Argentina. Educación Sexual en tiempos de transformación social: conflictos, vínculos y desafíos

Argen­ti­na. Edu­ca­ción Sexual en tiem­pos de trans­for­ma­ción social: con­flic­tos, víncu­los y desafíos

Por Mari­na Toma­si­ni y María Este­ve, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 3 de diciem­bre de 2020 

La Edu­ca­ción Sexual Inte­gral (ESI) ha sig­ni­fi­ca­do una de las peda­go­gías más poten­tes y trans­for­ma­do­ras en los últi­mos años, den­tro y fue­ra de la escue­la. Defen­di­da, com­ba­ti­da y con desa­fíos, la ESI tras­cen­dió el papel de la Ley y se vol­vió un cam­po para lle­nar de lucha. En esta nota, com­par­ti­mos algu­nas refle­xio­nes que sur­gen del tra­ba­jo de inves­ti­ga­ción en escue­las de la Ciu­dad de Cór­do­ba, como ensa­yo para abrir deba­tes urgen­tes y ampliar sus horizontes.

En octu­bre de 2006, la san­ción de la Ley N° 26.150 esta­ble­ció el dere­cho a reci­bir edu­ca­ción sexual inte­gral en los esta­ble­ci­mien­tos edu­ca­ti­vos públi­cos, de ges­tión esta­tal o pri­va­da en todo el país. No fue una ley ais­la­da, sino par­te de un con­jun­to de polí­ti­cas que bus­ca­ban ampliar dere­chos en mate­ria de géne­ro y sexua­li­dad. A par­tir de allí, se abre el desa­fío de resig­ni­fi­car­la, dispu­tar­la y lle­nar­la de con­te­ni­do en cada con­tex­to escolar.

Las luchas ideo­ló­gi­cas en torno a la ESI no son solo mar­cas del con­tex­to de su pro­duc­ción como tex­to nor­ma­ti­vo, sino que abren un cam­po de dispu­tas en las prác­ti­cas coti­dia­nas. Se tra­ta de pug­nas entre acto­res que luchan por la amplia­ción de dere­chos, den­tro o fue­ra del Esta­do, como los acti­vis­mos femi­nis­tas y LGTTTBIQ+, y los sec­to­res con­ser­va­do­res. Se pone en ten­sión una y otra vez: la rela­ción entre el Esta­do, las escue­las y las fami­lias; los lími­tes entre lo públi­co y lo pri­va­do; aque­llo que se dice sobre la sexua­li­dad, infan­cia y juven­tu­des; así como las retó­ri­cas y regu­la­cio­nes que pro­mue­ven mie­do, temo­res o páni­co sexual.

Escri­bi­mos las siguien­tes refle­xio­nes como Equi­po de Inves­ti­ga­ción del área Femi­nis­mos, Géne­ro y Sexua­li­da­des del Cen­tro de Inves­ti­ga­cio­nes de la Facul­tad de Filo­so­fía y Huma­ni­da­des (FFyH), de la Uni­ver­si­dad Nacio­nal de Cór­do­ba (UNC), a par­tir del aná­li­sis del tra­ba­jo de cam­po rea­li­za­do en escue­las secun­da­rias de Cór­do­ba des­de el año 2012.

¿De qué edu­ca­ción sexual hablamos?

En el año 2018, des­pués del deba­te en el Con­gre­so, en las calles y en las aulas sobre la Ley de Inte­rrup­ción Volun­ta­ria del Emba­ra­zo (IVE), sec­to­res a favor y en con­tra pare­cían coin­ci­dir en la impor­tan­cia de la edu­ca­ción sexual. En ese con­tex­to, se pre­sen­ta una pro­pues­ta para modi­fi­car algu­nos de los artícu­los de la Ley de ESI: eli­mi­nar la posi­bi­li­dad de adap­tar con­te­ni­dos al idea­rio ins­ti­tu­cio­nal por par­te de cada comu­ni­dad edu­ca­ti­va; esta­ble­cer con­te­ni­dos lai­cos, cien­tí­fi­cos y actua­li­za­dos de acuer­do con las leyes san­cio­na­das con pos­te­rio­ri­dad al año 2006, así como su abor­da­je en espa­cios curri­cu­la­res espe­cí­fi­cos – talle­res sema­na­les o mate­rias de ESI-.

