Hace seis años, Tarek William Saab es el gobernador de Anzoátegui, uno de los estados venezolanos en los que se inicia la Misión Cultura Corazón adentro, esa que pretende poner el cultivo de las artes y las tradiciones al alcance de todos, fundamentalmente de los más humildes. Pero Tarek es, además de político y abogado, poeta, condición que parece haber definido toda su vida: posee 11 libros publicados en su país natal, México, Argentina, Cuba, Colombia, Siria y China, entre los que se cuentan Los ríos de la ira (1987), Al Fatah (1994), Los niños del infortunio (2006), Memorias de Gulan Rubani (2007) y Un paisaje boreal (2008). Para él, su “ser político ideológico jamás podrá separarse de esa parte espiritual, poética”. Últimamente parece que se multiplica y está en todas partes: en la activación de las patrullas del Partido Socialista Unido de Venezuela para las próximas elecciones de septiembre, reunido con los colaboradores cubanos de la Misión Cultura o interviniendo en un programa de televisión de mucha audiencia acá: La Hojilla. Aún así, encuentra un espacio para esta entrevista y aunque está apurado, sus reflexiones y su hablar pausado no lo denotan. La Misión Cultura Corazón Adentro fue fundada por el Presidente Chávez hace dos años y comienza en Anzoátegui. ¿Cuáles son los propósitos específicos que como estado persiguen con ella?
Lo más importante en esta etapa para nosotros es consolidar un trabajo que en Anzoátegui calificaría de precursor o fundacional de este tipo de experiencia. Desde el 2005 nosotros tenemos la escuela de promotores culturales Alfredo Almeida, que nace como una unidad docente de cubanos y venezolanos para convertir a los que se gradúan con título universitario de Técnico superior en desarrollo cultural en Multiplicadores de las artes en todas las barriadas populares de las principales ciudades de nuestro estado.
La experiencia ha sido muy gratificante porque se han visto lugares y espacios públicos como parques, plazas, jardines de casas muy humildes, ocupadas por este tipo de multiplicadores graduados. Siento que de alguna manera la entrada de la Misión Cultura en Anzoátegui ha sido tan fácil —así lo reflejaba el coordinador cubano en una reunión que sostuve con él— porque es un estado con una infraestructura cultural impresionante, muy avanzada en muchos temas para ser una región del país. Nuestras expectativas después de la reunión que sostuve con los colaboradores, de conocerlos, ver su juventud, sus ganas de hacer, es que el trabajo hecho en este tiempo alcance un nivel superior y se fundan esas dos experiencias, la de la escuela de promotores culturales y la de esta Misión; para mí es el mismo proceso, estamos en el mismo camino. Esa escuela de promotores culturales Alfredo Almeida nació por un extraordinario apoyo del Comandante Fidel Castro. Tuve una reunión con él en 2005 y le decía que ojalá pudiéramos en Anzoátegui, más allá de las misiones educativas y de salud, hacer algo a nivel cultural. Entonces me dijo que conversara mi inquietud con Abel Prieto, ministro cubano de Cultura, que seguramente él se las iba a ingeniar para inventar algo, y así fue. Recuerdo que nos reunimos, y de ahí se ideó convertir la experiencia cubana de los instructores de arte en algo adaptado a una región de un país y surgió la maqueta de lo que es un promotor cultural.
Siento que esto no nos es ajeno, por el contrario, le hemos dado el apoyo incondicional de la gobernación y tengo muchas expectativas. Hasta el momento hay 106 colaboradores y vienen cien más, o sea, que el grupo es muy grande y están en las cuatro principales ciudades: Barcelona, Puerto la Cruz, El Tigre y Anaco. Auguro cosas históricas para esta Misión.
Anzoátegui es uno de los estados pilotos donde se inician colaboradores de literatura, experiencia que no existía en aquellos donde la misión lleva un poco más de tiempo. ¿Cómo cree que vienen a complementar estos talleres de literatura la experiencia de los otros?
