Resumen Latinoamericano, 4 de diciembre de 2020.
El Ministerio de Cultura de Cuba dio a conocer este viernes una declaración en la que reafirma su disposición al diálogo con los artistas e intelectuales, pero sin condicionamientos y con aquellos que no hayan comprometido su obra con “los enemigos de la nación cubana”.
El texto alude a los sucesos del pasado 27 de noviembre, cuando un grupo de creadores, fundamentalmente jóvenes, se congregaron frente al Ministerio de Cultura con reclamos diversos.
Tales hechos han sido presentados con distintos matices en la prensa internacional, pero tratando de resaltar vínculos con el denominado Movimiento de San Isidro y la exigencia de la libertad para Denis Solís, condenado a ocho meses de privación de libertad por desacato a las autoridades; algo de lo que se han desmarcado en redes sociales varios de los participantes en el Ministerio de Cultura.
En aquel momento, “por respeto a las inquietudes y demandas de los jóvenes vinculados al arte”, el viceministro Fernando Rojas y representantes de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y la Asociación Hermanos Saíz, sostuvieron un intercambio con representantes del grupo.
Entonces se acordó un nuevo encuentro, sin embargo, este jueves algunas personas, erigidas en voceras de los demás, enviaron un correo a la sede institucional en el que se demandan condiciones para el diálogo.
“Al pretender incluir entre los participantes a personas que se han autoexcluido hace mucho tiempo por sus agresiones a los símbolos patrios, delitos comunes y ataques frontales a la dirección de la Revolución Cubana, bajo el disfraz del arte, los que instrumentaron esta maniobra acaban de romper toda posibilidad de diálogo”, refiere la declaración.
Añade que el Ministerio no se reunirá con “personas que tienen contacto directo y reciben financiamiento, apoyo logístico y respaldo propagandístico del Gobierno de los Estados Unidos y sus funcionarios”. Tampoco con medios de prensa financiados por agencias federales estadounidenses.
El correo, que también fue divulgado por el Ministerio, demanda entre otras cosas la participación innegociable en el encuentro de Luis Manuel Otero, uno de los protagonistas de la “farsa de San Isidro” y quien mantiene una conducta antisocial, con incidentes de desorden público y acciones de ultraje a la bandera cubana presentadas como «performance” artísticos.
También exige la presencia del presidente Miguel Díaz-Canel, el ministro de Justicia y altos directivos del Ministerio del Interior.
“Con los mercenarios, no nos entendemos”, concluye el texto del Ministerio de Cultura, que ha sido respaldado por el gremio periodístico en la isla, cuya organización, la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), publicó un material en el que asegura la disposición al diálogo, pero sin chantajes.
La UPEC denuncia que “la farsa de San Isidro marca el inicio de una etapa de “fase aguda” de la batalla comunicacional contra Cuba”, aplicada a partir de los manuales de Operaciones Psicológicas de las agencias militares y de inteligencia de Estados Unidos, que se despliegan primero en el contexto digital, para luego pasar a la calle.
Este guion, puesto en práctica en otras naciones, pretende generar los pretextos para activar más sanciones e incluso justificar “aventuras bélicas”, apunta la declaración.
Señala que “desde medios privados digitales y desde laboratorios de intoxicación de la ultraderecha de la Florida”, culpan al gobierno cubano de incitar a la guerra civil y hasta exigen una intervención militar de fuerzas internacionales con Washington a la cabeza; una táctica de guerra sicológica que “pudiera escalar en las próximas horas”.
“Como periodistas y comunicadores de un país que ha sido víctima del terrorismo en todos los órdenes, literal y mediáticamente hablando, denunciamos la manipulación y el oportunismo político para encubrir una operación de guerra de cuarta generación extremadamente peligrosa”, enfatiza el material.
La Uneac, por su parte, refrendó la historia de vínculos de la organización con los creadores, desde su fundación en 1961.
Respetamos y alentamos el componente crítico del arte y su capacidad para revelar tanto las zonas luminosas como los conflictos y problemas del individuo y la sociedad, sostiene el pronunciamiento de la organización; pero añade que no pueden comulgar con el chantaje y la simulación de quienes “empequeñecen y falsean el ejercicio artístico y lo toman como pretexto para denigrar la obra cultural” de la Revolución cubana.
“Favorecemos el diálogo fecundo con creadores de todas las generaciones y tendencias estéticas”, precisa el texto, que recuerda que esta es una práctica de la organización, ratificada durante el proceso de su IX Congreso.
KMG/RL/Foto de portada: AFP