Fren­te a este esce­na­rio, en Cór­do­ba y en otros luga­res del país, se lan­zó la Cam­pa­ña con el hash­tag #Con­MisHi­jos­No­Te­Me­tas, eslo­gan acu­ña­do años ante­rio­res en Perú. Con la ins­ta­la­ción de este lema, se esti­mu­ló a las fami­lias a pre­sen­tar­se como obje­to­ras para que sus hijes sean reti­ra­des de cla­ses o acti­vi­da­des de edu­ca­ción sexual. Se plan­teó así una fuer­te opo­si­ción a lo que deno­mi­na­ron “ideo­lo­gía de géne­ro”, en defen­sa de un orden “natu­ral” ante la idea del géne­ro y la sexua­li­dad como cons­truc­cio­nes socia­les y cul­tu­ra­les. El acti­vis­mo de estos gru­pos tuvo una fuer­te pre­sen­cia en las redes socia­les y, par­ti­cu­lar­men­te, la vira­li­za­ción de audios en gru­pos de WhatsApp para alar­mar res­pec­to de lo que se hace en las escue­las bajo la deno­mi­na­ción de edu­ca­ción sexual, aso­cián­do­la con prác­ti­cas abusivas.

Al mis­mo tiem­po, los acti­vis­mos femi­nis­tas reac­ti­va­ron otros deba­tes, como ha seña­la­do la inves­ti­ga­do­ra Eleo­nor Faur, la deman­da de les estu­dian­tes por el dere­cho a la ESI cre­ció de mane­ra expo­nen­cial. Empe­za­ron a repli­car­se asam­bleas, sen­ta­das, toma de escue­las, se orga­ni­zan talle­res o char­las, cen­tros de estu­dian­tes exi­gien­do que se imple­men­te la ley o estu­dian­tes que con­tes­ta­ron las prue­bas del Ope­ra­ti­vo Apren­der soli­ci­tan­do la imple­men­ta­ción de la ESI.

En este con­tex­to, muches pro­fe­so­res rea­li­zan un tra­ba­jo de inci­den­cia en la vida dia­ria de sus escue­las. Como decía una docen­te: “A la ESI hay que mili­tar­la coti­dia­na­men­te”, para que su abor­da­je sea des­de una pers­pec­ti­va de géne­ro y dere­chos. Algo que intro­du­ce ris­pi­de­ces y males­ta­res entre pro­fes que “mili­tan” la ESI y docen­tes que se resis­ten por­que con­si­de­ran que no es asun­to de su mate­ria o por­que dicen no tener herra­mien­tas para abor­dar­la.
En el tra­ba­jo de cam­po, hemos obser­va­do que se sue­len mora­li­zar las posi­cio­nes docen­tes en un jue­go de impu­tacio­nes recí­pro­cas entre “con­ser­va­do­res”, “des­com­pro­me­ti­dos”, “exa­ge­ra­das”, “sus­cep­ti­bles”, con lo cual que­da el con­flic­to en un plano inter­per­so­nal y se resien­te la posi­bi­li­dad de un tra­ba­jo cola­bo­ra­ti­vo. A su vez, algu­nes docen­tes que tra­ba­jan la ESI sien­ten que enfren­tan crí­ti­cas rela­cio­na­das con las expec­ta­ti­vas des­me­di­das de que su labor “debe­ría solu­cio­nar todo” lo refe­ri­do a los con­flic­tos en las rela­cio­nes y víncu­los entre estudiantes.

A pesar de que toda­vía hay sec­to­res que se opo­nen a la ESI o ven en ella un peli­gro de adoc­tri­na­mien­to ideo­ló­gi­co, lo cier­to es que ha ido ganan­do mayor legi­ti­mi­dad. Aho­ra bien, el rela­ti­vo con­sen­so abre otro desa­fío: ¿de qué habla­mos cuan­do deci­mos ESI y qué hace­mos cuan­do tra­ba­ja­mos edu­ca­ción sexual?

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(Ima­gen: Colec­ti­vo Manifiesto)

La solu­ción a todo es la ESI, pero… ¿cuál ESI?

Les docen­tes entien­den que la edu­ca­ción sexual inte­gral es algo más que un con­jun­to de con­te­ni­dos orien­ta­dos a la pre­ven­ción de emba­ra­zos e infec­cio­nes de trans­mi­sión sexual (ITS), y pre­ten­den que se cons­ti­tu­ya en una herra­mien­ta crí­ti­ca de las rela­cio­nes sexo-afec­ti­vas y de los dis­po­si­ti­vos que regu­lan los cuer­pos y la sexua­li­dad, y que se legitime.

