Argentina. Sacar el aborto del armario, ponerlo en la red

Argen­ti­na. Sacar el abor­to del arma­rio, poner­lo en la red

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Por Raquel Rero. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 9 de enero de 2021.

La apro­ba­ción del dere­cho al abor­to en Argen­ti­na impul­sa la lucha en toda la región. Las redes femi­nis­tas suplen en Lati­noa­mé­ri­ca la ausen­cia del Esta­do en los pro­ce­sos de inte­rrup­ción del emba­ra­zo. La fal­ta de leyes que ampa­ren no detie­ne los abor­tos y ellas “se enre­dan” para garan­ti­zar­se segu­ri­dad y acom­pa­ña­mien­to, para decir­le al sis­te­ma: «No esta­mos solas».


-Alguien nece­si­ta golo­si­nas para tres semanas.

La pri­me­ra línea en un chat para ali­viar la pre­sión de la vál­vu­la inter­na, el ini­cio del camino de un abor­to en uno de los paí­ses más res­tric­ti­vos de Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be. Con un men­sa­je en cla­ve, Ber­ta Padi­lla (nom­bre fic­ti­cio) ha hecho muchas veces de puen­te entre las muje­res que bus­can inte­rrum­pir sus emba­ra­zos y la red femi­nis­ta que les ayu­da. Es una red clan­des­ti­na, por­que en Hon­du­ras se prohi­be el acce­so al abor­to en todas sus for­mas, así como la anti­con­cep­ción de emer­gen­cia. Padi­lla encon­tró el con­tac­to de una per­so­na que for­ma­ba par­te de la red a tra­vés de una ins­ti­tu­ción que tra­ba­ja por los dere­chos de las muje­res en el país. “Yo era una cara públi­ca, en mis redes socia­les defen­día el abor­to libre. Empe­za­ron a escri­bir­me para ver si tenía acce­so al medi­ca­men­to y yo les remi­tía a la red”, explica.

A tra­vés del correo o el telé­fono –median­te apli­ca­cio­nes de men­sa­je­ría cifra­das y segu­ras– se pide un ultra­so­ni­do para com­pro­bar el tiem­po y tipo de emba­ra­zo. La red pro­por­cio­na las pas­ti­llas abor­ti­vas (miso­pros­tol y mife­pris­to­na) a cam­bio de una can­ti­dad de dine­ro, aun­que tam­bién se ofre­cen reba­jas o el medi­ca­men­to gra­tis según la con­di­ción de la mujer. A par­tir de ahí se les expli­ca el pro­ce­so y, si ellas lo piden, se les acom­pa­ña tele­fó­ni­ca o presencialmente.

“Se trae el medi­ca­men­to des­de otros paí­ses don­de el abor­to es legal. Les damos las ins­truc­cio­nes de cómo tomar­lo y com­pa­gi­nar­lo con anal­gé­si­cos, anti­emé­ti­cos y anti­dia­rrei­cos. Reco­men­da­mos cua­tro pas­ti­llas de miso bajo la len­gua. Si se lo ponen en la vagi­na y lle­gan a nece­si­tar aten­ción médi­ca se las pue­den encon­trar y pro­ce­sar­las por abor­to”, deta­lla la acti­vis­ta. Ella mis­ma se que­dó emba­ra­za­da e inte­rrum­pió su emba­ra­zo en dos oca­sio­nes, ambas con seis sema­nas de ges­ta­ción. Con­si­guió la medi­ci­na (Cyto­tec de Pfi­zer) a tra­vés de la red y en una far­ma­cia peque­ña que hizo la vis­ta gorda.

No hay cifras exac­tas de cuán­tas muje­res y niñas se some­ten a abor­tos clan­des­ti­nos en Hon­du­ras, pero esti­ma­cio­nes de algu­nas orga­ni­za­cio­nes cal­cu­lan que se rea­li­zan al año más de 50.000. La Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud y Gutt­ma­cher Ins­ti­tu­te denun­cian que tres de cada cua­tro abor­tos prac­ti­ca­dos en Amé­ri­ca Lati­na no tie­nen con­di­cio­nes de segu­ri­dad y cada año unas 760.000 muje­res reci­ben tra­ta­mien­to por com­pli­ca­cio­nes deri­va­das de ello. Lati­noa­mé­ri­ca es una de las regio­nes del mun­do con mayo­res res­tric­cio­nes lega­les a pesar del reco­no­ci­mien­to de esta pro­ble­má­ti­ca de salud pública.

