Chi­le. El muro de Piñera

Por Aldo Torres Bae­za, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 2 de abril de 2021.

El muro que rodea a la super­fi­cie de la esta­tua don­de estu­vo Baque­dano repre­sen­ta todo lo que fue y ter­mi­na sien­do el régi­men de Piñe­ra. Es un arque­ti­po exac­to de quien no escu­cha, cie­rra los ojos, aprie­ta los dien­tes y, a estas altu­ras, solo espe­ra que pase lue­go la tormenta.

Mas allá de su exac­to perí­me­tro sobre­vi­ven todos los alie­ní­ge­nas de un país gober­na­do por­que quie­nes no lo habi­tan. Hay pro­fe­so­res flo­jos. Hay pati­pe­la­dos. Hay seres extra­ños, difu­sos: son alie­ní­ge­nas. Se están suman­do varios perio­dis­tas inso­len­tes que osan reve­lar los oscu­ros secre­tos que se escon­den al inte­rior del muro.

Des­de el muro se orde­na silen­cio abso­lu­to. ¡Que nadie hable! ¡Que nadie cuen­te cómo se cons­tru­yó la for­ta­le­za! Eso si que no. Los cor­te­sa­nos del empe­ra­dor acu­san a esos perio­dis­tas inso­len­tes cuan­do cuen­tan los secre­tos del muro, a veces inclu­so se taí­man y ame­na­zan con renun­ciar a cole­gia­tu­ras o cofra­días seme­jan­tes por­que alguien osó decir algo que afec­ta a los miem­bros del muro.

Debe­mos expli­car que el muro cuen­ta con agen­tes mas allá del cua­dra­do. Gene­ral­men­te se cono­cen des­de peque­ños, son pri­mos y com­pa­ñe­ros de cole­gio. Aun­que hay otros que pre­ten­den entrar al inte­rior del muro en cir­cuns­tan­cias que care­cen de la alcur­nia que si tie­ne la fami­lia real. Unos u otros, saben que si el muro se derrum­ba que­da­rán sus due­ños des­nu­dos ante los alie­ní­ge­nas. Y eso les afec­ta­ría a todos, aspi­ran­tes a ingre­sar al muro y due­ños del muro.

Y ese el tema, pre­ci­sa­men­te ese: a los alie­ní­ge­nas les ha dado por derri­bar el muro, lle­van más de un año inten­tán­do­lo. Algo les pasa. Están locos. Aho­ra insis­ten con eso del con­trol en la infor­ma­ción. Y es tan­ta la pre­sión sobre las pare­des, es tan­to el gri­te­río inso­len­te, que los due­ños del muro están enten­dien­do (el ver­bo qui­zás es exce­si­vo) que ya no es tan fácil callar a los alie­ní­ge­nas por­que el muro cuen­ta con dis­tin­tos ángu­los des­de los cua­les se pue­de ver al rey sin la coro­na y a sus cor­te­sa­nos sin maqui­lla­je. Y, para peor, los alie­ní­ge­nas que sen­tían que algo anda­ba mal ya no tie­nen que ente­rar­se por los medios de comu­ni­ca­ción del mis­mo muro que el rey del muro en reali­dad es rey por­que nadie enten­día que, para lograr­lo, nece­si­tó y nece­si­ta la som­bra que le entre­ga­ban y le entre­gan las mura­llas del muro.

Lo cier­to es que el muro cua­dra­do sigue ahí, res­que­bra­ja­do y mori­bun­do, pero ahí. Aun­que a veces sus due­ños digan que “ten­drán que com­par­tir los pri­vi­le­gios con los demás”, el muro, insis­to, sigue ahí. El muro de quie­nes no pudie­ron con­ven­cer y aho­ra solo les que­da rodear­lo de poli­cías que defien­den el muro sin saber que en el fon­do no defien­den un peda­zo de metal sino que a quie­nes están den­tro del muro. Por eso jus­ti­fi­can lo que des­co­no­cen que defien­den median­te pala­bras vacías que no saben muy bien qué sig­ni­fi­can. Son orde­nes del muro a los sol­da­dos del muro. Simple.

Más allá de ese cua­dra­do, espe­ran­do, for­ce­jan­do, están los alie­ní­ge­nas har­tos de cómo ver como los due­ños del muro trian­gu­lan sus pla­tas de pared en pared. Har­tos, tam­bién, que se les repi­ta el mito de un mode­lo eco­nó­mi­co que se dice libre cuan­do la ver­dad es que está con­tro­la­do por un par de fami­lias que siguen den­tro del muro, espe­ran­do que de algún modo los alie­ní­ge­nas se deten­gan y no se ente­ren jamás que la pla­ta va y vie­ne de una mura­lla a la otra. A veces, cuan­do es mucha, cho­rrean algu­nas sobras por las pare­des del muro. Pero son sobras. El cir­cui­to está aden­tro. Y así tie­ne que seguir siendo.

Pero ese mun­do que está afue­ra ya rom­pió el cas­ca­ron y es difí­cil meter­lo otra vez al inte­rior del hue­vo. Está vivo y quie­re vivir. Es un alma que­rien­do ser. Res­que­bra­ja el muro, por aquí y por allá, se aso­ma. Repi­to: ven como al rey se le cae la coro­na y como a los cor­te­sa­nos se les corre el maquillaje.

Des­de el inte­rior del muro es impo­si­ble per­ci­bir ese mun­do que nace y cre­ce. No hay pers­pec­ti­va ni ángu­los. Por mas que a veces se aso­men por sobre el muro, por mas que inclu­so sal­gan del muro y hablen con uno u otro alie­ní­ge­na, no, no hay for­ma de enten­der qué cosa sien­ten quie­nes están afue­ra. Si no es lo que pien­san los habi­tan­tes del muro, enton­ces no impor­ta. Que se sal­ven entre ellos.
Así nomas es la cosa. El mun­do es como ellos creen que es: cua­dra­do, exac­to, des­co­lo­ri­do, sin for­mas. Al menos así se ve des­de el inte­rior del muro. Por­que si hace­mos el ejer­ci­cio de bus­car otros ángu­los vere­mos que al mirar hacia arri­ba del muro solo se obser­van nubes y más allá de las nubes el uni­ver­so infi­ni­to crea­do por un dios limi­ta­do que, dicen ellos, jus­ti­fi­ca que sean due­ños del muro. Hay que con­ser­var el muro como es por­que siem­pre ha sido así y quien no lo entien­da es un anti-chi­leno que no entien­de que las cosas son como son nomas.

¿Para qué, Dios mío, vamos a empe­zar a poner­nos crea­ti­vos si un cua­dra­do es tan pero tan exac­to? ¿Para que abrir un poqui­to la mura­lla si des­de den­tro se ve tan perfecta?

Enton­ces les va que­dan­do una solu­ción: defen­der el muro con muchos poli­cías y cor­te­sa­nos del rey, apre­tar las mue­las y así espe­rar que pase el tiem­po, para que sean otros quie­nes echen aba­jo el muro y, por fin, el pai­sa­je cam­bie, los secre­tos se abran sin pare­des que escon­dan lo que se escon­de en las som­bras que pro­yec­tan las cua­tro mura­llas del muro.

fuen­te: Politika

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