Creo que la literatura es la madre de todas las artes, porque la narrativa, la poesía (que es la belleza de la palabra hecha expresión lingüística a través de los versos), el ensayo (que es el pensamiento crítico), y todo eso es la mente humana creando y expresándose a través de su instrumento primario: la palabra. Siento que el impacto va a ser muy grande. Necesitamos jóvenes pensantes que tengan el mismo nivel de reflexión oral y escrita, y a veces se falla mucho en eso. Hay gente que es muy expresiva a nivel oral, pero a la hora de escribir no solo tienen errores ortográficos, sino que tampoco tienen un sistema para traducir sus pensamientos en letras. Le doy a la literatura un valor único en todo porque abre el pensamiento, permite elevar el nivel ético, espiritual. A través de la literatura conoces de historia, geografía, el mundo entero, por tanto, va a ser muy importante el tema de la entrada de la literatura a la Misión Cultura.
¿Cuál es a su juicio el rol que juega la cultura dentro de los procesos de transformación revolucionaria?
Una revolución sin un bagaje cultural de amplio espectro fracasa, se trunca y se convierte en otra cosa, se desvía. Todas las revoluciones verdaderas tienen un carácter espiritual, humano y cultural. Nosotros tenemos el ejemplo de la Revolución Cubana que ha sobrevivido el bloqueo, el aislamiento impuesto por el imperio estadounidense, con una labor paralela a la diplomacia formal que llamaría una diplomacia cultural de largo aliento, la cual sirvió para que artistas de todo el mundo conocieran la otra realidad del país, y durante décadas hayan sentido a Cuba como un referente de emancipación, más allá de cualquier polémica. Lo que ustedes con mucha sabiduría y tiempo han logrado, nosotros debemos, a partir de la realidad venezolana y nuestras propias peculiaridades, tenerlo como un gran ejemplo de cómo el tema cultural logra impactar en un pueblo para elevarle la conciencia política, su sensibilidad, su solidaridad, valores todos ajenos al capitalismo, al neoliberalismo, a la concepción esclavista y mercantilista del mundo.
Las sociedades poderosas convertidas en imperios —y en este momento el emperador no es Obama, sino las grandes corporaciones: militares, mediáticas, textiles— buscan que nuestros pueblos sean, literalmente hablando, analfabetos, o puedan leer y escribir pero sean analfabetos funcionales, ignorantes, para que se tornen presa más fácil de la opresión, de la transculturación, de un bombardeo permanente de antivalores con el cual la identidad nacional y el ser venezolano desaparezca. La cultura, por lo tanto, en un esquema como ese donde existe la dicotomía de opresor-oprimido, debe romper con esa política disfrazada hoy de cine, de literatura, donde se presenta la droga, el alcoholismo, todo lo que implica destrucción, como lo normal en una sociedad. La labor cultural tiene que ir más allá de las bellas artes y convertirse en un proceso de transformación sentimental y espiritual del ser humano para convertirlo en alguien diferente. Si eso existe en un país, es porque hay una revolución en marcha, y evidentemente en Venezuela esas cosas están pasando.
Ello no significa que nos desconectemos de la realidad universal, hay cosas en los EE.UU. por ejemplo que uno celebra: su música, sus grandes escritores, su arte hecho no desde la dominación, sino desde la liberación, como debiera ser el arte. EE.UU. ha dado gente como Oliver Stone, quien con sus películas le ha abierto los ojos a mucha gente sobre la realidad cubana y venezolana. Actores como Sean Penn, ganador de Oscar, al cual vemos en Haití, en Venezuela, en Cuba, enfrentando la guerra de Iraq. Uno debe tener un sentido crítico, pero al mismo tiempo amplio para no caer en dogmas. Lo más importante para un artista y para quienes creemos y practicamos la cultura, es no caer en dogmas. Lo más antirrevolucionario es ser dogmático. Lo más revolucionario es convertir una filosofía, una ideología, un hecho cultural en un instrumento o en un cauce para la emancipación, para la rebeldía, en contra de todo tipo de cadenas.