Será Ley en todo el terri­to­rio. Lo dice la marea ver­de que tiñe de color toda la región. Pero en el inter­me­dio, y ante el acce­so a dere­chos dila­ta­do en el tiem­po, sigue hacien­do fal­ta la ayu­da en para­le­lo. Lo decía la dipu­tada argen­ti­na del Fren­te de Todos, Danie­la Villar, en el deba­te por la media san­ción del pro­yec­to de ley pre­sen­ta­do por el Gobierno de Alber­to Fer­nán­dez: “Las muje­res abor­tan ante la ausen­cia del Esta­do y esa ausen­cia las suplen las redes feministas”.

Abor­tar al mar­gen del sistema

En ese hue­co se encuen­tra la tela de ara­ña que des­de hace años tejen estas orga­ni­za­cio­nes. Más de 22 agru­pa­cio­nes for­man par­te de la Red Femi­nis­ta Lati­no­ame­ri­ca­na y Cari­be­ña de Acom­pa­ña­mien­to y Abor­to. Hay muchas más.

Maria José Tirao es par­te­ra en el Hos­pi­tal José Inge­nie­ros de La Pla­ta y par­ti­ci­pan­te de la Red de Pro­fe­sio­na­les de la Salud por el Dere­cho a Deci­dir. Más de 2.000 pro­fe­sio­na­les hacen “acti­vis­mo den­tro del sis­te­ma de salud”. Rea­li­zan inte­rrup­cio­nes lega­les con la ban­de­ra del cau­sal salud, enten­di­do des­de una con­cep­ción bio­psi­co­so­cial: “Si yo no ten­go dine­ro para poder sol­ven­tar una ges­ta, si no ten­go tra­ba­jo o sim­ple­men­te no se ajus­ta a mi pro­yec­to de vida una ges­ta, eso sería un cau­sal de inte­rrup­ción legal”.

Quie­nes no quie­ren o no pue­den acce­der al ámbi­to hos­pi­ta­la­rio, son acom­pa­ña­das por las Soco­rris­tas. Dan infor­ma­ción siguien­do los pro­to­co­los de la OMS y acom­pa­ñan a las muje­res y per­so­nas ges­tan­tes con prác­ti­cas segu­ras. El víncu­lo de coope­ra­ción entre ambas redes se ha incre­men­ta­do por el ais­la­mien­to deri­va­do de la pan­de­mia. “Tuvi­mos que absor­ber la deman­da del soco­rris­mo y ahí se vio mucho el volu­men de gen­te que abor­ta por fue­ra del sis­te­ma de salud. Hici­mos quee­sas con­sul­tas lle­ga­ran a noso­tras. Muchas se resol­vie­ron por telé­fono y la per­so­na venía a reti­rar medi­ca­ción y fir­mar el con­sen­ti­mien­to infor­ma­do, pero tam­bién hubo que tener en cuen­ta a quie­nes esta­ban ais­la­das o tenían situa­cio­nes com­ple­jas, como inte­rrum­pir vivien­do en el mis­mo lugar con alguien que las vio­len­ta­ba. Ahí la labor de las soco­rris­tas fue estar en comu­ni­ca­ción con la per­so­na en el momen­to”, cuen­ta Maria José Tirao.

