­la­men­to nacio­nal es la casa de deli­be­ra­ción y pro­duc­ción de leyes del pue­blo. Por ende, no hay espa­cio posi­ble de repre­sen­ta­ción para quie­nes aten­tan con­tra su pro­pia naturaleza.

Fuen­te: Misión Verdad

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