Por Ania Terrero y Dixie Edith, Resumen Latinoamericano, 10 de enero de 2021.
Justo iniciando el 2021, un prestigioso intelectual cubano, panelista del programa Escriba y Lea, comentaba que quizás era tiempo de analizar con lupa de género los grabados de Landaluce. Mientras, más de un periodista serio ha dejado entrever su voluntad explícita de usar lenguaje inclusivo en nuestros medios de comunicación. Son apenas pinceladas, señales aisladas de que la visibilización de los debates de género en el espacio público, lentamente, va ganando espacios. El camino aún es escabroso. Pero puede verse una luz al final, sobre todo si lo analizamos al amparo de la sentencia según la cual “el primer paso es el más largo”.
A 12 meses justos de que estas Letras de Género vieran la luz, un paneo rápido al maldecido 2020 nos revela que “el año en que todo se paró” no fue tan inmóvil como parece. Efectivamente, este tiempo pasará a la historia como el momento en que Cuba –y el mundo- hizo frente a una pandemia sin precedentes que dejará secuelas en la economía y la ciencia, las rutinas cotidianas, las maneras de expresar afectos, de celebrar, de trabajar, de relacionarnos socialmente.
Pero durante esos largos meses de confinamiento se fueron cocinando propuestas y medidas que apuestan por arrancar de cuajo mitos y estereotipos sexistas, desnaturalizar la desigualdad y horadar, poco a poco, los cimientos del patriarcado.
Así, 2020 fue el año en que Cuba aprobó su Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (PAM), actualización del Plan Nacional de Seguimiento a la Plataforma de Acción de Beijing y documento programático para el empoderamiento femenino. El programa ‑y ese es quizás su principal valor- nace del espíritu inconforme de no dar por concluida la batalla por la igualdad, a pesar de los innegables derechos conquistados. Se inserta, además, en el sendero renovador que dejó abierta la aprobación de la más reciente Constitución del patio en 2019.
Casi cuando se acercaban las doce campanadas que enterrarían definitivamente al año maldito, la Línea 103, primero antidroga y luego habilitada para atender demandas diversas durante el aislamiento por la COVID-19, extendió sus funciones a la atención y derivación de denuncias o inquietudes vinculadas a las violencias de género y otros maltratos que ocurren en el escenario familiar
“Tenemos que eliminar cualquier vestigio que quede en nuestra sociedad de violencia o de discriminación hacia las mujeres”, aseguró el presidente Miguel Díaz-Canel ante el Parlamento cubano y esa fue, no por casualidad, la frase de la primera postal publicada en las redes sociales por la Campaña Junt@s por la No Violencia, iniciativa de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) para visibilizar el compromiso institucional con la eliminación de un flagelo que, dolorosamente, se hizo más cruento durante el confinamiento a que nos obligó la pandemia.
La campaña, primera de su tipo presentada por el mecanismo nacional para el adelanto de las mujeres, se anuncia como la fase inicial de un esfuerzo mucho más amplio que, con el mensaje de Tolerancia Cero, acompañará la Estrategia Integral Cubana de Prevención y Atención a la Violencia de Género e Intrafamiliar.
Sin embargo ‑y no es letanía quejumbrosa, aunque se reitere una y otra vez en estas líneas‑, las herencias patriarcales no se sacuden de un plumazo, siguen vivas y activas y asoman en el día a día de este archipiélago tras comportamientos y acciones que a menudo pasan inadvertidas. Los desafíos, por tanto, persisten.
¿Cómo se perfilan estos retos, vistos desde las lentes de género, para el año que comienza? En busca de respuestas, Cubadebate interrogó a diez cubanas (*) de perfiles profesionales diversos, pero con un sueño en común: su apuesta de muchos años por la igualdad de género.