A la difi­cul­tad en el acce­so, se suma el incre­men­to de casos que tra­jo la pan­de­mia en muchos paí­ses. Vanes­sa Jimé­nez cree que se cua­dri­pli­có el núme­ro de abor­tos: “Una cosa que noté es que muchos emba­ra­zos esta­ban pla­nea­dos y deci­die­ron inter­ru­pir­los por la situa­ción actual”. Des­de el nor­te de Méxi­co, en Nue­vo León, tra­ba­ja de for­ma volun­ta­ria con otras 19 muje­res en Nece­si­to Abor­tar. Pro­po­nen “sos­te­ner una plá­ti­ca segu­ra don­de escu­char sus mie­dos y dudas, brin­dar escu­cha acti­va, dar infor­ma­ción legal y cien­tí­fi­ca”. La legis­la­ción mexi­ca­na ha crea­do un cam­po de difí­cil acce­so con cau­sa­les lega­les e ile­ga­les según el Esta­do. A ello se aña­de el estig­ma social: “Pesa la idea de que aun­que pue­dan acce­der al dere­cho está mal que lo ejer­zan. Bus­ca­mos trans­for­mar la viven­cia y, en lugar de que lo vivan como un deli­to, que lo viven­cien como un dere­cho”. Par­te de la labor es dar­le la cara al Esta­do. Decir­les: “Noso­tras no esta­mos equi­vo­ca­das, son uste­des quie­nes han incum­pli­do el dere­cho de las mujeres”.

A dife­ren­cia de otros paí­ses, en Méxi­co el miso­pros­tol está dis­po­ni­ble en las far­ma­cias aun­que depen­de mucho el acce­so de quién esté detrás del mos­tra­dor. Com­par­tir infor­ma­ción sobre el abor­to tam­po­co es deli­to y aún así la clan­des­ti­ni­dad es una realidad.

Para Vanes­sa Jimé­nez el acom­pa­ña­mien­to dura lo que la mujer nece­si­ta. Es pre­sen­cial, es tele­fó­ni­co o, inclu­so, en su pro­pia casa: “Hay chi­cas que no tenían otro lugar. Son pro­ce­sos que antes no ima­gi­na­ba por­que yo tam­bién tuve mucho estig­ma. Creo que la expe­rien­cia me hizo enten­der que nun­ca se tra­ta de mí un abor­to, sino de la vida de quien lo está vivien­do”. En ple­na pan­de­mia, una chi­ca de 15 años y su madre acu­die­ron a ellas des­pués de reci­bir la nega­ti­va de dos hos­pi­ta­les. ”Vino la madre, la her­ma­na y la chi­ca; pidie­ron comi­da y ella esta­ba bien. Fue un acom­pa­ña­mien­to más para la mamá, ella llo­ra­ba… Si algo he apren­di­do es que el abor­to ade­más de un dere­cho es para muchas muje­res tam­bién un acto de jus­ti­cia, de cie­rre. Sim­bo­li­za tam­bién amor”, afir­ma emocionada.

El ais­la­mien­to ha saca­do a la luz otra reali­dad: el abor­to se hace en casa. Las Par­ce­ras de Colom­bia es la pri­me­ra red de acom­pa­ña­mien­to públi­ca del país. Apues­tan por des­cri­mi­na­li­zar el abor­to, “sacar­lo del clo­set”, según Elia­na Ria­ño. Su enfo­que es la entre­ga de infor­ma­ción cons­tan­te. Las Par­ce­ras no dan medi­ca­ción –requie­re rece­ta médi­ca– pero a quie­nes no con­si­guen acce­der a ella les ayu­dan median­te alian­zas con el sec­tor sani­ta­rio. “La clan­des­ti­ni­dad ha sido la sali­da para muchas, solo el 1% de las muje­res que abor­tan en Colom­bia lo hacen en la ins­ti­tu­cio­na­li­dad”, cuenta.

El reto de estas redes es lle­gar a la mayor can­ti­dad de muje­res. Para ello es nece­sa­rio tener acce­so a inter­net o a una red tele­fó­ni­ca, y en Colom­bia todo se com­pli­ca en regio­nes rura­les o en acom­pa­ña­mien­tos en len­guas loca­les. Elia­na Ria­ño denun­cia que “el ros­tro del abor­to inse­gu­ro es un ros­tro de muje­res jóve­nes, indí­ge­nas, cam­pe­si­nas, negras, empo­bre­ci­das… No son muje­res de cla­se alta. Por eso la lucha del abor­to es una lucha de cla­ses, para dar cuen­ta tam­bién de los pri­vi­le­gios que tene­mos unas sobre otras”.

