Vene­zue­la. Es más lejos devol­ver­se que seguir

Por El Caya­po. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 23 de enero de 2021.

Des­de que el coman­dan­te Chá­vez apa­re­ció el 4 de febre­ro con su «por aho­ra» en la esce­na polí­ti­ca vene­zo­la­na y lue­go, pro­po­nien­do una Cons­ti­tu­yen­te para comen­zar a cons­truir­nos como país, tenía­mos mucho tiem­po que no escu­chá­ba­mos un dis­cur­so pre­si­den­cial que nos ubi­ca­ra en la cru­da realidad.

El dis­cur­so pro­nun­cia­do por el pre­si­den­te Nico­lás Madu­ro el 10 de enero de 2021 mar­ca­rá una nue­va ruta duran­te un buen tiem­po. Más allá de los aspec­tos anec­dó­ti­cos, se pue­de refe­rir lo sus­tan­cial y tras­cen­den­te, es un dis­cur­so que nos habla a todos sin tapu­jos, a cada quien nos sitúa y ubi­ca las tareas, a cada uno con su dosis de reali­dad den­tro de la reali­dad, a cada quien sus ver­da­des por la calle del medio, a cada gre­mio, a cada par­ti­do, a cada ten­den­cia, a cada empre­sa­rio, obre­ro, cam­pe­sino, hom­bre o mujer, nos enmar­ca des­de las cau­sas y nos trans­por­ta a las consecuencias.

Nos lla­ma a tomar par­ti­do en la cons­truc­ción del país, inclu­so por soñar; nos acla­ra el papel que juga­mos como pue­blo, nos remon­ta en la his­to­ria y nos hace com­pren­der quié­nes son y han sido los ver­da­de­ros ladro­nes y cri­mi­na­les que han saquea­do este terri­to­rio; nos conec­ta con los hechos y nos lle­va has­ta los con­flic­tos inter­na­cio­na­les expli­can­do las razo­nes de tan­to encono con­tra noso­tros por par­te de los due­ños del mun­do; acla­ra que más allá de los recur­sos es el ejem­plo que como pue­blo esta­mos dan­do al mundo.

Aho­ra bien, ¿qué papel juga­re­mos cada quién? Por­que de aho­ra en ade­lan­te no hay jus­ti­fi­ca­ción que val­ga. Ya los empre­sa­rios no pue­den seguir jus­ti­fi­can­do que es que el Esta­do no nos da, sino que deben inver­tir si quie­ren ganar, ya no pue­den seguir jus­ti­fi­can­do la fal­ta de aten­ción, la nece­si­dad de leyes, si dices ser empre­sa­rio los ries­gos son tuyos como tuyas las ganan­cias, es de hara­gán pre­ten­der ganar sin inver­tir, y ya este país está can­sa­do que des­de hace qui­nien­tos años un puña­do de gan­du­les, dis­fra­za­dos de gen­te de bien y fami­lias decen­tes, lo roben has­ta el agotamiento.

Ya nin­gún fun­cio­na­rio pue­de jus­ti­fi­car­se o ampa­rar­se en «la situa­ción país» para mos­trar su flo­je­ra, su indo­len­cia, su inca­pa­ci­dad, su apol­tro­na­mien­to insen­si­ble, cuan­do se supo­ne que él está allí por con­vic­ción, no es un fun­cio­na­rio cual­quie­ra, y esta­mos hablan­do de dipu­tados, minis­tros, gene­ra­les, gober­na­do­res, direc­to­res, alcal­des, miem­bros del par­ti­do y otras orga­ni­za­cio­nes que dicen tra­ba­jar o estar al ser­vi­cio del pueblo.

El pre­si­den­te Nico­lás Madu­ro pre­sen­ta su Memo­ria y Cuen­ta fren­te a la nue­va Asam­blea Nacio­nal (Foto: Reuters)

Así tam­bién la izquier­da o izquier­das, ante esta reali­dad, debe­rían reto­mar ban­de­ras, refor­mu­lar méto­dos de tra­ba­jo, ser más sen­ci­llos o sen­ci­llas ante las evi­den­cias con­tun­den­tes de que el cha­vis­mo tie­ne la sar­tén por el man­go y poner­se a tra­ba­jar en fun­ción del país por cons­truir, hacer honor a los caí­dos, pero no des­de los pan­fle­tos, cli­chés y con­sig­nas hue­cas, sino des­de la reali­dad, tra­ba­jar por hacer posi­ble los sue­ños de los que lucha­ron en el pla­ne­ta por una cul­tu­ra dis­tin­ta a la de la explo­ta­ción, que expre­sa el huma­nis­mo y su apa­ra­to de pro­duc­ción, el capitalismo.

