Argen­ti­na. A 19 del 19

Por Rami­ra Gigan­ti, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 19 de diciem­bre de 2020.

El 19 de diciem­bre de 2001, la cri­sis eco­nó­mi­ca del país lle­gó a un lími­te. Mien­tras el gobierno había dis­pues­to median­te el decre­to 15702001, una res­tric­ción a la extrac­ción de dine­ro en efec­ti­vo de los ban­cos, es decir que la pobla­ción tra­ba­ja­do­ra no podía dis­po­ner de la tota­li­dad de su pro­pio sala­rio. Para ese día la agru­pa­ción H.I.J.O.S. había con­vo­ca­do a un escra­che al Car­de­nal Aram­bu­ru en el barrio de Villa Urqui­za. El escra­che se tuvo que sus­pen­der por el esta­do de sitio… Pero algo mas fuer­te se esta­ba iniciando.


Ya nadie creía en el gobierno, pero tam­po­co pare­cía ver­se un hori­zon­te. Duran­te toda la déca­da del 90 un mode­lo eco­nó­mi­co pare­cía incues­tio­na­ble, mien­tras la mayo­ría tra­ba­ja­do­ra la pasa­ba cada vez peor. Des­de el 3 de diciem­bre había una res­tric­ción para poder dis­po­ner de los pro­pios aho­rros: el gobierno capi­ta­lis­ta defen­sor de la «pro­pie­dad pri­va­da» dis­pu­so la vio­la­ción sis­te­má­ti­ca de los aho­rros de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, que tenía algo de aho­rro, mien­tras los mas exclui­dos debían sopor­tar su situa­ción de mise­ria en silen­cio. Cada vez se veía con mas cla­ri­dad una ver­dad que sue­le per­ma­ne­cer ocul­ta: el dere­cho al robo es un dere­cho para pocos. La cri­sis había lle­ga­do a un pun­to insos­te­ni­ble a fina­les de noviem­bre cuan­do los gran­des inver­sio­nis­tas comen­za­ron a reti­rar sus depó­si­tos mone­ta­rios de los ban­cos y, en con­se­cuen­cia, el sis­te­ma ban­ca­rio colap­só por la fuga de capi­ta­les y la deci­sión del FMI de negar­se a refi­nan­ciar la deu­da y con­ce­der un res­ca­te, des­pués de haber suge­ri­do medi­das de ajus­te imple­men­ta­das por el Minis­tro de Eco­no­mía, Domin­go Feli­pe Cava­llo y la Minis­tra de Tra­ba­jo Patri­cia Bull­rich, que meses atrás le habían recor­ta­do el 13% de su sala­rio a emplea­dos públi­cos y jubi­la­dos. El anun­cio del Esta­do de Sitio, por par­te del pre­si­den­te Fer­nan­do De La Rúa fue la gota que lle­nó el vaso.

Para ese día 19 de diciem­bre, la agru­pa­ción H.I.J.O.S había con­vo­ca­do a un escra­che al Car­de­nal Aram­bu­ru por su com­pli­ci­dad con las prac­ti­cas geno­ci­das de la pasa­da dic­ta­du­ra. El escra­che iba a tener lugar en el barrio de Villa Urqui­za en el nor­te de la Ciu­dad Autó­no­ma de Bue­nos Aires. Ante la incer­ti­dum­bre sobre si se iba a rea­li­zar o no, muchas per­so­nas con­cu­rrie­ron a la esqui­na de la ave­ni­da Triun­vi­ra­to y La Pam­pa, don­de refe­ren­tes de la agru­pa­ción agra­de­cie­ron la pre­sen­cia pero infor­ma­ron que por la segu­ri­dad de las y los mani­fes­tan­tes ante el recien­te anun­cio del esta­do de sitio deci­die­ron pos­ter­gar la movi­li­za­ción. El escra­che se rea­li­za­ría algu­nos meses des­pués el fin de sema­na pre­vio al 24 de mar­zo del 2002, en el mar­co de las acti­vi­dad de repu­dio por un nue­vo ani­ver­sa­rio del gol­pe de estado.

Sin embar­go, un rato des­pués de la sus­pen­sión, las cace­ro­las empe­za­ron a sonar en toda la ciu­dad y en varios pun­tos del país. En nume­ro­sos barrios por­te­ños, se cor­ta­ron las calles con cace­ro­las y par­te de sus veci­nas y veci­nos empe­za­ron a pere­gri­nar has­ta Pla­za de Mayo, por algu­na ave­ni­da suman­do mani­fes­tan­tes en cada esqui­na. En los barrios de la zona nor­te mas cer­ca­nos al escra­che sus­pen­di­do tam­bién se desa­rro­lla­ron las con­cen­tra­cio­nes, pero por cer­ca­nía el des­tino fue otro.

Por la noche la esqui­na de Cabil­do y Jura­men­to, en el cen­tro del barrio de Bel­grano esta­ba com­ple­ta­men­te cor­ta­da y reple­ta de per­so­nas indig­na­das. Pare­cía increí­ble que en esa zona suce­da eso. En un momen­to, y de mane­ra espon­ta­nea cien­tos de per­so­nas empe­za­ron a cami­nar hacia el nor­te por la ave­ni­da Cabil­do rum­bo a la quin­ta de Oli­vos, que esta­ba a unas 40 o 50 cua­dras de allí. Al hacer algu­nas cua­dras se encon­tra­ron con otro masi­vo cor­te de calle en Cabil­do y Con­gre­so, allí otros cien­tos de mani­fes­tan­tes se suma­ron a la mar­cha. Lo mis­mo ocu­rro en la esqui­na de Cabil­do y Cri­só­lo­go Larral­de algu­nas cua­dras mas, y así has­ta cru­zar la Gene­ral Paz. Al lle­gar a la quin­ta pre­si­den­cial ya había mani­fes­tan­tes que habían lle­ga­do des­de otras par­tes: la quin­ta de Oli­vos esta­ba rodea­da. El «Que se vayan todos» jun­to a otros can­ti­tos memo­ra­bles de aque­llos tiem­pos sonó duran­te la noche de mane­ra estruen­do­sa. Mien­tras tan­to, en el cen­tro por­te­ño, mani­fes­tan­tes ingre­sa­ron al Con­gre­so de la Nación. Lue­go hubo repre­sión con balas de plo­mo y muer­te. Pero las movi­li­za­cio­nes siguie­ron, ya eran imparables.

Lo que suce­dió al día siguien­te es de públi­co cono­ci­mien­to: el pre­si­den­te huyen­do en heli­cóp­te­ro de la Casa Rosa­da, la pobla­ción movi­li­za­da en todo el país, la poli­cía repri­mien­do con balas de plo­mo. Eran tiem­pos en los que se can­ta­ba «pique­te y cace­ro­la, la lucha es una sola» tiem­pos don­de se cues­tio­na­ba a los medios hege­mó­ni­cos en su tota­li­dad, don­de las buro­cra­cias sin­di­ca­les eran seña­la­das por su ausen­cia en las luchas. Tiem­pos que des­de el sta­blish­ment y los medios hege­mó­ni­cos hicie­ron un enor­me esfuer­zo para que que­den en el olvido.

Fuen­te: AnRed

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