Nación Mapu­che. Esca­ños reser­va­dos para pue­blos ori­gi­na­rios: No son Mate­má­ti­cas, es Racis­mo. Y Punto

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 4 de diciem­bre de 2020

Pue­de que dos más dos sean cua­tro, pero en el Con­gre­so chi­leno suman y res­tan como quie­ren cuan­do se tra­ta de los pue­blos ori­gi­na­rios. O mejor dicho, siem­pre se lle­ga a cero, por­que el tema de los esca­ños reser­va­dos para la Con­ven­ción Cons­ti­tu­cio­nal no es asun­to de Mate­má­ti­cas, es Racis­mo. Y pun­to. Lo demás es sim­ple­men­te líri­ca. Aun­que pare­cie­ra que los núme­ros y las pala­bras no son com­pa­ti­bles, la ver­dad es que sí son úti­les para enre­dar las cosas, que es otra for­ma de decir polí­ti­ca. Polí­ti­ca de pala­cio, de madru­ga­das, cálcu­los, una copa de vino ¿Por qué no? Mien­tras tan­to nos dicen con la mira­da entor­na­da que todos anhe­lan pro­fun­da­men­te que “nues­tros” pue­blos ori­gi­na­rios sean par­tí­ci­pes de esta Con­ven­ción que debe ser lo más plu­ra­lis­ta posible.

¿Pero no iba a ser tan plu­ra­lis­ta, cómo enton­ces la cla­se polí­ti­ca se apro­pió de los pue­blos ori­gi­na­rios y aho­ra son “nues­tros”, o sea son chi­le­nos? Por ende ya aprio­rís­ti­ca­men­te se exclu­ye la posi­bi­li­dad de que se pue­da cons­truir un Esta­do plu­ri­na­cio­nal. Y, ade­más, es tal la pro­fun­di­dad de sus deseos que ahí ocul­tan, en aque­llos oscu­ros labe­rin­tos sote­rra­dos, una ideo­lo­gía racis­ta y colo­nial, cubrien­do­la con un man­to de núme­ros que care­cen de impor­tan­cia. Por eso, cuán­ta razón tie­ne la lin­güis­ta mapu­che Jaque­li­ne Cani­guan cuan­do seña­la que “si a los chi­le­nos se les ha enga­ña­do diez veces, a los pue­blos ori­gi­na­rios se nos ha enga­ña­do cien”. ¡Hay que tener ojo de cón­dor!, dice. Un ojo agu­do, pre­ci­so, siem­pre abier­to; un ojo que jamás duer­me por­que cuan­do se des­cui­da, la cla­se polí­ti­ca de la noche a la maña­na le pue­de cam­biar la Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te por una Con­ven­ción Cons­ti­tu­cio­nal. Del mis­mo modo que en aquel bre­ve momen­to en que miró hacia el lado equi­vo­ca­do, el gobierno dijo que los Esca­ños Reser­va­dos serían 15 y no más. La opo­si­ción hizo como que se opo­nía, pero en reali­dad no tuvo el cora­je de hacer­lo. Los pue­blos ori­gi­na­rios, don­de algu­nos aspi­ran a tener pari­dad de géne­ro de acuer­do a su cos­mo­vi­sión, repre­sen­ta­ción en pro­por­cio­na­li­dad demo­grá­fi­ca, es decir al menos el 12,8 de la pobla­ción del país, o esca­ños super­nu­me­ra­rios, sen­ci­lla­men­te no cuen­tan pues no es un pro­ble­ma de mate­má­ti­cas, sino que de racis­mo, de polí­ti­ca, de poder. Y el poder no lo tie­nen ni los mapu­che, los dia­gui­ta, los ayma­ra o los likan antay ni nin­guno de los diez pue­blos ori­gi­na­rios y afro­des­cen­dien­tes que habi­tan estos terri­to­rios. Lo tie­nen los que nego­cia­ron el Acuer­do por la Paz en noviem­bre de 2019, la Paz de una Gue­rra inven­ta­da. Los que redac­ta­ron la Ley 21.200 en diciem­bre de ese mis­mo año que dise­ñó todo el iti­ne­ra­rio cons­ti­tu­cio­nal y, lue­go, los con­si­guien­tes cam­bios rela­cio­na­dos con pari­dad de género.

Para el últi­mo se dejó a los indios. Cla­ro, total tie­nen pacien­cia de indio. Sin embar­go, no es esa la razón, sino que el Esta­do-nación chi­leno sur­gió y se con­so­li­dó negan­do a los pue­blos ori­gi­na­rios, usur­pó sus tie­rras, inten­tan­do ani­qui­lar sus cul­tu­ras y sus iden­ti­da­des. Por la vio­len­cia fue, como lo ha sido aho­ra en lo con­cer­nien­te a los esca­ños reser­va­dos por­que no pue­den acep­tar que su blan­cu­ra no es tan blan­ca, que los ori­gi­na­rios no son ellos. Que los pue­blos ori­gi­na­rios esta­ban antes, que qui­zás los esca­ños reser­va­dos debe­rían ser para los chilenos.

Pero no son todos los chi­le­nos, es el Esta­do, es la cla­se polí­ti­ca, por ello esto no es un pro­ble­ma de mate­má­ti­cas, sino que de racis­mo. No todos los inte­gran­tes y orga­ni­za­cio­nes de los pue­blos ori­gi­na­rios creen o quie­ren par­ti­ci­par en el pro­ce­so cons­ti­tu­cio­nal, ya que son muy diver­sos, pero es dable supo­ner que al ojo del cón­dor se le han adi­cio­na­do sus colo­sa­les alas y está volan­do cada vez más bajo. Y todos sabe­mos de qué se ali­men­ta el cóndor.

Dr. Tito Tricot

Soció­lo­go

Direc­tor 

Cen­tro de Estu­dios de Amé­ri­ca Lati­na y el Caribe-CEALC

Val­pa­raí­so

3 diciem­bre 2020

www​.tito​tri​cot​.cl

FUENTE: Mapuex­press

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