Por otro lado, los gre­mios de todo tipo deben aban­do­nar la polí­ti­ca de la com­pla­cen­cia, del que me den, del chan­ta­je, de fomen­tar el divi­sio­nis­mo e inten­tar pen­sar­se como par­te impor­tan­te de un país por cons­truir, en un terri­to­rio por que­rer, al que deba­mos here­dar dia­ria­men­te los afec­tos, al que le arri­me­mos los hom­bros para que en el futu­ro sea cobi­jo de pro­pios y extraños.

Y por últi­mo, noso­tros, el común, asu­mi­dos en gre­mios o no, par­te del Esta­do o no, miem­bros del par­ti­do o no, escuá­li­dos o cha­vis­tas, des­em­plea­dos o en el tra­ba­jo que sea, sí, noso­tros, al que mien­tan el pue­blo, al que lo insul­tan o le adu­lan el ego des­de un ban­do u otros, sean reli­gio­sos o polí­ti­cos, este dis­cur­so nos ubi­ca en el exac­to lugar, somos los héroes y heroí­nas de este tiem­po, en este terri­to­rio lla­ma­do Repú­bli­ca Boli­va­ria­na de Vene­zue­la, aún sin expli­ca­ción para polí­ti­cos, soció­lo­gos, his­to­ria­do­res e inte­lec­tua­les en gene­ral, quie­nes nos siguen sub­es­ti­man­do como siem­pre lo han hecho, e inclu­so noso­tros mis­mos. Por las razo­nes que sean nos segui­mos subestimando.

Pues bien, es hora de que nos empi­ne­mos y comen­ce­mos a pen­sar con cere­bro pro­pio, que para eso lo tene­mos, como dijo el pre­si­den­te y siem­pre lo decía el coman­dan­te, sin noso­tros no es posi­ble haber lle­ga­do a don­de hemos lle­ga­do, pero no bas­ta, como dice el poe­ta Car­los Angu­lo: «es más lejos devol­ver­se que seguir».Nos toca aho­ra, tal vez, la tarea más difí­cil que pue­blo alguno haya rea­li­za­do en este pla­ne­ta, en toda su his­to­ria, la crea­ción colec­ti­va des­de el pen­sa­mien­to de una cul­tu­ra que sus­ti­tu­ya la presente.

A noso­tros se nos ha dicho des­de la fami­lia y la escue­la que lo nues­tro es tra­ba­jar, cuan­do mucho estu­diar para ser alguien en la vida, pero eso ha sido siem­pre tram­pa, ideo­lo­gía bara­ta, ilu­sio­nes de cir­co, noso­tros tene­mos un cere­bro igual que cual­quier otro, solo que no lo hemos entre­na­do para la polí­ti­ca, pero el coman­dan­te siem­pre nos dijo que debía­mos pen­sar, que no bas­ta hacer, que lo más impor­tan­te es pen­sar, saber­se, nom­brar­se con orgu­llo, dise­ñar en con­jun­to el futu­ro, crear las con­di­cio­nes mate­ria­les para que estos hechos ocu­rran, nece­si­ta­mos resol­ver entre todos y no andar pedi­güe­ñan­do lo ati­nen­te a las nece­si­da­des bási­cas, techo, comi­da, cal­za­do, ves­ti­do, para poder con tran­qui­li­dad pen­sar lo distinto.

Con este dis­cur­so noso­tros debe­mos saber a qué ate­ner­nos, debe­mos entu­sias­mar­nos en la bús­que­da del pen­sa­mien­to de lo colec­ti­vo, no del colec­ti­vo, la tra­ge­dia de la espe­cie nos obli­ga a este pen­sar, noso­tros no debe­mos andar bus­can­do sali­das mági­cas a los pro­ble­mas, estos tie­nen sus pro­pias solu­cio­nes y es a noso­tros a quie­nes nos toca pen­sar para solu­cio­nar cada problema.

El pro­ce­so no está en los libros, se apren­de en la calle y cuan­do se apren­de ya es viejo.

No hay tiem­po para sen­tar­se, sim­ple­men­te hay que vivir­lo. Es bueno recor­dar que noso­tros como pue­blo con­tri­bui­mos des­de 1810 a la liber­tad de otros pue­blos y con la pro­pia, los que pudi­mos nos devol­vi­mos a un mun­do que con­ti­nuó tra­tán­do­nos con rega­ños, y apar­te de noso­tros, los que nun­ca regre­sa­ron fue­ron exter­mi­na­dos y tra­ta­dos como cri­mi­na­les. Des­de enton­ces que­dó el recuer­do de una haza­ña en don­de, sien­do pro­ta­go­nis­tas, el poder se encar­gó de ense­ñar­nos que nun­ca estu­vi­mos ahí y que jamás fui­mos un pue­blo de libertadores.