Retos al cierre del año en que todo se movió
Sociólogas, juristas, economistas, psicólogas, demógrafas, comunicadoras y periodistas. Diez mujeres cubanas, cientistas sociales y comprometidas hasta el cuello con la construcción de un proyecto social más democrático e inclusivo identificaron algunos de los retos más acuciantes que signarán los caminos de las batallas de género para la sociedad cubana en este año que inicia. No por casualidad, muchos integran la agenda ya anunciada por el PAM en 2020. Otros han sido reconocidos como objetos de prioridad gubernamental desde la política económica o la de atención a la dinámica demográfica. Aquí, los 5 retos más coincidentes en opinión de estas expertas:
La responsabilidad de las tareas de cuidado, con sobrecarga para las mujeres
Si en tiempos normales, en una sociedad patriarcal como la nuestra, las tareas domésticas suelen recaer sobre los hombros de las mujeres, sumándose a las jornadas laborales de aquellas que tienen un empleo fuera de casa, este año esas cargas se multiplicaron debido al confinamiento. No es casual, por tanto, que este fuera el tema con más coincidencias nuestra consulta.
En una sociedad con más de un 20 por ciento de envejecimiento demográfico, el cuidado se posiciona como reto urgente y con él, los impactos diferenciados que trae para la población femenina. Por solo aportar una evidencia, cerca del 57 por ciento de la población cubana mayor de 50 años prefiere, en caso de necesitar cuidados, que estos sean ofrecidos por mujeres. Solo poco más del 5 por ciento elegiría a un hombre como cuidador, según la Encuesta Nacional de Envejecimiento de la Población, realizada en 2017 por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).
“En un país con vejez demográfica, en medio de la pandemia de COVID-19, urge problematizar sobre las responsabilidades compartidas con respecto a los cuidados, visibilizar las contribuciones de las mujeres y lo que esa sobrecarga les limita su participacion social y laboral”, dijo a Cubadebate la comunicadora Tamara Roselló.
Brechas de empoderamiento derivadas del ordenamiento económico, incluido el posible impacto sobre el empleo
Necesario y a la par audaz y desafiante. Ese es el escenario económico que se perfila para la Cuba de 2021. En ese camino, las transformaciones económicas también necesitan pensarse – se está haciendo- desde las desigualdades, pues de lo contrario podrían ampliarse las brechas de equidad, con un impacto mayor sobre las mujeres y otros grupos vulnerables. Lo ha reconocido el propio presidente Miguel Díaz Canel y con apenas un par de semanas desde la arrancada ya se ha puesto a prueba la disposición de ajustar el tiro a partir de escuchar demandas de la población y alertas desde la ciencia.
Datos de 2018 situaban la llamada brecha de género en la participación laboral en alrededor de 27 por ciento, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI). Mientras la tasa de actividad económica masculina era de 76,9 por ciento, la femenina alcanzaba apenas 49,5 por ciento, una situación aún más dispar en las zonas rurales. En ese mismo año, entre las actividades económicas mejor remuneradas se encontraban la construcción, la explotación de minas y canteras, la intermediación financiera, la industria azucarera, la ciencia e innovación, la pesca y la agricultura, casi todas desarrolladas mayoritariamente por hombres. Y si en el sector estatal, en general, hay casi paridad en el empleo entre mujeres y hombres, pese a las diferencias en los ingresos, en el no estatal ellas apenas alcanzan 18 por ciento mientras en el trabajo por cuenta por cuenta propia representan cerca de 34 por ciento.
“Toda la información que se ha manejado, al menos en los últimos 10 años, apunta a que la participación de las mujeres en el sector no estatal es de alrededor de una tercera parte. De ellas, la mayoría son contratadas, no dueñas de negocios”, ha calculado Teresa Lara, una de las especialistas consultadas.
Este desafío en particular, además, demanda un seguimiento inteligente y oportuno desde la comunicación, coinciden las periodistas Sara Más y Lirians Gordillo, consultadas para este trabajo.
Sistema integral e integrado de atención a la violencia machista que incluye perfeccionamiento de su tratamiento legislativo
Muchos de los pasos ganados en 2020 clasifican como avances en la atención a este desafío. A la ya citada extensión de la Línea telefónica 103 para atender esta problemática se une la aprobación de una estrategia integral para la prevención, atención y enfrentamiento a la violencia de género, coordinada desde la FMC que busca establecer un sistema bien articulado para la derivación a otros servicios esenciales del sistema de protección, como los policiales, jurídicos o de salud e incluye su tratamiento legislativo.
En comparecencia para el programa televisivo Mesa Redonda, a fines del pasado noviembre, la vicefiscal de la República de Cuba Alina Montesinos reconoció la voluntad del país para avanzar en la instrumentación legal de protección contra la violencia de género y explicó que el problema demanda no solo la elaboración de una o varias leyes, sino además transversalizar el tratamiento de género a las instituciones y legisladores.