La par­ce­ra da en la dia­na. Le sigue una com­pa­ñe­ra de Ecua­dor, Vero­ni­ca Vera: “Todo depen­de­rá del recur­so eco­nó­mi­co, de la cla­se que les atra­vie­se. Un por­cen­ta­je muy baji­to se hace por vías lega­les y solo la cla­se media o alta acce­de a abor­tos segu­ros en hos­pi­ta­les”. For­ma par­te de Las Coma­dres. Tra­ba­jan en un país don­de hay tres cau­sa­les de abor­to legal, “uno de los pro­to­co­los más pro­gre­sis­tas de la región sobre el papel”, pero no en la prác­ti­ca y en Ecua­dor se per­si­gue la inte­rrup­ción como un deli­to. Denun­cia que no hay infor­ma­ción cla­ra: “Los médi­cos no saben que el abor­to es un dere­cho y el acce­so que­da pen­dien­te de sus creen­cias o de la infor­ma­ción que ten­gan”. En esa lagu­na actúan des­de 2014 Las Coma­dres: “Nos dimos cuen­ta de que era nece­sa­rio ir un paso más allá, que­ría­mos ver­nos y dar­nos infor­ma­ción, por ello el encuen­tro gru­pal es la for­ma en la que noso­tras acom­pa­ña­mos”. Fren­te a la cri­mi­na­li­za­ción, el ros­tro: “Nues­tra apues­ta es por el encuen­tro, sacar el abor­to de lo ile­gal y lo clan­des­tino; estar antes, duran­te y des­pués de todo el pro­ce­so”. Des­de mar­zo han teni­do que rein­ven­tar­se uti­li­zan­do las lla­ma­das, pero espe­ra poder vol­ver pron­to al encuen­tro: “Para noso­tras es lo que da la posi­bi­li­dad de des­pe­na­li­zar el abor­to social­men­te y cons­ta­tar que es una realidad”.

Poner­le el cuer­po, la cara, y tam­bién dar­le la mano

La inte­gran­te de Las Coma­dres cree que acom­pa­ñar abor­tos es una apues­ta tam­bién por la auto­no­mía: “Una mujer que deci­de abor­tar a pesar de un con­tex­to tan com­ple­jo como estar en ais­la­mien­to por ejem­plo, y que aún así esté deter­mi­na­da, es una lucha por ella mis­ma. Y noso­tras debe­mos seguir ahí, por­que lo nues­tro es hacer que esta auto­no­mía sea posible”.

Sacar el tabú del arma­rio y colo­car­lo bajo la luz. “Por eso ele­gi­mos la visi­bi­li­dad”, con­clu­ye Vanes­sa Jimé­nez, “para recor­dar­les que no son ellas las equi­vo­ca­das sino que ha sido el Esta­do quien les ha falla­do y dar­nos cuen­ta de nues­tra capa­ci­dad de cam­biar el contexto”.

Acom­pa­ñar es tam­bién des­apren­der. Elia­na Ria­ño lo reco­no­ce: “Todas tene­mos pre­jui­cios. Antes, por ejem­plo, pen­sa­ba que el abor­to solo era la últi­ma opción. Para mí el acom­pa­ñar sig­ni­fi­có cam­biar muchas cosas en mi per­cep­ción del tema. Me ense­ñó los lími­tes que nos pone el Esta­do, las leyes y la medi­ci­na hege­mó­ni­ca occi­den­tal. Acom­pa­ñar es rom­per esos lími­tes tam­bién. Estar con ellas nos hace pen­sar más herra­mien­tas, en cómo segui­mos avan­zan­do”. Es apren­di­za­je trans­na­cio­nal en la lucha de acom­pa­ñar­se unas de otras, dán­do­se res­pues­ta mutua para sal­var­se de los hue­cos del sis­te­ma. Por eso Elia­na cree que la tela debe cre­cer: “Seguir enre­dán­do­nos para pro­te­ger­nos y colec­ti­vi­zar este saber que debe ser de todas”.

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