Hoy par­ti­mos de nue­vo (1989) des­de el sen­ti­mien­to, intac­to tene­mos el jun­tos, el hom­bro con hom­bro, el des­pren­di­mien­to y la retri­bu­ción del amor con amor se paga. Esta vez debe­mos apren­der a pen­sar lo que sen­ti­mos, nece­si­ta­mos tener con­cien­cia, conec­tar el cora­zón con el cere­bro, las uñas con los cabe­llos, la risa con los llan­tos. Pero esta vez no debe­mos devol­ver­nos ni dejar en manos de nadie lo que nos toca construir.

En esta frac­tu­ra cul­tu­ral está pro­pues­ta una nue­va mane­ra de ver las for­mas de cómo la gen­te ha resuel­to los pro­ble­mas que cada cier­to perio­do his­tó­ri­co sufre. Una vez más deci­mos al mun­do, con el hacer prác­ti­co, que las cosas pue­den y deben hacer­se de otra mane­ra. Este tiem­po nos exi­ge cal­ma y lar­gu­ra en el aná­li­sis, por­que este sal­to no ha de ser hijo de la pri­sa, la his­to­ria nos demues­tra que este mun­do fue cons­trui­do en el apu­ro y su resul­ta­do es el cansancio.

El capi­ta­lis­mo divi­dió el tiem­po natu­ral del tiem­po eco­nó­mi­co, rom­pien­do la rela­ción entre la espe­cia y la natu­ra­le­za (Foto: Archivo)

Esta­mos en los días en que todo ha de ser pen­sa­do, nin­gu­na tram­pa debe crear­nos la ilu­sión de solu­cio­nes mági­cas, los pobres del mun­do hemos sopor­ta­do en diez mil años todos los rigo­res que ha hecho la opu­len­cia de unos pocos y eso nos ha hecho sabios y pacientes.

Bus­que­mos jun­tos, entre noso­tros, las cla­ves que hagan posi­ble una éti­ca del cora­zón, con la cual poda­mos habi­tar con­fia­da­men­te este mun­do. Cada cier­ta épo­ca los pue­blos se renue­van, con ellos su mane­ra de pro­du­cir y su ópti­ca del planeta.

En un tiem­po fue la fe y en otro la razón, aho­ra pudié­ra­mos pen­sar en armo­ni­zar cora­zón y cere­bro en viva con­fluen­cia con el res­to del uni­ver­so, sin ideo­lo­gías o poder que deten­gan el sen­tir y el pen­sar de millo­nes de seres que jun­tos, vinien­do de miles de soli­ta­rios cami­nos, nos encon­tre­mos para salu­do y abra­zo en viva alegría.

No equi­vo­car los sig­nos que, como seña­les, mues­tra la diná­mi­ca social en el mar­co del dete­rio­ro de la cul­tu­ra huma­nis­ta, para que los esfuer­zos que hoy hace­mos millo­nes de pobres en el pla­ne­ta no ter­mi­nen, una vez más, bus­can­do un chi­vo expia­to­rio o cul­pan­do al comu­nis­mo o al socia­lis­mo o, en últi­mas, al chavismo.

No hay apu­ro, la vida no va a des­apa­re­cer; des­de ya, con cal­ma, comen­ce­mos a dar los pri­me­ros ejer­ci­cios men­ta­les sobre la posi­ble reali­dad físi­ca a cons­truir en armo­nía con la reali­dad natu­ral, sin que la reali­dad ideo­ló­gi­ca afec­te esa diná­mi­ca. Jus­ta­men­te esta es la gran incóg­ni­ta que debe­mos des­pe­jar los pobres lue­go de miles de años del for­ta­le­ci­mien­to y repe­ti­ción de las accio­nes pode­ro­sas y sus resul­ta­dos. No ten­ga­mos mie­do, que pen­sar no mata, crear la otra cul­tu­ra es la gran aven­tu­ra, todo el papel está en blan­co y los cere­bros debe­mos dis­po­ner­los para la crea­ción de lo dis­tin­to. Todo esto pue­de pare­cer y aun ser una locu­ra, una inmen­sa demen­cia, pero es pre­fe­ri­ble a la cobar­día de sos­te­ner la costumbre.

Fuen­te: Misión Verdad

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