Según la Encuesta Nacional de Igualdad de Género realizada en 2016, el 39,6 por ciento de las mujeres entrevistadas había sufrido violencia en sus relaciones de pareja en algún momento de su vida, mientras que 26,7 por ciento declaró haber sido víctima de maltrato en los últimos 12 meses.
Las sociólogas Clotilde Proveyer e Iyamira Hernández, dos de nuestras encuestadas, consideran la integralidad como piedra angular de cualquier espacio o protocolo de atención de la violencia machista.
Para la periodista Ibet García, urge, además, “colocar el tema en las agendas públicas de los medios de comunicación” y hacerlo desde buenas prácticas y no como coberturas aisladas.
Proceso de debate y aprobación del Código de las Familias
La permanencia de estereotipos sexistas en la sociedad cubana es una amenaza de cara al proceso de consulta popular del nuevo Código de la Familia, previsto para 2021, coinciden muchas de las especialistas encuestadas por Cubadebate.
La aceptación acrítica de patrones heteronormativos, centrados en concepciones de jerarquía y poder, guarda relación con el desconocimiento de la legitimidad de las múltiples configuraciones familiares que existen actualmente. En Cuba ha operado un proceso de comprensión de las relaciones familiares que se aleja de la tradicional familia nuclear y busca atender intereses más valiosos como el afecto, la solidaridad, la lealtad, la confianza y el respeto, y así queda recogido en la actual Constitución de la República.
Los artículos 42 y 81 de la Carta Magna, particularmente, reconocen los principios de pluralismo, inclusión e igualdad. Pero conseguir que esa protección sea realmente efectiva pasa por revisar las normativas vigentes relacionadas no solo con la estructura familiar, sino también con otras ramas del derecho civil y penal que abarcan asuntos económicos, patrimoniales, vinculados a delitos o violencia, entre otros. En ese camino, el próximo debate y aprobación del nuevo Código de las Familias resulta un paso imprescindible.
Para la jurista Yamila González Ferrer, los desafíos en este sentido son muchos, en tanto se trata de numerosas instituciones familiares a modificar, actualizar sus contenidos y hacerlos viables para que respondan a las necesidades de las familias y garanticen la solución de conflictos que se pueden generar en ese espacio. A su juicio, debe existir una coherencia entre el texto constitucional y los postulados que desarrollan el resto de las legislaciones en el ordenamiento jurídico e insiste en no perder de vista que es en el entorno familiar donde se mantienen los estereotipos, de diversa índole, pero principalmente de corte sexista.
Atención de las uniones tempranas y el embarazo adolescente
Más de 900 muchachas entre 14 y 17 años contrajeron matrimonio durante el 2019 en Cuba. En paralelo, al cierre del mismo año, alrededor del 16 por ciento de los nacimientos en Cuba los aportaron madres menores de 20 años, para una tasa de fecundidad adolescente de 52,3 nacimientos por cada mil jóvenes entre 15 y 19 años. Las cifras son reveladoras y visibilizan desafíos, reconocidos por especialistas e instituciones del archipiélago cubano, que tienen en su base desigualdades de género. Las consecuencias para niñas y adolescentes incluyen riesgos para la salud y limitaciones a su desarrollo profesional, social y económico. Las muchachas afectadas suelen interrumpir sus estudios y frenar sus opciones de futuro.
Estos números resultan, como mínimo, polémicos, en un país que desde 1978 está por debajo del nivel de reemplazo de la población. “La tasa global de fecundidad de menos de dos hijos por mujer nos ubica entre países desarrollados, sin embargo, hay una desarticulación en el grupo adolescente”, asevera Matilde Molina, psicóloga y demógrafa, quien también respondió a Cubadebate.
En opinión de la psicóloga y sexóloga Beatriz Torres, se ha hablado poco, además, de las uniones tempranas que han ocurrido producto del aislamiento sanitario, cuando muchas familias optaron por aceptar la convivencia permanente de novias o novios de muy corta edad sin la debida preparación y con la “posibilidad de embarazos y abandono escolar”.
En opinión de ambas expertas, entre las condicionantes de estas prácticas en la Isla se identifica a la familia como espacio de influencia.