Siento que esas semillas que va creando la Misión Cultura y todo lo que podamos hacer nosotros en lo político, como gobernantes, como revolucionarios, va a rendir sus frutos; de hecho ya los está rindiendo. Venezuela no es la misma, culturalmente hablando, en la identidad nacional y el sentido antimperialista, que en 1998. Hemos cambiado y ese cambio en la conciencia del venezolano también es un cambio cultural. Esos iconos del ayer que sostenían el modelo político de opresión de la IV República se fue desmoronando, implosionó. Estamos en la etapa más difícil: la de restituir la piel y la carne de nuestra sociedad y va a ser un proceso de muchos años. ¿Qué es lo que nos va a salvar? Una verdadera revolución cultural desde adentro. Creo que eso lo comprendió el presidente Chávez y por ello aplaude y apoya tanto esa Misión y por eso nosotros como gobernantes estamos obligados a que tenga todo el éxito que merece.
Hay dos cosas que Tarek parece haber sido desde siempre: luchador, porque desde los 14 años ya estaba unido a un ex comandante guerrillero, y escritor, porque a los 15 años ya estaba publicando sus primeros poemas. ¿Se concebiría a sí mismo de otro modo?
No, no me concebiría de otro modo y siempre tengo el tema cultural presente en mi formación política. Soy un estudioso a mi estilo de la literatura, del cine, de las artes plásticas, de todo lo que implica un sentimiento emocionalmente sano que te permita abrir tu mente y viajar estando despierto en un punto fijo. Eso me lo ha dado la poesía, el asumir la escritura como un medio de expresión artístico, me abrió otros caminos hacia la música, por ejemplo.
Hemos construido un parque, el Andrés Eloy Blanco, donde hay 14 bustos de poetas, de músicos, es algo único en un territorio de 400 mil metros cuadrados con plazas, allí están García Lorca, Roque Dalton, un monumento inmenso a Simón Bolívar, cantautores estadounidenses como Bob Dylan; es algo en medio de esa naturaleza naciente que a uno lo reconcilia con el mundo. Siento que la poesía, la literatura, las artes, la creación cultural del ser humano, es inseparable del ser político.
No creo que esa facultad sea exclusiva mía. Un ser político pensante debe tener ética, y pongo un ejemplo básico: José Martí, un gran filósofo, un gran pensador, un poeta que lamentablemente murió en una batalla. Otro ejemplo es el de Roque Dalton, un revolucionario, un político, un poeta y murió también en la batalla. Está Javier Heraud, en Perú, alguien proveniente de la oligarquía de Lima, a los 21 años murió asesinado y previamente había sorprendido a Perú con un libro escrito a los 18 ó 19 años, El río. Se formó en la lucha armada en Cuba y murió en un enfrentamiento en un río llamado Madre de Dios. Recordemos al propio García Lorca, fusilado luego de ser lo que fue. Son ejemplos luminosos dentro de ese final trágico, cada quien en su tiempo. Siento que mi ser revolucionario, mi ser político ideológico jamás podrá separarse de esa parte espiritual, poética, que me acompañará hasta la muerte.
Usted mencionaba la reunión con Fidel de 2005, y estuvo también a su lado en 2006, durante la presentación de Los niños del infortunio, luego regresó a La Habana a la Feria del Libro de 2009 con En un paisaje boreal. ¿Qué significan para usted en lo personal Cuba y Fidel?
Casi toda mi vida los he tenido como referentes. Fui creciendo teniendo a Cuba y a Fidel en un primer momento como algo lejano de tocar; luego el triunfo de la Revolución Bolivariana nos acercó enormemente, porque siendo dos países hermanos, teniendo Martí toda esa admiración por Bolívar, teniendo tantas cosas comunes hasta en nuestra forma de ser, el imperio nos había distanciado muchísimo a través de tanta manipulación en contra de Cuba, de Fidel, de la Revolución.
Evidentemente quienes teníamos una formación de izquierda desde la adolescencia, no caíamos en esa trampa, pero estos años nos han permitido conocerla más allá de lo que escuchaba de niño en Radio Habana Cuba, los libros que leía, la biografía de Fidel, sus hazañas, las del Che Guevara. Ya llevo centenares visitas allá y he sostenido muchas entrevistas con Fidel. He tenido la dicha de estar con él durante varias horas, incluso me honró durante su visita a Anzoátegui, cuando se fundó Petrocaribe, con su presencia en mi casa. Luego lo he estado viendo durante su convalecencia, he tenido el privilegio, tal vez no merecido, de poder estar con él durante estos años, cuando ha ido recuperando su salud, he podido ver su evolución.