“Hacer un tra­ba­jo de hor­mi­ga” es la fra­se que resu­me esta viven­cia. Se tra­ta de pen­sar en múl­ti­ples estra­te­gias para no gene­rar resis­ten­cias, lo cual es viven­cia­do como “tra­ba­jo duro”, “ago­ta­dor”, “pesa­do”, por­que, en muchos casos, supo­ne sopor­tar la hos­ti­li­dad de pares, de fami­lias o de auto­ri­da­des; en algu­nos casos, es vivi­do como tra­ba­jo soli­ta­rio; en otros, se per­ci­ben alian­zas entre docen­tes o entre docen­tes y estudiantes.

Una cues­tión pro­ble­má­ti­ca es la mayor imper­mea­bi­li­dad hacia las pers­pec­ti­vas crí­ti­cas de los sis­te­mas nor­ma­ti­vos de géne­ro y sexua­li­dad. Un pro­fe­sor de tea­tro iden­ti­fi­ca­ba cla­ra­men­te que hay un ima­gi­na­rio de neu­tra­li­dad en el tra­ta­mien­to de algu­nos temas y, cuan­do se cru­za el umbral de lo supues­ta­men­te neu­tro, “te impu­tan estar hacien­do un tra­ba­jo ideo­ló­gi­co”. Su ejem­plo era el siguien­te: cues­tio­nar la homo­fo­bia está bien, no resul­ta pro­ble­má­ti­co y pare­ce haber acuer­do en mani­fes­tar­se en con­tra de la vio­len­cia. Pero cuan­do cues­tio­nás la hete­ro­nor­ma –esa matriz que natu­ra­li­za la hete­ro­se­xua­li­dad como hori­zon­te desea­ble y cons­tru­ye como “lo otro” a cual­quier otra expre­sión de deseo- se entien­de como ideo­ló­gi­co, con una car­ga nega­ti­va, e ingre­sa en la cate­go­ría de un dis­cur­so problemático.

Des­de el equi­po de inves­ti­ga­ción, veni­mos obser­van­do lo que hemos lla­ma­do la con­fi­gu­ra­ción de una zona de con­fort de la ESI, como un lugar de como­di­dad y segu­ri­dad, que pre­vie­ne o deja poco mar­gen para la emer­gen­cia de inter­pe­la­cio­nes, dudas, cues­tio­na­mien­tos o polé­mi­cas. La como­di­dad pare­ce des­can­sar en gran medi­da sobre con­te­ni­dos que abor­dan “la bio­lo­gía de la sexua­li­dad” y dis­po­si­ti­vos áuli­cos más for­ma­les. En el ejer­ci­cio ruti­na­rio de la pro­pues­ta de ense­ñan­za como un libre­to áuli­co, que se repi­te en la dis­po­si­ción de los cuer­pos para el apren­di­za­je, en el diá­lo­go de pre­gun­tas y res­pues­tas “correc­tas”, o a tra­vés de la char­la de espe­cia­lis­tas, se va con­fi­gu­ran­do esa zona de confort.

La inclu­sión de cier­tos con­te­ni­dos –y la exclu­sión de otros – , jun­to con for­ma­tos de ense­ñan­za tra­di­cio­na­les, pue­de gene­rar una sen­sa­ción de segu­ri­dad fren­te a las pre­sio­nes y posi­bles con­tro­les sobre la tarea docen­te, que, en estos últi­mos años, se incre­men­ta­ron a par­tir de los movi­mien­tos con­ser­va­do­res. Estos enfo­ques, que apa­ren­tan neu­tra­li­dad y obje­ti­vi­dad, tra­tan como excep­cio­na­les a las sexua­li­da­des y cuer­pos diver­sos, y des­de ese carác­ter refuer­zan la norma.