“Las muchachas repiten patrones aprendidos de formación temprana de las familias, a partir de uniones tempranas, formalizadas o no, con embarazos prematuros asociados”, apunta Molina. Según la subdirectora del CEDEM, no hay un único factor que explique el tema de la fecundidad adolescente y para comprenderla se deben realizar estudios intersectoriales.
Desnaturalizar mitos y estereotipos que obstaculizan la igualdad
Telenovelas que muestran a mujeres preocupadas por sus relaciones de pareja o la maternidad y solo a veces, por su realización profesional; videoclips con abundantes planos de bailarinas casi desnudas, ofreciendo sus encantos al artista de turno; caricaturas que ganan premios humorísticos naturalizando el acoso; anuncios publicitarios donde, mientras ellas cocinan, lavan y sueñan con electrodomésticos ideales para el hogar, ellos manejan carros de lujo y gestionan la vida más allá de casa. Los estereotipos sexistas asoman en cualquier esquina, red social o medio de comunicación y se trasladan desde el universo simbólico, virtual, mediático, hasta la vida real.
El mayor peligro radica en que, de forma directa o indirecta, suelen naturalizar una construcción prejuiciada de los géneros y un esquema de subordinación donde las mujeres juegan con desventaja. Según explicó a Cubadebate la periodista especializada en temas de género, Lirians Gordillo, el feminismo y la teoría de género tuvieron la claridad de demostrar la interconexión entre distintas discriminaciones. “La relación que existe entre el patriarcado, el capitalismo y el racismo, entre otros, como sistemas de opresión permite que se sostengan y actualicen entre ellos”, asevera esta periodista, otra de nuestras entrevistadas.
Este desafío particular, que va de cambiar mentes más que disposiciones o leyes, se posiciona como el sexto más repetido en nuestra encuesta. Otros, menos mencionados, pero relacionados con los anteriores completan una lista de 8 que fueron identificados al menos, por 3 de nuestras encuestadas.
Transversalizar enfoques de género en la política social, económica e institucional; así como en las propuestas legislativas y también en la educación, la familia, las relaciones laborales y los medios de comunicación, son esos otros retos a tener en cuenta.
A lo largo del año que empieza, esta columna volverá una y otra vez sobre ellos.
(*) Nota: Especialistas consultadas
1‑Clotilde Proveyer Cervantes. Socióloga. Profesora de la Universidad de La Habana, experta en temas de violencia de género y coordinadora del grupo asesor de la FMC para la atención a esta problemática.
2‑Yamila González Ferrer: Jurista. Vicepresidenta de la Unión Nacional de Juristas de Cuba y profesora de la Universidad de La Habana, especialista en temas de familia, género y derecho.
3‑Matilde Molina Cintra. Psicóloga y demógrafa. Subdirectora del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM), de la Universidad de La Habana. Especialista en temas de fecundidad adolescente y familia.
4‑Beatriz Torres Rodríguez: Psicóloga y sexóloga. Preside la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (SOCUMES) y es profesora de la Universidad de La Habana. Especialista en temas de sexualidad y género.
5‑Iyamira Hernández Pita. Socióloga. Integra la Junta Directiva de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (SOCUMES). Especialista en temas de género y violencia.
6‑Teresa Lara Junco. Economista y especialista en estadísticas. Estudiosa de los indicadores de género y la economía feminista.
7‑Sara Más Farías: Periodista. Escribe para la revista Mujeres, de la Editorial de la Mujer y SEMlac. Coordina la cátedra de Género y Comunicación del Instituto Internacional de Periodismo José Martí (IIPJM). Especialista en temas de comunicación y género.
8– Ibet García Álvarez. Periodista. Especialista en Comunicación del Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR) y parte del equipo creativo de la campaña Evoluciona. Especialista en temas de comunicación y género.
9‑Lirians Gordillo Piña: Periodista. Escribe para la revista Muchaca, de la Editorial de la Mujer y SEMlac. Especialista en temas de comunicación y género.
10-Tamara Roselló Reina: Comunicadora. Especialista del Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR) y parte del equipo creativo de la campaña Evoluciona. Especialista en temas de comunicación y género.
Fuente: Resumen en Cuba Foto de portada: José Luis Sánchez