Laura Romero /Resumen Latinoamericano, 4 de febrero de 2021
México forma parte de los corredores migratorios globales, razón por la cual a nuestro territorio llega gente desde Asia y África tratando de alcanzar el llamado sueño americano.
Nuestra nación dejó de ser un corredor regional; ahora es expulsora y de tránsito de migrantes, así como área de espera, dijo Bruno Miranda, del Instituto de Investigaciones Sociales.
En la frontera norte de la República Mexicana más de 60 mil personas aguardan una respuesta a sus solicitudes de asilo en Estados Unidos, detalló el doctor en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en sociología por esta casa de estudios.
Comentó que en los últimos años la ciudad de Tijuana, donde se ubica gran parte de ellos, se convirtió en un espacio social donde los migrantes trascontinentales permanecen, luego de realizar largos recorridos desde sus países hasta llegar a Brasil y luego la frontera norte de nuestro territorio.
Esas poblaciones transforman las zonas fronterizas por sus características en términos culturales, religiosos o lingüísticos, toda vez que, por ejemplo, pueden arribar personas africanas que son musulmanas y hablan árabe; o bien, otras cuya lengua es el francés y tienen afiliaciones políticas diversas. Todos estos marcadores de diferencia requieren que México desarrolle herramientas para acogerlos, opinó.
Recordó que en el transcurso de la última década, la política migratoria mexicana se ha adaptado al paradigma “securitista”, el cual está dirigido principalmente a migrantes de tránsito, como los hondureños, salvadoreños y guatemaltecos que viajan hacia Estados Unidos.
Eso significa, abundó, que los flujos migratorios son un asunto de seguridad nacional, pues se piensa que el migrante representa una amenaza para los países por los cuales transita y a los que intenta llegar. “Este paradigma no nació en México; es una forma global de gobernar las migraciones y que también pasa, por ejemplo, en Europa respecto a los flujos que llegan de África y Asia”.
Lo anterior dejó de ser un simple fenómeno demográfico para convertirse en uno que supuestamente atenta contra la seguridad nacional. Ahora, al migrante se le asocia con terrorismo, delincuencia y narcotráfico, e incluso se les acusa de traer el coronavirus que causa la Covid-19.
“Es un paquete de estigma cada vez más despectivo hacia quienes intentan llegar a la Unión Americana, que a partir de este año decidió aplicar más restricciones migratorias a quienes intenten llegar a su territorio, en la modalidad de asilo o quienes cruzan de manera irregular”, apuntó.
Al adoptar ese modelo, cada vez es más difícil y riesgoso entrar por la frontera sur de México. En los últimos años la ciudad de Tapachula, Chiapas, sirve como el primer “muro” para llegar a EU para los migrantes centroamericanos, caribeños (sobre todo haitianos y cubanos) y trascontinentales de India, Bangladesh, Congo o Angola.
Criminalización
Bruno Miranda recalcó que hay migrantes irregulares, no ilegales, porque “la existencia humana no puede ser anulada, pero eso es parte del paradigma securitista, que criminaliza una situación administrativa”.
Hay más de 200 centros de detención migratoria en EU, en su mayoría operados por empresas privadas, lo que convierte a la detención y deportación de migrantes en un negocio redituable para compañías como CoreCivic y GeoGroup, alertó.
Las políticas restrictivas, además, fomentan la “industria de la migración” relacionada con las redes de coyotes en las fronteras, que están cada vez más subordinados al crimen organizado. “Los cárteles de narcotráfico han descubierto una nueva fuente de ingreso con el pago de ‘derecho de piso’ para transportar migrantes. Eso vuelve el tránsito por el territorio mexicano cada vez más peligroso”.
El académico refirió que un migrante debe anotarse en una lista de espera para presentar su solicitud de asilo en EU, y el Plan “Quédate en México” implica que deben esperar aquí mientras comienzan y se ejecutan las audiencias en las cortes migratorias en el país vecino. Ese proceso puede tardar un año.
La situación se ha agravado con la pandemia, y desde marzo a la fecha EU no ha recibido ninguna solicitud de asilo más. En ese lapso, los flujos migratorios disminuyeron drásticamente por el cierre de fronteras en varias naciones, y hasta mediados de este año hubo un descenso de 90 por ciento de las peticiones de refugio en México. A su vez, los migrantes en tránsito hacia la frontera norte se quedaron “atrapados” y ni siquiera pueden presentar su solicitud, concluyó Bruno Miranda.
Publicado originalmente en Gaceta UNAM
FUENTE: desInformemonos