POR FREDDY MORALES, Resumen Latinoamericano, 13 de diciembre de 2020.
La fábrica de mentiras trabaja laboriosamente para convencernos de que en noviembre del año pasado no hubo golpe de Estado en Bolivia. A sus testigos los prefiere masistas, y mejor si tienen o tuvieron algún alto cargo. Cuando les hacen decir que lo de noviembre de 2019 no fue golpe, festejan con grandes titulares. Por un instante, supongamos que tienen razón, pero dejan varios cabos sueltos. Por ejemplo, deberían demostrarnos que un mes antes de las elecciones de octubre de 2019 no hicieron una campaña para convencernos que habría fraude. Que sus candidatos presidenciales no anunciaron que no reconocerían el resultado, que el informe de la OEA y su secretario Luis Almagro, que los aupó en su campaña, demostraron el fraude.
Deberían convencernos de que Luis Fernando Camacho y otros dirigentes de comités cívicos no desconocieron el resultado de la elección antes de que se realice. Que Camacho no dijo que su papá arregló con policías y militares para que desconozcan de hecho la autoridad del gobierno de Evo Morales, y que es falso que los uniformados no hicieron nada para evitar el incendio de edificios de los tribunales electorales de varias ciudades y que el mismo Camacho dijo que personalmente pagó a los movilizados.
Deben convencernos que es mentira que, en la Universidad Católica, personas sin ninguna representación designaron a la senadora Jeanine Áñez como presidenta “transitoria”, y que es mentira que los grupos paramilitares no dejaron ingresar a los parlamentarios del MAS a las sesiones legislativas que debían debatir y resolver la crisis. Que es falso que a la senadora Adriana Salvatierra, del MAS, la atacaron en el ingreso al Legislativo. Y que es falso que Jeanine Áñez se autoproclamó presidenta y que un general de Ejército le impuso la Banda Presidencial en el Palacio de Gobierno. Y que es falso que el Alto Mando Militar de las Fuerzas Armadas pidió la renuncia al presidente constitucional y que es falso que la Policía se amotinó para exigir se les nivele el salario y la jubilación al mismo nivel que ganan los militares, un pretexto, más que reclamo.
También deberían convencernos que es falso que en Potosí y Oruro se tomaron rehenes a familiares o militantes de dirigentes del MAS y de organizaciones sociales para obligar la renuncia, por ejemplo, del presidente de la Cámara de Diputados cuyo hermano, en Potosí, fue torturado durante varias horas hasta finalmente anunciar que sería ejecutado. Que no sucedió el incendio de varias viviendas de masistas, incluida la casa de Esther (+), la hermana de Evo Morales.
Si no hubo golpe, también es falso que Arturo Murillo, apenas asumió como ministro de Gobierno, anunció que estaba de cacería y cientos fueron detenidos y torturados bajo la repetida acusación de “terrorismo y sedición”. Y que es falso que el gobierno de transición aprobó un decreto que eximía a policías y militares de responsabilidad por sus acciones represivas.
La fábrica de mentiras debe convencernos que el gobierno de Áñez no tomó por asalto el Estado. Ejemplo: que no compró con sobreprecio casi 500 respiradores de España y China que resultaron inútiles, que su gerente de Entel no contrató un avión privado a tiempo completo para que lo lleve y traiga de Santa Cruz, ni se aumentó el sueldo de unos Bs 26.000 a 100.000, ni se pagó junto a su plana mayor sueldos y aguinaldos adelantados.
Deberían convencernos que decenas de personas no fueron heridas de bala y que otras 37, asesinadas, retornarán esta Navidad a casa, porque todo fue un invento o una broma. Tan mentira como el mismo golpe de Estado.
*Es periodista