El año pasado durante la Feria del Libro fui a visitarlo y me dio la impresionante noticia de que por primera vez desde que comenzó a rehabilitarse había caminado hasta la casa donde él vivía, porque estaba en otro lugar, cercano a su casa, y estuvimos hablando bastante.
Este año he tenido la oportunidad de visitarlo dos veces, cuando la Feria del Libro, y cuando el Festival Internacional de Poesía de La Habana. Lo veo cada vez más sabio, más profundo, más humano, es todo un caballero. Fidel es un hombre que ya escapó del siglo XX, porque se ha proyectado sobre todo este siglo XXI. Lo vi recientemente en su reunión con los artistas, con los intelectuales, con su traje verdeolivo saludando a Silvio, a Kcho y todo eso a uno lo inspira para seguir luchando, para ser como él imposible, porque no es tan fácil, pero al menos para ver en él, en su ejemplo, una inspiración permanente de vivir. Observen esta convalecencia suya y la manera como la ha superado, como se ha presentado frente a la gente durante estas últimas semanas; yo lo califico como una hazaña similar a todas las que hizo —como estar preso luego del asalto al Cuartel Moncada, exiliarse en un país, de ahí ir para Cuba en un barco, estar dos años en una guerra, tomar el poder y construir el socialismo en una isla asediada por el imperio. Esa es una hazaña tal vez en una dimensión personal y humana, en la cual él ha logrado reponerse de esas circunstancias y ha estado pensando, reflexionando, escribiendo, alertando a la humanidad.
Cuando lo vi en mayo, me estuvo comentando un libro que estaba escribiendo sobre su campaña guerrillera en la Sierra Maestra, donde incluso cuenta hasta los cartuchos que se consumían y que no debían consumirse. Es increíble a la edad que tiene, reconstruir algo tan preciso. En lo personal, es lo más grande que he conocido en mi vida, dudo que quien haya conocido a Fidel logre luego conocer a alguien de esa dimensión. Me siento muy revindicado porque en el caso venezolano, si hay un discípulo de verdad, en los términos más justos y éticos de la palabra, ha sido el presidente Hugo Chávez. Él ha seguido sus pasos. Cada uno tiene sus realidades diferentes, pero han sido comunes las vicisitudes, las grandes limitaciones, los mismos enemigos, la misma crueldad y ensañamiento de quienes nos quieren destruir, y a pesar de todo el empeño de seguir adelante y vencer todas esas dificultades. Creo que la Revolución venezolana sin el ejemplo de Cuba y de Fidel no existiese.
Uno de los modos en los que se han materializado muchos de los sueños conjuntos de Chávez y Fidel es a través de los proyectos del ALBA, ¿cómo imaginaría una América Latina integrada toda en una alianza de este tipo?
Es como el sueño de Bolívar hecho realidad 200 años después. Los pasos se están dando, incluso hay un ALBA cultural que va caminando, tenemos Petrocaribe, una alianza de carácter diplomático, el ALBA ha impactado a UNASUR.
Lo que parecía imposible en los 60, cuando se dieron esas grandes rebeliones en América Latina y la única triunfante fue la Revolución Cubana, se está haciendo realidad. El camino se hace más despejado, hay dos proyectos confrontándose: el de revolución, de emancipación, de vernos a nosotros mismos como un pueblo cercano, como un continente, y el proyecto de explotación, de guerra, de desastre natural, de acabamiento del ser humano que representa el imperio estadounidense y todas las superpotencias europeas que lo acompañan. Es la hora nuestra de hacer ese camino. Por eso atacan tanto a Chávez en este momento, es impresionante la tinta que corre en Internet, en los noticieros, porque en verdad es una experiencia atípica en esta época. Tenemos que unirnos cada vez más para sobrevivir esta coyuntura tan difícil y darles la seguridad de un mundo mejor a nuestros hijos y nietos. |