Exis­ten ausen­cias his­tó­ri­cas en el currí­cu­lum esco­lar que han sido mar­ca­das por los movi­mien­tos femi­nis­tas, acti­vis­mos anti­rra­cis­tas y LGTTTBIQ+. La peda­go­ga bra­si­le­ra Gua­ci­ra López Lou­ro sos­tie­ne que las res­pues­tas a esa deman­da se tra­du­cen en acti­vi­da­des con­me­mo­ra­ti­vas, como el “día de”. Este tipo de ini­cia­ti­vas no per­tur­ban el cur­so de lo que se esta­ble­ce como lo “nor­mal”, sino que sim­ple­men­te rea­li­zan un corri­mien­to momen­tá­neo de la “nor­ma”, lo que ter­mi­na por refor­zar el sig­ni­fi­ca­do de lo dife­ren­te y extra­ño, aque­llo que está en el mar­gen. Esto cons­ti­tu­ye lo excep­cio­nal del acto peda­gó­gi­co, que bien pue­de ser una for­ma de con­des­cen­den­cia ante deman­das ins­ta­la­das por los acti­vis­mos en la agen­da social o por exi­gen­cias de la polí­ti­ca públi­ca, cuan­do no a inter­pe­la­cio­nes que vie­nen de estudiantes.

Las dis­tin­tas estra­te­gias que docen­tes y estu­dian­tes van ela­bo­ran­do para abor­dar temas de ESI no son inde­pen­dien­tes de los esti­los de ges­tión ins­ti­tu­cio­nal. Hemos obser­va­do y sis­te­ma­ti­za­do tres esti­los, que en la prác­ti­ca se pue­den dar de for­ma com­bi­na­da: la prohi­bi­ción de tra­ba­jar ESI o de hablar de algu­nos temas, o la “baja­da de línea”; la asun­ción del tra­ba­jo en ESI como par­te del pro­yec­to peda­gó­gi­co ins­ti­tu­cio­nal y el “dejar hacer”. Esta últi­ma for­ma sue­le deri­var en situa­cio­nes con­tro­ver­sia­les, ya que, si sur­gen pro­ble­mas, como recla­mos de par­te de xadres, les docen­tes pue­den que­dar sin res­pal­do ins­ti­tu­cio­nal. Una pro­fe­so­ra nos con­ta­ba que se sin­tió “entre­ga­da” por la escue­la ante fami­lias ofus­ca­das, al dar cuen­ta de una acti­vi­dad de edu­ca­ción sexual en un taller.

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El acer­ca­mien­to intergeneracional

Hay pro­fe­so­res que hablan de dere­chos, que usan len­gua­je inclu­si­vo en el aula o que con su esté­ti­ca irrum­pen en la esce­na esco­lar. Hay estu­dian­tes que con­ju­gan cues­tio­na­mien­tos muy varia­dos: el enfo­que con el que se tra­ba­ja en las aulas ale­ja­do de los linea­mien­tos de la ley de ESI, la imple­men­ta­ción solo en los últi­mos cur­sos, la super­fi­cia­li­dad con que se abor­dan cier­tos con­te­ni­dos o el carác­ter espo­rá­di­co de las actividades.

A veces, es posi­ble el encuen­tro entre estu­dian­tes y docen­tes en la escue­la a par­tir del reco­no­ci­mien­to mutuo como par­te de un espa­cio sim­bó­li­co com­par­ti­do. “Con­ver­tir­se en pro­fe refe­ren­te” impli­ca pasar a ser reco­no­ci­de como alguien con­fia­ble, que escu­cha y acom­pa­ña sin juz­gar ni cen­su­rar. Ese pro­fe dijo algo y ayu­dó a encon­trar un nom­bre a lo que era una expe­rien­cia silen­cia­da, impul­só el pedi­do de ayu­da ante un pro­ble­ma o trans­mi­tió con­fian­za para acer­car­se a che­quear la vera­ci­dad de una infor­ma­ción obte­ni­da en las redes.

Tam­bién, para les pro­fe­so­res, el impul­so acti­vis­ta de les estu­dian­tes es una fuer­za alia­da para el tra­ba­jo en ESI ante otres docen­tes o auto­ri­da­des que se resis­ten. Cuen­tan con el empu­je de les jóve­nes que deman­dan edu­ca­ción sexual al com­pás de sus expe­rien­cias y reali­da­des, inclu­yen­do la pers­pec­ti­va de géne­ro en la currí­cu­la o en las acti­vi­da­des peda­gó­gi­cas. Aun­que espe­ran que la escue­la tome estos temas, se vuel­ven pro­ta­go­nis­tas en la pro­mo­ción u orga­ni­za­ción de accio­nes. En muchas escue­las, se han orga­ni­za­do acti­vi­da­des con­jun­tas entre estu­dian­tes y docen­tes, como talle­res, char­las o asambleas.

En uno de los cole­gios que estu­dia­mos, se reali­zó una asam­blea de Muje­res, Les­bia­nas, Tra­ves­tis, Trans, No bina­ries el 8 de mar­zo de 2018, en oca­sión del Paro Inter­na­cio­nal, que dio lugar a la escri­tu­ra de una ponen­cia por par­te de docen­tes y alum­nas, que lue­go pre­sen­ta­ron en un con­gre­so. Sobre esta expe­rien­cia, las estu­dian­tes comen­ta­ban: “Fue una cons­truc­ción colec­ti­va, no fue como una acti­vi­dad que se baja­ba des­de arri­ba, des­de les docen­tes, se fue tra­ba­jan­do colec­ti­va­men­te, se fue arman­do y cons­tru­yen­do. Todo este tema de la ponen­cia, de la asam­blea, es algo que me re mar­có. Tan­to como per­so­nal como colec­ti­vo, como que di un paso más allá, que haya sido no de algo más jerár­qui­co, sino como pares. Me pare­ció bas­tan­te impor­tan­te y es algo que te ter­mi­na lle­nan­do el alma”.

ESI en tiem­pos de cla­ses virtuales

La pan­de­mia por COVID-19 ha irrum­pi­do en este esce­na­rio par­ti­ci­pa­ti­vo, aun­que no anu­ló las ini­cia­ti­vas de estu­dian­tes, tal como lo mues­tra la Encues­ta Nacio­nal vir­tual de la Fede­ra­ción de Estu­dian­tes Secun­da­rios de Cór­do­ba diri­gi­da a estu­dian­tes del país para rea­li­zar un rele­va­mien­to que les per­mi­ta cono­cer la situa­ción de la ESI en pan­de­mia des­de las pro­pias voces juveniles.

Pen­sar el hoy y el futu­ro cer­cano de la ESI impli­ca (re)conocer si la situa­ción de con­fi­na­mien­to y ais­la­mien­to social intro­du­ce otras preo­cu­pa­cio­nes e intere­ses vin­cu­la­dos con la edu­ca­ción sexual. Nos pre­gun­ta­mos de qué modo este even­to irrum­pe en los esque­mas de per­cep­ción, pen­sa­mien­to y acción vin­cu­la­dos con los cuer­pos y la sexua­li­dad. Reco­no­ce­mos que esta­mos en un momen­to de inten­si­fi­ca­ción de la socia­bi­li­dad “sin los cin­co sen­ti­dos” a tra­vés de los medios vir­tua­les, cuyo acce­so es por demás des­igual. Este con­tex­to supo­ne tam­bién con­si­de­rar de qué modo ‑como lo indi­ca un infor­me recien­te del Obser­va­to­rio de ado­les­cen­tes y jóve­nes- el con­fi­na­mien­to en el núcleo fami­liar pue­de haber rigi­di­za­do lazos socia­les y/​o pro­fun­di­za­do vio­len­cias que que­dan silen­cia­das y cer­ca­das por el encierro.

Debe­re­mos inda­gar sobre los for­ma­tos edu­ca­ti­vos y el tra­ba­jo con los con­te­ni­dos a par­tir del ais­la­mien­to social, ya que supu­so, por ejem­plo, tomar deci­sio­nes res­pec­to a la prio­ri­za­ción de temas, pudien­do inci­dir en las ideas sobre lo ense­ña­ble y lo jerar­qui­za­do en el currí­cu­lum. En un con­tex­to de sus­pen­sión de la pre­sen­cia­li­dad en las escue­las, la inves­ti­ga­ción situa­da nos per­mi­te vol­ver a la escu­cha de les acto­res esco­la­res. Nos intere­sa com­pren­der cómo se recon­fi­gu­ra la ESI en este entra­ma­do ‑nue­vo en par­te- de redes, cla­ses vir­tua­les, video­lla­ma­das, inter­cam­bios con fami­lia­res y ami­gues, dón­de radi­can sus poten­cias y qué nue­vos espa­cios pue­den habitarse.

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(Ima­gen: Colec­ti­vo Manifiesto)

Fuen­te: La Tinta

Itu­rria /​Fuen­te

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